El próximo Arzobispo
de Monterrey, Rogelio Cabrera López confió en renovar sus expectativas con las
nuevas enmiendas que le ha delegado la
Iglesia Católica.
Por medio de una carta, agradeció a las autoridades
que le hayan confiado esta importante misión.
A continuación la misiva:
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas a 3 de Octubre del 2012
"Todo
el que es hijo de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que venció al
mundo: nuestra fe" (1Jn 5, 4).
Hermanos y Hermanas fieles laicos, religiosos,
religiosas, seminaristas y sacerdotes; respetables autoridades del Gobierno de
Nuevo León: Señor Gobernador Rodrigo Medina de la Cruz y presidentes
municipales:
Con respeto y alegría les envío un primer saludo desde
Tuxtla Gutiérrez en Chiapas. En obediencia recibo el mandato que el Papa
Benedicto XVI me hace para que sea parte de su comunidad cristiana. A partir de
hoy mi vida y su vida se entrelazan en el amor de Cristo. Me uno al camino que
ustedes recorren en la fe. Seré peregrino con ustedes al cielo, nuestra patria
definitiva. No quiero frenar el ritmo tan intenso que llevan en su acontecer
eclesial. Deseo acompañarles en la fe, con la confianza de que el Señor va con
nosotros y que su amor nos fortalece para que podamos responderle con gozo y
entusiasmo.
Voy a
Monterrey alentado por las buenas noticias que de ustedes recibo. Es conocido
su amor a Cristo, a la Virgen María y a su Iglesia. Estoy seguro del
cariño que tienen a sus pastores. Voy para estar con Ustedes y para compartir
las riquezas del evangelio que Jesús nos regala.
El Señor me ha permitido vivir un largo y variado
itinerario pastoral. Monterrey será mi cuarta sede episcopal. Desde el día de
mi ordenación sacerdotal comprendí que mi ministerio era en favor de la Iglesia
universal y por ello siempre estaría disponible en obediencia a ir a donde el
Señor me enviara a través de la palabra de mis superiores. Ahora obedezco con
amor y por amor.
El Señor seguirá siendo grande con todos. Tengo la
firme confianza de que me recibirán con benevolencia, no como a un extraño sino
como a un hermano y amigo, y pastor.
La misión que el Señor nos confía a todos es
desafiante, de modo especial en este año de la fe, que será de gracia y
bendición.
Mi lema episcopal, inspirado en la carta del Apóstol
San Juan dice: "Ésta es la victoria: nuestra fe". Mi misión es ayudar
a todos al encuentro con el Señor, quien da la fe. La única pretensión de
nuestra Iglesia es el triunfo del Señor, porque en Él vencemos todos. En la fe
venceremos el mal en todas sus expresiones. Ni la violencia, ni el odio, ni la
muerte podrán contra el amor de Dios ni contra nuestra fe en Cristo Jesús.
Que el Señor nos bendiga. Nos veremos pronto. Muchas
gracias por su bondad.
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