27 abr 2019

Vivimos en el país de los crímenes perfectos/ Jorge Volpi

Crímenes perfectos/ Jorge Volpi
Quizás el mayor problema del país no sea la corrupción/
Reforma, 27 Abr. 2019

La corrupción: durante toda la campaña, y desde que entró en funciones el nuevo gobierno, no hemos dejado de escuchar que la corrupción, en sus distintas encarnaciones, es el mayor problema del país, por encima de la violencia o la desigualdad. Una corrupción endémica y atroz, que todo lo permea y todo lo destruye, una corrupción que es como una imparable mancha de aceite, una corrupción que, afincada en la lógica neoliberal que el Presidente tanto aborrece, es la culpable de todo lo que no marcha en el país. La corrupción, pues, como el gran enemigo: si antes fue el narco -y su representación como mal absoluto-, ahora es esa especie de hidra de mil cabezas, abstracta y repulsiva, a la que se achacan todos los males de México.

Nadie duda de que parte de esto sea verdad: la corrupción fue una pieza clave de todos los gobiernos priistas que el PAN no solo no revirtió, sino que asimiló sin reparos. Y, cuando el PRI volvió al poder en el 2012, ésta se convirtió ya no solo en una práctica aceptada, sino en una auténtica política de Estado: con la Estafa Maestra como emblema, pero con miles de prácticas de desvíos y simulaciones semejantes, el gobierno de Enrique Peña Nieto se dedicó a saquear sistemáticamente las arcas nacionales, sin que a la fecha podamos calcular aún el monto robado a los impuestos ciudadanos.
El problema es que el crimen perfecto solo existe en la retorcida mente de unos cuantos novelistas policiacos... y en México. Porque la incalculable serie de crímenes cometidos durante los últimos años, y me refiero por ahora solo a los peculados y robos de los políticos en turno, solo se convierten en perfectos si nadie paga por ellos, si nadie persigue a los culpables, si la justicia es incapaz de enjuiciarlos y sentenciarlos. Y eso es precisamente lo que está pasando ahora con la llamada política de "punto final" defendida por el presidente López Obrador: una medida que no hace sino enviar un equívoco mensaje a un país donde nunca impera la justicia.
Porque quizás el mayor problema del país no sea la corrupción, y ni siquiera la violencia, sino la ausencia de un Estado de Derecho y de un sistema de justicia transparente, independiente, eficaz y confiable. Es decir, de un sistema donde impere la seguridad jurídica y donde los crímenes no puedan ser nunca perfectos, donde se investigue y persiga a los presuntos culpables de cualquier tipo de delito, donde se les enjuicie (asumiendo la presunción de inocencia y el respeto a los derechos humanos) y donde, en fin, se condene a los culpables de cualquier ilícito.
Por desgracia, en nuestro país ocurre lo contrario: casi ningún delito termina con una sentencia firme. Ya sabemos, gracias al reportaje "Matar en México", de Animal Político, por ejemplo, que en el caso de los homicidios -esto es, uno de los delitos más graves y más difíciles de ocultar-, nueve de cada diez casos nunca se resuelven. Debo repetirlo: nueve de cada diez. Imaginemos lo que pasa en el caso de las violaciones o los simples robos. Vivimos, pues, en un universo donde el crimen perfecto es la norma, donde se mata porque se puede matar impunemente, donde se viola o se hurta o se hiere o se trafica simplemente porque se puede violar, hurtar, herir o traficar sin ninguna consecuencia, o al menos con una altísima probabilidad de que nada vaya a ocurrir.
Vivimos en el país de los crímenes perfectos. Un país en el que no ayuda que el Presidente anuncie públicamente su intención de que los delitos de sus antecesores queden impunes. Y, sobre todo, en una época en la que a nadie parece preocuparle que no haya una sola propuesta concreta para reformar radicalmente un sistema de justicia inoperante, ineficaz y corrupto, es decir, la piedra angular que permite que en este país la corrupción y la violencia se mantengan y prosperen. Mientras no se cambie de tajo esta situación, nada va a cambiar y esquemas como la Estafa Maestra, u horrendos crímenes como el de Minatitlán, seguirán repitiéndose una y otra vez porque, simplemente, nadie paga por ellos.
@jvolpi

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