Lecciones
de París/Walter Laqueur, consejero del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos de Washington.
Publicado en La
Vanguardia | 23 de enero de 2015
Antes
de los recientes atentados terroristas en París había un debate abierto en
Europa sobre las consecuencias de la emergencia de importantes comunidades
musulmanas en los últimos años. “Debate” es una manera de decirlo porque en
algunos países, como Alemania, se ha producido un enfrentamiento masivo e
importantes manifestaciones. Si la inmigración no planeada y no regulada
hubiera sido un éxito, todo esto no habría sucedido. Si ha ocurrido, quiere
decir que algo se ha hecho mal y se ha llegado a la polarización.
En
Alemania el debate empezó por la economía. Según el estudio de una importante
fundación, el país se había beneficiado mucho de la inmigración. “Tonterías”,
dijo el profesor Sinn de Munich, uno de los más prominentes economistas
alemanes. El coste de cada inmigrante para el país era de 1.800 euros anuales.
Pero un ministro socialista austriaco no estuvo de acuerdo. Según él su país se
llegó a beneficiar con casi 3.000 euros. Este debate no ha acabado, y
probablemente nunca acabará.
Pero
si miles de personas participan en manifestaciones, ello no tiene nada que ver
con el PIB y la contribución de los inmigrantes a este. Tiene que ver con el
hecho de que Europa está cambiando, que no lo está haciendo a mejor y que, en
cualquier caso, nadie ha preguntado nunca a los ciudadanos si estaban de
acuerdo con ese cambio. Sus enemigos argumentaban que Europa tenía un deber
moral de aceptar inmigrantes, que estos enriquecían la cultura europea, que el
islam es una parte integrante de Alemania (señora Merkel) y que los que se
oponen a esto eran xenófobos, reaccionarios y quizá incluso fascistas. The New
York Times escribió que existía el gran peligro de que los musulmanes en Europa
fueran demonizados, que se creyera que todos ellos eran terroristas o estaban a
favor del terrorismo. The Guardian escribió que Francia siempre había sido un
país violento e hizo responsable de los recientes acontecimientos en París,
entre otros, a Robespierre.
Algo
de ello es cierto, medias verdades y muchas tonterías. Es verdad que como
resultado de los ataques terroristas los musulmanes en Europa se han vuelto
sospechosos pese a que la inmensa mayoría sólo desea vivir en paz en su nuevo
país. Incluso en países más tolerantes como Suecia ha habido intentos de quemar
mezquitas.
¿El
islam es una religión agresiva? El deber de llevar a cabo una guerra santa (yihad)
contra los no creyentes aparece en el Corán no una ni dos veces, sino 160.
Algunos lo interpretan como un deber espiritual, pero otros como un llamamiento
a matar. No está claro si estas comunidades han hecho lo suficiente para
distanciarse de los terroristas y ayudar a las autoridades a identificarlos y
detenerlos. La mayoría de los musulmanes no son terroristas ni simpatizan con
ellos. Pero también es cierto que en el mundo contemporáneo, desde Filipinas
hasta Nigeria, el terrorismo sólo tiene lugar en países musulmanes, incluso en
Colombia el terrorismo está en vías de extinción. Ciertamente mucho de este
terrorismo es de musulmanes contra musulmanes, por ejemplo suníes contra chiíes
en Pakistán, o contra niñas que quieren recibir educación en Pakistán, o contra
sectas musulmanas. Pero en el fondo sigue siendo violencia.
Para
historiadores y filósofos es una pregunta interesante si el islam es parte
integrante de Europa, ¿pero qué tiene ello que ver con los ataques terroristas
y con las políticas de los islamistas radicales? Robespierre también tenía un
carácter violento y fanático, pero aun así no abogaba por el asesinato de gente
inocente en un supermercado sólo porque eran judíos (A este paso, los
islamistas podían haber acusado a Napoleón de haber invadido Egipto). Todos los
países europeos fueron violentos alguna vez e incluso participaron en cruzadas.
Pero eso pasó hace mucho tiempo y han superado esa fase. Si los musulmanes
quieren vivir en Europa, deberían aceptar esto para poder integrarse.
Destacados
políticos y algunos medios europeos están intentando calmar a las comunidades
musulmanas resaltando los aspectos positivos de su presencia y actividades, a
menudo incluso exagerándolas, minimizando los aspectos negativos. Pero se
debería considerar lo siguiente: el actual debate se ha producido varios
decenios demasiado tarde. Debería haberse producido antes de que se produjera
la inmigración masiva. Debía haberse dejado claro cuán difícil sería la
integración. Pero no se reconoció e incluso se ignoró. Ahora es un hecho
consumado y es deber de los gobiernos impedir que la situación se agrave,
incluso si supone que no siempre nos dirán toda la verdad. Puede suponer, a
veces, incluso autocensura, difícil de aceptar por muchos. ¿Era realmente necesario
volver a publicar dibujos del Profeta que sólo pueden hacer que ofender a
muchos musulmanes que no son extremistas? Ello no supone deber aceptar el
terrorismo, no puede haber ningún compromiso al respecto.
Déjenme
acabar con una nota personal: en un libro publicado hace años sobre el destino
de Europa, discutí estos desagradables dilemas con gran detalle. Se me criticó
mucho y se me acusó de exagerar esos problemas. El único apoyo que recibí fue
de China. Hoy no creo que ello suceda. Ojalá me hubiera equivocado.
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