Dos aviones de la Fuerza Aérea Mexicana aterrizaron la noche de anoche en la Base militar de Santa Lucia, Estado de México; llegaron 287 compatriotas, entre los connacionales hay residentes en Israel, deportistas y turistas que visitaban el país cuando ocurrió el atentado terrorista...
El vuelo fue de casi 20 horas, realizando escalas en en Turquía, Irlanda, Canadá y EU ; son apenas dos vuelos humanitarios..
Afortunadamente el c. Presidente anunció hoy un puente aéreo para rescatar a 764 mexicanos que siguen en Israel,
Mañana viernes partirán nuevamente dos aviones de la Fuerza Aérea."Entonces, vamos a hacer este puente aéreo, se va de nuevo mañana, se van los dos aviones ya con este propósito; Relaciones Exteriores ya está haciendo los trámites.
Pues, agradecerles a las autoridades de Israel que nos están dando estas facilidades, no han cerrado el aeropuerto de Tel Aviv; sin embargo, ya están suspendiendo más vuelos comerciales.
Y pues ya sabemos que se trata de una situación muy grave, lamentable, y deseamos de todo corazón que no escale el conflicto, que se busque la paz, pero no se ve, lamentablemente, que en el corto plazo puedan cesar las hostilidades. Entonces, necesitamos proteger a los mexicanos que están en Israel y por eso esta decisión que tomamos.
Raymundo Riva Palacio dedica su columna Estrictamente Personal en en El Financiero donde comenta que el asunto de los primeros repatriados es más propaganda que una operación humanitaria.... Recomiendo su lectura...
Y es que hay muchos mexicanos que no han sido contado por la embajada israelí..
La prioridad de evacuación en los dos primeros vuelos r fueron turistas.. ¿Y qué bueno! Pero ¿y los demás compatriotas?
AMLO dice que faltan 764 ..
Mmm.
Las cuentas no cuadran ..VI una larga lista de 1500 que han pedido apoyo de la Cancillería..
.¿Y los demás mexicanos c. Presidente?..
Acaso han sido discriminados?
Hay en Israel hasta antes del conflicto poco mas de 6 mi compatriotas que trabajan y viven allá; urge tener contactos con ellos.
Preguntó ¿Y los mexicanos qué viven en la franja de Gaza?
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Las columnas políticas hoy, jueves 12 de octubre de 2023
Estrictamente Personal
Claroscuros de una evacuación/Raymundo Riva Palacio
EL FINANCIERO.., octubre 12, 2023 |
La evacuación de mexicanos de Israel, una atinada decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador, resultó hasta este momento más propaganda que una operación que se olvidara de la narrativa y rescatara a todos nuestros connacionales de la guerra en Israel. Doscientos setenta y seis mexicanos llegaron a México este miércoles procedentes de Tel Aviv en dos aviones de la Fuerza Aérea Mexicana, cuyo arribo saludó la secretaria de Relaciones Exteriores, Alicia Bárcena, con una emoción afectada. “Mexicanas y mexicanos con nombre y apellido, hijas, madres, hermanas que hoy se reúnen en México”, dijo. “Representan vidas salvadas y familias reunidas”.
Es cierto, pero parcialmente. Mentira flagrante fue, sin embargo, el trabajo que reconoció del embajador de México en Israel, Mauricio Escanero, y la directora de Protección Consular y Planeación Estratégica de la Cancillería, Vanessa Calva. Extraño, por no pensar otra cosa, su agradecimiento a la Oficina de Representación de México en Palestina, dejando de lado mencionar al gobierno israelí. Bárcena tiene que explicar qué papel jugó la Autoridad Palestina –enemiga de Hamás–, si en efecto jugó alguno, qué no hizo el gobierno israelí para que lo ignorara, y revisar el papel del embajador, porque la está engañando.
Conversaciones con mexicanos y mexicanas en Israel reflejan una historia muy distinta y contradictoria a la que esbozó ayer con tono épico la canciller.
Desde el principio del conflicto armado, el sábado pasado, con el ataque terrorista de Hamás, decenas de mexicanos y mexicanas no contaron con el apoyo de la embajada, que nunca estableció contacto para conocer su situación y ofrecerles ayuda, como asistirlos para salir de las zonas más calientes. El silencio de la embajada se sintió más en las zonas consideradas vulnerables por el alto riesgo de ataques.
Eso sucedió con Diana, por ejemplo, que está casada con un judío y es madre de dos menores, que vivían en un kibutz –pequeñas comunidades–, vecina de Re’im, un kibutz a cinco kilómetros de la Franja de Gaza, donde 3 mil 500 jóvenes que asistieron el sábado a un festival de música fueron las primeras víctimas del ataque lanzado por las milicias de Hamás, que desde motocicletas y camiones les dispararon con fusiles de asalto AK-47, los famosos cuernos de chivo, asesinaron a cuando menos 260 de ellos y secuestraron a decenas más de toda la zona.
Diana y su familia estuvieron en medio de los combates que libraron las Fuerzas Armadas israelís con Hamás para recuperar las comunidades, sin que la embajada mexicana, que tiene el registro de los mexicanos residentes en Israel y los lugares donde viven, se comunicaran con ella. Finalmente el Ejército israelí los evacuó e instaló en un kibutz en el norte del país, donde siguen enfrentando los morteros y cohetes de Hizbulá, sin que hasta ayer la embajada se hubiera interesado en su suerte.
Varias mexicanas que pidieron que sus nombres no fueran utilizados confirmaron el abandono de la embajada. “De 20 de nosotras que estamos en un chat, sólo a una le llamó la embajada para preguntarle si quería evacuar”, dijo una. Esto sucedió hasta después de que la embajada recibió peticiones para inscribirse en la lista de evacuación, luego de que el lunes el presidente Andrés Manuel López Obrador reveló que había 300 mexicanos que habían solicitado ayuda para salir de Israel y que enviaría dos aviones de la Fuerza Aérea Mexicana por ellos. Pero, en un principio, el personal diplomático en Tel Aviv no tenía idea de lo dicho por el Presidente, mostrando una falta de coordinación de la embajada con la Dirección de Protección Consular, aunque, como hipótesis a partir de experiencias pasadas con el Presidente, pudo haber sido resultado de una ocurrencia que tomó a todos desprevenidos, lo que también explicaría la demora de los aviones militares en partir.
Varios países iniciaron desde el primer momento sus planes de evacuación, utilizando aviones militares y comerciales, a fin de que pudieran sacar de Israel a sus connacionales y a sus familias. No fue el caso de los mexicanos. La prioridad de evacuación fueron los turistas, manejando de manera discrecional la evacuación de los residentes. Además, dijeron las personas consultadas, los militares no permitieron que nadie que no tuviera pasaporte mexicano subiera a los aviones. A una mexicana que llegó con su esposo, israelí, y sus dos hijas menores, le dijeron que ella podía subir al avión, pero su familia no. Esa discriminación provocó que otras mexicanas con hijos y esposos –quienes no están en el frente de guerra– optaran por ni siquiera intentar subirse al avión.
Cerca de mil 500 mexicanos se registraron para ser evacuados, de los cuales sólo lo han sido 276 en dos aviones Boeing 737, que son para vuelos de corto y mediano alcance, lo que explica por qué tuvieron que hacer un viaje lechero con tres paradas para repostar combustible. Varias naciones acudieron a las aerolíneas comerciales, ya fuera rentando sus aeronaves para la evacuación, o desarrollando un modelo híbrido, como Argentina, que envió un avión militar Hércules 130 a Roma, para establecer un puente aéreo con Tel Aviv, organizando vuelos de la capital italiana a Buenos Aires en aviones de Aerolíneas Argentinas.
El gobierno mexicano pudo haber realizado un puente aéreo similar en una capital europea a donde vuela Aeroméxico, y establecer el puente aéreo con los dos 737, como lo hizo Argentina. Además de no haber diseñado opciones, tampoco tienen idea los mexicanos y mexicanas en Israel si habrá otros vuelos para la evacuación, una incertidumbre que no tienen los nacionales de otros países, que tienen la información de que la evacuación será general, incluidas sus familias, y no discrecional y, como hasta ahora luce en el caso mexicano, acotada.
México fue uno de los primeros, si no el primero, en evacuar a sus connacionales, lo que es muy loable. Pero no puede ser una reacción de botepronto, sino resultado de una planeación razonada. Las deficiencias se pueden corregir. Varios cientos de mexicanos esperan en Israel que así sea.
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Cuando fallan la información y la inteligencia/se Jorge Fernández Menéndez
Razones
Excelsior
¿Por qué falló la inteligencia de Israel para detectar el ataque terrorista de Hamás?, ¿por qué falló la inteligencia de Estados Unidos en prevenir los atentados del 11 de septiembre de 2001?, ¿por qué están fallando los sistemas de inteligencia, incluidos los de México, en prevenir situaciones que podrían haber sido controladas previamente? La pregunta es pertinente porque cada vez más la seguridad de los países y las sociedades dependen de una información e inteligencia oportunas y bien analizadas que permitan adelantarse a los acontecimientos. Y cada vez más vemos gobiernos, en México y el mundo, reaccionando ante los ataques, pero lejos de poder preverlos.
¿Por qué falló la poderosísima inteligencia israelí en el ataque de Hamás? El New York Times concluyó que, entre otras razones, fracasó por la combinación de cuatro elementos: porque los oficiales de inteligencia que supervisan los canales de comunicación utilizados por los atacantes de Hamás no fueron capaces de detectar las señales previas a ese ataque; porque hubo una dependencia y confianza excesiva en el equipo de vigilancia fronteriza que fue fácilmente bloqueado por los atacantes, lo que les permitió asaltar bases militares y matar soldados en sus camas, antes de que siquiera reaccionaran; porque se agruparon demasiadas comandancias en una sola base fronteriza que fue invadida en la fase inicial de la incursión, impidiendo la comunicación con el resto de las fuerzas armadas, y porque fueron engañados al aceptar al pie de la letra las afirmaciones de los líderes militares de Gaza, hechas en canales privados, cuando sabían que estaban siendo monitoreados por Israel, de que no estaban preparados para una batalla.
Las fallas del 11-S en Estados Unidos son similares, pero giran en torno a otro problema: las 18 agencias de seguridad estadunidenses de esa época no estaban coordinadas y no compartían correctamente su información, lo que provocó que una gran cantidad de datos que hubieran podido impedir el ataque terrorista se perdieran, no se usaran, no se compartieran: la información estaba allí, pero no llegó a los canales adecuados. Y como ocurrió con Hamás, se subestimó la capacidad de Al Qaeda de organizar una operación de ese tipo, a pesar de advertencias de muchos de sus propios operadores de inteligencia.
Parte de todo esto es algo fundamental en esta época y que se replica en las agencias de inteligencia y en muchos ámbitos de la sociedad: la confianza excesiva en los propios sistemas electrónicos, cibernéticos, las escuchas, ahora en la inteligencia artificial. Israel tenía interceptadas las comunicaciones de Hamás, tenía equipo para monitorear la existencia de túneles en la frontera, tiene los equipos más sofisticados para atender todo tipo de amenazas, pero resultó que los terroristas ingresaron simplemente rompiendo cercas y pasando con motos y camionetas, volando en parapentes, y toda la comunicación, toda la organización se hizo con contactos humanos en forma directa. Y estamos hablando de un ataque que incluyó cerca de mil terroristas, armamento, logística, planificación, coordinación de ataque aéreo con el terrestre. Todo en una franja de territorio que apenas tiene 40 kilómetros de largo y que tomó absolutamente desprevenidas a las poderosas fuerzas de seguridad de Israel.
Todos esos instrumentos cibernéticos, electrónicos, de IA, son esenciales en la seguridad moderna. Pero como ocurrió el 11-S y ahora en este sábado trágico en Israel, lo que faltó fue la inteligencia humana, las filtraciones, los infiltrados, el poder ver a los ojos de los adversarios, que hubiera personas, no máquinas, que pudieran interpretar el clima y manejarse con imaginación respecto a lo que podrían hacer terroristas que no se van a ceñir a ningún código o norma de conducta tradicional, militar o civil. No es fácil ni se consigue en un lapso corto de tiempo, al contrario, pero las fuentes humanas son fundamentales para la seguridad, y la progresiva pérdida o subestimación de éstas se encuentran en la mayoría de los grandes fallos de la inteligencia de los países.
Eso se combina y está relacionado con otro elemento político clave: el clima de desconfianza generalizada hacia la autoridad, con el surgimiento de movimientos populistas de los que se aprovechan también los terroristas. En el 11-S, a todos los elementos objetivos se sumó la percepción de que el país no había podido trascender la elección de noviembre del año 2000, donde el triunfo de George W. Bush terminó siendo decidido por la Suprema Corte, sin que siquiera se hubieran terminado de contar los votos. En Israel, el gobierno de Benjamin Netanyahu es el más conservador y populista de la historia, de un país que estaba dividido y polarizado por ese gobierno decidido a vulnerar el Poder Judicial y muchas libertades de sus ciudadanos. Estaba distraído en su propio conflicto y polarización interna.
En México nos pasa algo similar, con todas las diferencias del caso: no se termina de comprender la magnitud del desafío del crimen organizado (nuestros virtuales terroristas, que han matado 170 mil personas en lo que va del sexenio), el peso del control territorial que ejerce en varios puntos del país, la trascendencia de una crisis migratoria que terminará por estallar en cualquier momento. Hay quienes piensan que los grupos criminales no estarán interesados en los procesos electorales y que no intervendrán ni generarán provocaciones o estallidos. Se equivocan: están leyendo mal la información que ya poseen. Reaccionarán tarde y mal.
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Pensándolo bien
Hamás e Israel, condenas que matan/Jorge Zepeda Patterson
Milenio
Hamás e Israel se han convertido en campo de batalla en las campañas electorales en México. Tragedias convertidas en combustible para presumir solidaridades o denostar rivales. Tampoco hay que espantarse, pero convendría no perder de vista lo que verdaderamente está en juego, más allá de la mezquindad que propicia la grilla.
El ataque de Hamás en Israel debe ser condenado con la severidad que amerita un acto tan atroz. El asesinato de civiles a mansalva, sin distinción de género, edad o condición civil en aras de una causa política debe ser denunciado en los términos más firmes y contundentes. Pero, justamente porque el asesinato de civiles por una causa política es inadmisible, tal condena no puede ser desvinculada de las consecuencias que acarreará: el asesinato de civiles por una causa política. El problema con las condenas unilaterales es que se convierten en coartadas para represiones de igual o mayor magnitud. Para líderes y militares involucrados en el conflicto, el sufrimiento humano es una mera variable en la ecuación, y una competencia para el mérito político medido en aritméticas de sangre: este miércoles la contabilidad en tinta roja reportaba mil 200 muertos y más de 3 mil heridos por el ataque de Hamás, mientras que los bombardeos israelíes en Gaza habían dejado ya mil 55 muertos y al menos 5 mil heridos, buena parte de ellos entre la población civil. Podemos dar por descontado que en los próximos días el balance se desproporcionará “en favor” de los israelíes, acorde a la necesidad de los gobernantes de responder a la presión emocional que ellos mismos han alimentado y que estas condenas unilaterales favorecen.
La denuncia de un hecho por terrible que sea, al margen del contexto de odio en el que se produce, suele desencadenar acciones destinadas a responder a la indignación ciega y a la necesidad de las autoridades para probarse ante la comprensible rabia de los ciudadanos. Hamás debe ser condenado de manera severa, insisto, pero sería terriblemente irresponsable hacerlo sin hacerse cargo de lo que pueda provocar la manera en que lo hagamos. Está a la vista una venganza institucional y colectiva. Estados nacionales, organizaciones y ciudadanos no pueden quedar indiferentes ante la atrocidad cometida por Hamás, pero tampoco a la obvia reacción por parte de los más duros halcones del Estado israelí que desean convertirla en carta blanca para la represión. Paradójicamente, algo que está en plena sintonía con las intenciones del terrorismo de Hamás
Basta ver las primeras declaraciones de algunos de ellos. “El alcance de la respuesta va a ser mayor que en el pasado y más severo… no va a ser limpio… vamos a ser muy, muy agresivos contra Hamás”, afirmó el vocero de los militares israelíes, Richard Hecht, este martes. “Terminó la época para razonar con estos salvajes”, amenazó el enviado de Israel a las Naciones Unidas. “Hamás se convirtió en ISIS y los ciudadanos de Gaza están celebrando en lugar de estar horrorizados… las bestias humanas deben ser tratadas de igual manera”, secundó un general del ejército de ese país.
El conflicto árabe-israelí se ha tejido a partir de una larga cadena de errores e incomprensiones en la que no hay inocentes, salvo las poblaciones víctimas de la inseguridad y el miedo. Tras la Segunda Guerra Mundial las potencias expiaron sus culpas y se lavaron las manos dotando a la castigada población judía de un Estado en otro lado del mundo, en buena medida con cargo a los pobladores de Palestina. La agresión unilateral de los países árabes ante este hecho inauguró una espiral de violencia que no termina. El proceso ha instalado en el poder en ambos lados a versiones duras y belicosas que, de una forma u otra, boicotean y se oponen a la construcción de una paz duradera.
Abundan los análisis que dan cuenta de la manera en que la violencia y los intereses políticos de Hamás empatan con los de Netanyahu y el ala dura del fundamentalismo judío. El acto terrorista suspende de cuajo las conversaciones de paz que iban en camino de conseguir que Arabia Saudita reconociera al Estado israelí, un hito histórico y primer paso para pensar en una mejor convivencia en Medio Oriente. Algo que ninguno de los dos extremos deseaba. Tampoco lo querían los duros de ambos lados en el contexto internacional: Irán, halcones del Pentágono o Putin. Dentro de Israel las consecuencias supondrán un espaldarazo al gobierno conservador que venía enfrentando crecientes presiones de las corrientes democráticas por las medidas autoritarias del régimen. Hamás sabía que la masacre desencadenaría la represión de la población de la Franja de Gaza, y por eso lo hizo. La asfixia por el boicot de alimentos y energía eléctrica contra 2 millones de habitantes y la violencia contra la población civil se convierten en el mejor caldo de cultivo para el discurso político de odio en contra de Israel, base de legitimación del dominio político de Hamás. Paradójicamente, es la misma fuente de la que se nutren los gobiernos de derecha y ultraderecha encabezados por Netanyahu: el miedo y el resentimiento. Sin duda, Hamás es el victimario de hoy, pero habría que tener cuidado con las consecuencias de lo que se invoca, sin saberlo. Incluso organizaciones de buena fe en todo el mundo, en nombre de la solidaridad y la ética, en ocasiones contribuyen al distanciamiento cuando victimizan a solo una de las dos partes: el pueblo judío y la inseguridad en la que vive o la sufrida comunidad palestina.
Son momentos en los que habría que escuchar a los mejores entre nosotros. Daniel Barenboim, el célebre director de orquesta de origen judío, quien en compañía del intelectual palestino estadunidense, ya fallecido, Edward Said, fundó la extraordinaria Divan Orquesta, integrada por músicos jóvenes judíos y palestinos. Él lo puso en estos términos:
“El ataque de Hamás contra la población civil israelí es un atroz crimen que debe ser condenado severamente. La muerte de tantos en el sur de Israel y en Gaza es una tragedia que ensombrece el futuro por mucho tiempo. La magnitud de esta tragedia humana no solo se traduce en vidas perdidas, sino también en rehenes tomados, hogares destruidos y comunidades devastadas. El bloqueo de Israel en Gaza es una política de castigo colectivo que constituye una violación de derechos humanos. Edward Said y yo siempre creímos que el único camino a la paz entre Israel y Palestina es un camino de humanismo, justicia y equidad, y mediante el fin de la ocupación en lugar de acciones militares”.
Otra manera de expresar el profundo dolor que deja esta tragedia, sin la estridencia y mezquindad de otras agendas políticas.
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