- En momentos de desunión, es cuando la Patria ha sufrido sus mayores fracturas.
Palabras del General Salvador Cienfuegos Zepeda, Secretario de la Defensa Nacional.
Ciudadano Enrique Peña Nieto, Presidente de la República y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas.
Ciudadanos Presidentes de las Mesas Directivas de las Cámaras de Diputados y de Senadores; ciudadano Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; ciudadano Almirante Secretario de Marina; respetables señoras y señores integrantes del Gabinete y funcionarios del Gobierno de la República.
Damas y caballeros; respetables familias que hoy nos acompañan; señores Generales en situación de retiro:
Gracias por su presencia.
Compañeros de armas todos; representantes de los medios de comunicación:
Las mujeres y hombres que vestimos el uniforme de la Patria, agradecemos al señor Presidente de la República y a nuestros distinguidos acompañantes, el amable gesto de presidir y presenciar esta significativa ceremonia.
Hoy, este Campo Marte nos ha permitido atestiguar dos de los acontecimientos más significativos para los soldados de tierra, mar y aire: El recibir una condecoración y el ascender al grado inmediato.
Las leyes militares estipulan claramente ambos preceptos.
Las condecoraciones incentivan el esfuerzo, los actos destacados, la tenacidad en el cumplimiento del deber. De ahí que en esta fecha se premian a selectos militares reconocidos por poseer dichas virtudes, otorgándoles condecoraciones de perseverancia por tiempo de servicios ininterrumpidos en el activo y al mérito deportivo por distinguirse en diversas disciplinas.
Por su parte, los ascensos reconocen la antigüedad en el grado, la buena conducta militar y civil, la buena salud y la capacidad física, así como la actitud y la aptitud profesional. Tienen claro fin en la orgánica militar, permiten que mediante exámenes de oposición, las jerarquías y los cargos se cubran con personas capaces, con méritos en base al desempeño
Ambos estímulos son piezas fundamentales en la columna vertebral de las Fuerzas Armadas, reflejan trayectoria, inducen a la preparación, elevan la moral, logran reconocimiento, fortalecen el sentimiento de lealtad a los compañeros, a las familias, a la sociedad, a las instituciones, a los gobiernos. En suma: lealtad a México.
Este año, en cumplimiento de las directivas de usted, señor Presidente, las cuotas de ascenso se incrementaron sustancialmente, dando respuesta a las necesidades de desarrollo institucional y a los consecuentes requerimientos de personal.
Instrucción suya que será tendencia en los próximos años para incrementar nuestra eficiencia operativa y administrativa con cuadros mejor preparados.
Recibir estos reconocimientos de manos del Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas y Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, es motivo de distinción y de orgullo.
A los condecorados y ascendidos, particularmente a sus apreciables familias y a sus compañeros, mis más sinceras felicitaciones.
Enhorabuena.
Señor Presidente:
Con el ejemplo de responsabilidad y perseverancia de los hoy condecorados y ascendidos, quienes integramos la Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea, le refrendamos nuestro compromiso de lealtad institucional, de continuar desempeñándonos con disciplina y honor, de seguir velando por el bienestar de la sociedad nacional.
Continuaremos cumpliendo con pasión y vocación las tareas torales de defensa exterior de la Federación y de seguridad interior que establece la Carta Magna.
Continuaremos cumpliéndole a la Patria, de día y de noche, en la totalidad de la vasta geografía de la República, en coordinación y cooperación con autoridades de los tres órdenes de Gobierno, hombro a hombro con la ciudadanía, apegando siempre nuestra conducta a las leyes con irrestricto respeto a los derechos humanos.
Lo haremos privilegiando el diálogo y la prudencia, actuando con firmeza y decisión cuando sea necesario.
Lo haremos de frente, sin ocultarnos; con el único interés de servir a la población, colocando a los ciudadanos en el centro de nuestro accionar. Siempre con plena observancia a las decisiones que el poder civil determine.
Amable auditorio, en el pasado, los mexicanos hemos enfrentado tiempos difíciles, circunstancias que fueron superadas mediante el diálogo, el consenso y la unidad de todos.
La historia nos muestra que en esas situaciones hay dos caminos: el de la desunión reflejado y marcado por la violencia, la intolerancia, la crítica infundada, el temor, esta vía sólo lleva al fracaso nacional, al atraso social, a la frustración, a la ingobernabilidad, a la inestabilidad, no soluciona problemas, sólo los agrava, genera rencores inconciliables, letargo económico y parálisis colectiva.
En momentos de desunión, es cuando la Patria ha sufrido sus mayores fracturas.
En cambio, el camino de la unión y del progreso muestra la necesidad de trabajar, día a día, para robustecer nuestra democracia y las instituciones, de dar cabida a la pluralidad de ideas y opiniones, de respetar la ley y el Estado de Derecho, de hacer converger objetivos para impulsar el desarrollo y la seguridad.
Este camino nos fortalece y nos conduce a forjar la Nación que anhelamos, aquella Nación vislumbrada por los héroes de la Independencia, y por los que iniciaron hace 104 años en esta fecha, el primer movimiento social del Siglo XX.
Una Nación próspera y segura, con bienestar, con mayores oportunidades de éxito, de ahí que todos, cada quien en su respectivo ámbito de actuación y de responsabilidad, debe aportar lo que le corresponde para que el país continúe su marcha con vigor y dinamismo.
El afán de mover y transformar a México, el sentimiento de superación, el anhelo de mejor vida social, se encuentra, sin duda, en cada connacional.
Todos somos mexicanos y todos buscamos mejores condiciones de vida. Por ello, es imperativo sumar voluntades y llevarlas al terreno de la práctica.
Necesitamos que la pluralidad y las diferentes visiones permitan el ascenso y desarrollo del país en lugar de ser obstáculos; permitan que alcancemos el proyecto de Nación que pretendemos para el Siglo XXI.
Dejemos de suponer, que los grandes retos que enfrentamos, como la inseguridad y el crimen organizado, son sólo culpa del Gobierno, esa actitud poco abona, son problemas de todos, y sólo juntos podremos vencerlos. Son problemas de Estado, no de Gobierno.
El principal baluarte de México es su gente y la principal fortaleza de los mexicanos es la unidad.
Bajo estas premisas, hago un llamado a unirnos, sociedad, gobiernos y Fuerzas Armadas para seguir el camino del progreso y llevar al país al sitio que merece.
Superemos esta encrucijada, generando los acuerdos y los consensos necesarios con voluntad, con visión, con determinación.
Ni la delincuencia ni cualquier otro antagonismo podrán jamás someter a la democracia.
Juntos, los mexicanos con ferviente amor por México somos más para superar cualquier obstáculo.
Unámonos para resolver los desafíos que enfrentamos, hagamos que el esfuerzo colectivo nos permita tener un mejor país.
Vale la pena esforzarnos por ello, lo vale por nuestras familias y por nuestro futuro.
Lo vale, indudablemente, por México.
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