12 nov 2017

No hay cosa más libre que el entendimiento humano; Sor Juana

El buscador de internet dedica su doodle a la mayor figura de las letras hispanoamericanas del siglo XVII, Sor Juana Inés de la Cruz.
Este domingo, la imagen de Sor Juana aparece sobre un escritorio entre dos libreros en los que destacan seis gruesos volúmenes formando la palabra Google.

Un Doodle de Google (Doodle Google en inglés) es una alteración temporal del logotipo en la página principal de Google que pretende celebrar fiestas, eventos, logros o personas.
Y bueno aprovechamos para leer una serie de poemas o sólo fragmentos poéticos de la llamada a la “décima musa”, como también se le conoce
Nacida en San Miguel de Nepantla un 12 de noviembre de 1651, Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, se destacó como defensora del derecho de las mujeres a acceder a la intelectualidad.
Difunta el 17 de abril de 1695, mientras ayudaba a sus compañeras enfermas durante la epidemia de cólera que asoló México. Se le sepultó el templo de San Jerónimo, donde se asienta la Universidad Claustro de Sor Juana, en esta capital.
Va...
Yo no puedo tenerte ni dejarte,

ni sé por qué, al dejarte o al tenerte,
se encuentra un no sé qué para quererte
y muchos sí sé qué para olvidarte.
Pues ni quieres dejarme ni enmendarte,
yo templaré mi corazón de suerte
que la mitad se incline a aborrecerte
aunque la otra mitad se incline a amarte.
Si ello es fuerza querernos, haya modo,
que es morir el estar siempre riñendo:
no se hable más en celo y en sospecha,
y quien da la mitad, no quiera el todo;
y cuando me la estás allá haciendo,
sabe que estoy haciendo la deshecha.
#
Hombres necios que acusáis 
a la mujer sin razón, 
sin ver que sois la ocasión 
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual 
solicitáis su desdén, 
¿por qué queréis que obren bien 
si la incitáis al mal?
Cambatís su resistencia 
y luego, con gravedad, 
decís que fue liviandad 
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo 
de vuestro parecer loco 
el niño que pone el coco 
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia, 
hallar a la que buscáis, 
para pretendida, Thais, 
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro 
que el que, falto de consejo, 
él mismo empaña el espejo, 
y siente que no esté claro?
Con el favor y desdén 
tenéis condición igual, 
quejándoos, si os tratan mal, 
burlándoos, si os quieren bien.
Siempre tan necios andáis 
que, con desigual nivel, 
a una culpáis por crüel 
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues como ha de estar templada 
la que vuestro amor pretende, 
si la que es ingrata, ofende, 
y la que es fácil, enfada?
Mas, entre el enfado y pena 
que vuestro gusto refiere, 
bien haya la que no os quiere 
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas 
a sus libertades alas, 
y después de hacerlas malas 
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido 
en una pasión errada: 
la que cae de rogada, 
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar, 
aunque cualquiera mal haga: 
la que peca por la paga, 
o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis 
de la culpa que tenéis? 
Queredlas cual las hacéis 
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar, 
y después, con más razón, 
acusaréis la afición 
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo 
que lidia vuestra arrogancia, 
pues en promesa e instancia 
juntáis diablo, carne y mundo.
#
Al que ingrato me deja, busco amante; 
al que amante me sigue, dejo ingrata; 
constante adoro a quien mi amor maltrata; 
maltrato a quien mi amor busca constante.
Al que trato de amor, hallo diamante, 
y soy diamante al que de amor me trata; 
triunfante quiero ver al que me mata, 
y mato al que me quiere ver triunfante.
Si a éste pago, padece mi deseo; 
si ruego a aquél, mi pundonor enojo: 
de entrambos modos infeliz me veo.
Pero yo, por mejor partido, escojo 
de quien no quiero, ser violento empleo, 
que, de quien no me quiere, vil despojo.
#
Cuando mi error y tu vileza veo,
contemplo, Silvio, de mi amor errado,
cuán grave es la malicia del pecado,
cuán violenta la fuerza de un deseo.
A mi misma memoria apenas creo 
que pudiese caber en mi cuidado
la última línea de lo despreciado,
el término final de un mal empleo.
Yo bien quisiera, cuando llego a verte,
viendo mi infame amor poder negarlo; 
mas luego la razón justa me advierte
que sólo me remedia en publicarlo;
porque del gran delito de quererte
sólo es bastante pena confesarlo.
#
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba, 
como en tu rostro y en tus acciones vía 
que con palabras no te persuadía, 
que el corazón me vieses deseaba;
y Amor, que mis intentos ayudaba, 
venció lo que imposible parecía, 
pues entre el llanto que el dolor vertía, 
el corazón deshecho destilaba.
Baste ya de rigores, mi bien, baste, 
no te atormenten más celos tiranos, 
ni el vil recelo tu quietud contraste
con sombras necias, con indicios vanos: 
pues ya en líquido humor viste y tocaste 
mi corazón deshecho entre tus manos.
#
Este amoroso tormento
que en mi corazón se ve
sé que lo siento, y no sé
la causa porque lo siento.
Siento una grave agonía
por lograr un devaneo,
que empieza como deseo
y para en melancolía....
#
 Estos versos, lector mío,
que a tu deleite consagro,
y sólo tienen de buenos
conocer yo que son malos,
ni disputártelos quiero,
ni quiero recomendarlos,
porque eso fuera querer
hacer de ellos mucho caso.
No agradecido te busco:
pues no debes, bien mirado,
estimar lo que yo nunca
juzgué que fuera a tus manos.
En tu libertad te pongo,
si quisieres censurarlos;
pues de que, al cabo, te estás
en ella, estoy muy al cabo.
No hay cosa más libre que
el entendimiento humano;
pues lo que Dios no violenta,
por qué yo he de violentarlo?
#
¿Qué pasión, Porcia, qué dolor tan ciego
te obliga a ser de ti fiera homicida?
¿O en qué te ofende tu inocente vida
que así le das batalla a sangre y fuego?
Si la fortuna airada al justo ruego 
de tu esposo se muestra endurecida,
bástale el mal de ver su acción perdida;
no acabes, con tu vida, su sosiego.
Deja las brasas, Porcia, que mortales
impaciente tu amor elegir quiere; 
no al fuego de tu amor el fuego iguales;
porque si bien de tu pasión se infiere,
mal morirá a las brasas materiales
quien a las llamas del amor no muere.
#
 Verde embeleso de la vida humana,
loca Esperanza, frenesí dorado,
sueños de los despiertos intrincado,
como de sueños, de tesoros vana;
alma del mundo, senectud lozana,
decrépito verdor imaginado;
el hoy de los dichosos esperado
y de los desdichados el mañana:
sigan tu sombra en busca de tu día
los que con verdes vidrios por anteojos,
todo lo ven pintado a su deseo;
que yo, más cuerda en la fortuna mía,
tengo entrambas manos ambos ojos
y solamente lo que toco veo.
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