Del
abrazo con Kiril al encuentro con el pueblo de México
- Papa
Francisco parte hoy para su peregrinaje que, tras el «prólogo» cubano del
encuentro con el Patriarca de Moscú, le llevará a cinco regiones de México. Los
temas del viaje: la promoción y el desarrollo de las poblaciones indígenas, la
plaga del narcotráfico, los migrantes que tratan de ingresar a los Estados
Unidos
Vatican Insider, 11/02/2016/
ANDREA
TORNIELLI
Papa
Francisco comienza esta mañana el viaje a México, pero tendrá un «prólogo» de
alcance histórico: el encuentro en el aeropuerto de La Habana, Cuba (por la
tarde, hora local), con el Patriarca de Moscú y de todas las Rusias Kiril. La
importancia de este encuentro es el evento en sí, y también será muy
significativo lo que se diga durante él. Juan Pablo II lo soñó en vano, con
Benedicto XVI parecía ser posible, pero al final no llegó a buen puerto.
Los
temas centrales de la declaración conjunta que Francisco y Kiril firmarán al
final de su largo diálogo serán la persecución contra los cristianos y las
emergencias éticas, principalmente relacionadas con la defensa de la vida, de
la familia y del matrimonio. Pero no hay que olvidar que este abrazo, que hasta
ahora nunca se había llevado a cabo, entre el Obispo de Roma y el líder de la
Iglesia ortodoxa rusa (la más fuerte numéricamente), es un gesto principalmente
ecuménico. Forma parte de un camino cuya meta final es la plena unidad, y no
«santas alianzas» anti-islámicas o en defensa de algunos valores. La unidad de
los cristianos no será el resultado de nuevas «cruzadas». La unidad de los
cristianos es necesaria para la paz en el mundo. Y también este encuentro (y
Papa Bergoglio este el principio de su Pontificado se dijo dispuesto sin poner
ninguna condición) forma parte del enfoque de un Papa que trata de construir
puentes por todas partes y con quien sea, dialogando con todos, para cerrar la
posibilidad a nuevas lógicas de Yalta en el mundo, y para superar las que
existen dentro de las Iglesias cristianas.
Después
del «prólogo» histórico, y que seguramente también pesó en la organización del
viaje mexicano, planeado probablemente con base en la agenda del Patriarca
moscovita, el peregrinaje continuará para que se lleve a cabo el encuentro con
el gran país latinoamericano, tan amado por Juan Pablo II, quien allí, en enero
de 1979, comenzó su Pontificado itinerante de «globetrotter». Cada vez que
Wojtyla volvió a esta tierra fue acogido por multitudes oceánicas. El
«leit-motiv» del viaje es la gran devoción mariana del pueblo mexicano por la
Virgen de Guadalupe, la Virgen mestiza que simboliza el encuentro entre los
pueblos colonizadores europeos y los pueblos indígenas. La imagen,
misteriosamente impresa en la pobre tilda del indígena Juan Diego y que
representa a María con piel olivastra, es un elemento fundamental de la
identidad latinoamericana. Frente a esta imagen Papa Francisco pidió poder
quedarse a solas para rezar; y lo hará el próximo domingo después de la misa
que celebrará en el santuario mariano, que cada año recibe la visita de
millones de personas.
La
culturas indígenas, los sufrimientos de los «indios», a menudo explotados e
incluso masacrados a lo largo de los siglos, serán el centro de la etapa en
Chiapas del viaje del Papa. Otro de los grandes temas será seguramente la plaga
del narcotráfico y de la violencia, que han llegado a niveles aterradores en el
país y que exigen una sacudida de las consciencias y un salto hacia adelante
incluso en el compromiso de la Iglesia católica. En México, la fe cristiana y
la devoción popular siguen todavía profundamente arraigadas en la población,
pero es probable que Francisco invite a esa «conversión pastoral» que es
fundamental en su Pontificado, para demostrar aún más el rostro de una Iglesia
materna como la Virgen de Guadalupe, y no de una institución apegada al poder o
al dinero.
El
último día del viaje, los reflectores se encenderán en Ciudad Juárez, en la
frontera con Estados Unidos. Una ciudad simbolo de la herida en carne viva del
drama de los migrantes, de quienes buscan un futuro mejor para sí y para los
suyos, tratando de atravesar la frontera. Francisco celebrará la misa el 17 de
febrero por la tarde en un estadio cerca del Río Bravo, que delimita la
frontera entre México y Estados Unidos. Al Papa «hijo de migrantes», como se
definió en las primeras palabras que dirigió a Barack Obama en la Casa Blanca
en septiembre del año pasado, le habría gustado entrar a los Estados Unidos
justamente desde Ciudad Juárez. Tal y como tratan de hacerlo muchísimas
personas desesperadas. No fue posible, sobre todo porque los mexicanos no le
habrían perdonado que pasara por México sin ir a visitar a la Virgen de Guadalupe
en la capital; y luego porque el histórico «deshielo» entre Washington y La
Habana propició la etapa en Cuba, por lo que la isla castrista se convirtió en
la «puerta de entrada» hacia América del Norte para el primer Pontífice
latinoamericano de la historia. Con la etapa en Ciudad Juárez, antes de volver
a Roma, Francisco hace realidad un sueño que había perseguido. Hablará en
tierra mexicana, pero la celebración también será seguida del otro lado del
río, en donde viven los migrantes hispanos.
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