Ygnacio/Roberto
Zamarripa
Columna Tolvanera en Reforma 11
Nov. 13
Su
habitación era más pequeña que su consultorio. Una cama con una colcha azul,
dos cuadros sencillos en la pared y uno más arriba en la cabecera con una leyenda:
"recuerde que confío en usted".
La
cómoda que hacía las veces de cabecera de cama tenía algunos papeles, una
crema, un teléfono, una pequeña escultura de un Quijote y una caja de pañuelos
desechables.
El
consultorio médico, el triple de grande que su pequeña morada, tenía una
camastro para la atención de pacientes, una amplia estancia, un escritorio, y
un estante enorme repleto de medicinas.
En
Santa Ana Maya, el pueblo que gobernó dos veces, dicen que regalaba los
medicamentos. La consulta era cobrada en 50 pesos. Quien no tenía, no pagaba.
Médico
cirujano y partero, Ygnacio López Mendoza (Santa Ana Maya, Michoacán, 1952) se
hizo querido por su profesión, su austeridad y por su compromiso. Hacía política
desde los 20 años, casi al mismo tiempo en que empezó a ejercer su profesión.
La primaria la cumplió en Santa Ana y la secundaria y la preparatoria en el
Distrito Federal. Cursó Medicina en la UNAM. Ingresó al Partido Comunista
Mexicano (PCM) en 1975, y luego al Partido Socialista Unificado de México
(PSUM) y siguió después en todas las vertientes posteriores (PMS, PRD, PT y
Morena). López Mendoza atesoraba en su consultorio un cuadro enorme del Partido
Comunista Italiano, emblema del eurocomunismo de los años setenta y promotor de
la izquierda democrática.
No
era un dogmático. Pero sí tozudo, solidario y comprometido.
En
1990 fue electo presidente municipal de Santa Ana por el PRD; en 2012 regresó
al cargo, ahora impulsado por el PT, para gobernar una comunidad de unos 15 mil
habitantes asentados en un territorio de 100 kilómetros cuadrados.
Descolló
como un político que exigía tratos igualitarios a los municipios. Su causa
principal no era la lucha contra las mafias de la narcoviolencia. Las padecía,
las denunciaba, pero en el centro de sus reclamos estaba la omisión de Estado
(gobiernos, congresos, poderes judiciales) con la vida de los municipios.
Por
eso hizo una huelga de hambre frente al Senado el pasado octubre hasta que
logró, tras 18 días de ayuno, el compromiso de obra pública, perforación de dos
pozos para agua potable, regularización de predios para poder cobrar impuesto
predial, pavimentación del camino Morelia-Celaya y autorización de un proyecto
para el rescate del Lago Cuitzeo que beneficiaría a 18 municipios michoacanos.
···
El
subsecretario de Hacienda, Fernando Galindo, prometió a Ygnacio López cumplir
un proyecto de obra por 5 millones de pesos.
En
la conversación, el alcalde comentó al funcionario federal su preocupación por
la manera en que no solamente el crimen organizado sino "coyotes" que
dicen representar a Hacienda misma, o a constructoras o al gobierno estatal,
esquilman a los ediles.
Los
de corbata, como les decía, piden una comisión por ayudar a "bajar"
el recurso de Hacienda, que habitualmente viene etiquetado; pero no solo piden
dinero sino obligan a que la obra se comprometa con alguna constructora. De lo
contrario el recurso no llega.
¿Cómo
puede un alcalde justificar ese gasto por extorsión?, decía Ygnacio López, según
cuentan testigos de las pláticas.
"O
voy a la cárcel o voy a dar al panteón", comentaba sobre su disyuntiva.
Apenas
regresó a Michoacán y -no queda claro quiénes- le pidieron dar un 25 por ciento
de la obra obtenida en Hacienda.
Y
la noche de este miércoles, el doctor Ygnacio López apareció muerto , tras ser
torturado y ejecutado, en la carretera para la que había logrado recursos
después de su huelga de hambre. Un camino que necesitaba repavimentación, no
sangre.
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