El
Papa no interferirá en política, pero…/Roberto Blancarte
Milenio, 12 de enero dse 2015.
El
Nuncio Apostólico en México, que es un embajador acreditado ante nuestro
gobierno, sabe que él mismo no debe interferir en la política interna del País.
Con mayor razón, sabe que tampoco el Papa puede venir a México a hablar de
política. Por eso dice, con justa razón, que el Papa no viene a México a interferir
en política, ni a juzgar.
Y
sin embargo, todo, absolutamente todo lo que diga el Papa, tiene que ver con la
política. Ciertamente, no con la política partidista o electoral. Tampoco con
aquella directamente relacionada con el diseño de políticas públicas o
gubernamentales específicas. Pero sí hablará y hará política en su sentido más
amplio, es decir, en el de la reflexión acerca de los problemas que como
humanidad y sociedad enfrentamos cotidianamente y en la necesidad de
resolverlos desde una cierta perspectiva, en este caso la que proviene de la
Santa Sede y la Curia romana.
No
hago referencia a la "perspectiva católica" porque en realidad hay
tantas visiones del mundo como católicos en la tierra. Pero el Papa viene a
traer la suya, la cual está más o menos alineada con lo que la burocracia de El
Vaticano propone. Esa es la política que sí viene a hacer el Papa. No nos
engañemos.
Dos
ejemplos: cuando el Papa habló ante el Congreso de los Estados Unidos y se
refirió a la bíblica frase: "Trata a tu prójimo como quieres que te traten
a ti", estaba haciendo referencia a la política migratoria de Estados
Unidos. Por lo tanto, estaba incidiendo o tratando de incidir en una política
pública muy específica. Cuando Juan Pablo II hablaba sobre el derecho a la
vida, estaba tratando de incidir en las políticas de población de los
gobiernos.
Así
que el Papa Francisco definitivamente va a hablar de política. Porque su viaje
no está destinado únicamente a sus fieles, que lo recibirán en ceremonias
religiosas. También hablará ante funcionarios públicos, ante el cuerpo
diplomático acreditado en nuestro País y dirigirá su mensaje a toda la sociedad
mexicana y mundial, en la medida que él se sabe televisado y seguido por
cientos de medios de comunicación.
Sabe
que si dice una palabra a favor de los indígenas, su mensaje será escuchado
aunque no necesariamente atendido. Sabe que si se refiere a la trata de
personas, podrá quizás influir en la elaboración de leyes para prevenirla. Sabe
que si se inclina ante la tumba de don Samuel Ruiz, su gesto servirá de sostén
a un sector específico de la Iglesia y de los sectores sociales que lo apoyan.
Por
eso los discursos del Papa, pero también sus silencios, son cruciales. Así que
seamos conscientes: el Papa no viene a hablar únicamente del más allá.
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