El
ataque a Badiraguato: regresó Caro Quintero... y va contra “El Chapo”/Anable Hernández.
Revista Proceso # 2069, 25 de junio de 2016
El
reciente ataque en La Tuna contra la madre del Chapo Guzmán fue la primera
acción de una guerra. Y el instigador es, ni más ni menos, Rafael Caro
Quintero, liberado hace casi tres años y quien busca traficar drogas libremente
por el territorio que alguna vez dominó pero que hoy controla el Cártel de
Sinaloa. La situación empeora: el alfil de Caro Quintero es Alfredo Beltrán
Guzmán, El Mochomito, sobrino de Guzmán Loera.
Una
nueva guerra entre cárteles de la droga comenzó. Rafael Caro Quintero decidió
enfrentarse al Cártel de Sinaloa. Con el apoyo de Alfredo Beltrán Guzmán, El
Mochomito –sobrino de Joaquín El Chapo Guzmán–, e integrantes de Los Zetas, los
Beltrán Leyva e integrantes del Cártel de Jalisco Nueva Generación, reclama el
derecho de cruzar drogas libremente por su viejo territorio.
El
comandante de la Tercera Región Militar, Alfonso Duarte Múgica, ha confirmado
que El Mochomito, hijo de Alfredo Beltrán Leyva, fue el instigador directo del
primer ataque de esta guerra: una razia en el terruño del Chapo contra la madre
del capo hoy encarcelado. Pero dentro de la organización criminal aseguran
saber de quién es la mano que impulsa la conflagración: Rafael Caro Quintero,
narcotraficante conocido en los ochenta como El Príncipe.
Una
investigación de Proceso revela que Caro Quintero (otrora líder del Cártel de
Guadalajara, preso durante 28 años y liberado en agosto de 2013 por fallas en
su proceso judicial) se ha fortalecido en los dos años y 10 meses que lleva
libre a través de alianzas con el Cártel de los Beltrán Leyva y otras
organizaciones criminales.
Se
asegura que regresó plenamente al negocio de las drogas. Trafica mariguana,
metanfetaminas y cocaína pese a que la Procuraduría General de la República lo
persigue, luego de que el gobierno de Estados Unidos reclamara airadamente al
gobierno de México por la liberación del capo e hiciera la solicitud formal de
extradición.
Las
fuentes consultadas para este reportaje señalan que el narco, originario de La
Noria (en Badiraguato, el mismo municipio donde está la ranchería La Tuna,
atacada por un comando el sábado 11), exige mover libremente la mercancía
ilegal por lo que fue su antiguo territorio –el Triángulo Dorado de Sinaloa,
Durango y Chihuahua– sin pagar derecho de piso al Cártel de Sinaloa, que ahora
controla mayoritariamente esa zona. Y los líderes de ese cártel –El Chapo e
Ismael El Mayo Zambada– no se lo han permitido.
Cuando
El Príncipe fue liberado (tenía 60 años) de la prisión de mediana seguridad de
Puente Grande, Jalisco, supuestamente tuvo un encuentro con Guzmán Loera y
Zambada García. Según las fuentes, la junta transcurrió en calma y El Chapo y
El Mayo le dieron la bienvenida, pero dejaron claro que ellos ostentaban ahora
el poder y acordaron que Caro Quintero se mantendría en paz.
Confluencia
de capos
A
principios de los ochenta, cuando apenas tenía 24 años, Caro Quintero era el
rey del Triángulo Dorado. Estaba asociado con Ernesto Fonseca Carrillo, Don
Neto, y con Juan José Esparragoza Moreno, El Azul. Cultivaba cientos de hectáreas
de mariguana y amapola y la traficaba a Estados Unidos. De acuerdo con el
expediente judicial de su caso, del cual se obtuvo copia, también sembraba en
Zacatecas, Michoacán y Jalisco.
En
2013 la geografía criminal era una muy diferente. Otras organizaciones
criminales, como el Cártel de Jalisco Nueva Generación, La Familia Michoacana,
Los Caballeros Templarios, el Cártel de los Beltrán Leyva y Los Zetas campean
en los territorios donde él trabajaba y cobran derecho de piso a quienes
quieren usar sus territorios. O definitivamente lo impiden. El Cártel de
Guadalajara cambió de nombre por el de Cártel de Sinaloa, y quienes habían
trabajado para él ahora son los jefes.
“Caro
Quintero ya está de vuelta en el negocio”, acepta una de las fuentes
consultadas. “Quiere mover su mercancía en lo que fue su territorio sin pagar
derecho de piso, pero no lo han dejado. Tiene que pagar; él argumenta que antes
no se hacía, pero las reglas han cambiado.”
Sólo
que Caro Quintero “ahora tiene una serie de aliados, se ha fortalecido en los
últimos meses”.
El
ataque perpetrado el sábado 11 en La Tuna y la hacienda de Consuelo Loera,
madre de Guzmán Loera, ha sido el hecho más visible de la disputa que se estuvo
gestando durante meses. La fuente consultada asevera que esto puede ser el
inicio de una dura guerra, en la que hasta ahora –y pese a sus diferencias– El
Mayo sigue aliado a su compadre y socio, El Chapo.
“Caro
Quintero estaba buscando aliados por todos lados para la guerra: en
Guadalajara, Chihuahua y Sinaloa. Al parecer ya los encontró”, dice otro de los
informantes. “Incluso buscó dentro de la propia familia (del Chapo).
“A
Caro le queda el ego de lo que fue. Si nadie controla esto va a ser un regadero
de sangre, como en 2008”, continúa dicha fuente, en alusión al sangriento
combate entre los Beltrán Leyva y el Cártel de Sinaloa, desencadenado tras la
captura de Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo.
“El
Príncipe”
La
historia criminal de Caro Quintero ha estado marcada por la venganza y la
violencia. El episodio más emblemático es la acusación de haber secuestrado,
torturado y asesinado, en 1985, al agente de la DEA Enrique Camarena y al
piloto Alfredo Zavala. Supuestamente lo hizo porque ellos estuvieron detrás del
operativo en el que fueron destruidas toneladas de mariguana en El Búfalo y
otros dos ranchos en Chihuahua. La yerba valía más de 8 mil millones de
dólares.
La
autopsia consigna que ambos fueron atados con un cordón de cortina, brutalmente
golpeados, les arrancaron las uñas de pies y manos e incluso uno de ellos
presentaba lesiones en el ano a causa de la introducción de un objeto. A los
dos les dieron el tiro de gracia.
La
venganza contra Camarena y Zavala provocó que el gobierno de Estados Unidos
fuera tras el capo, hasta que finalmente lo arrestó en Costa Rica, en abril de
1985, y a Ernesto Fonseca Carrillo, en Puerto Vallarta.
Al
igual que otros jefes del narcotráfico en México, Caro Quintero (hijo de Emilio
Caro Payán y Hermelinda Quintero) apenas tuvo educación. En su primera
declaración ministerial, rendida el 10 de abril de 1985 y de la cual se tiene
copia, expresó que en ese momento tenía 29 años y había estudiado hasta primero
de primaria. Y aun así se erigió como uno de los cabecillas del mundo criminal.
El
Príncipe se inició en el negocio, reveló Ernesto Fonseca Carrillo en su
declaración ministerial, entre 1978 y 1979, a los 22 años, cuando quiso vender
300 kilos de mariguana “seca y de mala calidad”. Pero en 1980 y 1981 comenzó a
escalar posiciones.
“Manejaba
ya en esos tiempos siembras y cultivos de mariguana y la compraventa de la
misma en cantidades cercanas a las 20 toneladas”, declaró Don Neto, quien
aseveró que conocía a Caro Quintero desde que era un niño, porque ambos eran
originarios de Badiraguato.
Caro
Quintero sembraba mariguana y amapola en Chihuahua, Sinaloa, Sonora, Zacatecas,
Michoacán y Jalisco, abundó Don Neto, quien describió al Príncipe como un
hombre reservado en sus negocios.
El
joven capo contaba con la protección de funcionarios de la Dirección Federal de
Seguridad (DFS); la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales,
la Secretaría de Gobernación y la Policía Judicial de Jalisco (PJJ), cuando el
gobernador era Enrique Álvarez del Castillo, a quien después el presidente
Carlos Salinas de Gortari nombró procurador general de la República.
Caro
Quintero, Fonseca Carrillo y Miguel Ángel Félix Gallardo, entonces líderes del
Cártel de Guadalajara, disponían de cuantos agentes de la PJJ necesitaran,
tanto para su protección personal como para custodiar sus fiestas y proteger
retiros bancarios. La PJJ y la DFS también les daban credenciales a ellos y a
sus sicarios para que transitaran libremente, y tenían a su servicio agentes
del Ministerio Público, que intervenían si alguien del cártel era detenido.
Según
la declaración de Don Neto, recibían armas desde Los Ángeles, California.
Caro
sigue en el narco: EU
En
2011, en el amparo indirecto 180/2011 presentado por la defensa de Caro
Quintero y relacionado con el proceso judicial para lograr su libertad (del
cual se tiene copia), los defensores del capo argumentaron que su cliente era
inofensivo por su precario estado de salud. Supuestamente tenía un problema
cardiaco.
“Ya
que no reúne los criterios para ser una persona peligrosa, además de que su
precario estado de salud físico y mental no se lo permite, además de que
durante la evaluación practicada se llevó a cabo un análisis del expediente
clínico que se le ha formado en el Departamento Médico de la institución
carcelaria donde se encuentra, expediente en el cual no se está anotado ningún
parámetro que nos indicara conducta violenta o agresiva, asimismo, hacia sus
compañeros y hacia el personal adscrito a la propia institución” (sic),
arguyeron.
Tras
su liberación, según los datos recabados, Caro Quintero pasó una larga
temporada en Guadalajara y Puerto Vallarta, donde tiene negocios legales que el
gobierno de México nunca afectó. Pero después se mudó al Triángulo Dorado. Se
presume que se mueve entre Sinaloa y Jalisco.
En
junio de 2013, antes de que Caro fuera liberado, la Oficina de Control de
Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro del gobierno de Estados
Unidos reveló una lista de personas y empresas vinculadas a los negocios del
capo. Entre ellos está su esposa, María Elizabeth Elenes Lerma, y sus hijos
Héctor Rafael, Henoch Emilio, Mario Yibran y Roxana Elizabeth Caro Elenes, así
como socios de Guadalajara.
Se
enumeraron también 10 empresas vinculadas directamente con El Príncipe:
EVCOMER, Pronto Shoes, El Baño de María, Hacienda Las Ánimas, Reforestaciones
Careles, Eca Energéticos, Petro Bio, Desarrollos Bio Gas, Blue Point Salt y
Organic Salt, todas creadas en la última década que él estuvo en prisión.
Igualmente aparecían cinco empresas vinculadas indirectamente con él: DBardi,
Grupo Fracsa, Grupo Constructor Segundo Milenio, Restaurante Bar Los Andariegos
y Piscelánea.
Algunas
de las compañías administran estacionamientos, fabrican zapatos, se dedican a
la compraventa de gasolina y lubricantes, y hasta al mantenimiento de albercas.
Pese
a que la PGR tuvo conocimiento de que Caro Quintero sería liberado desde nueve
días antes de que ocurriera la excarcelación, no avisó al gobierno de Estados
Unidos, lo que le quitó la oportunidad de solicitar su extradición e impedir
así su puesta en libertad (Proceso 1920). Ya liberado, la PGR giró orden de
reaprehensión hasta el 14 de agosto.
El
11 de mayo pasado, la OFAC afirmó que Caro, mediante familiares, conserva su
dinero y bienes. Su actual concubina, Diana Espinosa Aguilar, quien también usa
el nombre de Altagracia Espinosa Aguilar, realiza actividades económicas en
nombre del capo. Según el gobierno de Estados Unidos, Caro conoció a Diana, de
45 años, en Puente Grande, cuando ella estuvo presa por delitos de
narcotráfico.
“Hoy
la designación de Diana Espinoza Aguilar muestra una vez más que su concubino
depende en gran medida del apoyo de los miembros de su familia”, declaró John
E. Smith, director interino de la OFAC, al emitir la orden para congelar bienes
y actividades económicas de Espinosa Aguilar. “El Tesoro, en coordinación con
la DEA, se ha comprometido a que Rafael Caro Quintero sea llevado ante la
justicia y su organización sea desmantelada”.
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