‘NO HAY GUERRA CONTRA EL
GOBIERNO’
Pero advierte que si el
gobierno o los partidos políticos insisten en aprobar leyes como la anterior,
legalizar el uso lúdico de la mariguana o, peor aún, autorizar el aborto, el
voto de castigo se repetirá en el 2018
Por Juan Bustillos
El vocero del
Cardenal Norberto Rivera admite que con el tiempo, en México y en todos
los países, se aprobarán las leyes
‘liberales’ que atentan contra la familia, como los matrimonios entre personas
del mismo sexo, como lo vaticinó Benedicto XVI, ‘como caen las fichas de
dominó’
No, no es intención de
la Iglesia Católica derrocar al
gobierno, iniciar una nueva guerra cristera o ayudar al PAN a recuperar la
Presidencia en el 2018, dice, sonriendo, Hugo Valdemar, el vocero del cardenal
Norberto Rivera.
La sonrisa nunca
abandona su rostro; es el arma que usa al debatir sobre los temas que dañan a
la Iglesia o, más concretamente, como gusta decir, a la familia. Es probable
que, cual periodista que también es, sonríe al imaginar la reacción de los
destinatarios de sus escritos, cuando redacta los demoledores editoriales del
semanario “Desde la fe”, la publicación de la Arquidiócesis de México que no da
descanso al gobierno por su intentona de implantar en el país los matrimonios
entre personas del mismo sexo, legalizar su derecho a adoptar niños y otorgar
derechos a quienes decidan cambiar de sexo.
¿Qué tal si lo hubieran
planeado?, preguntamos.
Para el padre Valdemar,
la explicación al “voto de castigo de 7 por ciento” del 5 de junio está en que,
a diferencia de la Ciudad de México, la provincia es “sumamente conservadora”,
sin embargo, no tiene respuesta convincente a por qué los fieles católicos
chilangos que sí son conservadores no castigaron al PRD en elecciones
posteriores a la aprobación del aborto y de los matrimonios igualitarios.
Rechaza que la
Arquidiócesis no reaccionara, entonces, contra los ex jefes de Gobierno de la
Ciudad de México (Rosario Robes y Marcelo Ebrard) y la Asamblea Legislativa
cuando la aprobación del aborto y de los matrimonios igualitarios con la
contundencia que lo hicieron el semanario “Desde la fe” y algunos obispos ante
la iniciativa del Presidente Peña Nieto.
Nos remite a los
documentos que emitió, entonces, el cardenal Rivera y a los problemas jurídicos
entre él mismo y Ebrard, pero explicó que entonces no había elecciones en
puerta. Es cierto, en esta ocasión apenas mediaron 19 días entre la firma de la
iniciativa, el 17 de mayo, y las elecciones del 5 de junio.
Su explicación, en todo
caso, se reduce al presunto conservadurismo del mexicano de provincia y a la
presunta liberalidad de los chilangos, si bien considera que en la capital de
la República, la sociedad es conservadora en alto grado.
El hecho es que, según
dice, en el pasado proceso electoral no hubo una acción concertada de la
jerarquía y fieles con la finalidad de dar el triunfo a un partido político y
derrotar al PRI. Sólo se trató de una confrontación de ideas. La Iglesia “no
siempre está en polémica… se confronta cuando se tocan aspectos que le
competen… no es una guerra”.
Desecha, incluso, que el
Episcopado hubiese recibido “línea”, es decir, consigna del Vaticano; “los obispos son totalmente independientes;
se procura llevar una misma línea, pero cada obispo conoce su realidad social.
No hay una línea concreta que nos venga de Roma, que nos diga qué hacer; no la
hay”.
El padre Valdemar no
teme que la “confrontación”, en las urnas, con el gobierno devenga en venganza,
es decir, que el legislador torne “más restrictivo” al Artículo 130
constitucional, que el Congreso decida regresar a los curas a las sacristías.
No es factible,
contesta, porque el mundo es cada vez más sensible a los derechos humanos; la
libertad de expresión es fundamental. De hecho, según su concepto, el 130
constitucional sigue siendo muy
restrictivo en derechos humanos, pues no les permite tener canales de
televisión ni frecuencias de radio; más aún, les niega el derecho a ser
votados, como cualquier ciudadano.
Alega que buscar ser
votados no tiene la intención de convertirse en políticos; conoce a políticos
que se han hecho curas y ha sido “desastroso”. En el caso de los sacerdotes
católicos, aunque la Constitución lo permitiera, el Canon Católico lo prohíbe;
si los sacerdotes insistieran en dedicarse a buscar puestos de elección popular
tendrían que dejar su ministerio.
“No va por ahí; la
intención es que podamos expresarnos abiertamente, como cualquier ciudadano,
sobre cuestiones electorales sin ser sancionados”.
Se pregunta: ¿Por
qué la ley civil prohíbe que un sacerdote sea propuesto a un puesto de
elección popular? Se trata de una violación a un derecho fundamental.
Más aún, dice que en el
improbable caso de que el 130 se reformara en ese sentido, los beneficiados
serían los pastores protestantes, pues el Canon Católico prohíbe a los curas
católicos ocupar puestos de elección popular.
Valdemar insiste en la
“contradicción de que el Presidente Peña Nieto quiera pugnar por supuestos
derechos a ciertos grupos (los homo, lésbicos, transexuales), siendo que en la
Iglesia tenemos muchas prohibiciones que no corresponden a una sociedad democrática.
Nos está prohibido tener radio y televisión. México es de los poquísimos países
en donde la Iglesia Católica es la única que no tiene permitido tener esos
medios de comunicación”.
La reforma al 130 los
dotaría de un derecho que “aunque no se ejerza no tiene por qué estar
prohibido”.
NO CONVIENE A LA IGLESIA
TENER UN PARTIDO
Encarrerado en el tema,
sostiene que a la Iglesia Católica no le interesa tener un partido político,
como ocurre con los evangélicos. “No es nuestro interés; ya pasamos por esa historia
y sabemos que no nos conviene, incluso, se cae en casos muy graves de
corrupción; eso iría en detrimento de tantos problemas graves que tenemos en la
Iglesia católica. Queremos medios de comunicación, radio y tv, nada más”.
Le mencionamos que si,
sin radio y televisión, sólo con el semanario “Desde la Fe”, sin consignas del
Vaticano, y sin acuerdos previos entre los obispos, como asegura, consiguieron
el 7 por ciento de votos en la pasada elección, ¿qué pasaría si pudieran ser
candidatos, tuvieran radio y televisión, y obispos y laicos se manejaran con
línea?
Su respuesta es una
sonrisa contra la que no cabe argumentación.
Para concluir, el
periodista Valdemar asegura no estar preocupado por el linchamiento mediático a
que ha sido sometido. “Nos queda claro que la inmensa mayoría de los opinadores
son favorables a las reformas; al oponernos nos tunden”.
Recordó que “el lunes
antepasado 42 columnas pegaron con todo al cardenal Rivera y a él, en especial
al semanario “Desde la fe”… pero no nos amedrantan, no nos asustan. La relación
de la Iglesia con la opinión pública es diferente a como puede ser con el
gobierno o cualquier otros actores, pues no estamos buscando votos ni puestos
de elección, de poder; no estamos cuidando este tipo de cosas; simplemente
decimos lo que tenemos que decir con mucha claridad, con fuerza. Si hay costos
que pagar, como este linchamiento mediático, lo pagamos, lo aguantamos; no veo
un problema en ese lado. Por eso tenemos más libertad; no estamos buscando algo
que nos haga tener miedo a la imagen pública”.
Valdemar se despide con
la esperanza de habernos convencido de que el 5 de junio no hubo una reacción
concertada; que el 7 por ciento de los electores de provincia acudió a las
urnas espontáneamente a votar contra la iniciativa del Presidente Peña Nieto
porque son más conservadores que los de la Ciudad de México.
En el aire queda el
recuerdo de julio de 1926, al entrar en vigor la llamada “Ley Calles”, que
prohibía los actos de culto, suministro de sacramentos; suprimía monasterios,
conventos y la libertad de prensa religiosa, pero además expropiaba templos y,
para los infractores, reglamentaba multas, cárcel y “castigo más grave”, que
algunos interpretaron como fusilamiento.
Los obispos reaccionaron
suspendiendo el culto y presentando en la Cámara de Diputados un “memorial”
avalado por 2 millones de firmas de católicos.
Hoy no se ha llegado a
esos extremos; nada amenaza los derechos ya conseguidos por los sacerdotes,
pero éstos están dispuestos a dar la pelea, en especial contra la
despenalización del aborto. No piensan en la suspensión de cultos como medida
de presión, pero la jerarquía católica actual calcula que el 7 por ciento de
votos que depositaron los “católicos conservadores” en las urnas en las pasadas
elecciones equivale, en términos actuales, a los 2 millones de firmas de 1926.
Y eso podría pesar en el
2018, aunque no hubiese conspiración ni consigna de los obispos; basta con la
interacción de los fieles en las redes sociales.
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