6 nov 2017

Satán entró en misa en Texas

Satán entró en misa en Texas
La matanza de la iglesia desgarra a los vecinos de Sutherland Springs. El asesino había amenazado a su suegra, que acudía a la iglesia atacada
PABLO DE LLANO
El País, Sutherland Springs 6 NOV 2017

El pastor Pomeroy y su esposa, cuya hija de 14 años fue asesinada. ERIC GAY AP
Las piezas del rompecabezas del terror empiezan a componerse en Texas. La policía presume que Devin Kelley cometió la masacre del domingo en la iglesia baptista de Sutherland Springs, con 26 muertos y 20 heridos tras soltar una lluvia de balas de fusil semiautomático, por "problemas domésticos". El asesino, de 26 años, había amenazado a su suegra, que asistía a la iglesia que atacó –aunque este domingo no había ido a misa–. Kelley murió tratando de escapar del lugar de la masacre. Era un exsoldado expulsado de la Fuerza Aérea por maltratar a su esposa y a su hijo.

Mientras la policía va desgranando lo sucedido, los lugareños de esta zona rural y de fuerte raigambre religiosa permanecen desgarrados por la masacre. Charlie Young, expolicía de 71 años, barruntaba esta mañana apoyado en su furgoneta: "Esto es cosa del diablo. Él sabe que cada vez falta menos para el día de la llegada de Jesús y está aprovechando el tiempo que le queda. Y está haciendo bien su trabajo". Young, un texano amable de bigote blanco, no cree que exista un problema con la regulación del acceso a pistolas y rifles en Estados Unidos. Repite el mantra de los defensores de las armas: "Ellas no matan. Matan las personas. Nosotros hemos crecido entre armas y nunca hemos tenido problemas", dijo mirando a su amigo Connie Ring, 82 años, conductor de tráiler retirado, animándolo a hablar.

–Ningún problema –ratifica Ring.
–¿Ustedes tienen armas en casa?
–Tenemos un poquito de todo –respondió.
Para ellos no cabe duda de lo que pasó el domingo en la iglesia. Satán poseyó a Devin Kelley, lo armó con dos pistolas y un fusil de asalto Rueger AR-15, lo subió al coche vestido con un uniforme negro de combate, lo detuvo de camino en una gasolinera para llenar el tanque de combustible y lo dirigió a la capilla de Sutherland Springs, un pueblito de medio millar de vecinos, anodino, con sus casas familiares de madera, su oficina postal, sus campos alrededor de amarillo otoñal, y le dijo: "Dispara, mátalos a todos". Y Devin Patrick Kelley salió del coche hacia la iglesia con la cara cubierta por una máscara con el dibujo de una calavera. 
DOS VECINOS A LA CAZA DEL ASESINO
A Davin Kelley lo paró un vecino que le disparó con un rifle desde fuera de la iglesia. Herido, no pudo continuar con la masacre. Tiró el fusil de asalto y se fue hasta su coche para escapar de allí, aún con dos pistolas en su vehículo. El hombre que le disparó, cuyo nombre no se ha revelado aún, le pidió a un joven que tenía su coche allí que salieran en búsqueda del asesino. "Y eso es lo que hice", dijo a la prensa Johnnie Langendorff, el conductor improvisado, un veinteañero de expresión agradable con sombrero de vaquero y la calavera de una vaca tatuada en el cuello. Condujeron tras Kelley a más de 150 kilómetros por hora por carreteras comarcales y tras 15 minutos de persecución, el asesinó se salió de la carretera. La policía lo encontró muerto con dos heridas de balas, la que le infligió el vecino y otra que se hizo a sí mismo, lo que apunta a que Kelley cerró su huida imposible suicidándose.
Dentro los fieles celebraban su fe. Fuera Kelley apretó el gatillo. Rodeó la iglesia regando de balas el interior y luego entró. Siguió disparando. A algunos los mató acercándose a ellos y ejecutándolos a sangre fría. La víctima mayor tenía 77 años de edad y la menor apenas año y medio. Alrededor de una docena de menores fueron asesinados por Kelley, según avanzaron las autoridades. Allí dentro, en esa iglesia hecha infierno, murieron a balazos una abuela de la pareja del asesino, una mujer embarazada de ocho meses y sus tres hijos; murió la hija de 14 años del pastor de la iglesia; murió un jubilado que se dedicaba a ir por cárceles a leerle la Biblia a los presos; murieron ocho miembros de una misma familia; y una pequeña se salvó, escondiéndose bajo un banco. La iglesia grababa sus eventos y existe un vídeo de lo ocurrido en poder del FBI.
Los investigadores vislumbran que la carnicería de Kelley pudo tener como espoleta "sus problemas domésticos". Despedido del Ejército en 2012 por violencia doméstica, Kelley, que vivía a unos 60 kilómetros de Sutherland, se desplazó a cometer su barbaridad hasta la misma iglesia baptista a la que solía acudir su suegra. Ella no había ido esta vez a la capilla. "Sabemos que Kelley le había enviado mensajes de amenaza pero no podemos dar más detalles", ha dicho a la prensa el portavoz de Seguridad de Texas, que descartó otras conjeturas: "Esto no tuvo una motivación racial ni tampoco tuvo que ver con las creencias religiosas".
El Estado de Texas le había denegado a Kelley una solicitud para la portación de armas. Su negativa historia militar le puso trabas, pero no las suficientes. Lo que sí logró fue una licencia de seguridad privada que le permitió comprar el fusil.
Además de los 26 muertos hubo 20 heridos y diez se encuentran hospitalizados en situación crítica. El domingo negro de Sutherland Springs es la mayor matanza con armas de fuego cometida por un tirador solitario en la historia moderna de Texas, y por ahora la quinta peor registrada en Estados Unidos, solo un mes después de la más fatidica, en Las Vegas, que dejó 58 muertos en un concierto.
"¿Cómo nos ha podido pasar esto aquí?", se pregunta Jessica Balcar, de 45 años, del vecino pueblo de Floresville. "Esta es una zona donde dejas el coche abierto cuando aparcas en el supermercado, o abres las ventanas de tu casa por la noche para que entre el fresco. Aquí nos cuidamos unos a los otros, y Jesús nos mantiene juntos, fuertes. ¿Por qué tuvo que venir un asesino de fuera a hacernos esto?". Balcar comenta que alberga "sentimientos muy, muy feos" hacia el fallecido Kelley y que quiere mantener esos pensamientos en su intimidad. Y reclama que se prohíban ya las armas: "Que las tengan los policías. ¡Y nadie más!".
El domingo de madrugada, Sutherland Springs era un lugar oscuro, silencioso, donde sonaban los grillos y brillaba el neón de la Primera Iglesia Baptista aún con el anuncio de la fiesta de Halloween. A 50 metros de la capilla, desde fuera del área acordonada, resultaba imposible imaginar cómo había sido posible que unas horas antes en un lugar tan sencillo y apartado –uno de esos sitios destinados a que jamás pase nade relevante– se hiciera real el escenario de una película de terror.
Entonces nos ponemos a repasar la trayectoria vital de un veinteañero llamado Devin Kelley, sus problemas en el Ejército, sus problemas familiares. Lo observamos en fotos. El pelo lacio, la piel blanca, la nariz con respingo, la cara redonda con barba descuidada, los ojos verdes de párpados pesados. Lo visualizamos con el AR-15 en la mano. Y no sabemos si lo compró Kelley o Satán.
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"Los dos buenos samaritanos" que persiguieron al tirador de Texas
CAROLINA MARTÍN Nueva York
El País, 6 NOV. 2017 20:46
Los investigadores confirman que no hay "motivación racial" o religiosa detrás del tiroteo
Investigan si Devin Kelley quería matar a su suegra, a quien amenazó y que solía ir a la iglesia que atacó
Una familia pierde a tres de sus miembros: "No te miento, les han disparado a todos"
Un ex militar irrumpe en una iglesia de Texas y mata a 26 fieles, entre ellos varios niños
La pequeña localidad de Sutherland Spring (Texas) estaba de luto esta lunes, tras el trágico tiroteo en la Primera Iglesia Baptista en el que 26 feligreses fueron asesinados y 20 resultaron heridos de diferente gravedad. La masacre podía haber sido aún mayor.Así lo indicó el director regional del Departamento de Seguridad Pública, Freeman Martin, que se refirió este lunes a "los dos buenos samaritanos" que se enfrentaron y persiguieron al sospechoso hasta que éste perdió el control del vehículo, se chocó y se suicidó, según apuntan las evidencias recogidas por las fuerzas del orden en la escena del accidente. Un día después de que un hombre armado, identificado por la policía como Devin Kelley abriera fuego con un rifle de asalto dentro y fuera de la iglesia, los investigadores han podido confirmar que no hay "motivación racial" o religiosa detrás del tiroteo. "Había una situación doméstica con su familia [política]", apuntó Martin para evitar especulaciones durante una rueda de prensa este lunes."La suegra del sospechoso venía a esta iglesia. Sabíamos que la había recibido mensajes amenazantes de él [Kelley]. Pero no podemos entrar en más detalles", explicó Martin, que poco antes había destacado la heroica actuación de dos vecinos de la localidad. Especialmente, la del residente que vive en frente de la iglesia donde se produjo el ataque y sin pensárselo dos veces, "cogió su rifle y se enfrentó al sospechoso". Tras un fuego cruzado entre el vecino y el sospechoso -armado con una pistola y cuyo rifle había dejado en el templo-, el tirador se introdujo en su vehículo y huyó de la escena del crimen.
Este "buen samaritano" -como le denominó Martin- no estaba dispuesto a dejar escapar al sospechoso. Cuando vio a otro vecino que pasaba por allí con su coche, le explicó lo ocurrido y ambos iniciaron la persecución de Kelley, en continua comunicación con las fuerzas del orden. El otro 'héroe accidental', Johnnie Langendorff, explicó a los medios estadounidenses que estuvo " todo el tiempo al teléfono con el [departamento] de llamadas. Les di la dirección dónde estábamos, en qué carretera, y que el vehículo estaba a la vista y que nos estábamos acercando. La huida de Kelley se produjo hasta unos 17 kilómetros al norte de la Primera Iglesia Baptista de Sutherland Spring. Langendorff narró a 'The Washington Post' que el tirador perdió el control del Ford Explorer que conducía, se salió de la carretera y chocó en una cuneta. Los 'buenos samaritanos' pararon cerca y el héroe anónimo salió del coche y colocó su rifle sobre el capó apuntando a Kelley. "No había ningún movimiento", añadió Langendorff, que permaneció en el lugar hasta que llegó la policía cinco minutos después. Mientras los dos vecinos seguían al sospechoso del tiroteo a más de 150 kilómetros por hora, Kelley llamó por teléfono a su padre para decirle que estaba herido por disparos, según explicaron las autoridades. También le dio a entender que creía "que no iba a lograrlo" poco antes de que se suicidará. Esa es la hipótesis que baraja la policía con las pruebas recogidas, aunque no lo confirmarán hasta que se le haya practicado la autopsia.Kelley, de 26 años y expulsado del ejército, disponía al menos de cuatro armas, según detallaron oficiales de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de fuego y explosivos este lunes. Dos fueron adquiridas en Colorado y dos, en Texas, entre 2014 y 2017. "Una cada año", puntualizó el oficial. Dado su historial militar han surgido muchas preguntas sobre cómo pudo hacerse con ellas. Según confirmó la portavoz de la Fuerza Aérea, Ann Stefanek, el autor de la masacre sirvió en la base de Nuevo México entre 2010 y 2012. Ese año fue acusado de agresión contra su mujer y su hijo y fue sentenciado a confinamiento durante un año. "En 2014 fue expulsado del ejército por mala conducta", añadió Stefanek. Durante una entrevista en la cadena CNN, el gobernador de Texas, Gregg Abbott, aseguró que "la ley tal y como está ahora debería haber evitado que él consiguiera un arma" e informó de que Kelley había intentado conseguir una licencia en el Estado y se le había denegado, aunque no quedó claro qué tipo de permiso ni cuándo.Lo cierto es que la legislación texana sobre armas es una de las más laxas de Estados Unidos, que no exige registro ni permiso para comprarlas. Básicamente, sólo es necesaria para llevar pistolas a la vista. El rifle Ruger AR-556 que utilizó Kelley en la masacre fue comprado en San Antonio en 2016, según las fuerzas del orden. El gobernador insistía hoy en los "problemas mentales" del autor del tiroteo del que dijo era "inestable". Ése es el tema, añadió, que "nuestro país necesita acometer". Nada de hablar del 'sensible' tema de las armas en el segundo estado del país donde más armas se venden (por detrás de California).En la misma línea apuntó el presidente de EEUU, Donald Trump, desde Japón -donde se encontraba de visita oficial durante su gira asiática. Durante la rueda de prensa con el primer ministro Shinzo Abe, el mandatario se refirió a la masacre como un acto "horrible" y subrayó que "este es un problema de salud mental. No una cuestión de armas". En su intervención, Trump destacó que los informes preliminares apuntan que Kelley "era un hombre muy trastornado, con muchos problemas durante un largo período de tiempo". De ahí que el foco deba estar puesto, según el presidente, en la salud mental. Para hablar de las armas, sin embargo, "es un poco pronto". Como también lo era hace un mes después del tiroteo en Las Vegas en el que murieron 59 personas.

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