8 sept 2008

Pepe Zamarripa

José Guadalupe Zamarripa, falleció este domingo 7 de septiembre en el Distrito Federal a consecuencia de un paro cardiaco.
Pepe trabajo los últimos años de su vida con AMLO; en la presidencia nacional del PRD, en la Jefatura del Gobierno del Distrito Federal, en la campaña presidencial de 2006 y en el llamado 'gobierno legítimo'.
Un abrazo a sus familiares y amigos, especialmente a Roberto, su hermano.
Dos textos sobre él.
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JOSE ZAMARRIPA DE LA PEÑA/RAMON SOSAMONTES H.
UN ABRAZO A ROBERTO, SUS HERMANOS Y MADRE.
Vivir es cumplir. No hay de otra.
Nuevamente uso el espacio de El Sol de México para escribir de un fallecimiento: El domingo por la mañana, José Zamarripa le hablo a ADA, sus eterna miga, le dijo que se sentía mal y que lo ayudara, al llegar a su casa ya no respondió ni le pudo abrir, había fallecido de un infarto. Ya no estaba un intelectual formado en las ideas progresistas, en aquel Partido Comunista Mexicano que luchaba por su legalización y registro y después por dejar los dogmas y pasar a tener vocación de poder, de ganar elecciones y transitar por esta vía en la construcción de acuerdos, para un Estado democrático. Un militante formado por Arnoldo Martínez Verdugo, Roger Bartra y Martha Recasens. José Ramón Enríquez, Eduardo Montes, Jaime Perches y Jaime Aviles. Producto de la Universidad Autónoma de México.
Un pensador que no fue aprovechado en todas sus dimensiones para dar mas a los proyectos en los cuales de adhirió, desde el PCM, como miembro de la dirección del PSUM en el DF, y amigo del grupo de modernizadores de la izquierda como eran los integrantes del MAP, Movimiento de Acción Popular; con su amiga Julia Carabias, Erwin Estefan Otto, Rafael Cordera, José Woldemberg, Pablo Pascual Moncayo. Entrañable amigo de Carlos Juárez quien decidió irse con su amor en un pacto suicida. Con Ricardo Ruiz, Beatriz Cossio, Luis Ramos, Juan Carlos Pérez, Patricia Cortez, María Eugenia Hernández. En los últimos 10 años Asesor de Andrés Manuel López Obrador.
Me dolió su fallecimiento, hace unos días se fue Gilberto Rincón Gallardo y perdí algo de mi, pero con José perdí algo mayor, era amigo de Maritza, de su célula en el PCM, con Jaime Krasow y Catalina Eibenshutz, aun le faltaba dar mas, era joven para irse.
Roberto, su hermano menor, lo definió exacto en su articulo semanal, un día después de su muerte, lo pinto cual era y quizás el porque nunca escogió los reflectores ni la exigencia de que se dijeran de sus ideas, que otros, me incluyo, usábamos. Le debemos mucho.
“Hay quienes decidieron acometer las turbulencias en el intento del rescate de la esperanza. Van a las calles, a los barrios, a las casas; pregonan pero entierran el dogma. Andan desinteresadamente por los rincones que otros desprecian. Quienes decidieron acometer la turbulencia así, a su modo, no se cansan. Van, regresan, suben, bajan, andan y desandan. En su camino siembran lealtades y cosechan amplias solidaridades. Tras de sí arrastran una cauda de sonrisas y manos que empujan sin desmayo.
No tienen armas. Son sus manos limpias, su alma abierta y su inteligencia puesta en las causas de otros, de los murmullos colectivos y de las tenacidades de la gente simple.
José Guadalupe es de esos. Organizador silencioso, talento solitario, amigo leal, hermano, para José la política no se disocia de lo humano. Por tanto no podía significar un juego de engaños, de mentiras o de traiciones.
La política tiene causa e implica sacrificios. Puede tener, a pesar de todo, dosis de esperanza y regocijo; franjas de claridad y de credibilidad. La política entendida como vocación de construir, de sumar, de entender y convencer.
José Guadalupe ha vivido para esa política. Vivir no es durar. Si eso fuera muchas de las longevas y dañinas trayectorias de otros personajes difícilmente podrían considerarse como trayectos de vida, de construcción.
Vivir es cumplir. José Guadalupe cumplió. Muchos de los suyos habrán de entender el otro cauce de la otra política. La que está lejos del engaño y lejos de la intransigencia. La política que construye, que convence, que anima y solidariza. No la que aísla. La que acomete con prudencia e inteligencia. Como acometió José.”
De seguro no mandaron coronas de la presidencia o de los partidos de izquierda, de aquellos que usan los sepelios para lucirse, pero si estuvieron sus amigos, sus compañeros en el gobierno legitimo. No hace falta tanta faramalla, lo recodaremos los que lo quisimos. En particular mi admiración y gratitud a José Zamarripa, un amigo, un hermano.
Sosamontes@elsoldemexico.com.mx
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Columna TOLVANERA/Robero Zamarripa.
José Guadalupe
Publicado en Reforma, 8 Sep. 08
¿Cómo acometer las turbulencias en un país al que se le agota la esperanza? Son tiempos difíciles con violencias criminales y espectáculos mediáticos de una batalla que no tiene ganadores. Las respuestas oficiales no atemorizan por lo burdo sino por lo incompetente. La autoridad anuncia los controles que no logra y difunde los éxitos que no alcanza. Las ejecuciones de policías hechos sicarios no son resultados de batallas de raras bandas criminales sino de los mismos empleados de las procuradurías y jefaturas policiacas. Parece inagotable el suministro de efectivos de la policía hacia el hampa mientras año tras año fracasan todos los intentos de reestructurar a los cuerpos policiacos.
La impunidad es la madre de todas las batallas. Está presente en la violencia del crimen y en la deficiente respuesta gubernamental. Lo está en la gestión de gobierno y en la revisión del pasado. Presuntamente se construyen mayorías estables para las grandes votaciones por venir erigidas sobre dispensas de todo tipo de rendición de cuentas. La impunidad no es necesariamente el mejor cemento de los acuerdos. Por el contrario, corroe, diluye, destroza las posibilidades de pactos y entendimientos. Si es impune un gobernador más lo serán los policías. Si es impune un magistrado con mayor razón los sicarios. Si es impune un secretario de Estado mucho más sus subordinados. Afanarse en la construcción de impunidades es un mal empeño y un mal legado.
El exceso de propaganda es directamente proporcional a la carencia de consensos. El exceso de promesas parece corresponder proporcionalmente a los listados de mentiras. La política no es, desde el poder, una acción de servicio al ciudadano sino una lamentable acción de justificar el engaño con apariciones televisivas.Como pocas veces el descrédito de la política y las debilidades en los argumentos del gobierno se ensanchan y se hacen costumbre. La narcopolítica o el narcopoder son resultado de esas cadenas de impunidades y por eso exhiben con todo desparpajo mantas y carteles que reclaman las deudas mal pagadas. El narcopoder se enraiza y consume presupuestos, vidas y energías. La pirotecnia televisiva no alcanza para justificar o enmendar. Es la patética señal de las deficiencias.Septiembre no pinta tranquilo. Si se consuman las intenciones de acelerar la aprobación de reformas petroleras sin consenso se cosecharán enconos y protestas. Ha faltado política y ha sobrado cinismo. Tiempos complejos donde la sencillez del mando no aparece y la frivolidad desborda en los personajes presuntamente destinados a dirigir la nave en los peores tiempos.
Acometer con prudencia, acometer con inteligencia, es un verdadero reto. Descifrar las inquietudes ciudadanas supone una tarea paciente, sigilosa, atenta e ingeniosa. Hacerlo sin desesperaciones, con la necesaria necedad del tolerante, es algo que pocos están dispuestos a labrar con sacrificios.
Hay quienes decidieron acometer las turbulencias en el intento del rescate de la esperanza. Van a las calles, a los barrios, a las casas; pregonan pero entierran el dogma. Andan desinteresadamente por los rincones que otros desprecian. Quienes decidieron acometer la turbulencia así, a su modo, no se cansan. Van, regresan, suben, bajan, andan y desandan. En su camino siembran lealtades y cosechan amplias solidaridades. Tras de sí arrastran una cauda de sonrisas y manos que empujan sin desmayo.
No tienen armas. Son sus manos limpias, su alma abierta y su inteligencia puesta en las causas de otros, de los murmullos colectivos y de las tenacidades de la gente simple.
José Guadalupe es de esos. Organizador silencioso, talento solitario, amigo leal, hermano, para José la política no se disocia de lo humano. Por tanto no podía significar un juego de engaños, de mentiras o de traiciones.La política tiene causa e implica sacrificios. Puede tener, a pesar de todo, dosis de esperanza y regocijo; franjas de claridad y de credibilidad. La política entendida como vocación de construir, de sumar, de entender y convencer.
José Guadalupe ha vivido para esa política. Vivir no es durar. Si eso fuera muchas de las longevas y dañinas trayectorias de otros personajes difícilmente podrían considerarse como trayectos de vida, de construcción.Vivir es cumplir. José Guadalupe cumplió. Muchos de los suyos habrán de entender el otro cauce de la otra política. La que está lejos del engaño y lejos de la intransigencia. La política que construye, que convence, que anima y solidariza. No la que aisla. La que acomete con prudencia e inteligencia. Como acometió José.

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