21 nov 2014

El C. Magistrado Presidente del Conatrib y del TSJDF Edgar Elías Azar,


  • “...Respeto a los campeones de la justicia mexicana que son los jueces de la República y del país…“EEA.
  • “Contar con la estimulante y siempre necesaria presencia del Presidente de la República, no es sólo un privilegio y una oportunidad, es en rigor revelar con nitidez, con voz fuerte y clara, el compromiso de nuestro líder nacional en estas cuestiones que tanto importan a nuestra vida como Nación y como sociedad civilizada…“
 Palabras del C.  Magistrado Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal y del Consejo de la Judicatura y Presidente de la Comisión Nacional de Tribunales Superiores de Justicia, doctor Edgar Elías Azar,  durante el Encuentro Nacional de Procuración y Administración de Justicia
México, DF., a 21 de noviembre de 2014.
 Muchas gracias.

Saludo con el mayor respeto, a nombre de los Tribunales Superiores de Justicia del país al ciudadano Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos; al ciudadano Jefe de Gobierno del Distrito Federal; al ciudadano Procurador General de la República; al Presidente de la Comisión de Justicia de la Comisión Nacional de Gobernadores, al señor Gobernador de Chihuahua; al Comisionado Nacional de Seguridad; a la señora Subprocuradora; al Procurador General de Justicia Militar; al Coordinador Nacional Antisecuestros; a los señores Magistrados; a los señores Consejeros; a los señores integrantes del Gabinete.
Legisladoras y Legisladores, pero sobre todo, saludo con mucho cariño y respeto a los campeones de la justicia mexicana que son los jueces de la República y del país.
Muchas gracias.
Licenciado Enrique Peña Nieto, hoy nos honramos con su presencia y, desde luego, nos regocijamos y cobramos ánimos renovados con su ejemplo, pero sobre todo, por su reciedumbre, señor Presidente.
En una sesión en la que abordamos cuestiones de justicia con la República reunida, a través de los representantes de todas las entidades federativas que integran nuestra unión Federal y los de la Federación misma, en el seno de la Comisión Nacional de Tribunales Superiores de Justicia y de la Conferencia Nacional de Procuradores de Justicia.
Y precisamente, en horas de nuestra historia que han puesto a prueba el mejor temple de nuestras instituciones democráticas.
Contar con la estimulante y siempre necesaria presencia del Presidente de la República, no es sólo un privilegio y una oportunidad, es en rigor revelar con nitidez, con voz fuerte y clara, el compromiso de nuestro líder nacional en estas cuestiones que tanto importan a nuestra vida como Nación y como sociedad civilizada.
Debemos reflexionar sobre muchas cosas, pero hoy aquí hay una circunstancia que sobresale, hace casi dos años cuando el señor licenciado Peña Nieto protestó al cargo de Presidente de la República, asumió una posición responsable, inteligente ante el México que habría de gobernar, apropiada y digna a su trayectoria y pensamiento político de avanzada.
Reconocemos todos, ciudadano Presidente, el grado supremo de responsabilidad política y jurídica en tanto se encararon problemas de justicia y de seguridad pública, que venían afectando al país de años atrás, sin titubeos y sí con firme decisión de hallar entre todos, con un México en movimiento las respuestas adecuadas.
La estrategia Presidencial es notable por la inteligencia y diligencia puestas en juego y precisamente, es para movernos a todos, de manera inmediata y no dilatar ni postergar, bajo ningún pretexto ni obstáculo, respuestas pertinentes y acciones específicas en esos campos de nuestra vida nacional, que continúan urgidos de soluciones en materia de justicia, pues las inercias de la violencia generada, repito, desde hace muchos años no ceden y las conductas desviadas y provocadoras aún persisten en su intento de socavación del orden que ahora todos buscamos y que su Gobierno atiende de manera firme y prioritaria.
Hoy lo digo con la frente alta como mexicano, hoy hay programa, hoy hay estrategia y hoy hay voluntad de lograr un México moderno y en paz.
Se ganarán, si es cierto, con esfuerzos enormes, pero se ganarán todas las batallas contra la antisocialidad y el abuso.
Ese es el tema y ese es el compromiso, ese es el trabajo a desempeñar.
No tengo otra que decirle: gracias, Presidente, por su impulso, por su trazo certero y su voluntad por proseguir nuestros empeños aún en tiempos que parecen adversos.
Su compromiso y confianza nos estimula, refuerza nuestras convicciones e impulsan a seguir bregando en un tema que nunca concluirá, que es, precisamente, hacerle justicia a los mexicanos.
Fortalecer y mantener un Estado de Derecho implica serios compromisos y graves responsabilidades. El Estado de Derecho no admite excepciones; es una regla permanente de vida en comunidad, y de ahí el compromiso de la judicatura mexicana de fortalecer las instituciones de justicia.
Estamos todos con usted, señor Presidente.
Ni aún ante los más grandes problemas o las tragedias más infames, un líder de un Estado de Derecho puede ignorar esta regla. Eso es lo que distingue una democracia civilizada de una autoridad discrecional y arbitraria.
Usted nos genera confianza y certidumbre a todos los mexicanos, y nos reconcilia con un desarrollo adecuado y separado.
La función judicial de la República está con usted, señor Presidente. Toda ella, con sus decisiones apegadas a derecho y con su firme prudencia para llevar los rumbos de la Nación sin dudas ni titubeos, y aún en momentos complicados.
Todo ese marco de acción presidencial genera resultados apetecibles para todos en cuestión de justicia. Pero para llegar a contar con un saludable y sólido aparato judicial en la República, es nuestro deber sumarnos a su llamado de cerrar filas todas las instituciones.
Por nuestra parte, señor Presidente, en estos precisos momentos de nuestra historia, se requieren replanteamientos e innovaciones, diseñar mejores instrumentos legislativos y renovar y mejorar políticas públicas.
Estas reformas legislativas que vemos nosotros como indispensables, hoy cobran el carácter de imprescindibles y urgentes. Hemos de articular un verdadero y funcional federalismo. Debemos comprender que el federalismo de nuestros tiempos exige escenarios acompasados y no dispersos, acciones coordinadas y homologadas, evitando anarquía normativa y procedimental.
En una palabra, señor Presidente, reunir a la República en un mismo y solo impulso para no derrotar por rumbos diversos que nos separen y extraviarnos en nuestra propia diversidad, que debemos saber convertir en equidad y en equilibrio y en un jalón parejo y sostenido de todos para todos por el Estado mexicano.
La pluralidad que nos distingue afortunadamente no es enemiga de la acción conjunta y de la comunión de ideales y de esfuerzos y de medios y de respuestas. Soberanía no implica soledad, no implica dispersión. Autonomía no implica tomar caminos que se separan, sino deben ser estrictamente paralelos para lograr la confluencia nacional.
Gobernadores, Poderes Judiciales, todos, todos asumamos con valor y determinación nuestras responsabilidades para hacer frente a los momentos difíciles que hoy enfrenta el Estado mexicano.
Tomo sus palabras, señor Presidente. Usted nos dijo en su libro del año 2011: México, la gran esperanza, pero la justicia, dice usted, no se agota en el ámbito penal. Es igual de importancia modernizar las demás ramas del sistema, de ello depende la construcción y vigencia de un verdadero Estado de Derecho, que brinde seguridad jurídica.
Los mexicanos sienten lejana, tardía y compleja la solución pacífica de los conflictos por medio de los tribunales, los actores económicos desconfían.
Es prioritario impulsar, nos afirmó usted en ese lúcido documento, señor Presidente, la independencia, la imparcialidad, la equidad, la eficiencia y predictibilidad del sistema de justicia para que pase de ser un obstáculo a un notable desarrollo. Conclusión de la cita.
Es absolutamente cierto, la función judicial no tenemos vocación de cadenas que atan, sino de aliento que impulsan. Trabajamos en la unidad de todos para, unidos como un puño fuerte y resistente, nos allanamos o nos aliamos con nuestra hermana la función judicial de la Federación, encabezada por nuestro Tribunal Constitucional a fin de caminar de México con México y por México, sin buscar atajos o veredas, sin desunir lo que por razones históricas, sociales y políticas han de permanecer por siempre unidos.
El camino es el mismo, y aún con auto-movimiento y medios propios hemos de recorrerlo a un ritmo y con un rumbo, iguales. Nadie está sólo, todos nos acompañamos y es fundamental unificar tareas, metas, objetivos, criterios, metodologías, procedimientos, recursos e instrumentos para que no exista ya más en el país, una justicia de primera clase y otra de clase económica. No puede haber diferencias de grado ni sustanciales.
Esperamos con el definitivo impulso del Ejecutivo Federal y del Congreso de la Unión fincar con firmeza y solidez nuestra verdadera autonomía e independencia en la función jurisdiccional.
Sólo por la vía de la autonomía presupuestal en la que exista corresponsabilidad del gasto entre la Federación y los estados, que garantice pisos irreductibles de gasto e inversión, para la función judicial en el país, inscrita en la ley suprema, estaremos todos en condiciones de desarrollar de manera óptima nuestras responsabilidades.
Sería correcto y esperamos formar un fondo nacional para el desarrollo de la justicia, a partir de remanentes anuales de las entidades públicas.
Los necesitamos para poder enfrentar el gasto corriente que, sin duda, se duplicará en forma automática con la entrada en vigor de la Reforma Penal.
Ni Federación, ni entidades federativas podrán solos con el problema. Sumados, le garantizamos al ciudadano Presidente de la República, a los gobernadores y sobre todo a los jueces de los jueces, que es la ciudadanía, que la reforma será exitosa.
Esperamos, también, que como respuesta a nuestra demanda legítima de autonomía judicial los procesos que emprendemos en el fuero común de las 32 entidades federativas para garantizar que sólo los mejores perfiles profesionales y éticos integren las instituciones públicas, buscamos, señor Presidente, que nuestras determinaciones sean respetadas y no invalidadas por otras autoridades que dejan sin sentido nuestras atribuciones en materia de disciplina judicial.
Precisamos del imperio de la ley y autoridad para lograr órganos de justicia confiables y creíbles.
Confiamos, señor Presidente, que su disposición al cambio profundo y de calado a nuestro país alcanzará también a nuestros aparatos jurisdiccionales. El cambio verdadero en la justicia requiere legislación y políticas, reformas sustantivas y procedimentales, precisamente de eso se trata el nuevo sistema de justicia.
Contar con leyes nuevas y nuevos paradigmas de justicia para llevarlos a cuestas y cambiarlos por anacrónicos y rezagados órganos de impartición de justicia no logra su cometido, no dignifica nuestra encomienda, ni alcanza para resolver las metas que nos hemos impuesto.
La justicia, es cierto, es gratuita en su impartición como derecho fundamental accesible a todos. Justicia para el pueblo en una expresión, pero administrarla cuesta y no poco. Su eficacia exige formar parte de los deberes primarios y prioritarios de cualquier gobierno en cualquier Estado de Derecho.
Sabemos de su sensibilidad ante estas cuestiones apremiantes. Su voluntad entregada a lograr lo que todos anhelamos será el impulso definitivo para alcanzar estadios de civilidad y desarrollos sustanciales y confiables.
Es la justicia la respuesta del Siglo XXI universalmente, a los problemas de las sociedades y de los hombres y mujeres.
Esperamos con usted, con su dirección clara y su sentido de la justicia, ocupar un lugar, ese que nos corresponde a los quehaceres de la Patria.
Sabemos, señor Presidente, de su vocación equitativa que otorga trato igual a responsabilidades iguales. En términos de desarrollo, donde la actividad pública del Estado de Derecho mexicano.
Los responsables del manejo del 70 por ciento de los asuntos judiciales del país, todos en una sola voz, le decimos a usted, señor Presidente:
Gracias por estar, gracias por acompañarnos, gracias por escucharnos, gracias por ser sensible a nuestras demandas.
Toda la Judicatura mexicana estamos de pie con usted.
Todo lo que queremos es acompañarlo con eficacia en ese movimiento mexicano que usted ha diseñado y que ha impulsado con mucho valor.

Muchas gracias, señor Presidente.

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