CRÓNICAS
DEL PLANETA DE LOS SIMIOS/Juan Veledíaz
La Silla Rota, 8/MAY/2013;
El
trío de Los Mochis
—Jefe,
otra vez se está peleando el Güero—dijo uno de sus asistentes cuando entreabrió
la puerta de su oficina en la comandancia de la policía judicial en Los Mochis.
El Güero era un adolescente larguirucho, de tez blanca, no tenía más de 13
años, pero por su estatura y complexión aparentaba ser un joven que rondaba los
20.
El
día que Humberto Rodríguez Bañuelos, comandante de la judicial del estado en
Los Mochis, reclutó a Francisco Murillo Díaz, fue porque le llamaba la atención
que el plebe, al que apodaban el Güero, fuera arrojado, entrón para las riñas y
muy dado a golpear con cierta saña a sus rivales en las peleas callejeras. Era
un desertor de la secundaria convertido en un bandolero en ciernes.
Una
ocasión en aquella época, a principios de los años 90, el jefe policiaco lo
llamó a su oficina. —Eres de emociones fuertes—le dijo. El comandante Bañuelos
tenía sus oficinas en la calle Belisario Domínguez, en la céntrica colonia
Anáhuac, la misma calle donde vivía aquel adolescente, que años después se
volvería célebre con el alias de "el Güero Jaibo".
Francisco
tenía un amigo y vecino con el que iba a todas partes y quien tiempo después lo
siguió hasta el abismo. Se llamaba Fabián Martínez, pero entre los jóvenes de
la calle Belisario Domínguez era mejor conocido como "el Tiburón".
Tiempo después, ambos fueron dos de los pistoleros más efectivos que llegó a
tener bajo su mando Rodríguez Bañuelos, un hombre que era recordado por los
reporteros en Los Mochis por su fisonomía que era parecida al actor y
comediante Borolas: alto, gordo, simpático y alburero, pero que, por esa cara
blanca y ancha con papada y bolsas bajo los ojos saltones, lo apodaban "la
Rana".
“La
Rana”, “el Güero Jaibo” y “el Tiburón” era el trío de Los Mochis que saltó a la
fama un 24 de mayo de 1993, cuando en el aeropuerto internacional de
Guadalajara formaban parte del comando bajo las órdenes de los hermanos
Arellano Félix, capos del cartel de Tijuana, que participaron en una balacera
en la que fue asesinado el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. La versión
oficial refería que el prelado cayó abatido, supuestamente tras ser confundido
con Joaquín “el Chapo” Guzmán.
La
Belisario Domínguez es una calle de tránsito local con algunos comercios y
casas de amplios porches, que corre de oriente a poniente en el centro de Los
Mochis. Si uno mira hacia donde sale el sol, resaltan unas antenas de radio y
televisión colocadas en la cima de los casi mil metros que tiene el legendario
cerro de la Memoria, un lugar donde dicen los vecinos, quien se sube, al bajar
ya no la pierde.
Quizá
por ello todavía hay gente que recuerda alguna de las andanzas del “Güero
Jaibo” y “el Tiburón” cuando comenzaron a trabajar para Ramón y Benjamín
Arellano Félix, acérrimos enemigos del Chapo, y solían regresar de Tijuana
"a enfriarse" a Los Mochis. Siempre que cometían algún asesinato en
aquella ciudad fronteriza, a los días ya estaban aquí y agarraban un salón de
fiestas de fachada amarilla con dibujos de globos rojos —y que hasta hace unos
meses todavía estaba en la esquina de Belisario Domínguez con la calle Inés a
pocos pasos de lo que antes era la comandancia de la judicial y hoy día es un
depósito de cerveza—, para armar su festejo.
Cuando
andaban por los 15 años de edad, ya traían un auto BMW descapotable y se
hicieron novios de un par de chicas, cuyas madres, una vez les provocaron un
disgusto. Venían de un jale en Mexicali y fueron por ellas. Al verlos llegar,
la mamá de una increpó a Fabián. Lo paró en seco cuando tocó y abrió la puerta,
salió y apuntó con el índice al auto.
—Ustedes
no andan en buenos pasos—le dijo. “El "Tiburón" se enfureció al
escuchar aquello, volteó a ver a su amigo y echaron a correr por la calle,
cuando volvieron traían en sus manos dos tambos de gasolina y rociaron el
vehículo para prenderle fuego. Cómo no iban a olvidar los vecinos de la calle
Belisario a aquellos dos que quemaron un BMW descapotable, cuando les
prohibieron ver a sus morras.
Hubo
un tiempo en que las versiones recogidas en la investigación ministerial por el
homicidio de Posadas Ocampo, le atribuían al "Güero Jaibo" haber sido
quien vació la carga de su AK-47 sobre el casi metro 80 de estatura que tenía
el cardenal. De eso quedó constancia con una foto del cuerpo tirado sobre el
asiento del copiloto del auto gran marquis donde esa tarde llegó al aeropuerto.
Al "Tiburón" se le recuerda por haber sido uno de los pistoleros más
sanguinarios de cuantos tuvo bajo su mando Ramón Arellano. La imagen que se
tenía de él, era que cuando se ponía su cachucha de beisbolista así atrás, sus
socios sabían que andaba presto para hacer lo que lo distinguía: destrozar el
cráneo de sus víctimas a tiros. Ambos dieron fama a la banda de pistoleros del
cártel de Tijuana, pues se decía que eran una copia fiel de lo que su jefe, la
"Rana", era desde sus tiempos de policía judicial: un sanguinario.
Veinte
años después, salvo Rodríguez Bañuelos, quien purga sentencia en el penal de
Puente Grande, Jalisco, el resto fueron abatidos a tiros en la larga saga
criminal que marcó al cartel de Tijuana.
Fosa
Común
De
aquel episodio, que el 24 de mayo cumple 20 años, existe un dato que refiere
que el día de su muerte, el cardenal Posadas Ocampo llevaba un portafolio, el
cual desapareció, con información documentada que entregaría al entonces nuncio
apostólico Girolamo Prigione. La versión refiere que eran evidencias de la
vinculación de políticos de primer nivel con el narcotráfico. El otro dato lo
recoge Anabel Hernández en su libro “Los señores del narco”, el cual contradice
la versión oficial de que se trató de una confusión de dos grupos de pistoleros
que se encontraron en el aeropuerto. “Amado Carrillo les dijo a sus allegados
que ni los Arellano Félix ni Guzmán Loera habían participado en la balacera,
sino que se trataba de un tercer grupo, cuyos integrantes no eran del norte del
país, pero que sí iban vestidos como norteños”, se lee en la página 31. El
personaje que sale a relucir en el libro como orquestador del ataque, y que
actualmente pasa largas temporadas en su rancho en la zona de Istmo en Oaxaca,
es Rodolfo “el Chino” León Aragón, en aquel entonces director de la Policía
Judicial Federal.
Twitter:
@velediaz424
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