- Dirigido sin mencionarlo a la Organización Alto al Secuestro que dirige Isabel Miranda de Wallace, a Samuel González Ruiz, su abogado, y algunos columnistas como Ricardo Alemán…, et al.
- Abajo una breve respuesta de González Ruiz.
La conspiración
de los derechos: ¿paranoia, perfidia o estupidez?/ Luis Gonzáles Plascencia
Animal Político,
2 de noviembre de 2015..
Nada más
riesgoso en un momento de tanta incertidumbre y confusión como el que se vive
hoy en México, que presentar en público mentiras con apariencia de verdades,
como lo han hecho personas asociadas a la causa de la seguridad en contra de
personas defensoras de derechos humanos, organizaciones de sociedad civil y
organismos internacionales en la materia.
Hace
ya varios años que un grupo de personas
asociadas a la causa de la seguridad, a las que se han unido recientemente
articulistas afines a su modo de pensar, han venido argumentando que personas
defensoras de derechos humanos, organizaciones de sociedad civil y organismos
internacionales en la materia, poseen
vínculos sospechosos que les relacionan con agentes desestabilizadores
extranjeros cuyo interés es afectar la imagen del gobierno mexicano y medrar
con las historias de las víctimas.
En
ese afán dan cuenta de relaciones que vinculan a estas personas, OSC y OIDH
desde el pasado, que hablan de jugosas cantidades de dinero recibidas por
concepto de reparación de daños, y de intereses por impulsar candidaturas y
obtener beneficios políticos. Con dolo,
han construido un supuesto conflicto de interés a partir de hechos verdaderos y
verificables —es decir, relaciones que sí existen o existieron, o casos en
los que varios de los involucrados efectivamente participaron— que
maliciosamente y sin pruebas articulan mediante la tergiversación o de plano la
invención de otros hechos y relaciones que no existen, nunca existieron o ya se
modificaron. Sus razones se basan en argumentos ad hominem que, a través del
intento de descalificación de las personas, organizaciones y organismos a los
que acusan, pretenden descalificar también sus causas, así como los resultados
que sus investigaciones e intervenciones ofrecen.
Cabe
decir desde ya que, como ciudadanas y ciudadanos, tienen derecho a pensar y
decir lo que quieran, pero si han de llevar al ágora sus apreciaciones, lo
menos que se espera es que asuman las responsabilidades que conlleva tener una
voz pública, lo que en este caso exige someter sus acusaciones al rigor de la
prueba. Nada más riesgoso en un momento de tanta incertidumbre y confusión como
el que se vive hoy en México que presentar en público mentiras con apariencia
de verdades. Siempre, desde luego, es posible que su fuente sea la ignorancia o
la paranoia, pero con más razón, por ello mismo, es obligado demostrar que se
actúa mas allá de la estulticia o de la malicia.
No sorprende
que estas personas piensen como lo hacen, porque igual de irreflexiva y
malintencionadamente se han pronunciado en el pasado a favor de lo peor del
autoritarismo mexicano y en contra de una agenda de derechos humanos; tampoco
sorprende la imprecisión técnica sobre las atribuciones de las y los
funcionarios de los organismos internacionales porque su parroquialismo
jurídico ha sido igualmente notable. Más bien preocupa que, a sabiendas de que
su objetivo es puramente mediático, lancen con la certeza que la impunidad le
otorga a esa suerte de legitimidad originaria que irreflexivamente se cree posee quien se arroga la
representación de la sociedad civil, una campaña que saben que tendría efecto
en las desafortunadamente muchas personas que ven en la situación actual de los
derechos humanos del país un lastre que ya quisieran superar, en las
víctimas de las violaciones a delincuentes consumados o en potencia, y en sus
defensores y defensoras a agitadores profesionales.
No se trata
desde luego de negarles el derecho a opinar, sino de exigirles que se hagan
cargo de las consecuencias que sus opiniones pueden generar en un contexto en
el que lo que se requiere es precisamente lo contrario: solidaridad y apoyo
para las decenas de miles de víctimas que hay en México y para el puñado de
ciudadanas y ciudadanos que dedican sus vidas a buscarles verdad, justicia y reparación.
Es
de lamentar que haya quienes descalifican con tal impunidad el quehacer que con
evidente beneficio público tienen personas y organizaciones que han luchado por
años por un México menos desigual, haciendo lo que el estado mexicano no ha
podido o se ha negado a hacer, atendiendo y dando voz a víctimas sin luz
pública, y buscando para ellas y ellos lo que no han hallado en las
instituciones publicas a pesar de que están obligadas a garantizar sus
derechos.
Si
bien este embate malintencionado muestra que pertenecer a la sociedad civil no
otorga por sí mismo legitimidad de origen —y que el valor de las organizaciones
y del discurso de sus líderes hay que tasarlo en función de la veracidad de sus
argumentos, porque de ello deriva, sin duda, la honestidad de sus objetivos—
por fortuna, mas allá del agravio —si es que alguna mella les hizo la
escaramuza— esas personas, organizaciones y organismos falsamente acusados
siguen y seguirán sin duda trabajando por el interés superior de los derechos
humanos, al lado, como siempre, de las víctimas.
#
Respuesta
de Samuel González Ruiz.., en un correo electrónico
Galimatías
Un
galimatías es un término usado para describir un lenguaje complicado y casi sin
sentido, embrollado, lenguaje oscuro por la impropiedad de la frase o por la
confusión de las ideas. Puede tener texto cifrado. Se usa cuando alguien trata
de expresarse de una forma complicada. Su aplicación no tiene que ver con
connotaciones de desconocimiento del lenguaje o entonación extranjera. Se
refiere a las personas que inherentemente no hablan de forma clara.
¡No sabe que decir….! (se refiere a Luis)
"Si
bien este embate malintencionado muestra que pertenecer a la sociedad civil no
otorga por sí mismo legitimidad de origen —y que el valor de las organizaciones
y del discurso de sus líderes hay que tasarlo en función de la veracidad de sus
argumentos, porque de ello deriva, sin duda, la honestidad de sus
objetivos—"
Y
que les da a los otros la legitimidad de ser representantes de la sociedad y de
la lucha por los derechos humanos y de su visión: SERA
ACASO EL DINERO DE SOROS el que determina quien puede criticar.
DE
ESTO PRECISAMENTE LOS ACUSAMOS:
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