Dice la crónica de Joaquim Ibart para La Vanguardia que el anuncio de Manuel Zelaya de que mañana piensa regresar a Tegucigalpa soliviantó aún más los ánimos de los hondureños contrarios a su gestión. A la misma hora en que el derrocado presidente hablaba ante la Asamblea General de las ONU, decenas de miles de personas ocuparon el centro de la ciudad para manifestarse a favor de la paz, la democracia y la Constitución. En otras palabras, se respaldaba al nuevo presidente Roberto Micheletti y se rechazaba a Zelaya.
Al final de la manifestación se presentó el propio presidente Micheletti para reafirmar que con la fuerza de la razón se defenderá la Constitución. El nuevo presidente provocó el entusiasmo de la multitud al afirmar: "Ante las amenazas de un venezolano, mi contestación fue: "señor, en este país de las cinco estrellas somos siete millones y medio de soldados"". Después, hizo un explícito reconocimiento al papel de los militares en la caída de Zelaya: "Los héroes de esta jornada son las Fuerzas Armadas", dijo Micheletti, mientras levantaba la mano del Jefe del Estado Mayor Conjunto, general Romeo Vásquez. El toque de queda decretado por el gobierno estará vigente al menos por cinco días más. Pero lo que es un hecho es que Honduras puede tener el jueves dos presidentes. Uno, el derrocado Zelaya, que anunció el regreso al país, al que unánimemente reconoce la comunidad internacional. El otro, Micheletti, que cuenta con el apoyo de todas las instituciones y, aparentemente, de la mayoría de la población, se ha convertido en un paria mundial.
El problema de la ruptura constitucional en Honduras es de difícil y muy compleja resolución. Pese a las condenas y boicots decretados por la comunidad internacional, las instituciones, Fuerzas Armadas y una parte muy importante de la población rechaza de plano el retorno de Zelaya. El temor a la ingerencia de Hugo Chávez en el país y el aislamiento a que ha sido sometido el país hace renacer el nacionalismo y fomenta que los adversarios del derrocado presidente, cierren filas en torno a Micheletti. Por lo pronto Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia, miembros de la Alianza Bolivariana para las Américas (Alba), así como Chile, México y El Salvador, decidieron retirar a sus embajadores de Tegucigalpa.
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