Sobre lobos solitarios y la agonía del ISIS/Marcelo Cantelmi
Clarin, 22 de marzo de 2017..
Cuando la banda sea derrotada y el califato desasparezca posiblemente se detenga su maléfica influencia en Occidente
Londres ayer y París el sábado pasado confirman los peores pronósticos sobre cómo experimentará el mundo el ocaso del califato terrorista del ISIS y, especialmente de su influencia en Occidente.
En uno y otro episodio actuaron individuos solitarios, sin enganche directo preciso con un comando, llamados en general “lobos solitarios” por esa condición. Esta legión de asesinos potenciales durmientes la conforman tanto lúmpenes con antecedentes carcelarios como fanáticos religiosos o la mezcla de ambos. Así ha sido con el atacante de Orly del sábado que tenia un frondoso prontuario por tráfico de drogas y robos y se volvió integrista en la cárcel. Antes sucedió con los hermanos que hicieron una carnicería en la redacción de Charlie Hebdo en París en 2015, en Niza con el camión sobre una multitud en julio pasado o en el mercado de Berlín de diciembre último. Muchos de ellos enarbolaron el nombre del ISIS para justificar sus acciones, aunque luego se determinó que no eran comandos enviados por esa banda ni partes de una cadena de mando.
Ese dato se revela también en el carácter precario de los atentados. El atacante de Orly, intentó robar un arma a un miembro de una patrulla militar en el aeropuerto, y fue fulminado al instante. El de Londres logró un efecto mayor al arrollar a la gente con su automóvil y apuñalar a un policía antes de ser ultimado.
Cuando el ISIS estaba en su auge y no acorralado como ahora, el vocero de la banda, Abu Muhammad al-Adnani, llamaba a emplear cualquier instrumento, y a entregar la vida en ataques contra objetivos occidentales. Así se han repetido desde Francia a Alemania, entre otros escenarios con camiones o automóviles realizados por gente marginal que encontraba en esa banda un sentido de identidad. Los éxitos en el campo militar le valieron al ISIS una fuerte corriente de admiradores en las barriadas pobres europeas y en EE.UU. habitadas por descendientes de inmigrantes del mundo musulmán sin inserción, trabajo o estudio. El terrorismo apostaba a esa retaguardia cuando llamaba a la muerte. Esta es la infección de esa herida social.
La muerte de Adnani en agosto de 2016 en un bombardeo norteamericano en la provincia siria de Aleppo desnudó la agonía de la organización que ahora está a punto de ser expulsada de las dos capitales de su efímero califato en Mosul y Raqqa. Pero ese cerrojo no alivia el peligro. Fawaz Gerges, profesor de Oriente Medio en la London School of Economics y uno de los mayores especialistas en terrorismo, pronosticaba que el ISIS -o quienes los celebran-, están cada vez con mayor dificultades para atacar blancos duros como cuarteles o sedes gubernamentales, aunque no dejarán de intentarlo como puede notarse. Pero se enfocarán especialmente en los blandos como centros de entretenimiento o galerías comerciales. El miedo no se irá fácilmente.
La buena noticia es que la influencia que ejerce el grupo morirá seguramente cuando desaparezca y su califato se diluya. Pero, entretanto, estos golpes votan a favor de los partidos xenófobos que crecen enarbolando la islamofobia como enseña electoral. Ese ha sido el propósito del terrorismo al intentar acorralar a Occidente. Es una horrible Victoria
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