Mis razones/César Nava,
El Universal, 9 de marzo de 2010
Se me ha acusado de faltar a la verdad. Se ha pretendido generar entre la opinión pública la convicción de que lo reprobable no es que el PRI y Peña Nieto hayan abusado de su posición mayoritaria en la Cámara de Diputados y hayan pedido un salvoconducto electoral para el Estado de México. O que lo censurable no es que ellos mismos hayan incumplido su parte en el acuerdo en apenas seis días, dejándolo así, sin efectos. O que lo deplorable no sea que el propio peticionario y beneficiario del acuerdo haya faltado a un principio elemental de la política y de toda actividad humana, esto es, que haya violado ante las cámaras de televisión el principio de confidencialidad que regía este acuerdo y muchos otros que se celebran todos los días en todos los órdenes de la vida pública y privada de este país.
Quizás erré al confiar dos veces en la buena fe y el sentido del honor de Peña Nieto, al no exigir que constara por escrito la obligación del PRI de apoyar la aprobación del paquete de ingresos en el Congreso y al negar la existencia del acuerdo.
Sobre lo primero, ha quedado evidenciada la realidad. Ya el secretario de Gobernación ha confirmado que en todo momento estuvo de por medio el compromiso de ese partido de apoyar la aprobación de la Ley de Ingresos en el Senado. La negación de la presidenta del PRI y el silencio de Peña Nieto no hacen sino mostrar con toda crudeza la contradicción en la que se encuentran: ofrecieron algo que nunca estuvieron dispuestos a cumplir, tan no lo estuvieron que ni siquiera hicieron partícipe al coordinador de sus senadores de este convenio.
Por lo que hace a la publicidad del acuerdo, si en un primer momento negué la existencia de este pacto fue precisamente en aras de proteger un bien superior, la lealtad a la palabra dada como principio rector de toda relación política, como cimiento y cemento de la confianza entre las partes. La conducta del gobernador lo mimetiza a la cultura de la falsificación que sembró y practicó el PRI durante setenta años para la consecución, la conservación y el acrecentamiento del poder. Sería oportuno recordarle la histórica cita de Churchill: “Usted debe mirar a los hechos, porque los hechos lo miran a usted.”
Si pudiéramos resumir en unas cuantas palabras el proceder del gobernador del estado de México, diría: Primero, pidió el acuerdo. Luego, lo incumplió. Después, lo divulgó. Y ahora, guarda silencio.
He asumido a cabalidad la responsabilidad personalísima de suscribir el acuerdo y las consecuencias de hacerlo público una vez que he sido liberado de mi obligación de reserva. He dicho toda la verdad sobre este capítulo de finales del año pasado. No puedo aceptar por respuesta ni el silencio ni la falsedad.
Lo he dicho y lo reitero, no trabajo para mi causa personal. Siembro para que otros cosechen. He tomado las decisiones que estimo necesarias para darle al país la posibilidad real de una elección entre dos proyectos de nación en 2012. En este camino, entre la opción de pagar un costo individual y la alternativa de preservar un bien superior, optaré siempre por ésta. Lo hice, lo hago y lo seguiré haciendo con la certeza de que, al final, el prisma de la verdad reflejará su luz sobre la escena pública y hará, como escribió el maestro Sabina, que las verdades no tengan complejos y las mentiras parezcan mentiras.
Presidente Nacional del PAN
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