Alejandro Avilés, el Don del viento y
la palabra/FA. preliminar
“...Todos los sinaloenses nacimos a la orilla de un río (…)
toda la vida estaba en las márgenes de los ríos
y el agua, el río mismo, se identificaba en nuestro
subconsciente con la vida…“
Rio natal
“No huyas, forma en luz transfigurada,
memoria fiel de la canción oída,
oh forma de la vida,
eternidad al tiempo encadenada
Permanencia que afloras de pasada,
flor de las soledades encendida,
agua de sol vestida
y en el árbol sediento derramada
Memoria de la luz, aliento mío,
no abandonarme intentes
a prematuro invierno en el estío
Suave esplendor, no huyas a tus fuentes
Alegra, oh dulce río,
mis riberas de sombra en tus corrientes“..tomado del libro Don del viento de Alejandro Avilés (1916-2005).
toda la vida estaba en las márgenes de los ríos
y el agua, el río mismo, se identificaba en nuestro
subconsciente con la vida…“
Rio natal
“No huyas, forma en luz transfigurada,
memoria fiel de la canción oída,
oh forma de la vida,
eternidad al tiempo encadenada
Permanencia que afloras de pasada,
flor de las soledades encendida,
agua de sol vestida
y en el árbol sediento derramada
Memoria de la luz, aliento mío,
no abandonarme intentes
a prematuro invierno en el estío
Suave esplendor, no huyas a tus fuentes
Alegra, oh dulce río,
mis riberas de sombra en tus corrientes“..tomado del libro Don del viento de Alejandro Avilés (1916-2005).
En ese entonces, tenía interés de que Paco me comentará su relación de amistad con su paisano y amigo de juventud el poeta Jaime Sabines, el sobrino de la Tía Chofi . Y por algún motivo –poético quizá- brincamos de Sabines al poeta de La Brecha, Sinaloa, el profe Alejandro Avilés. Me sorprendió Paco de todo lo que sabía de mi paisano, y además conocía mejor esos rumbos sinaloenses -cerca de Guasave- mejor que yo, lo confieso.
Comenta que lo conoció en 1966 cuando acudió a la escuerla a estudiar periodismo, y edon Alejandro lo recibió como si lo conociera desde siempre. “A escasos días de haberse iniciado el ciclo escolar, Don Alejandro me llamó a la dirección para invitarme a una conferencia en el Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos), a la sazón algo así como la oficina para los medios masivos de la Conferencia Episcopal Mexicana.“ Y gracias al profe encontró su primer trabajo en el centro que dirigía José Alvarez Icaza Manero. “Ahí aprendí lo que no aprendí en la escuela. Haciendo trío con Juan Bolívar y otro condiscípulo de nombre Mario Cedeño, comencé a practicar la entrevista. Y luego el reportaje. Siempre bajo la mirada, la corrección, la sugerencia de Juan Bolívar y, sobre todo, del profe Avilés. Así me hice periodista“.
Años despues, el profe lo recomendó con Silvino Silva Lozano para trabajar en un naciente periódico: Noroeste. Propuesta que no prosperó.
Don Alejandro es un sinaloense universal, nació el 31 de diciembre de 1915, en La Brecha, Guasave, Sinaloa, donde apenas había 900 habitantes; hijo de Manuel Avilés y María del Rosario Inzunza. En La Brecha cursó hasta cuarto año de primaria, el más alto grado escolar en el pueblo. El mismo dice que a los 14 años ya le decían “Alejandrón” -por su estatura-, participó activamente en el censo de 1930, fundó un Club Deportivo Cultural, dio clases en la Escuela Moderna para Adultos, nombramiento de maestro que le dio el gobernador del estado.
Un joven inquieto.
Ya desde entonces leía a Julio Verne, y a todos los clásicos que
publicó el oaxaqueño José Vasconcelos. En ese entonces hizo su primer poema de amor y publicó formalmente su primer artículo, dedicado a
los precursores de la Independencia en El
Rayo de Guamúchi y su primer poema, “Oda a Sandino”, en
La voz.—Su poesía nunca me recuerda a nadie, ¿dónde cifra su originalidad? ¿cuáles han sido sus aguas nacientes?-, le inquiere el reportero de la revista Proceso años despues..
Y responde que esa locura -la de hacer poesía- comenzó en su adolescencia, “hacia los catorce años, como suele comenzar con los hombres muy jóvenes, con el conocimiento de una muchacha que lo traía a uno de cabeza y uno quiere decirle las cosas y entonces, como el amor requiere de algo semejante a la oración (…) empieza a hablar y de pronto, se encuentra con que esas expresiones están cargadas de significaciones extrañas, de un ritmo también misterioso que no se sabe por qué nació, pero como que hay un vuelo, una forma de convocar las palabras, una fuerza, una especie de imantación del lenguaje que hace que las palabras se agrupen de determinada manera para expresar el amor, para expresar la admiración, la belleza de un paisaje, de algo que estéticamente nos sacude, nos conmueve y desde entonces, desde esa adolescencia sentí necesidad de expresar esos estados de alma, así nació..“
De los 17 a los 20 años trabajó con su padre en su empresa empacadora de conservas alimenticias, hasta que se fue a Los Mochis, a 70 kilomentros de distancia y donde es nombrado profesor del Centro Escolar del Noroeste (CEN), del que fue secretario durante cinco años. El CEN nació el 12 de Octubre de 1934, y su primer director fue el profesor Conrado Espinosa, quien a su vez invitó al joven poeta, junto con otros maestros como Manuel Moreno Rivas, Bertha Colunga y Adrián García Cortez.
El brecheño tenía que
vivir de algo más que las clases y el periodismo por lo que estudia por
correspondencia la carera de contador privado en la Escuela Bancaria y
Comercial de la Ciudad de México, era 1937, y Avilés tenía ya 21 años. En ese tiempo también trabajo de comentarista en la radio local con sus compañeros de la escuela.
El Debate
Tres años despues, en 1940 Avilés y García alentaron al profe Manuel Moreno Rivas a crear un nuevo periódico para Los Mochis, que se denominó El Debate . Despues nació el de Culiacan. Moreno dirigió el rotativo hasta mediados de los años setenta. Se dijo que por relevo generacional pero la verdad es que fue por presiones políticas, gobernaba entonces el estado, Alfonso G. Calderón. El periódico quedó en manos de un grupo de empresarios se encontraban Manuel Ruelas Vázquez, Guillermo Aguirre e Ildefonso Salido, entre otros.
El Debate
Tres años despues, en 1940 Avilés y García alentaron al profe Manuel Moreno Rivas a crear un nuevo periódico para Los Mochis, que se denominó El Debate . Despues nació el de Culiacan. Moreno dirigió el rotativo hasta mediados de los años setenta. Se dijo que por relevo generacional pero la verdad es que fue por presiones políticas, gobernaba entonces el estado, Alfonso G. Calderón. El periódico quedó en manos de un grupo de empresarios se encontraban Manuel Ruelas Vázquez, Guillermo Aguirre e Ildefonso Salido, entre otros.
El trabajo de Avilés en El Debate fue efímero, ya que en
1941 decide emigrar a la ciudad de México para trabajar como y administrador de la Compañía Industrial San José; no era
esa su vocación y empezó a incursionar como redactor de la revista del Partido
Acción Nacional (PAN) La Nación, años
después fue director (1948 a 1963).
Debemos decir que desde Los Mochis el joven poeta decide escribir una carta al sacerdote michoacano Gabriel Méndez Plancarte (1905-1949), director la revista Abside, obtenienbdo una respuesta inmediata.
Inició así “una amistad por correspondencia” y se convirtió en autor de la revista con algunos poemas
Probablemente el sacerdote lo hay inducido a leer la poesía de San Juan de la Cruz y quizá de los hermanos Manuel y Antonio Machado...
(En la imagen de Tomás Montero, Carlos Septíen y Luis Calderón, papa de Felipe).
Su encuentro con el grupo de los ocho.
Don Alejandro llega a México a la edad de 25 años y lo primeor que hizo fue buscar a los hermanos Méndez Plancarte -Alfonso y Gabriel- que lo recibieron “como si fuéramos viejos amigos”. Recordemos que él ya escribía poemas en la revista.
Del mate al café.
En aquel tiempo los Méndez Plancarte y Alfonso Junco (1896- 1974), Octaviano Valdés (1901-1991) y Emma Godoy (1918-1989), entre otros, se reunían “en torno al mate” -recuerda Alejandro Avilés en una entrevista en la revista Proceso del 6 de julio de 1991.- y Alfonso Méndez Plancarte le sugirió que organizaran otra tertulia, que se reunieran “en torno al café”
Debemos decir que desde Los Mochis el joven poeta decide escribir una carta al sacerdote michoacano Gabriel Méndez Plancarte (1905-1949), director la revista Abside, obtenienbdo una respuesta inmediata.
Inició así “una amistad por correspondencia” y se convirtió en autor de la revista con algunos poemas
Probablemente el sacerdote lo hay inducido a leer la poesía de San Juan de la Cruz y quizá de los hermanos Manuel y Antonio Machado...
(En la imagen de Tomás Montero, Carlos Septíen y Luis Calderón, papa de Felipe).
Su encuentro con el grupo de los ocho.
Don Alejandro llega a México a la edad de 25 años y lo primeor que hizo fue buscar a los hermanos Méndez Plancarte -Alfonso y Gabriel- que lo recibieron “como si fuéramos viejos amigos”. Recordemos que él ya escribía poemas en la revista.
Del mate al café.
En aquel tiempo los Méndez Plancarte y Alfonso Junco (1896- 1974), Octaviano Valdés (1901-1991) y Emma Godoy (1918-1989), entre otros, se reunían “en torno al mate” -recuerda Alejandro Avilés en una entrevista en la revista Proceso del 6 de julio de 1991.- y Alfonso Méndez Plancarte le sugirió que organizaran otra tertulia, que se reunieran “en torno al café”
Así lo hicieron cada
sábado en la casa de alguno de ellos. Méndez
Plancarte les dijo, según cuenta Cabral del Hoyo: “Muchachos, formen un grupo,
sean amigos Creo que la poesía de América está en manos de ustedes.“
El grupo de los Ocho.
Alejandro Aviles fue una de las almas del grupo y dicen que los unió “una doble devoción: el amor a la poesía y el milagro de la amistad”.
Nunca le fallamos a la amistad y a la poesía le hicimos la lucha —explica Avilés
Ellos eran Roberto Cabral del Hoyo (1913), Alejandro Avilés (1915) Efrén Hernández (1904), Rosario Castellanos (1924), Javier Peñalosa (1921), Honorato Ignacio Magaloni (1898), Octavio Novaro (1910), y Dolores Castro (1923).
El grupo se reunía desde el inicio de la tarde hasta la madrugada. Leían y comentaban poesía, la de los grandes clásicos de la lengua española y la propia. Cenaban tomaban café y bromeaban.
El grupo de los Ocho.
Alejandro Aviles fue una de las almas del grupo y dicen que los unió “una doble devoción: el amor a la poesía y el milagro de la amistad”.
Nunca le fallamos a la amistad y a la poesía le hicimos la lucha —explica Avilés
Ellos eran Roberto Cabral del Hoyo (1913), Alejandro Avilés (1915) Efrén Hernández (1904), Rosario Castellanos (1924), Javier Peñalosa (1921), Honorato Ignacio Magaloni (1898), Octavio Novaro (1910), y Dolores Castro (1923).
El grupo se reunía desde el inicio de la tarde hasta la madrugada. Leían y comentaban poesía, la de los grandes clásicos de la lengua española y la propia. Cenaban tomaban café y bromeaban.
Dolores Castro, la única sobreviviente del grupo - tiene 93 años- dice que se reunían cada ocho días y que algunos ya se conocíamos. Los encuentros de amigos se realizaron regularmente durante cuatro años -1952 a 1956- regularmente, y despues fue mas espaciado cada 15 días, luego cada mes, cada casi medio año, hasta que los poertas se fueron muriendo.
Las reuniones del grupo de los Ocho se realizaron de 1952 a 1956.. Los ocho poetas se reunían desde el inicio de la tarde hasta la madrugada en la casa de Rosario castellanos, leían y comentaban poesía, la de los grandes clásicos de la lengua española y la propia, cenaban, tomaban café y bromeaban. Eran felices leyendo y haciendo poesía..
¡Maravilloso!
En ese ambiente Dolores Castro conocióen ese ambiente a quien fue el papa de sus siete hijos, Javier Peñaloza con quien tuvo 7 hijos..
En aquel tiempo todos ellos fueron criticados por sus amigos de la izquierda por ser católicos.
La verdad es que no fue así. Lo que pasó fue que Alfonso Méndez Plancarte, dirigía la revista Abside, de inspiración cristiana y confesional, y fue quien en 1955 publicó “Los Ocho poetas mexicanos“, bajo el sello de editorial Jus -Bajo el Signo de “Ábside”.
Por ese sólo hecho se les consideró poetas “católicos”.. Efraín Huerta, sin pensarlo, decía: “Esos son mochos, publicaron en Abside, son curas, curas destripados, beatos”.
Pero la mayoría de ellos eran absolutamente laicos. Además de que Octavio Novaro y Honorato Ignacio Magaloni eran gente de izquierda. En tanto, Dolores Castro, Javier Peñalosa, Rosario Castellanos y Alejandro Avilés si tenía influencia cristiana, pero no eran militantes católicos como muchos creen.
Eso sí la influencia de la revista Abside los llevo a leer a muchos poetasd entre ellos a San Juan de la Cruz..
Una vez Dolores Castro dijo en una entrevista a la revista Proceso (6 de julio de 1991): ni Octavio, Ni Efrén, ni Roberto ni mucho menos Magaloni eran católicos. En Alejandro Avilés había una auténtica necesidad religiosa:
El grupo de los Ocho tenía de invitados a Elías Nandino, Carlos Pellicer, José Gorostiza, Salvador Novo, Octavio Paz y un largo etcétera.
Pero la reunión mayor entre ellos fue la creación del libro: Ocho poetas mexicanos, antología editada por Alfonso Méndez Plancarte, con un epígrafe de Dolores Castro: Cada uno su lengua, todos en una llama, el par de versos que culminan su poema “Herida”, incluido en Cantares de vela.
Fueron discriminados, por Paz, Chumacero, Pachecho y Aridjis.
La antología poética “Poesía en Movimiento“ de Editorial Siglo XXI, coordinada por Octavio Paz, Alí Chumacero, José Emilio Pacheco y Homero Aridjis, no metieron al grupo de los Ochos quizá por ser “católicos“. Sólo incluyeron a Rosario Castellanos.
Lamentable
Las reuniones del grupo de los Ocho se realizaron de 1952 a 1956.. Los ocho poetas se reunían desde el inicio de la tarde hasta la madrugada en la casa de Rosario castellanos, leían y comentaban poesía, la de los grandes clásicos de la lengua española y la propia, cenaban, tomaban café y bromeaban. Eran felices leyendo y haciendo poesía..
¡Maravilloso!
En ese ambiente Dolores Castro conocióen ese ambiente a quien fue el papa de sus siete hijos, Javier Peñaloza con quien tuvo 7 hijos..
En aquel tiempo todos ellos fueron criticados por sus amigos de la izquierda por ser católicos.
La verdad es que no fue así. Lo que pasó fue que Alfonso Méndez Plancarte, dirigía la revista Abside, de inspiración cristiana y confesional, y fue quien en 1955 publicó “Los Ocho poetas mexicanos“, bajo el sello de editorial Jus -Bajo el Signo de “Ábside”.
Por ese sólo hecho se les consideró poetas “católicos”.. Efraín Huerta, sin pensarlo, decía: “Esos son mochos, publicaron en Abside, son curas, curas destripados, beatos”.
Pero la mayoría de ellos eran absolutamente laicos. Además de que Octavio Novaro y Honorato Ignacio Magaloni eran gente de izquierda. En tanto, Dolores Castro, Javier Peñalosa, Rosario Castellanos y Alejandro Avilés si tenía influencia cristiana, pero no eran militantes católicos como muchos creen.
Eso sí la influencia de la revista Abside los llevo a leer a muchos poetasd entre ellos a San Juan de la Cruz..
Una vez Dolores Castro dijo en una entrevista a la revista Proceso (6 de julio de 1991): ni Octavio, Ni Efrén, ni Roberto ni mucho menos Magaloni eran católicos. En Alejandro Avilés había una auténtica necesidad religiosa:
El grupo de los Ocho tenía de invitados a Elías Nandino, Carlos Pellicer, José Gorostiza, Salvador Novo, Octavio Paz y un largo etcétera.
Pero la reunión mayor entre ellos fue la creación del libro: Ocho poetas mexicanos, antología editada por Alfonso Méndez Plancarte, con un epígrafe de Dolores Castro: Cada uno su lengua, todos en una llama, el par de versos que culminan su poema “Herida”, incluido en Cantares de vela.
Fueron discriminados, por Paz, Chumacero, Pachecho y Aridjis.
La antología poética “Poesía en Movimiento“ de Editorial Siglo XXI, coordinada por Octavio Paz, Alí Chumacero, José Emilio Pacheco y Homero Aridjis, no metieron al grupo de los Ochos quizá por ser “católicos“. Sólo incluyeron a Rosario Castellanos.
Lamentable
Su contacto en Michoacán le arraigo en
esa tierra.
En 1941, Avilés se mete al PAN, practicamente es pionero de ese instituto político y entabla amistad con Alejandro Ruiz Villaloz, el sacerdote Francisco Alday, Miguel
Estrada Iturbide Miguel Bernal Jiménez, Gonzalo
Chapela, Alfonso Rubio, entre otros.
Años después, en 1948 contrae matrimonio con la moreliana Eva Sánchez Martínez que le cambio la vida, y se hizo michoacano. Con ella procreó a siete hijos: Alejandro, María Guadalupe, María Isabel, Francisco, María Eva, Manuel y María del Rosario.
Un año después, en 1949, fue uno de los cuatro maestros fundadores de la Escuela de Periodismo de la Acción Católica Mexicana: “Carlos Septién García“. En 1953 muere en un accidente aéreo Carlos y Avilés asume la dirección de la Escuela. Años después -1966 determina independizarse de la Acción Católica. A partir de ese momento la escuela se transforma en una institución plural donde existe libertad de cátedra, además de que impulsa objetivos académicos en la que se respetan todas las tendencias políticas, ideológicas y religiosas.
Años después, en 1948 contrae matrimonio con la moreliana Eva Sánchez Martínez que le cambio la vida, y se hizo michoacano. Con ella procreó a siete hijos: Alejandro, María Guadalupe, María Isabel, Francisco, María Eva, Manuel y María del Rosario.
Un año después, en 1949, fue uno de los cuatro maestros fundadores de la Escuela de Periodismo de la Acción Católica Mexicana: “Carlos Septién García“. En 1953 muere en un accidente aéreo Carlos y Avilés asume la dirección de la Escuela. Años después -1966 determina independizarse de la Acción Católica. A partir de ese momento la escuela se transforma en una institución plural donde existe libertad de cátedra, además de que impulsa objetivos académicos en la que se respetan todas las tendencias políticas, ideológicas y religiosas.
Don Alejandro fue
miembro fundador también del Consejo Nacional para la Enseñanza e Investigación
en Ciencias de la Comunicación; presidente de la Unión Católica Latinoamericana
de Prensa. Fundó XELA primer noticiero de radio cultural en México; participó
en Noticinco de televisión, fundador del programa semanario Poetas de México en
Canal 11 de TV-IPN; realizó con la UNAM el álbum Poesía religiosa de México;
fundó revistas Acento, Mensual de Cultura, Cuadernos de Comunicación Social.
También colaboró en el semanario Mundo Mejor, en la revista Trento, Trívium y en el semanario
Comunidad Cristiana. Participó en la página editorial de Excélsior y en la
revista Proceso, fue colaborador del Diario de México, El Universal, Diario de
Yucatán, El Porvenir de Monterrey, El Día, El Imparcial de Hermosillo, La Voz
de Michoacán, El Día, Guía de Zamora, entre otros.
Simultáneamente, fue director fundador del área de prensa del Cencos - que dirigió siempre Alvarez Icazalider del Movimiento Familiar Cristiano- muchos de sus alumnos se formaron ahí, entre otros, José Reveles, y Paco Goméz Maza.
Fundó la asociación musical Miguel Bernal Jiménez, su amigo a quien conoció en Michoacán en 1941.
Simultáneamente, fue director fundador del área de prensa del Cencos - que dirigió siempre Alvarez Icazalider del Movimiento Familiar Cristiano- muchos de sus alumnos se formaron ahí, entre otros, José Reveles, y Paco Goméz Maza.
Fundó la asociación musical Miguel Bernal Jiménez, su amigo a quien conoció en Michoacán en 1941.
Publicó seis libros de
poesía y del grupo Ocho Poetas sólo vive Dolores Castro.
María Eva, la hija del profe musicalizó el poema “Campesinos” dedicado al también poeta, periodista y luchador social Javier Peñalosa (1921-1977, quien fuera esposo de Dolores Castro, y formó parte del grupo de los ocho”:
“Campesinos”.
Bajan de la montaña
seguidos por el viento.
Circundados de un aire
lúcido y fino, bajan en silencio
Lucen cetrinos con su monte a cuestas
mas como desasidos de su peso.
Agua de contraespanto
buscan, y beben de su paz sedientos.
Y con espíritu de golondrina
untan su sien contra el dolor y el tiempo.
Intemporales y sin culpa, bajan.
Lavan su sombra con mirar al suelo.
María Eva, la hija del profe musicalizó el poema “Campesinos” dedicado al también poeta, periodista y luchador social Javier Peñalosa (1921-1977, quien fuera esposo de Dolores Castro, y formó parte del grupo de los ocho”:
“Campesinos”.
Bajan de la montaña
seguidos por el viento.
Circundados de un aire
lúcido y fino, bajan en silencio
Lucen cetrinos con su monte a cuestas
mas como desasidos de su peso.
Agua de contraespanto
buscan, y beben de su paz sedientos.
Y con espíritu de golondrina
untan su sien contra el dolor y el tiempo.
Intemporales y sin culpa, bajan.
Lavan su sombra con mirar al suelo.
Recibió premios y
reconocimientos en Michoacán, Saltillo, Zacatecas, Sinaloa, y en el extranjero
en Argentina y Venezuela, entre otros.
Publicó seis libros de poesía, formó parte del Grupo de los Ocho Poetas Mexicanos, sobrevive sólo sabemos Dolores Castro.
Recibió muchos reconocimientos, entre ellos los premios “Pío XII”; el Premio Latinoamericano de Prensa (el cual obtuvo en dos ocasiones); en 1977, el Premio Nacional de Poesía de Saltillo, Coahuila, por Don del viento; y, en 1980, el Premio Nacional de Letras “Ramón López Velarde”, por La vida de los seres. En 2000 recibió el Premio Nacional de Periodismo por su destacada trayectoria en este ámbito.
Recibió la influencia de muchos poetas, confesó una vez que el poeta “que más me ha sacudido es Dante Alighieri creo que es el poeta total“.. se confesó ser un devoto de Saint-John Perse, “y lo fui mucho antes de saber que él lo era de Dante; pero hay alguna afinidad, algo que nos conduce a un viento, a un mar, a un mundo comunes.“ También recibiió la influencia de Marcel Proust, autor de la novela “En busca del tiempo perdido“, del mexicano Efrén Hernández (1904-1958), y sin duda de San Juan de la Cruz, Fray Luis de León y Francisco Quevedo.
Dijo una vez que de los mexicanos contemporáneos que “yo considero el más grande de todos a José Gorostiza. Puedo mencionar a Efrén Hernández —lo menciono siempre porque es un gran poeta casi desconocido y debe ser dado a conocer—, creo que los poetas mexicanos y los jóvenes y toda la gente de México, ganarían mucho con leerlo. También Francisco Alday en el ámbito de la poesía religiosa. Rosario Castellanos, entre las mujeres, y ahora estoy en la onda de leer a Dolores Castro porque estoy preparando un libro de ella que vamos a editar: es también una gran poeta. Eso no quiere decir que yo olvide a los que son más reconocidos, digamos, Octavio Paz, Carlos Pellicer, Jaime Sabines, son conocidos y muy reconocidos y son muy buenos poetas, pero poetas tan grandes, tan buenos como ellos son esos que voy mencionando y, sin embargo, son ignorados“
Reconocimientos póstumos.
Recibió muchos reconocimientos, entre ellos los premios “Pío XII”; el Premio Latinoamericano de Prensa (el cual obtuvo en dos ocasiones); en 1977, el Premio Nacional de Poesía de Saltillo, Coahuila, por Don del viento; y, en 1980, el Premio Nacional de Letras “Ramón López Velarde”, por La vida de los seres. En 2000 recibió el Premio Nacional de Periodismo por su destacada trayectoria en este ámbito.
Recibió la influencia de muchos poetas, confesó una vez que el poeta “que más me ha sacudido es Dante Alighieri creo que es el poeta total“.. se confesó ser un devoto de Saint-John Perse, “y lo fui mucho antes de saber que él lo era de Dante; pero hay alguna afinidad, algo que nos conduce a un viento, a un mar, a un mundo comunes.“ También recibiió la influencia de Marcel Proust, autor de la novela “En busca del tiempo perdido“, del mexicano Efrén Hernández (1904-1958), y sin duda de San Juan de la Cruz, Fray Luis de León y Francisco Quevedo.
Dijo una vez que de los mexicanos contemporáneos que “yo considero el más grande de todos a José Gorostiza. Puedo mencionar a Efrén Hernández —lo menciono siempre porque es un gran poeta casi desconocido y debe ser dado a conocer—, creo que los poetas mexicanos y los jóvenes y toda la gente de México, ganarían mucho con leerlo. También Francisco Alday en el ámbito de la poesía religiosa. Rosario Castellanos, entre las mujeres, y ahora estoy en la onda de leer a Dolores Castro porque estoy preparando un libro de ella que vamos a editar: es también una gran poeta. Eso no quiere decir que yo olvide a los que son más reconocidos, digamos, Octavio Paz, Carlos Pellicer, Jaime Sabines, son conocidos y muy reconocidos y son muy buenos poetas, pero poetas tan grandes, tan buenos como ellos son esos que voy mencionando y, sin embargo, son ignorados“
Reconocimientos póstumos.
El sábado 24 de octubre
de 2015 el alcalde de Los Mochis, Sinaloa. Arturo
Duarte,( PRI) y varios amigo le hacen un homenaje póstumo en el marco del
centenario de su natalicio,, y lo hacen justamente en la casa de la Cultura
Conrado Espinoza, viejo amigo del poeta y periodista.
Ahí develaron una placa
que lleva su nombre de la calle que conduce al Centro Escolar del Noroeste ,
por el cerro de la Memoria.. El mensaje estuvo a cargo del director fundador de
Noroeste, Silvino Silva Lozano, y del periodista Melchor
Angulo. María Eva, hija del homenajeado, deleitó al público presente con su
exquisita voz en el canto de poesía escrita por su padre, acompañada de los
músicos Ramón Sánchez y Agustín Reyes.
También ese mes - jueves
15 de octubre- se le hizo un homenaje en la Capilla Alfonsina del INBA,
participaron Martín Rey Urueta, Raquel Olvera, Sergio Mondragón, Dolores Castro, Lucía Grijalva, Rosario
Avilés, María Eva Avilés, Gonzalo Tassier y Jesús González Schmal, entre otros,
.
Y no podía falta el homenaje en la Sala Manuel
M. Ponce de Bellas Artes, realizado el 24 noviembre, 2015 por la Escuela de
Periodismo Carlos Septién García.
Estuvieron la poeta Dolores Castro, la periodista Blanche
Petrich, el escritor Francisco Prieto, el periodista Alberto Barranco, el
diseñador Gonzalo Tassier, y sus hijas Rosario y Eva Avilés.
Dolores Castro inició el
homenaje diciendo que el de La Brecha : “Era una persona con una gran capacidad
de trabajo, movida por el entusiasmo. Junto con ella parte del grupo Ocho
Poetas Mexicanos. “Era tan buen poeta como periodista… Era amigo, amigo como
hermano, un verdadero hermano… Siempre me apoyó en todos los momentos de mi
vida”, afirmó casi con lagrimas en los
ojos.. y agregó que Avilés “Amaba por sobre todas las cosas escribir poesía,...“
Blanche Petrich recordó
su etapa de estudiante en los años setenta, cuando fue alumna del maestro
Avilés y destacó que él “hizo de esta institución educativa un referente de la
formación de los profesionales de la comunicación”. Señaló que en sus clases se
corrían todas las ideas y pensamiento críticos al estudio de cosas que se
vivían en esa época; se hablaba libremente de política, cultura, música y poesía;
temas ligados el quehacer práctico del periodismo. “Prevalecía la libertad de
cátedra, como un principio vivo de la Septién”, indicó.
Rosario Avilés rememoró
cuando su padre y Fernando Diez de Urdanivia fundaron la Escuela de Periodismo
en 1949.
Alberto Barranco dijo:
“Lo recuerdo con su abrigo o gabardina, siempre con su libro en la mano. Un
hombre que miraba de frente fuera quien fuera y escudriñaba el alma, con su
mirada. “Alejandro Avilés un poeta inmenso, vivía intensamente lo que le
rodeaba… Sus libros de poesía son una prueba digna de un hombre reflexivo,
vivía las cosas intensamente para conocer su significado y plasmarlo en sus
libros.
El escritor Francisco
Prieto dijo que: “Alejandro Avilés me hizo sentir la poesía como un alimento
necesario. Tenía una capacidad de escuchar. Le agradezco cómo me abrió a la
poesía como una necesidad, alimento necesario, amor a la palabra.”
Por su parte, Gonzalo
Tessier, quien ilustró los libros del maestro sinaloense, recordó que “tenía un
amor renovado para dar. Siento mucho su muerte, fue muy grande su abrazo, a los
que nos tocó su abrazo”.
José Luis Vázquez Baeza
anunció la creación del Premio Nacional de Poesía Alejandro Avilés, otorgado
por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, en honor a quien fue su
fundador, director y maestro, el cual se abrirá para 2016.
Cuando murió algunos de sus amigos escribieron sobre el profe..Hugo Gutiérrez Vega, escribió en La Jornada Semanal, domingo 4 de diciembre de 200, “Alguna vez acompañé a Alejandro Avilés en uno de sus rituales viajes a La Brecha, Sinaloa, su minúsculo y muy bello lugar de origen. Estaba emocionado, reconocía todas las cosas y algunos árboles eran sus conocidos. El calor crecía y nos sentamos a beber una cerveza y a contemplar el paso cadencioso de las lugareñas. Nos asombraron sus bien torneadas piernas, sus estrechas cinturas, amplias caderas y sus pequeños y erguidos pechos. Alejandro gozaba con nuestro entusiasmo y sonreía benévolamente cuando el objeto de nuestra admiración era alguna de sus muchas y muy hermosas parientas. Por esos tiempos dirigía la revista La Nación y estrechaba sus relaciones con el COPEI venezolano y con la Democracia Cristiana Chilena. Se escribía con Caldera, Frey y Tomic. Teníamos los del sector juvenil del PAN el propósito de aumentar los intercambios de ideas y de proyectos con la izquierda cristiana de Chile y con los organismos internacionales ligados a la Democracia Cristiana de Italia y de Alemania.
Por otra parte, nos acercábamos a la Revolución cubana y al movimiento ferrocarrilero de Vallejo y Campa. Traíamos, como dicen los peninsulares, una "empanada mental" y nos era necesaria la orientación de Alejandro Avilés, hombre sensato, tranquilo, generoso y fiel a sus ideas y convicciones. Así lo recuerdo, siento viva su memoria y veo, en varias ilustres instituciones, la huella de su magisterio sencillo, directo y amable. Nada de pedantería, nada de pontificar, aprobar o reprobar. Su bonhomía era de verdad y oponía al odio una compasión camusiana. Buen lector de Mounier y de Maritain, trataba de aplicar a la realidad mexicana las ideas de ambos pensadores. Su compromiso político era sincero y desinteresado“.
Por su parte Miguel Angel Granados Chapa, le dedicó La Plaza Pública a pocos días de sj muerte (Reforma, 20 de septiembre de 2005), pregunta
¿Fue más maestro que periodista, más periodista que poeta, más militante político que editor y director?
Y responde “Recorrió todas esas rutas con entrega semejante, con frutos magníficos, con perseverancia silenciosa y ejemplar“
“ Al comenzar los años cuarenta llegó a la Ciudad de México, ya como joven militante del naciente Partido Acción Nacional. Aunque allí realizaría funciones de dirección (fue secretario del comité capitalino y miembro del nacional que encabezó Juan Gutiérrez Lascuráin, el primero después del decenio en que el PAN fue presidido por Manuel Gómez Morín) hizo su principal aportación al panismo como director de su órgano periodístico, el semanario La Nación.“
“ Avilés encauzó el desarrollo de reporteros como Horacio Guajardo (hoy prestigiado maestro en Monterrey) y como Manuel Buendía, de cuyo matrimonio con Dolores Ávalos fue Avilés padrino. (Y) Si bien el director de La Nación no rompió nunca con su partido, su celo militante disminuyó cuando en el PAN fue rechazada la opción democristiana en la que él creía y que era alimentada por su amistad con Rafael Caldera, que con esa fe política fue después presidente de Venezuela. Hoy, por cierto, Acción Nacional es integrante de la agrupación internacional de partidos de ese credo.“
Agrega Miguel Angel que el profe para irse de La Nación “sin ruptura y sin escándalo, contrarios a su talante, Avilés aceptó la dirección de la escuela de periodismo de que había sido, estrictamente hablando, el primer profesor, Con su clase de castellano se abrieron allí los cursos el 30 de mayo de 1949.“
Y permaneció en la dirección hasta 1985.
“En 1965 lo elegimos presidente del Centro de Periodistas Mexicanos, circunstancia en que tuve la fortuna de conocerlo. Participó también como entrevistador y articulista en una variedad de diarios y revistas, entre ellos Excélsior y Proceso. Ya en una suerte de semiretiro, fundó el suplemento cultural de La Voz de Michoacán.
Como poeta, su primera obra, Madura soledad, data de 1948.
Ajeno a las rencillas y discordias literarias, fue parte de un valioso grupo, el "de los ocho" en que los siete restantes eran Rosario Castellanos, Dolores Castro, Efrén Hernández, Octavio Novaro, Alfonso Méndez Plancarte, Ignacio Magaloni y Roberto Cabral del Hoyo. Su grupo principal, no obstante, fue su familia, la que fundó en 1948 y de la que nacieron cuatro hijas y tres hijos. De modo explícito dedicó a su mujer su segundo poemario, el Libro de Eva, a quien dijo: "entre las manos llevas el don de dar hecho de nuevo".
Su amigo y alumno dominicano Juan Bolivar Díaz, escribió sobre sobre su amigo, en el periodico Hoy, el 23 de septiembre de 2005:
“Llegué a su redil una fría tarde al comienzo de febrero de 1966 remitido por el decano de Humanidades de la Universidad Iberoamericana, donde un estudiante pobre no podía mantenerse. No estaba diseñada para permitir el picoteo, ni siquiera de medio tiempo.
Cuando supo que yo procedía del Santo Domingo ocupado por el ejército de Estados Unidos, toda su inmensa anatomía pareció abrirse en un abrazo de recepción y casi sin dejarme hablar me dijo que tendría la misma media beca de la Ibero más el trabajo que precisaba para sobrevivir, como me había ocurrido desde los 13 años cuando entré al bachillerato.
A las dos semanas ya estaba empleado en el departamento de prensa del Centro Nacional de Comunicación Social que él dirigía. Me abrió no sólo los brazos y la escuela y un medio de sustento y crecimiento, sino también su propia casa, donde fui tantas veces invitado y terminé acompañando a su hija Lupita y la sobrina que dos años después me haría comprar todas las versiones que había en el mercado de Adiós Mariquita Linda.“
“ Avilés fue ante todo maestro desde los 14 años.. Los que tuvimos la suerte de trabajar a su lado podemos decir que Avilés fue un don de la vida. Un ser humano inmenso, no sólo de estatura física, que lo era, sino de humanidad y generosidad, un dechado de humildad y serenidad aún en momentos de turbulencias. Tanto que algunos nos rebelábamos ante su paciencia y calma“.
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Cuando murió algunos de sus amigos escribieron sobre el profe..Hugo Gutiérrez Vega, escribió en La Jornada Semanal, domingo 4 de diciembre de 200, “Alguna vez acompañé a Alejandro Avilés en uno de sus rituales viajes a La Brecha, Sinaloa, su minúsculo y muy bello lugar de origen. Estaba emocionado, reconocía todas las cosas y algunos árboles eran sus conocidos. El calor crecía y nos sentamos a beber una cerveza y a contemplar el paso cadencioso de las lugareñas. Nos asombraron sus bien torneadas piernas, sus estrechas cinturas, amplias caderas y sus pequeños y erguidos pechos. Alejandro gozaba con nuestro entusiasmo y sonreía benévolamente cuando el objeto de nuestra admiración era alguna de sus muchas y muy hermosas parientas. Por esos tiempos dirigía la revista La Nación y estrechaba sus relaciones con el COPEI venezolano y con la Democracia Cristiana Chilena. Se escribía con Caldera, Frey y Tomic. Teníamos los del sector juvenil del PAN el propósito de aumentar los intercambios de ideas y de proyectos con la izquierda cristiana de Chile y con los organismos internacionales ligados a la Democracia Cristiana de Italia y de Alemania.
Por otra parte, nos acercábamos a la Revolución cubana y al movimiento ferrocarrilero de Vallejo y Campa. Traíamos, como dicen los peninsulares, una "empanada mental" y nos era necesaria la orientación de Alejandro Avilés, hombre sensato, tranquilo, generoso y fiel a sus ideas y convicciones. Así lo recuerdo, siento viva su memoria y veo, en varias ilustres instituciones, la huella de su magisterio sencillo, directo y amable. Nada de pedantería, nada de pontificar, aprobar o reprobar. Su bonhomía era de verdad y oponía al odio una compasión camusiana. Buen lector de Mounier y de Maritain, trataba de aplicar a la realidad mexicana las ideas de ambos pensadores. Su compromiso político era sincero y desinteresado“.
Por su parte Miguel Angel Granados Chapa, le dedicó La Plaza Pública a pocos días de sj muerte (Reforma, 20 de septiembre de 2005), pregunta
¿Fue más maestro que periodista, más periodista que poeta, más militante político que editor y director?
Y responde “Recorrió todas esas rutas con entrega semejante, con frutos magníficos, con perseverancia silenciosa y ejemplar“
“ Al comenzar los años cuarenta llegó a la Ciudad de México, ya como joven militante del naciente Partido Acción Nacional. Aunque allí realizaría funciones de dirección (fue secretario del comité capitalino y miembro del nacional que encabezó Juan Gutiérrez Lascuráin, el primero después del decenio en que el PAN fue presidido por Manuel Gómez Morín) hizo su principal aportación al panismo como director de su órgano periodístico, el semanario La Nación.“
“ Avilés encauzó el desarrollo de reporteros como Horacio Guajardo (hoy prestigiado maestro en Monterrey) y como Manuel Buendía, de cuyo matrimonio con Dolores Ávalos fue Avilés padrino. (Y) Si bien el director de La Nación no rompió nunca con su partido, su celo militante disminuyó cuando en el PAN fue rechazada la opción democristiana en la que él creía y que era alimentada por su amistad con Rafael Caldera, que con esa fe política fue después presidente de Venezuela. Hoy, por cierto, Acción Nacional es integrante de la agrupación internacional de partidos de ese credo.“
Agrega Miguel Angel que el profe para irse de La Nación “sin ruptura y sin escándalo, contrarios a su talante, Avilés aceptó la dirección de la escuela de periodismo de que había sido, estrictamente hablando, el primer profesor, Con su clase de castellano se abrieron allí los cursos el 30 de mayo de 1949.“
Y permaneció en la dirección hasta 1985.
“En 1965 lo elegimos presidente del Centro de Periodistas Mexicanos, circunstancia en que tuve la fortuna de conocerlo. Participó también como entrevistador y articulista en una variedad de diarios y revistas, entre ellos Excélsior y Proceso. Ya en una suerte de semiretiro, fundó el suplemento cultural de La Voz de Michoacán.
Como poeta, su primera obra, Madura soledad, data de 1948.
Ajeno a las rencillas y discordias literarias, fue parte de un valioso grupo, el "de los ocho" en que los siete restantes eran Rosario Castellanos, Dolores Castro, Efrén Hernández, Octavio Novaro, Alfonso Méndez Plancarte, Ignacio Magaloni y Roberto Cabral del Hoyo. Su grupo principal, no obstante, fue su familia, la que fundó en 1948 y de la que nacieron cuatro hijas y tres hijos. De modo explícito dedicó a su mujer su segundo poemario, el Libro de Eva, a quien dijo: "entre las manos llevas el don de dar hecho de nuevo".
Su amigo y alumno dominicano Juan Bolivar Díaz, escribió sobre sobre su amigo, en el periodico Hoy, el 23 de septiembre de 2005:
“Llegué a su redil una fría tarde al comienzo de febrero de 1966 remitido por el decano de Humanidades de la Universidad Iberoamericana, donde un estudiante pobre no podía mantenerse. No estaba diseñada para permitir el picoteo, ni siquiera de medio tiempo.
Cuando supo que yo procedía del Santo Domingo ocupado por el ejército de Estados Unidos, toda su inmensa anatomía pareció abrirse en un abrazo de recepción y casi sin dejarme hablar me dijo que tendría la misma media beca de la Ibero más el trabajo que precisaba para sobrevivir, como me había ocurrido desde los 13 años cuando entré al bachillerato.
A las dos semanas ya estaba empleado en el departamento de prensa del Centro Nacional de Comunicación Social que él dirigía. Me abrió no sólo los brazos y la escuela y un medio de sustento y crecimiento, sino también su propia casa, donde fui tantas veces invitado y terminé acompañando a su hija Lupita y la sobrina que dos años después me haría comprar todas las versiones que había en el mercado de Adiós Mariquita Linda.“
“ Avilés fue ante todo maestro desde los 14 años.. Los que tuvimos la suerte de trabajar a su lado podemos decir que Avilés fue un don de la vida. Un ser humano inmenso, no sólo de estatura física, que lo era, sino de humanidad y generosidad, un dechado de humildad y serenidad aún en momentos de turbulencias. Tanto que algunos nos rebelábamos ante su paciencia y calma“.
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Sus alumnos…
Muchos. Uno de ellos fue
el escritor y poeta Daniel Sada Villarreal (1953-2011) quien murió justamente
unas horas después de que fuera anunciado como uno de los ganadores – el otro
fue José Agustín Ramírez Gómez- del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2011,
él no se enteró que fue galardonado, pues Adriana, su esposa decidió no darle
la buena nueva por temor a que la sorpresa le causara algún impacto negativo en
su salud.
Era licenciado en Letras
Hispánica y en Periodismo por la Escuela Carlos Septién García, fue amigo del
director Alejandro Avilés quien lo
envió a Culiacán para “foguearse” en El
Noroeste de Sinaloa, trabajo durante cinco años por allá, y fue cuando empezó a
escribir Lampa vida.
Otro de los tantos
alumnos de don Alejandro fueron Sara Lovera, José Reveles, Carlos Marín, Guillermo Ortega, Aurorita
Berdejo, Raymundo Riva Palacio, Alberto Barranco Chavarría, Paco Gómez Maza, y Vicente Leñero. Dice Leñero que que estudió periodismo en la carlos Septíen: “¿Qué tal si inscribiéndome en esa escuela (la Carlos Septién) lograba
yo aprender los secretos necesarios para escribir bien mis tropezados
cuentecillos y poemas de mi adolescencia? ¿Qué tal si en esa escuela me
enseñaban sintaxis, puntuación, ortografía…“Me lo enseñaron, por supuesto. Más,
aún: gracias a maestros que hoy recuerdo con agradecimiento y nostalgia enorme
(José N. Chávez González, Domingo Álvarez Escobar, Alejandro Avilés, José
Audiffred, Ramón Zorrilla) aprendí no sólo a escribir correctamente, sino a
vencer la inseguridad y el miedo para saltar, como quien se para en el borde de
un trampolín, hacia la profunda alberca del periodismo.“
El mochitense Cuco Haro... (1944–2014). Colaboró en varios medios pero su casa la que más le gustó fue El Noroeste, de la que fue reportero y tiempo después llegó a ser director editorial (1995 a 2002) y defensor del lector… Cuco se hizo periodista quizá por la influencia de su amigo el poeta de La Brecha.
El mochitense Cuco Haro... (1944–2014). Colaboró en varios medios pero su casa la que más le gustó fue El Noroeste, de la que fue reportero y tiempo después llegó a ser director editorial (1995 a 2002) y defensor del lector… Cuco se hizo periodista quizá por la influencia de su amigo el poeta de La Brecha.
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Don del viento libro de poemas con él obtuvo el Premio Nacional de Poesía del IV Centenario de Saltillo, en 197. La edición es del Club Primera Plana, y Don.. está integrado por unos setenta poemas cortos en voz íntima y esperanzada, como lo atestiguan sus dos prologuistas, Raúl Navarrete y Joaquín Antonio Peñalosa El primero señala:
Don del viento libro de poemas con él obtuvo el Premio Nacional de Poesía del IV Centenario de Saltillo, en 197. La edición es del Club Primera Plana, y Don.. está integrado por unos setenta poemas cortos en voz íntima y esperanzada, como lo atestiguan sus dos prologuistas, Raúl Navarrete y Joaquín Antonio Peñalosa El primero señala:
“En los poemas de Don
del viento se ha aposentado el espíritu de Alejandro Avilés Es una poesía
asonante, iluminada, reflexiva Poesía esperanzada y alegre Poesía de síntesis
que en una primera lectura puede parecer fácil pero que no lo es Son palabras
de un tiempo eterno que a nosotros, hombres distraídos, nos enseñan a mirar lo
que hace mucho no vemos y que en instantes nos asaltan con honduras inusitadas
en medio de la tranquilidad”.
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Entrevista
Alejandro Avilés: el viento nos remonta al origen
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Entrevista
Alejandro Avilés: el viento nos remonta al origen
Revista Proceso REDACCIÓN , 20 AGOSTO, 1977
Por Rosendo García Leyva
Estamos con el poeta Premio Nacional de Poesía con motivo del IV Centenario de la Fundación de la Ciudad de Saltillo. En la dirección de la Escuela de Periodismo, Alejandro Avilés con voz grave, natural, responde a la entrevista
—Usted es un poeta del misterio, ¿cómo fue posible, dígame, que las palabras llegaran hasta ahí, cómo se le iluminó esa región?
—Yo diría que la experiencia vivida, la vida misma incendiando sobre nuestra conciencia, va quedando impresa en una región profunda, en lo que Jacques Maritain llamara “la noche traslúcida del inconsciente espiritual” y cuando, en un momento dado, las potencias se juntan en la raíz del alma y quieren hablar juntas, se vierten en palabras y en un momento feliz, un claro día, aquello se produce y para uno mismo es una revelación.
—Su poesía nunca me recuerda a nadie, ¿dónde cifra su originalidad? ¿cuáles han sido sus aguas nacientes?
—Esta locura que es hacer poesía comenzó en mi adolescencia, hacia los catorce años, como suele comenzar con los hombres muy jóvenes, con el conocimiento de una muchacha que lo traía a uno de cabeza y uno quiere decirle las cosas y entonces, como el amor requiere de algo semejante a la oración, uno —a semejanza de las oraciones que aprendió de niño— empieza a hablar y de pronto, se encuentra con que esas expresiones están cargadas de significaciones extrañas, de un ritmo también misterioso que no se sabe por qué nació, pero como que hay un vuelo, una forma de convocar las palabras, una fuerza, una especie de imantación del lenguaje que hace que las palabras se agrupen de determinada manera para expresar el amor, para expresar la admiración, la belleza de un paisaje, de algo que estéticamente nos sacude, nos conmueve y desde entonces, desde esa adolescencia sentí necesidad de expresar esos estados de alma, así nació
—Usted en cada libro suyo vuelve a su infancia ¿Qué región de su persona le ha movido a escribir más encendidamente; aquella infancia original o su agudeza, su lucidez crítica?
—Uno no sabe nunca, uno sencillamente busca en su interior un hontanar de luz o de agua clara y siente que el lenguaje es capaz de chapuzarse allí, de bajar a eso y luego, recién lavado, ascender al plano de la conciencia y manifestarse Y claro, ¿qué es lo más original en nosotros, lo originario? Pues es la infancia, el momento aquél en que nos empezamos a asomar al mundo y lo hicimos con la mayor pureza posible, porque no estábamos contaminados de imágenes extrañas y de lugares comunes que después nos envuelven, sino que teníamos una forma propia de ver la vida, de contemplar el mundo y, entonces, uno siente una nostalgia de aquella época.
Es lo que podríamos llamar, como (Marcel) Proust, la búsqueda del tiempo perdido, o sea del tiempo aquél de infancia, del tiempo del Paraíso, del Génesis que ya no volverá
—De alguna o de todas maneras, usted es un poeta religioso ¿Qué tiene que ver su experiencia religiosa con su experiencia poética?
—Yo creo que el hombre es uno y que al expresarse, al manifestar sus vivencias interiores, tienen que proyectarse sus mayores adhesiones, sus más profundas lealtades Y si uno es religioso, al momento de escribir, aunque no se lo proponga, tienen que salir imágenes religiosas, frases religiosas, ritmos de índole religiosa, quizá hasta oraciones; porque está uno moviéndose en las profundas aguas y no puede uno separar y decir: “Esto es la poesía, esto es la religión, esto es la filosofía”, no lo puede uno separar Parece contradictorio con lo que decía hace un rato, que una cosa es la filosofía y otra cosa es la poesía; sí, son cosas diferentes como disciplinas espirituales, como disciplinas del hombre; la filosofía tiene su propio método, su propio rigor, la poesía tiene el suyo, pero las ideas filosóficas, los sentimientos religiosos y todas las adhesiones profundas del alma no pueden abandonarlo a uno y entonces, se manifiestan también en la poesía, no a la manera de un razonamiento de un raciocinio filosófico, no, sino en la forma de sueño, de esplendor y de música propios de la poesía
—Ahora recuerdo su Río de infancia, su Río natal, usted vuelve a su primer río ¿Cómo era, cuénteme, qué iba a hacer al río, de qué color es?
—Decía José Vasconcelos que uno no sabe nunca de qué color son los ojos de la mujer amada.
Y mi mujer amada, la poesía, y el río que subyace con ella ¡quién sabe de qué color serán! Pero tal vez haya en esto una circunstancia biográfica: todos los sinaloenses nacimos a la orilla de un río Cuando nosotros nacimos, allá en siglos pretéritos, Sinaloa era una gran extensión semidesértica, surcada por once ríos. Entonces, toda la vida estaba en las márgenes de los ríos y el agua, el río mismo, se identificaba en nuestro subconsciente con la vida Entonces, siempre pensamos que el agua es la vida, que el río es la vida, que el río es el espíritu, que el río es todo lo que vive, se ahí que a veces surja la imagen del río como una de las más entrañables que uno puede concebir.
—Esta entrevista fue motivada por su premio, por su libro Don del Viento ¿Qué necesita decirme de su libro? Platíquemelo
—Necesitar decirle Tanto como eso, no Yo diría que el libro debe decirse a sí mismo. Sin embargo, yo puedo anticipar que consta de dos partes. La primera se intitula Don del Viento, que es precisamente la que da nombre al libro y significa para mí, eso que se me dio como un don gratuito que yo recibí, y del viento porque “el espíritu sopla donde quiere” Esta parte está compuesta por poemas que se refieren a las vivencias más entrañables de la vida: el amor, la amistad, la esperanza, la muerte, las grandes palabras con las que está uno en pugna, se encuentran contenidas en esta parte del libro. La segunda —es algo curioso—, también se refiere a esas cosas, pero ya muy concretas, conectadas directamente con el padre, con la madre, con el hermano, con la novia, con la esposa, con el amigo, con la amiga, con el grupo amistoso. Entonces son poemas de circunstancia, pero no circunstanciales, es decir, que la idea no es hacer una anécdota Un poema no debe ser una anécdota, debe trascender la anécdota. Así es que estos poemas, partiendo de la anécdota, partiendo de una vivencia concreta, expresan el amor, la esperanza, la fe, pero vinculados estrechamente con la esposa, con el padre, con el amigo.
—Hablando de juventud Entre jóvenes que nadie conoce, ¿sabe usted de algunos poetas?
—¿Qué nadie conoce?
¡Ah!, pues eso sí es difícil Hay por ahí un joven que es un gran poeta y que ya empieza a ser conocido por todo el mundo, que es Raúl Navarrete+, sobre todo con ese libro: Memoria de la Especie. Hay una muchacha, poeta, de apellido Berman, su nombre se me escapa; lo que no se me escapa es el impacto que han causado en mí sus poemas, realmente la obra de Sabina Berman es estremecedora, y entre los muchachos que han estudiado en la Escuela, hay uno que creo que tiene un gran porvenir como poeta, es Daniel Sada apenas comienza a ser conocido también, pero para su poca edad tiene una gran madurez y una gran fuerza expresiva, un resplandor de misterio
—Veo que una característica suya es la clara conciencia lírica; quiero decir, que su poesía no ha perdido la inocencia original Seguramente usted lo sabe, porque la inocencia permite conocer sin confusión ¿Qué me dice de esto?
—Sobre la inocencia nadie puede hablar En el momento en que hable y conozca la inocencia, ya la perdió, por eso, yo prefiero confesar que ignoro esto. Recuerdo usted el pecado original decía Efrén Hernández (1904-1958) : “El día que perdimos la inocencia” Hay algo que quizá el poeta no pueda hacer, psicoanalizarse, hurgar demasiado en sus secretos, porque en el momento en que dejen de ser secretos como que pierden también su fecundidad, su capacidad de traducirse en música, en verbo creativo; en fin, de todas esas cosas. Si la inocencia es fuente de poesía, yo quisiera tenerla, porque para mí no hay nada más importante en las obras del hombre que expresarse, expresar el misterio con que vive, lo más profundo de sí mismo y de los demás, lo esencial de la vida del hombre, sus afectos, sus lealtades, su vinculación con el ser de las cosas, con la armonía del Universo. Y eso no se da en conceptos claros y distintos, sino que viene mezclado con imágenes, con música, con un ritmo Efrén Hernández decía: “A la derecha el logos, del otro lado, la música” Es como si hubiera dos alas y es el momento, los pequeños momentos del vuelo Uno generalmente no está volando, sino que está muy apegado a la tierra y es incapaz de cernirse en los aires, es muy difícil eso pero tal vez hay un momento en que se puede lograr gracias a esa vinculación del logos y la música.
—¿Qué preferencia ha tenido como poeta lector entre los clásicos? ¿Entre sus contemporáneos mexicanos y de otras partes?
—El poeta que más me ha sacudido es Dante Alighieri creo que es el poeta total, como decía Saint-John Perse, en su discurso del homenaje del séptimo centenario de Dante, en Florencia: “Aún vivimos bajo su sombra”; y tal vez por esa afinidad entre los poetas contemporáneos, yo soy un devoto de Saint-John Perse, y lo fui mucho antes de saber que él lo era de Dante; pero hay alguna afinidad, algo que nos conduce a un viento, a un mar, a un mundo comunes.
Entre los españoles, por supuesto, está San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, aquel gran sonetista que fue don Francisco Quevedo.
De los mexicanos contemporáneos yo considero el más grande de todos a José Gorostiza. Puedo mencionar a Efrén Hernández —lo menciono siempre porque es un gran poeta casi desconocido y debe ser dado a conocer—, creo que los poetas mexicanos y los jóvenes y toda la gente de México, ganarían mucho con leerlo. También Francisco Alday en el ámbito de la poesía religiosa. Rosario Castellanos, entre las mujeres, y ahora estoy en la onda de leer a Dolores Castro porque estoy preparando un libro de ella que vamos a editar: es también una gran poeta. Eso no quiere decir que yo olvide a los que son más reconocidos, digamos, Octavio Paz, Carlos Pellicer, Jaime Sabines, sn conocidos y muy reconocidos y son muy buenos poetas, pero poetas tan grandes, tan buenos como ellos son esos que voy mencionando y, sin embargo, son ignorados…
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Raúl Navarrete, narrador y poeta fue alumno del profe Avilés. Nació en Arandas, Jalisco, el 5 de noviembre de 1942 y urió en la ciudad de México el 7 de noviembre de 1981. . Estudió periodismo en la Carlos Septién García.
Premio Nacional de Literatura Carlos Trouyet 1970 y Latinoamericano de Cuento 1974 por Las olas del mar mudo. Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1977 por Memorias de la especie, poemario que se incluye en la compilación Premio de Poesía Aguascalientes 30 años, 1968-1977, Joaquín Mortiz/Gob. del Edo. de Aguascalientes/INBA, 1997.
Daniel Sada Villareal (1953-2011). “Yo no invento palabras, las oigo o, en todo caso, las deformo“. Originario de Mexicali, Baja California, donde nació el 25 de febrero de 1953, y murió a las 23 horas dle viernes 18 de noviembre de 2011, ustamente unas horas después de que fuera anunciado como uno de los ganadores – el otro fue José Agustín Ramírez Gómez- del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2011, él no se enteró que fue galardonado.
Fue discípulo de Aviles y de Juan Rulfo, y dos de sus novelas, Una de dos y Luces artificiales fueron llevadas al cine por el director Marcel Sisniega. Su obra fue reconocida por premios como el Xavier Villaurrutia en 1992, el Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares en 1999 o el Premio Herralde de Novela 2008, entre otros.
Era licenciado en Letras Hispánica y en Periodismo por la Escuela Carlos Septién García, fue amigo del profe Alejandro Avilés quien lo envió a Culiacan para “foguearse” en El Noroeste de Sinaloa, trabajo durante cinco años por allá, y fue cuando empezó a escribir Lampa vida; fue catedrático en la Universidad de Zacatecas y profesor en diversas instituciones universitarias, y tallerista. (Impartía talleres literarios).
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Raúl Navarrete, narrador y poeta fue alumno del profe Avilés. Nació en Arandas, Jalisco, el 5 de noviembre de 1942 y urió en la ciudad de México el 7 de noviembre de 1981. . Estudió periodismo en la Carlos Septién García.
Premio Nacional de Literatura Carlos Trouyet 1970 y Latinoamericano de Cuento 1974 por Las olas del mar mudo. Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1977 por Memorias de la especie, poemario que se incluye en la compilación Premio de Poesía Aguascalientes 30 años, 1968-1977, Joaquín Mortiz/Gob. del Edo. de Aguascalientes/INBA, 1997.
Daniel Sada Villareal (1953-2011). “Yo no invento palabras, las oigo o, en todo caso, las deformo“. Originario de Mexicali, Baja California, donde nació el 25 de febrero de 1953, y murió a las 23 horas dle viernes 18 de noviembre de 2011, ustamente unas horas después de que fuera anunciado como uno de los ganadores – el otro fue José Agustín Ramírez Gómez- del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2011, él no se enteró que fue galardonado.
Fue discípulo de Aviles y de Juan Rulfo, y dos de sus novelas, Una de dos y Luces artificiales fueron llevadas al cine por el director Marcel Sisniega. Su obra fue reconocida por premios como el Xavier Villaurrutia en 1992, el Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares en 1999 o el Premio Herralde de Novela 2008, entre otros.
Era licenciado en Letras Hispánica y en Periodismo por la Escuela Carlos Septién García, fue amigo del profe Alejandro Avilés quien lo envió a Culiacan para “foguearse” en El Noroeste de Sinaloa, trabajo durante cinco años por allá, y fue cuando empezó a escribir Lampa vida; fue catedrático en la Universidad de Zacatecas y profesor en diversas instituciones universitarias, y tallerista. (Impartía talleres literarios).
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