9 may 2022

Rituales y renacimiento de la visita a La Habana / crónica de Zamarripa

Rituales y renacimiento

Crónica: AMLO en La Habana. Aunque expresó en Cuba lo que se quería oír: su apoyo a la Revolución, el Presidente López Obrador también insinuó durante un extenso discurso que la represión no es el camino

Roberto Zamarripa, ENVIADO

Reforma, LA HABANA.- El Presidente Andrés Manuel López Obrador se apartó de su discurso, una larga, larguísima, referencia histórica que pasados 50 minutos de lectura aterrizó en el presente.


"Prefiero seguir manteniendo la esperanza de que la Revolución...", dijo para hacer una pausa sin dejar de ver el papel. Ya había leído de corrido unas 15 cuartillas y ahora frenaba, corregía al vuelo, pensaba la palabra. "Renazca", soltó.

Sopesó cómo decir sin que ofendiera que debían venir cambios en el país. Dio vueltas a lo escrito e improvisó: "Prefiero seguir manteniendo la esperanza de que la Revolución renazca en la Revolución, que la Revolución sea capaz de renovarse", expresó lentito.

Y dejó puesto otro letrero: "Este pueblo volverá a demostrar que la razón es más poderosa que la fuerza".

Fue la sutil manera de decir que la vía de las golpizas, de la represión, no caminaba con el proceso revolucionario en el que creía.

El Presidente dijo lo que aquí querían escuchar: que condenaba el embargo estadounidense. Y luego, que no apuesta al fracaso de la Revolución cubana.

"Yo nunca voy a participar con golpistas que conspiran contra los ideales de igualdad y fraternidad universal. El retroceso es decadencia y desolación, es asunto de poder y no de humanidad", manifestó para luego adentrarse con titubeos en la propuesta del renacimiento.

Pero las sutilezas quedaron enmarañadas en todo el ritual. La Orden José Martí impuesta en el Palacio de la Revolución, los reconocimientos como amigo y aliado, y la rúbrica en el sigilo, cuando todos los invitados ya se habían ido: el comandante Raúl Castro apareció para reunirse con AMLO. Estuvieron también el Canciller Marcelo Ebrard y el coordinador de asesores, Lázaro Cárdenas Batel. De este encuentro no hubo versión oficial.

Una reunión de hora y media para cerrar la visita presidencial a La Habana en la conclusión de una gira por cinco países en cuatro días. Castro, retirado hace un año de todo cargo, y que en junio cumplirá 91 años de edad, reapareció públicamente en la marcha del Primero de Mayo. Ahora acudió a saludar al político tabasqueño, quien nunca conoció a Fidel Castro, a pesar de la admiración mutua que se profesaban.

Una nación enlutada por el accidente en el Hotel Saratoga con decenas de muertos y heridos puso en riesgo la visita de AMLO. No hubo un decreto de luto nacional, pero sí una serie de medidas que silenciaron al país. El Gobierno cubano no quería suspender el encuentro largamente acariciado. Y cuando AMLO arribó la noche del sábado al Aeropuerto Internacional "José Martí" y fue instalado en un sillón de la sala de protocolo de la terminal, recibió el agradecimiento del Canciller Bruno Rodríguez, sentado a su izquierda, por no haber cancelado el viaje. Y el diplomático explicó detalles de la explosión, del rescate, de la fragilidad aledaña después de que se cimbró una zona de La Habana Vieja.

López Obrador le dijo al Canciller que el peor momento que ha vivido en su sexenio también fue una explosión, la de Tlahuelilpan, Hidalgo, donde murieron 173 personas.

Este domingo AMLO expresó su pésame a familiares de las víctimas del accidente en el Saratoga. Y de ahí a lo suyo.

El Gobierno isleño quería una visita apretada y sobria, incluso sin comparecencias públicas. Al final accedió a que hubiera un "mensaje a medios", que en realidad sirvió para que el Presidente mexicano hablara largo y tendido ante las comitivas y el mandatario isleño Díaz-Canel.

AMLO deslizó un detalle del reconocimiento de las dos Cubas, la de aquí y la que ha crecido afuera. Mandó una felicitación "a todas las madres de Cuba, las que están aquí en la isla y las que están afuera, nuestro cariño", dijo en este día 8, que los cubanos celebran a sus progenitoras.

Después entró a explicar las raíces de las relaciones entre México con pasajes históricos de distintos líderes independentistas y revolucionarios de los siglos 19 y 20; unos reconocidos, otros olvidados. Cuarenta minutos de detalles, de nombres, de gestas que rondaban todas alrededor de las asonadas en México y la isla, de personajes que se fueron a las armas para derrocar gobiernos, mucho antes de las revoluciones del segundo tramo del Siglo 20.

A Fidel Castro, el líder de la Revolución cubana, le dedicó unos minutos; a Catarino Erasmo, un insurrecto tamaulipeco le dedicó diez con 22 menciones. Al Ché Guevara una mención de manera tangencial; a Manuel Márquez Sterling, el Embajador cubano en México en la época de la decena trágica, cuando mataron a Madero, le colmó de elogios por varios minutos.

La relación entre los gobiernos de México y Cuba, las reuniones oficiales, los encuentros como éstos, siempre quedan envueltos en el celofán de la gesta, las fanfarrias y los himnos épicos. AMLO, empero, acudió a una envoltura diferente, antigua, de independentistas y republicanos para terminar, de todas formas, como un apoyador de la Revolución de hace 60 años.

Por debajo en la visita corrieron algunos temas pragmáticos, concretos: el impulso del Programa "Desarrollo Rural y Fortalecimiento de las capacidades locales, económicas, sociales y ambientales", que pretende la entrega de dinero e insumos a cooperativistas agrícolas. Aquí el Gobierno de México no pudo aplicar el Sembrando Vida. Las cejas cubanas se habían levantado cuando la parte mexicana insinuó su aplicación como lo hace en Centroamérica. Al final, el programa integra apoyos para incentivar la producción agrícola de autoconsumo.

Se firmaron una declaración marco de los gobiernos y un acuerdo de cooperación en materia de salud que explorará la posibilidad de que el Insabi integre en sus compras de medicamentos algunos fármacos oncológicos cubanos que han sido considerados como efectivos en el tratamiento de distintos tipos de cáncer.

En ninguna expresión pública y tampoco en la reunión de comitivas fue tocado o discutido el tema migratorio, el verdadero problema de los nexos binacionales. Sin embargo, se informó que México transformaría su consulado en La Habana para tener una mayor capacidad de atención de las demandas de visas. En 2018, antes de la pandemia, fueron concedidas 24 mil visas mexicanas a cubanos; este año se estima que la cifra alcance los 18 mil. Y esa es la migración legal, presuntamente ordenada, a la que avasalla la otra, la que entra en tumulto, conectada a redes del crimen y desborda las fronteras y cárceles migratorias mexicanas.

La visita quiso ser sobria y discreta. AMLO rompió todo con su discurso largo que hizo que la comida empezara más tarde de lo programado. Ahí las comitivas degustaron un paté de cordero, una sopa conocida como tamal en cazuela; de plato fuerte un lomo de macho asado con clásico mojo criollo, fufú de plátano (una especie de puré de origen africano) y verduras. De postre, un dulce de guayaba rojo con queso. Se sirvió en copa un ron Havana añejo 15 años, una bebida exclusiva de la cual sólo llegan a producirse 58 barriles por año. También se regalaron habanos con cortapuros para cada comensal.

La orquesta Failde amenizó la comida pasadas las dos de la tarde. Tocó danzones como Almendra y Nereidas; Veracruz de Agustín Lara, algo de la nueva trova cubana, y la de "No lo van a impedir", de Amaury Pérez, convidado a la reunión.

Pocos querían hablar de la orquesta, debido al luto prevaleciente. Pero al final la música se oyó nostálgica, deliciosa, suave, aunque fuera de lugar. Hay, efectivamente, luto en Cuba.


 


 

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