Del Día de la
Niñez y la Libertad de Prensa/Sylvia Teresa
Manríquez
El pasado 30 de
abril las redes sociales se vieron plagadas de fotografías sobre la infancia de
usuarios y usuarias. Entre los mensajes de amor y exaltación de lo que debe ser
una niñez sana y protegida, había otros más que hablaban de las carencias y
retos que nos presenta el cuidado de niños y niñas.
Un día antes en
el Colegio de Sonora se presentó el proyecto para el Primer Observatorio por
los Derechos de la Infancia en México, cabe recordar que Sonora ocupa el tercer
lugar a nivel nacional por falta de pago en pensión alimenticia, que el 56% de
niñas y niños no cuenta con prestaciones sociales y 12.75% vive en pobreza
extrema, según datos de Gabriela García Figueroa, investigadora del Colegio de
Sonora.
Si tomamos en
cuenta que en México la tercera parte de la población tiene menos de 18 años,
hay mucho para la reflexión y mucho más por hacer. Hace pocos días se hablaba
del hashtag MiPrimerAcoso, muchas mujeres dejaron testimonio de este tipo de
violencia padecida en la infancia, aquí en nuestro estado, en nuestras
familias, lo que nos alerta sobre una situación que no ha cambiado a lo largo
de los años a pesar de estrategias de prevención.
Además, la niñez
sonorense enfrenta problemas como bullying, inserción infantil en la vida
laboral, necesidad de dejar la escuela. Por otra parte, no se han podido
eliminar las muertes infantiles por infecciones respiratorias agudas (IRAS) y
las enfermedades diarreicas agudas (EDAS); en México son la primera y segunda
causa de enfermedad en menores de cuatro años.
Todo esto me
hace pensar en la necesidad de recordar el espíritu con que la UNESCO
estableció el Día de Niños y Niñas. Es tiempo de revisar con detenimiento el
compromiso que el mundo entero hizo el 20 de noviembre de 1989, de proteger y
promover el derecho de niñas y niños a crecer, aprender, sobrevivir, y que sus
voces sean escuchadas.
Ante el fracaso
de políticas públicas que realmente los rescaten del maltrato y disminuyan la
vulnerabilidad de las y los infantes, instituciones y sociedad civil debemos
refrendar este compromiso cada 30 de abril y ejercerlo todo el año. Es necesario
trabajar en mejorar las condiciones de vida de sus familias para proveerles
ambientes menos hostiles y más protectores.
Eso en cuanto al
final del mes de abril. Al iniciar mayo nos encontramos un tema polémico per
se: el Día Internacional de la Libertad de Prensa. Con este pretexto dejé en
las redes sociales preguntas sobre qué hay que celebrar en esta fecha y cómo
conmemorarla. La mayoría de las respuestas giraron en torno a la difícil
situación que enfrenta el ejercicio del periodismo en México.
El colega Julio
César Ortega de Caborca, destaca que para que existan buenos periodistas se
necesitan buenos ciudadanos, que denuncien, ejerzan sus derechos y los exijan.
El investigador
Miguel Manríquez opina que no hay mucho que celebrar en cuanto a Libertad de
Prensa; la celebración debe incluir foros de análisis organizados por los
propios periodistas, enfocados a mantener la distancia frente al poder ya que
opinión pública y poder son históricamente oponentes.
Por su parte
Wichy García periodista independiente, cultural y de opinión, comenta que él
viene de una verdadera, cruda y radical ausencia de libertad de prensa en su
natal Cuba. Para él hay mucho que celebrar, a pesar de los peligros –no
avalados por la constitución ni las leyes- que pueden rondar y hasta matar a
muchos comunicadores y comunicadoras.
También coincido
con Wichy en que gozamos de medios de prensa de distintas y encontradas
corrientes ideológicas, medios nacionales y locales, radios estatales y
comunitarias, canales de televisión y youtube, redes sociales; cuya existencia
son motivo de celebración, más para alguien que viene de un país en el que la
prensa y la internet pasan por un único filtro gubernamental, imposibilitando
la publicación de opiniones divergentes.
Tema para la
imperiosa reflexión. Tenemos libertad de prensa, sí, pero es innegable que en
este país la factura por ejercerla es alta y dolorosa.
Por eso, he
tomado la propuesta del amigo cubano: celebrar esta libertad escribiendo.
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