- La fórmula del PRD: apoyar al gobierno para sobrevivir
ROSALIA
VERGARA, reportera.
Revista
Proceso
No. 1901, 7 de abril de 2013
Pragmático y reacio a las críticas de sus
correligionarios que le reclaman por la firma del Pacto por México, el presidente del
PRD, Jesús Zambrano, se jacta de
que, con ello, este partido logró colar al gobierno de Enrique Peña Nieto varias de sus
propuestas. En entrevista con Proceso arguye que con ese acuerdo se demuestra
que “es posible hacer política desde la izquierda”.
Cuando se le preguntan las razones de ese apoyo al gobierno, Zambrano responde
que eso no significa decirle sí
a todo lo que pida… “Se trata –dice– de una forma distinta de ser oposición y desde ahí saber sacar las cosas que
benefician al país. Es tan sencilla la fórmula”…
Jesús Zambrano, dirigente
nacional del PRD, titubea cuando Proceso le pregunta si su partido no perdió su carácter opositor al suscribir
el Pacto por México firmado por esa
organización política, el PRI y el PAN.
“Al
contrario –responde–. Frente a quienes dicen que se desdibuja el papel del PRD,
de la izquierda, al participar en el Pacto por México, yo digo que más bien se dibuja en él una forma diferente de hacer política desde la izquierda.”
Quien
también funge como presidente
del Consejo Rector del Pacto se justifica. Al firmar este acuerdo
gubernamental, dice, el PRD logró incrustar “una parte importante” de sus propuestas
que de otra manera no habrían
prosperado. E insiste en que el aval al pacto dibuja la capacidad del PRD de
impulsar “nuestra agenda por esta vía, la de los acuerdos”.
La
palabra desdibujar se incorporó
al vocabulario perredista desde 2007. La división interna comenzó el año previo, después de la elección presidencial. Se recrudeció en 2008, cuando Jesús Ortega asumió la presidencia del PRD
tras una resolución del Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Durante la gestión de Ortega, el partido
perdió varias posiciones y dejó de gobernar a 8 millones
de mexicanos.
La
caída puso en riesgo el
registro del PRD en varios estados, por lo que el entonces coordinador del Diálogo para la Reconstrucción de México, Manuel Camacho, propuso
formar alianzas electorales con el PAN con un doble propósito: frenar al PRI en su
intento por recuperar la Presidencia en 2012 y evitar que el propio PRD se
desdibujara en las preferencias del electorado (Proceso 1758).
En
febrero de 2011, después de tres años de pugnas intestinas,
las corrientes perredistas admitieron que su partido estaba a punto de la
ruptura. El mismo Zambrano admitió que había una “ruptura de facto”. Es una lástima, dijo, que las
corrientes internas tuvieran “vocación de minoría” (Proceso 1793). El 2 de octubre de ese año el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) se
convirtió en asociación civil.
El
primer acto de ruptura sobrevino durante el plantón de Reforma en 2006, luego de que el senador
perredista Héctor Bautista, quien
aspiraba a la gubernatura del Estado de México, se reunió con Felipe Calderón después de una huelga de hambre para gestionar programas
sociales.
“Desde
entonces el gobierno federal tiene metida la mano en el PRD y cada vez con
mayor margen de maniobra”, dijo Dolores Padierna Luna, a la sazón senadora, mientras que
Martí Batres, dirigente de
Izquierda Social, insistió en que la izquierda
perredista se estaba desdibujando.
El
investigador de El Colegio de México
Jean François Prud’homme comparó esa crisis perredista con
la de 1994, después de que Cuauhtémoc Cárdenas perdió por segunda vez la elección presidencial e inició una gira por el país, interrumpida por la
falta de apoyo del PRD, encabezado por Porfirio Muñoz Ledo.
Desde
esa época Prud’homme vaticinó lo que hoy sucede en el
PRD: que Nueva Izquierda sustituiría al caudillaje –el de Cárdenas y el de López Obrador– para
imponerse en las estructuras del partido (Proceso 1606).
“Diferencias”
con Peña Nieto
Zambrano
firmó el Pacto por México a espaldas de la
Comisión Política Nacional (CPN) y del
Secretariado Nacional de su partido; incluso se atribuyó la propuesta, aunque su
homólogo priista, César Camacho Quiroz, dice
que la idea del pacto es suya.
“La
reforma a las telecomunicaciones contiene esencialmente planteamientos del PRD.
Solos –apunta– jamás la hubiéramos sacado en la Cámara de Diputados. Vamos a
seguirla impulsando en el Senado y luego en las legislaturas estatales.”
Cuando
habla del Pacto por México, Zambrano siempre lo
defiende, e insiste en que el acuerdo no implica decirle sí a todo lo que proponga el
gobierno de Peña Nieto.
“Si
el gobierno dice sí a todo lo que contiene el
pacto, ¡qué bien! ¡Qué bueno! ¿Por qué oponernos? ¿Cuál sería el papel opositor
nuestro? Yo se lo dije a Peña
Nieto: Tenemos diferencias con usted, señor presidente, porque estamos convencidos de que
se requiere una política económica diferente, que no sea
la misma generadora de pobres.
“No
queremos una política social
asistencialista. Queremos nosotros un Estado que garantice los derechos humanos
y sociales; queremos una reforma hacendaria que grave a los poderosos y no esté pensando en gravar a los
alimentos y medicinas. Se lo dije ante los medios de comunicación de cara al país”, sostiene.
Y
se pregunta: “¿Acaso se pierde nuestro papel opositor por el hecho de que 70%
de nuestras banderas estén contenidas en el Pacto
por México y que, al mismo
tiempo, estemos diciendo que tenemos diferencias?… De ninguna manera”.
–Entonces
ya no es papel opositor sino negociador –se le cuestiona.
Responde:
“Somos una fuerza de oposición
nacional, pero ser oposición
no significa decirle que no a todo. Significa saber, tener la posibilidad de
decir claramente en qué no coincidimos, así como la capacidad de
construir acuerdos cuando no tenemos la fuerza por nosotros mismos de poder
sacar las cosas.
“O,
¿cómo se sacan las
iniciativas de ley en la Cámara
de Diputados y en el Senado? ¿Solitos o acordando con los demás? Al acordar con los demás, ¿perdemos nuestra
capacidad de ser fuerza opositora? De ninguna manera. Se trata de una forma
distinta de ser oposición y desde ahí saber sacar las cosas que
benefician al país. Es tan sencilla la fórmula.”
Zambrano
dice incluso que el Pacto por México
no elimina a los partidos políticos
como para formar un partido nacional único.
–Pero
el pacto lo hicieron sólo tres partidos, pues el
Partido del Trabajo, el Movimiento Ciudadano y Nueva Alianza fueron excluidos.
–¿Y
qué tiene que ver eso? Se les
ha hecho un llamado para que se sumen y no han querido hacerlo. Ahí, en el pacto, están contenidos 85% de los
votos ciudadanos de los comicios presidenciales del pasado 1 de julio.
–Pero
mucha gente se queja de que no se le tomó en cuenta.
–Pero
cuando se ponen sobre la mesa reformas como la de telecomunicaciones votan en
contra.
En
su discurso, Zambrano –cuya corriente, Nueva Izquierda, tiene el control del
PRD y colabora de manera estrecha con los gobernantes en turno– ha dicho que
quienes rechazan cualquier propuesta partidista o gubernamental sólo pretenden mantener el
status quo porque, en su opinión,
“en los hechos, los que se oponen se toman de la mano y son aliados e
instrumento de los poderes fácticos
en el país”.
–¿En
verdad cree eso?
–Absolutamente.
Sí pero no cuando
se le cuestiona sobre la contradicción que significa firmar el Pacto por México con el gobierno
priista, cuando hace años el PRD optó por aliarse con el PAN
para impedir el regreso del PRI al poder, Jesús Zambrano refuta:
“¡Bueno,
sí, pero al mismo tiempo
tiene un mayor grado de no contradicción… Desde hace décadas no se veía que estamos sacando reformas trascendentales
para la vida del país.
“Llevamos
la de educación, la de
telecomunicaciones; lo del acotar al fuero, que es un reclamo social; saber si
es cierto o no que la gente considera a los funcionarios y legisladores como
una clase política intocable.
Lamentablemente el presidente de la República seguirá siendo intocable porque el PRI no quiso que fuera
sujeto de acotamiento del fuero. Esto habla de una manera distinta de hacer política.”
Resalta
que el costo político electoral que pudiera
tener para el PRD la decisión
de firmar el pacto “será un buen termómetro para medir el ánimo de sectores
mayoritarios de la sociedad”.
Indica
que, a diferencia de 2009, cuando el PRD bajó de 32 a 17% en las preferencias electorales con
respecto a 2006, ahora están
“apostando a crecer”.
Sobre
las alianzas para los comicios estatales de este año, comenta, al menos en la
mitad de ellas PRD y el PAN irán
juntos. “En el caso de Veracruz, dominada por el PRI desde siempre y donde el
Instituto Electoral del Estado nos quitó la coalición, vamos a sacar un buen resultado como PRD”,
dice.
El
17 de marzo último Zambrano declaró que el Pacto por México “siempre está en riesgo” ante la
posibilidad del aumento al Impuesto al Valor Agregado (IVA), el gravamen a
alimentos y medicamentos y la apertura de Pemex al capital privado.
Sobre
una eventual salida del PRD del pacto, expone: “Cuando el PRI y el gobierno
pongan sobre la mesa sus propuestas de reforma hacendaria y de modernización de Pemex veremos si es
posible que se ciñan a lo que dice el pacto.
Vamos a ver si se mantienen o no en la línea de Peña Nieto, quien dijo: modernizar, sí, pero sin privatizar.
Vamos a verlo. Pero mientras no haya una propuesta sobre la mesa, ¿para qué adelantar vísperas?”.
–Pero
se sabe que vienen con esa intención.
–Pero
han ido modulando sus declaraciones. Veremos qué es lo que finalmente ponen sobre la mesa. Está claro que ellos tienen
una visión y nosotros otra. Vamos a
ver si lo que queda en el escenario son las cosas que nos dividen o son las
cosas que nos acercan.
–Entonces,
¿qué quiso decir cuando
mencionó que el pacto siempre está en riesgo?
–Pues
que siempre está en riesgo. Si ellos
quieren hacer cosas indebidas, si ellos se quieren pasar de la raya en
determinadas cosas, si nos quieren aplastar a como dé lugar, haciendo uso
indebido de recursos públicos, de programas de
gobierno para ganar las elecciones el próximo 7 de julio en 14 entidades, claro (que hay
riesgos).
–¿No
fue suficiente el caso Monex para desconfiar del PRI?
–Es
un asunto que todavía está valorándose. Nosotros emitimos
un juicio severísimo en el caso Monex,
pero eso (no) va a impedir que nos sentemos a dialogar por el bien del país.
–¿Cuál sería el costo para usted,
dentro de su partido, en caso de que se aprueben reformas contrarias a sus
principios?
–No
voy a ser cómplice ni voy a pagar ningún precio; no voy a aceptar
ninguna de esas propuestas. Así
de sencillo.
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