12 feb 2016

El Papa en vuelo hacia La Habana: "Rusia y China están en mi corazón"

 El Papa en vuelo hacia La Habana: "Rusia y China están en mi corazón"
Lo dijo el pontífice en una conversación informal con los cerca de 76 periodistas que siguen la gira, poco antes de su encuentro con el patriarca ruso
La Nación/ 12 de febrero/
Elisabetta Piqué

A BORDO DEL VUELO PAPAL.- Le regalaron un típico sombrero mexicano -con la imagen de la Virgen de Guadalupe y del continente americano bordados-, que por supuesto enseguida se puso, para alegría de gloria fotógrafos y camarógrafos. Además, dos rosas blancas, varios libros, chocolates, café colombiano, un par de zapatillas para que esté cómodo en su primer viaje a México -donde visitará ciudades de la frontera norte y sur del país, nunca antes pisadas por un Pontífice-, y algo sin precedente: un cajón de lustrabotas.
Como ya es tradición, en el Airbus A330 de Alitalia que, con un vuelo de 12 horas y 15 minutos lo llevará a La Habana -donde se reunirá por primera vez en la historia con el Patriarca ortodoxo de Moscú, Kirill-, en una escala de poco más de tres horas antes de llegar a México, el Papa estuvo casi una hora en la parte trasera del avión, saludando y dialogando informalmente con los cerca de 76 periodistas que viajan en el vuelo papal.

"Agradezco su presencia y el trabajo que harán. Es un viaje exigente, que quise mucho, querido también por mi hermano Kirill y por mis hermanos mexicanos", dijo, micrófono en mano, antes de pasar a saludar, uno por uno a los camarógrafos, fotógrafos y cronistas presentes. Como siempre, entonces repartió bendiciones, firmó autógrafos, recibió dones de todo tipo, hasta la invitación a un casamiento y dos rosas blancas, una de ellas entregada por esta cronista de parte de una sobrina que vive en Buenos Aires. Quienes conocen a Jorge Bergoglio saben que las rosas blancas para él tienen un significado muy especial, por su devoción a Santa Teresa de Lisieux, a quien le reza cuando tiene una dificultad por delante, como puede ser su primer encuentro de la historia con el Patriarca Ortodoxo de Moscú.
Al respecto, cuando, a la hora del recorrido para saludar, un periodista le preguntó "¿Cuándo nos va a llevar a Rusia?", Francisco contestó sin pelos en la lengua y juntando las dos manos como para ponerse a orar: "Rusia y China están en mi corazón, recen por ello". Su encuentro con Kirill, el primero de un primado católico y uno ortodoxo ruso, después de casi mil años de separación, desencuentros e incomprensiones, de hecho, se espera que pueda abrir las puertas al objetivo soñado especialmente por san Juan Pablo II: un viaje a Moscú. Viajar a China -que no tiene relaciones diplomáticas con el Vaticano desde hace más de cincuenta años-, es otro deseo del Papa jesuita, que sigilosamente está trabajando para un acuerdo para superar la conflictiva cuestión de la designación de obispos. 
Recientemente, en una entrevista que concedió a Asia Times, elogió la sabiduría china y le envió buenos augurios de año nuevo lunar a su presidente, Xi Jinping.
Cuando otra periodista, al pasar, le advirtió "cuidado con los rusos, que son duros", si bien al principio Francisco no dijo nada, luego reaccionó con humor: "con un poco de vodka allí y un poco de tequila allá", todo podrá solucionarse, rió.
A los periodistas argentinos presentes en el vuelo, los sorprendió con una pregunta crucial: ¿cómo terminó San Lorenzo-Boca?. "Sé que hubo goleada, pero ¿cómo fue?", insistía, comentando, por otro lado, que en todo caso siempre era mejor "comer pizza (perder con Boca), que comer caldo de gallina" (en alusión a River).
Más allá del buen humor, hubo un momento muy emotivo cuando Noel Díaz, periodista mexicano del canal El sembrador de Nueva Evangelización, le regaló algo jamás recibido por un Papa: un cajón de lustrabotas.
Nacido de madre soltera en una casa de cartón de Tijuana, ciudad mexicana fronteriza con Estados Unidos, Noel, de hecho, le contó que comenzó a trabajar de niño como lustrabotas cuando se enteró, a los ocho años, que no podía hacer la primera comunión porque su mamá no tenía dinero para comprarle la ropa."Yo me dije ´tengo que trabajar para conseguir un cajón para lustrar botas, y así trabajé para conseguir dinero y comprarme un pantalón y una camisa para hacer la primera comunión". 
Noel, que fue deportado dos veces de Estados Unidos, ahora es un directivo de una industria óptica y vive en Los Angeles, donde fundó un canal de televisión y seis estaciones de radio, en los que trabaja de voluntario. No sólo le regaló a Francisco un cajón de lustrabotas -símbolo de esos descartados a los que no hay que olvidar-, sino que también se inclinó ante él para lustrarle los zapatos, en medio del estrecho pasillo del avión y ante los ojos sorprendidos de todo el mundo. "Ahora voy a ser el lustrabotas del Papa y él me dijo que sí", contó a La Nación más tarde, sin ocultar su emoción. "Quise recordarle que hay mucha gente que trabaja, gente honesta, que no sale en las noticias que está ahí y que lucha día a día por traer el pan a la mesa", explicó. Noel, casado y padre de tres hijos, también le regaló a Francisco un libro escrito por su padre, donde el Papa le dejó escrito, con su pequeña letra: "gracias por su ejemplo, rece por mí".

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