Revista
Proceso
#2069, 26 de junio de 2016.
Un sangriento
“error” de la Gendarmería/Jorge Carrasco Araizaga y Patricia
Dávila
En
el deslinde de responsabilidades que reclaman diversos sectores de la sociedad
por la violencia armada en el desalojo de la CNTE y pobladores que los apoyan
en Nochixtlán, Oaxaca, policías federales señalan que los autores de los
disparos desde las filas gubernamentales fueron los efectivos de la
Gendarmería, la división creada a iniciativa del presidente Enrique Peña Nieto
y comandada por oficiales cercanos a él. Fue “un error táctico”, señalan.
La
creación policial del presidente Enrique Peña Nieto, la División de
Gendarmería, está en el centro de las investigaciones por los disparos de la
Policía Federal (PF) en el enfrentamiento con civiles el pasado domingo 19 en
Nochixtlán, Oaxaca.
En
el frustrado operativo para desalojar la carretera Oaxaca-Cuacnopalan, a la
altura del municipio Asunción de Nochixtlán, en la Mixteca, participaron tres
divisiones de la PF: la de Seguridad Regional, Fuerzas Federales y Gendarmería.
Policías
federales que participaron en esa acción aseguran que fueron efectivos de la
Gendarmería quienes dispararon sus armas de cargo cuando escucharon
detonaciones provenientes de la multitud que llegó a apoyar a los profesores de
la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que tenían
tomada la carretera.
“Fue
un error táctico” de la Gendarmería responder de esa manera, consideran
efectivos de la corporación que hablaron con Proceso a condición de no publicar
sus nombres. Esa división está a cargo del comisario Manelich Castilla
Craviotto, cercano al presidente Peña Nieto, quien lo restituyó como mando en
la corporación.
Enrique
Galindo Ceballos, comisionado general de la PF, explica a este semanario que en
el operativo participaron esas tres divisiones. La mayoría pertenecían a
Fuerzas Federales y a la Gendarmería, y los demás a Seguridad Regional, quienes
fueron “los que inician el protocolo de diálogo en el desalojo”. Éstos son
quienes están permanentemente destacados en el estado y su cuartel fue
destruido el domingo 19, después del motín.
Las
Fuerzas Federales y la Gendarmería participaron en el operativo de desalojo con
cerca de 400 efectivos, que llegaron en distintos momentos al estado, según la
explicación del comisionado. De acuerdo con el reglamento de la Ley de la
Policía Federal, ambas divisiones tienen facultades para restablecer el orden.
Al
mando del general Salvador Camacho Aguirre, las Fuerzas Federales llegaron a
Oaxaca como refuerzo el jueves 16, en dos aviones de la corporación procedentes
de la Ciudad de México. Ahí está su centro de mando, conocido como Contel, en
la delegación Iztapalapa.
La
División de Gendarmería ya estaba en Oaxaca, donde desde hace un mes la CNTE y
sus simpatizantes toman carreteras en protesta contra la reforma educativa de
Peña Nieto.
Esa
división de la PF, creada por iniciativa presidencial, fue desplegada en Oaxaca
el año pasado con motivo de las elecciones federales. Se quedó en la entidad,
aunque con menos efectivos, y de acuerdo con Galindo también tiene
entrenamiento y equipo para contener disturbios en los desalojos.
En
entrevista telefónica, el viernes 24, el comisionado Galindo sostuvo que el día
de los hechos, después de un primer momento en que la división de Seguridad
Regional había contenido a los profesores de la CNTE y despejado casi toda la
carretera, llegó un numeroso grupo de civiles: unos 2 mil, según estimaciones
oficiales:
“Se
desahogó casi toda la carretera. Se logró contener durante casi dos horas y
después de eso llegó gente extraña al movimiento, ya con cohetones, incluso con
aspecto diferente. Quienes estaban a cargo del operativo de desocupación me
reportaron que se escuchaban disparos de arma. ‘No se vayan a confundir con
cohetones’, les dije. ‘Definan bien’. Me confirmaron que sí eran disparos. Eso
cambió todo, fue lo que decantó la operación.”
Al
sentirse rebasados en número, los federales pidieron refuerzos. Llegaron por
tierra y aire otros 120 elementos de la Policía Federal. Sumados a la fuerza
que ya estaba, en total habrían participado 520 efectivos de la Policía
Federal. Los primeros 400 llevaban equipo antimotines. El refuerzo habría
llegado armado.
En
el operativo de desalojo también habían sido destacados 400 elementos de
Seguridad Pública estatal y 50 agentes ministeriales. En total participaron
unos 850 policías de varias corporaciones. Pero no sólo llegaron los efectivos
de la Gendarmería a reforzar a los primeros, sino que el gobierno de Oaxaca
envió a más hombres de Seguridad Pública.
–¿Quién
dio la orden de disparar? –se le pregunta al comisionado general de la PF.
–No
es asunto de ordenar, sino de reaccionar. La Policía Federal no traía armas.
Cuando te enfrentas a una situación así no esperas una orden; están entrenados
para reaccionar. Pero el criterio básico que aplicamos es el de la ONU sobre el
uso de la fuerza en disturbios. El principio 9 de ese instrumento internacional
dice que cuando está en peligro la integridad física de los ciudadanos o de los
policías se puede usar el arma de fuego. Somos cuidadosos en observarlo. Por
eso, cuando se hizo el plan de desalojo, certificamos que no llevábamos armas.
Asegura
que la PF tiene un protocolo de uso de la fuerza, que hasta ahora no es
público. “Hay una lógica operativa. No se pueden usar las armas de fuego de
manera indiscriminada. Además, en México no tenemos una ley de uso de la
fuerza. Nosotros somos los más interesados en que se legisle, pero hay
resistencias porque la ley haría más violentos los desalojos, al menos las
propuestas de ley que hay así lo establecen”, dice.
Galindo
asegura que en la planeación policiaca estaba descartado el uso de las armas,
pese a que en la región hay antecedentes de movimientos radicales. Con lo que
no contaban es que se hicieran notar “grupos de interés”.
–¿Ese
escenario no estuvo en la planeación policial del operativo?
–Antes
del domingo 19, durante tres semanas tuvimos una gran cantidad de intervenciones
en Oaxaca y en ninguna habíamos tenido injerencia de extraños y menos con armas
de fuego. En el año que tenemos ahí no se había presentado una situación de
arma de fuego. Nuestros análisis no lo consideraron.
–¿Ni
siquiera porque es una zona con presencia de guerrilla?
–Desde
el año pasado, los grupos tradicionales guerrilleros se habían mantenido al
margen y ellos tampoco se activan por activarse. Yo no sé si sea un asiento de
guerrilla o de delincuencia organizada. En el caso de la guerrilla, hay un
procedimiento antes de que se activen. No hubo nada de eso. La delincuencia es
diferente. Y los grupos de interés que quieren desestabilizar también operan
diferente. A pesar de ser una zona delicada en ese sentido, no tenemos
registros de que la guerrilla se haya activado, en lo absoluto.
–¿Qué
grupos de interés?
–No
lo sé. Es una línea de investigación de la fiscalía de Oaxaca, que está a cargo
de las indagatorias. Lo que nos sorprendió es que hubo gente extraña que no
tenía que ver con el pueblo y el bloqueo.
Iban
desarmados, aseguran
De
acuerdo con la PF, tres de sus efectivos resultaron heridos de bala: dos de
calibre .22 y uno por revólver calibre .38. El delegado del Instituto Mexicano
del Seguro Social en Oaxaca, Juan Díaz Pimentel, informó el pasado miércoles
que uno de los civiles heridos, Luis Martínez Martínez, también fue herido con
un arma calibre .22
En
contraste, la Gendarmería utiliza el poderoso fusil de asalto SCAR (Special
Forces Combat Assault Rifle, fusil de asalto para combate de las fuerzas
especiales), diseñado originalmente para el ejército de Estados Unidos. Su
calibre es 5.50 mm y tiene 60 tiros; cada uno puede alcanzar hasta a tres
personas.
Una
fotografía del operativo de “contención” en Nochixtlán muestra a un elemento de
la PF en uniforme de campaña que apunta con un arma larga. En otra se ve a uno
más, con vestimenta similar, que se dispone a usar una pistola.
Elementos
de la corporación que participaron en esa acción señalan en entrevista que en
las elecciones del año pasado fueron destacados en Oaxaca 6 mil elementos, y
pasado el proceso se quedaron cuatro compañías de 100 efectivos cada una. Ellos
han custodiado el centro de la capital oaxaqueña, las instalaciones del
Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, el aeropuerto y las vías
federales, ante posibles acciones de la CNTE.
Uno
de ellos señala que el enfrentamiento en Nochixtlán fue imprevisto: “Se fue
gestando conforme pasaron las horas. La información de que podía existir un
choque violento se tenía, pero nadie creyó que realmente se suscitara y que
fuera de tal gravedad.
“Los
mandos enviaron a unos mil policías de Fuerzas Federales, Gendarmería y Policía
Estatal, no exactamente a ese punto sino a uno cercano, a donde se encontraba
el contingente de la CNTE bloqueando la carretera. Permanecimos allí en acción
preventiva. Nos quedamos en una línea mientras el grupo de expertos dialogaba
con los dirigentes de movimiento. Necesitábamos desactivarlos, desalojarlos,
pero siguiendo el protocolo. No llegamos directamente a quitarlos.”
Precisa
que los agentes federales portaban un equipo corporal denominado “antimotín
español”. Otros llevaban el inglés, consistente en un armazón de policarbonato
que cubre parte del cuerpo. Ese material es duro pero con cierto grado de
flexibilidad y no tiene blindaje, por lo que no detiene un tiro. Se les
proporcionó un bastón PR-24, fabricado con el mismo material del armazón,
además de granadas de humo, irritantes y lacrimógenas.
“Todo
esto se utilizó por instrucciones de Salvador Camacho Aguirre, el comandante
responsable que dio la orden de accionar el equipo”, indica la fuente, que
pidió el anonimato.
Esa
versión coincide con la de otro policía federal, quien asegura que salieron
hacia Nochixtlán sin armas de fuego: “En estos eventos no se usan; sólo
portamos el equipo antimotines. Incluso, previo al evento, un grupo de la CNDH
pasó a cada compañía a ver qué tipo de armamento y equipo usamos”. Aclara que
esa revisión es parte de un protocolo.
Cuando
se agravó la situación, añade, se lanzaron granadas con el fin de dispersar a
la muchedumbre.
Y
matiza: “Entre los compañeros se maneja que arribamos a Nochixtlán en total
unos mil elementos, entre Gendarmería y Fuerzas Federales. La Gendarmería
participa, pero al interior de la corporación no se le toma mucho en cuenta,
por lo frágil que se le considera. Es una corporación nueva y la inexperiencia
los hace actuar erróneamente. No tienen el criterio para resolver algún tipo de
reacción, además de que no se apegan a los protocolos. Tienen otras ideas”.
Explica
que cuando los agentes federales fueron trasladados a Nochixtlán, el equipo
antidisturbios viajó desarmado pero escoltado por un grupo que sí portaba
armas. Al llegar al lugar, el equipo antidisturbios se quedó allí y el
contingente armado se desprendió antes. Nunca llegó al lugar de la
“contención”, precisa el entrevistado.
–¿Y
si sufren un ataque armado? –se le plantea.
–Es
cuestión de los comandantes. Nosotros vamos desarmados y nos colocamos frente
al grupo de manifestantes. Nosotros tenemos que contener sin agredir. Es la
consigna.
–¿De
dónde salieron los disparos por parte de la policía?
–Se
dice que fue personal de Gendarmería los que, por su falta de tacto en ese tipo
de situaciones, cometieron ese error.
Acerca
de si hubo francotiradores, como afirman algunos pobladores, responde: “No. En
estos eventos no se manejan este tipo de personas. Descártelo, no se toman esas
medidas”.
Y
agrega: “Cualquier acción, los comandantes la consultan con el comisario
general, todos recibimos órdenes de él. Cualquier movimiento que hacemos es
porque pasó por el visto bueno del comisionado nacional de Seguridad (Renato
Sales Heredia) e incluso el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio
Chong”.
Mandos
peñistas
El
titular de la Gendarmería, Castilla Craviotto, trabajó en la desaparecida
Secretaría de Seguridad Pública federal con su extitular Genaro García Luna. A
principios de este sexenio había sido destituido como mando de la PF.
En
agosto de 2013, Manuel Mondragón, entonces titular de la Comisión Nacional de
Seguridad, de la que depende la PF, relevó a Castilla Craviotto de la División
de Seguridad Regional.
Los
motivos de su salida nunca fueron explicados, pero ocurrió después de un
fallido operativo antidrogas en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de
México, de denuncias de despidos masivos en Seguridad Regional y de versiones
periodísticas sobre una supuesta relación de Castilla Craviotto con el
narcotráfico.
Pero
éste no salió de la corporación. Fue designado agregado de la PF en la embajada
de México en Colombia. Mondragón sí se fue. Castilla Craviotto permaneció en
Bogotá ocho meses, hasta que fue llamado para encabezar el proyecto de
seguridad de Peña Nieto. Aunque poco tiene que ver con la idea original de que
la Gendarmería reemplazara a la PF (Proceso 1970), a partir de junio de 2014
está a cargo de la División de Gendarmería de la Policía Federal.
El
abanderamiento del nuevo cuerpo policial lo encabezó el propio Peña Nieto en
Valle de Bravo, Estado de México, justo cuando había crecido el número de
secuestros en ese municipio, donde familias adineradas tienen casas de
descanso.
Castilla
Craviotto, quien entre 2004 y 2007 tuvo a su cargo el Programa de Justicia de
la Fundación Telmex, consistente en el pago de fianzas penales a personas
pobres acusadas de delitos menores, quedó envuelto en la polémica cuando apenas
había sido designado titular de la Gendarmería.
En
noviembre de 2014 firmó un contrato con la empresa Desarrolladora M para la
construcción de seis cuarteles móviles de la Gendarmería, por un total de 535
millones 54 mil 883.97 pesos, cuando la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público había autorizado para ese rubro sólo 250 millones (Proceso 2018).
Además
de Castilla Craviotto, firmó el contrato Modesto Serrano Mendoza, titular de
Enlace Administrativo de la División de Gendarmería y anterior colaborador de
Peña Nieto en el gobierno del Estado de México, donde fue subdirector y
director de la Secretaría Técnica de la Administración y Planeación
Presupuestal.
En
2014 Serrano fue titular del Secretariado Ejecutivo del Sistema Estatal de
Seguridad en Michoacán, cuando otro cercano a Peña, Alfredo Castillo Cervantes
–actual titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte– fue
comisionado federal para ese estado. De ahí Serrano saltó a la Gendarmería, que
ahora está bajo investigación no sólo en la Unidad de Asuntos Internos de la PF
sino en la Procuraduría de Oaxaca y en la General de la
República.
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