La
refriega en el Zócalo después de una marcha pacífica/JOSÉ
GIL OLMOS Y MATHIEU TOURLIERE
APRO...21
DE NOVIEMBRE DE 2014
MÉXICO,
D.F. (apro).- Una hora después de terminarse el mitin que coronó la marcha
pacífica en solidaridad con los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos,
cientos de granaderos traspasaron las vallas que protegen al Palacio Nacional y
desalojaron a cientos de manifestantes que permanecían en el Zócalo capitalino,
lesionando a decenas.
De
repente surgieron policías de las calles aledañas al Palacio Nacional, entre
ellas la de Corregidora, quienes lanzaron gases lacrimógenos para dispersar a
la multitud, a pesar de la indignación y los insultos que de ella emanaban.
En
varias ocasiones, decenas de personas de todas edades se plantaron frente a los
escudos que empuñaban los granaderos, y urgieron a éstos a no reprimir la
manifestación. Pero no impidieron las bruscas y sucesivas avanzadas de los
policías hacia los ocupantes de la plaza.
Los
manifestantes se replegaron hacia las calles Madero, Pino Suárez y 20 de
Noviembre de manera caótica. Algunos corrieron, pese a los consejos de no
hacerlo. Los gritos de “¡No violencia!” se escucharon de muchos lados. “¡Somos
más!”, decían otros al lanzar los proyectiles que encontraron en el piso.
A
las diez de la noche, la Plaza de la Constitución se encontraba totalmente
ocupada por los granaderos, los cuales pisaban con sus botas reforzadas las
botellas de plástico, la basura y los fragmentos de vidrio que manifestantes
les habían arrojado minutos antes.
Eduardo
Miranda, fotógrafo de Proceso, resultó herido de la pierna. Él se encontraba en
las vallas del Palacio Nacional cuando un policía le aventó un pedazo de metal
cortante.
No
fue un caso aislado: a las ambulancias de la Cruz Roja Mexicana, estacionadas
en la calle 20 de Noviembre, acudieron varios lesionados.
Marcha
pacífica
Durante
el día, un grupo de alrededor de 100 estudiantes encapuchados intentó cerrar
algunas vías de acceso al aeropuerto de la Ciudad de México. Pero en su camino
encontraron filas de granaderos que les impidieron seguir adelante. La consigna
de los estudiantes era clara: “Sin violencia ni provocación”.
Los
jóvenes se desviaron y, a la altura del metro Bulevar Puerto Aéreo, se inició
un enfrentamiento con los policías –ambos se acusan de haber provocado el
incidente–, con intercambio de pedradas y cócteles molotov, seguido por una
persecución en las calles de la colonia Federal, en la delegación Venustiano
Carranza.
A
diferencia de este grupo de estudiantes, que parecía más aguerrido y preparado
para los enfrentamientos con los policías, en el transcurso de la manifestación
no ocurrió ningún incidente.
La
triple marcha salió hoy del Ángel de la Independencia, del Monumento a la
Revolución y de Tlatelolco, y convergió hacia el Zócalo. Resultó una de las
marchas por Ayotzinapa con mayor asistencia, ya que las calles desbordaron de
gente, que enarboló banderas y letreros.
Los
lemas de apoyo a los normalistas desaparecidos, así como los “¡Fuera Peña!”
retumbaron en las estrechas calles del Centro Histórico, mientras que los
exhortos de “¡Justicia!” se repetían en la plancha del Zócalo, atiborrada de
manifestantes.
En
el Zócalo, la quema de un “Peña Nieto” gigante, hecho de cartón y piedra,
generó aplausos y chiflidos entre los manifestantes.
En
el mismo momento se sucedían en el templete padres de los normalistas
desaparecidos, quienes encabezaron las caravanas que recorrieron el país estos
últimos días.
“Hay
más personas con nuestro dolor”, aseveró un normalista de Ayotzinapa, al añadir
que “un nuevo país” era necesario.
“No
nos detendremos con la caída de un gobernador, o del presidente. Queremos que
caigan todos, si no se subirá otro puerco a la Presidencia”, alertó.
El
padre de un desaparecido denunció que el gobierno no ha realizado una
investigación seria para encontrar a sus cercanos. Al contrario, “amenaza a los
padres y a la sociedad movilizada por Ayotzinapa”. “No es la forma en la que un
gobierno debe responder”, señaló.
Poco
más tarde, otro normalista precisó que desde el inicio, hace 52 días, la
movilización aboga por la paz. “Pero no podemos hablar de paz cuando siguen
desaparecidos los 43 compañeros y que el Estado tiene a los militares en las
calles”.
A
las ocho de la noche, los integrantes de las caravanas se retiraron. Tenían que
volver a Guerrero, a buscar a sus parientes y a “reflexionar sobre la manera de
convertir las movilizaciones en un movimiento nacional para cambiar a este
país”.
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