Un acto
terrorista causa tres muertos y un centenar de heridos en Boston
Los
corredores profesionales habían terminado media hora antes pero, en el momento
de la explosión, aún seguían llegando corredores
ANTONIO
CAÑO
El País, Washington 15 ABR 2013
El
maratón de Boston, una de las señas de identidad de esta histórica ciudad, fue
objeto este lunes de un ataque con bombas, coordinado y perfectamente
planificado, según la policía, que tenía el claro propósito de sembrar la
muerte y el caos de forma masiva e indiscriminada. Tres personas perdieron la
vida, según un primer balance, y cerca de un centenar sufrieron heridas de
diversa consideración, algunas de cuales se encontraban anoche en estado
crítico.
El
presidente Barack Obama se dirigió al país unas horas después del suceso para
prometer que, pese a que no se conocía aún a los responsables de este nuevo
ataque terrorista contra Estados Unidos, “las personas o grupos culpables
responderán ante la justicia”. “Vamos a llegar hasta el fondo de este episodio”,
aseguró.
El reloj
de la meta del maratón de Boston marcaba 4 horas, 9 minutos y 43 segundos
cuando estalló el primer artefacto entre las filas del público que seguía la
carrera. Hacía ya hora y media que habían entrado los mejores atletas y se
acercaban en ese momento al final de su odisea los más modestos aficionados.
Algunos de ellos cayeron al suelo por efecto del estallido, otros siguieron
corriendo espantados entre los gritos y los llantos de los presentes. El
público saltó alocadamente las vallas de protección buscando refugio sin rumbo.
Tras su
huida, los rastros de sangre y el destrozo provocado fueron la primera
indicación del tamaño de la tragedia ocurrida. Apenas 10 segundos después hizo
explosión una segunda bomba en un lugar próximo, en los alrededores del hotel
Fairmont Copley Plaza, donde estaba la base de la organización del maratón,
provocando escenas similares
Al
tratarse de un acontecimiento de esa magnitud y seguimiento, la policía y las
ambulancias, que se encontraban movilizados en la zona, estuvieron
inmediatamente en condiciones de trasladar a los heridos al hospital y
desalojar el lugar, lo que, probablemente, salvó algunas vidas. Varios medios
de comunicación informaron que una tercera bomba fue localizada por los
especialistas antes de que llegase a hacer explosión y fue detonada de forma
controlada.
Unos
minutos más tarde, en otro lugar emblemático de Boston, la biblioteca John F.
Kennedy, se produjo otra explosión que provocó un incendio, aunque no muertos
ni heridos. La policía no quiso anoche vincular este incidente con los
anteriores, pese a que reconoció que las explosiones estaban siendo
investigadas como un ataque coordinado y planificado. Entre los dos muertos
confirmados, se encuentra, según medios de comunicación locales, un niño de
ocho años.
Las
autoridades tomaron rápidamente medidas extraordinarias de seguridad en Boston
y en otras ciudades de Estados Unidos. En Boston fue cerrado el aeropuerto y se
conminó a la población a permanecer en sus casas mientras la policía, que no ha
detenido aún a ningún sospechoso, procedía con las operaciones de control. En
Nueva York, Washington y Los Ángeles se adoptaron también medidas adicionales
de protección de los edificios más representativos, con el recuerdo inevitable
del ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001. Desde esa fecha, no se
había producido un ataque de esta naturaleza.
Cuando se
le preguntó al jefe de policía de Boston, Ed Davis, si estábamos ante un ataque
terrorista, respondió: “No le estamos llamando así, pero ustedes pueden sacar
sus propias conclusiones”. Obviamente, como una ataque terrorista está siendo
tratado por el FBI, que está dirigiendo las investigaciones y con cuyo
director, Robert Mueller, habló este lunes Obama para recibir la última
información. El presidente conversó también con la secretaria de Seguridad
Interior, Janet Napolitano.
La
ausencia de una amenaza previa o de pistas sobre los posibles culpables hace
este ataque terrorista particularmente preocupante para el Gobierno. Son muchos
los autores potenciales y compleja la decisión de hacia donde dirigir la mirada
de los investigadores.
El lugar
en el que ocurrieron las dos explosiones principales disponía de cámaras, tanto
de los organizadores de la carrera como de la policía, que podrían ayudar en la
búsqueda de pistas. La maratón de Boston, como la de Nueva York o Chicago, son
de esas grandes concentraciones humanas que cada año representan un dolor de
cabeza para los responsables de la seguridad de esas ciudades, pero que también
resultan imprescindibles para mantener el ambiente de libertad y divertimento
que exige una sociedad democrática. Una carrera popular es un símbolo, aquí y
en otros países, de la conquista del espacio urbano por los ciudadanos. La de
Boston, que este año reunía a unos 30.000 corredores de todo el mundo, es una
de las más antiguas e ilustres y, por tanto, un objetivo magnífico para quien
pretende alcanzar relevancia a costa de sangre fácil. Por mucha protección que
se quiera dar a un evento así, siempre será inevitable una acción de esas
características.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario