Uso de Razón
El general Naranjo habla de militarización y de la prensa en México/Pablo Hiriart
El Financiero, junio 15, 2022 |
BOGOTÁ, Colombia.- “Yo no salí de México ni por decepción ni porque me cerraran puertas, sino porque sentí la obligación superior de aceptar la invitación del presidente Juan Manuel Santos para ser negociador plenipotenciario y lograr la paz con las FARC en las conversaciones de La Habana”, dice a El Financiero el general Óscar Naranjo.
Uno de los colombianos más respetados en su país y en el mundo camina con soltura por las calles de Bogotá, responde cordial a los saludos de la gente, entramos a un café y pide un expreso doble, el cuarto de la mañana, y le pregunto por su país y por el mío.
Dice el exjefe de la Policía Nacional, cerebro de la acción que terminó con la vida de Pablo Escobar Gaviria, y del operativo Apocalipsis 1, que acabó con el terrorista y cofundador del Cártel de Medellín, Gonzalo Martínez Gacha, puso a la guerrilla contra la pared y se sentó cuatro años con ellos hasta firmar la paz:
“México ha retardado por muchos años la toma de decisiones fundamentales para enfrentar al crimen organizado. Esto tiene que ver con una política criminal más homologada de estado a estado. Tiene que ver con el control y el mando de cientos de policías dispersas por todo el territorio. Tiene que ver con los cambios pendulares de la política, que van de la creación de una Agencia Federal de Investigación, luego a una Policía Federal para convertirla en Gendarmería, y después volverla una Policía Nacional”.
Creo que “esos movimientos pendulares alrededor de la institucionalidad para enfrentar al crimen terminaron abriendo agujeros para que el crimen, en muchos casos, se fortalezca”.
El exvicepresidente de Colombia evita particularizar, aunque las preguntas son directas sobre México:
“Estamos ante una nueva realidad que tiende a ser subestimada o negada por los gobiernos, y es que el crimen organizado tiene apetitos y propósitos de ejercer gobernanza criminal en territorios. Lo que estamos viendo en el mundo entero, no sólo en México, es que hay territorios en que el Estado está tan ausente que el crimen organizado ejerce la gobernanza criminal, ejerce la autoridad, fija reglas, impone pactos sociales sobre la base de las armas, copta a funcionarios públicos e impide el ejercicio del Estado de derecho”.
-México se ha militarizado, general. ¿Cómo ve?
-Hay una tendencia a militarizar la seguridad, cuando hay eslabones de la cadena de seguridad que necesitan ser fortalecidas. Por ejemplo, todo lo que significa la prevención del delito y la represión judicial del delito. Militarizar demerita la institucionalidad en todos los órdenes, y le resta fuerza a la prevención, a la investigación judicial y al aparato de justicia para que no haya impunidad. Es un choque mediático contra el crimen, pero en realidad ni hay prevención ni castigo efectivo al delincuente.
-Los militares en México ahora están en todo, general.
-Pensar que una lógica militar de enfrentamiento al crimen produce convivencia o da garantía de derechos es una visión incompleta. Yo lo que creo es que, en América Latina, el desafío y la amenaza del crimen organizado es tan alta que los estados tienen que organizarse para que capacidades militares, policiales, judiciales y administrativas estén integradas y coordinadas para hacerle frente. Tampoco estoy de acuerdo con la idea de que los militares no participen de la lucha contra las drogas, pero tienen que participar donde ellos pueden aportar: la inteligencia y control territorial.
-¿Cómo ve el crecimiento del poder del narco en México?
-Cuando hay una aproximación a la seguridad pública basada en sentimientos, en percepciones y no en análisis criminológicos y sociológicos, la política termina siendo ineficaz y a veces contraproducente.
Añade que, en general en América Latina, “vemos que todo se centra en la llamada mano dura o en la justificación por razones de pobreza. Llegan a decir que mientras haya pobreza habrá violencia y crimen. Eso es una cosa terrible: responsabilizar de la violencia a ciudadanos porque son pobres”.
Las políticas de seguridad pública “en América Latina” –subraya el general Naranjo– nunca han llegado a ser políticas de Estado, sino políticas de gobierno sin ningún sentido de continuidad y de logros de objetivos en el mediano y largo plazos.
Tres puntos se trajo de su estancia en México:
“La primera es que hay comunidades que durante años han sido víctimas de la violencia narcotraficante. Comunidades que cada vez eran más desconfiadas de la institucionalidad, del Estado, y por tanto incrédulas a las fórmulas políticas que proponen los gobiernos”.
“Segundo, en 2012 pude constatar que había una institucionalidad de seguridad, de una institucionalidad militar, que había avanzado de manera notable para enfrentar el delito”.
“Y tercero, lo que más me preocupó fue cómo generar una coordinación efectiva de las distintas administraciones federales, estatales, locales, y de todos los cuerpos de seguridad, judicial, policial y militar, alrededor del propósito de enfrentar el narcotráfico”.
-¿Qué hacer?
-Combatir la economía criminal es prioritario. Sus estímulos no son únicamente las drogas, sino que hay otros: tráfico de personas, minería ilegal, extorsión, secuestro. Si uno no destruye la economía criminal, siempre va a haber grupos y personas vinculadas a esas actividades.
-¿Qué fortalezas tiene México, general?
-En el caso mexicano hay un elemento que es una fortaleza que destaca en América Latina, que es su prensa. Ha sido valiente, sacrificada, martirizada por el crimen organizado y por distintas fuentes de violencia. Y muy a pesar de eso se mantiene altiva para denunciar. Admiro el ejercicio periodístico en México, porque frente a las amenazas tan duras que enfrenta, se mantiene activa, altiva, y no se ha doblegado a los intereses del narcotráfico.
Me lleva hasta el lugar donde me hospedo, y el general Óscar Naranjo habla de la situación política de Colombia, de cara a la elección del domingo. Lo dejo para la columna del viernes.
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