Rusia anuncia 11 detenciones y el Kremlin relaciona la matanza con un plan para huir por la frontera de Ucrania. El IS publica fotos y vídeos de los autores de la masacre
Nota de Alberto Rojas
EL MUNDO, Sábado, 23 marzo 2024 - 21:41;
El Estado Islámico de Jorasán, una rama asiática del grupo yihadista, ha hecho todo lo posible por reivindicar el sangriento atentado del viernes noche en el Crocus City Hall de Krasnogorsk. Pese a haber reconocido su autoría en sus canales habituales, haber contado cómo lo hicieron (tres tipos disparan a la gente a bocajarro mientras uno quema la sala con bombas incendiarias) e incluso publicar una foto del comando justo antes de cometer su infamia y un vídeo posterior, el Kremlin ya ha puesto una narrativa diferente en manos de su propaganda: Ucrania está implicada.
Vladimir Putin aseguró en un mensaje grabado que los terroristas «intentaron darse a la fuga desde Rusia y se dirigían a Ucrania, donde, según datos preliminares, les habían preparado una ventana del lado ucraniano para cruzar la frontera». Por supuesto, no ofreció ninguna prueba de nada. El autócrata ruso prometió «venganza» y «castigo» a los terroristas que mataron a 133 personas y destacó que ya han sido detenidas 11 personas en relación con el atentado, el mayor que ha sufrido Rusia desde la matanza de Beslán hace 20 años.
Tras estas insinuaciones, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, acusó el sábado a Vladimir Putin de intentar "echar la culpa" a Ucrania del atentado: "Lo que ocurrió ayer en Moscú es obvio: Putin y los demás bastardos tratan de echar a otros la culpa" del atentado, que fue reivindicado por la organización Estado Islámico (IS), declaró Zelenski, después de que dirigentes rusos mencionaran la existencia de una pista ucraniana en la matanza.
Lo que sí hizo el FSB (Servicio Federal de Seguridad) fue ofrecer vídeos de cuatro de esos detenidos, de origen tayiko, cuyas prendas coinciden aparentemente con las que llevan en la foto los terroristas del Estado Islámico, mientras son interrogados con violencia. Incluso en uno de ellos se ve cómo le cortan la oreja a uno de ellos y se la hacen comer. Mientras, los detenidos balbucean que han cometido los asesinatos «por un millón de rublos».
Expertos en geolocalización han encontrado el punto que aparece en esos vídeos, que está en la región de Briansk, pero mucho más cerca de la frontera con Bielorrusia que de la de Ucrania. Se supone que huyeron en el mismo Renault blanco con el que llegaron a la sala de conciertos y ese factor es el que llamó la atención de los agentes. El gabinete de Zelenski negó categóricamente que Kiev tenga algo que ver con el atentado en territorio ruso, un mensaje respaldado por Estados Unidos, que advirtió hace unos días de atentados inminentes en Moscú.
La propaganda rusa, que en estos casos se vuelca gozosamente con lo que marca el Kremlin, comenzó a lanzar la idea de la supuesta implicación de la embajada de Ucrania en Tayikistán, un requiebro argumental tan increíble como previsible. Margarita Simonyan, la directora del canal RT, aseguró: «No es el Estado Islámico, todos son ucranianos».
El problema de la teoría de la conexión ucraniana es que el posible cruce de frontera de los terroristas desde el lado ruso al ucraniano es cuanto menos inverosímil. No hay ahora mismo línea más vigilada, militarizada y minada que esa. Pensar que cuatro tipos armados iban a atravesarla en un Renault es algo que ningún guionista de Hollywood aceptaría como posible.
Durante la mañana los equipos de rescate siguieron trabajando en el recinto, que amaneció con el tejado derrumbado por las llamas. Las víctimas ascienden ya a 133 muertos -según el último balance- y cientos de heridos, algunos de bala y otros asfixiados por el humo.
Los testimonios de los supervivientes van emergiendo en los medios nacionales rusos pero también internacionales, recogidos por los pocos reporteros extranjeros que aún quedan. Irene Soave, del Corriere della Sera, cuenta cómo los altavoces empezaron a decir que por razones técnicas se cancelaba el concierto. «Me choqué con una chica en el primer piso cubierta de sangre», afirma. Muchos comentan haber confundido los disparos, al principio, con efectos sonoros.
«Pensé que me quedaría huérfano: mi madre estaba allí en primera fila con sus amigas», dijo Mijail a la web Meduza. «Volvió en un taxi, aterrorizada y negra de humo, cubierta de ceniza, con los labios mordidos», añadió. Otros testigos cuentan a los medios que la seguridad de la entrada no hizo los habituales controles de bolsos y chaquetas, y que los detectores de metales estaban apagados, mientras otros testigos afirman que estos últimos sí estaban en funcionamiento. Pese a la censura que impera en la Rusia actual, en los canales de Telegram de determinados blogueros militares rusos comienzan a escucharse críticas sobre la brecha de seguridad que supone un atentado así en Moscú.
Mientras, la comunidad internacional condenó de forma unánime el atentado. Desde Naciones Unidas y la Unión Europea a Gobiernos como los de España, Alemania, China o la Unión Africana.
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