- Todo puede pasar en un clima de crispación/JESUSA CERVANTES
- Revista Proceso No. 1901, 7 de abril de 2013
La
confirmación de que cuatro sicarios
se prepararon para ejecutar a dos integrantes de uno de los tres Poderes de la
Unión hicieron al diputado
federal remitirse a la Colombia de los ochenta: “El asesinato de políticos, porque ya estamos a
ese nivel”, dice preocupado a Proceso.
La
madrugada del viernes 5, cuatro hombres fueron detenidos por agentes de la
Procuraduría General de la República (PGR); estaban
hospedados en un hotel a pocos metros de las oficinas privadas de Ricardo
Monreal, legislador de oposición
conocido por la contundencia y solidez de sus denuncias contra los últimos tres gobiernos
federales (dos del PAN y uno del PRI).
A
sus oficinas suele acudir su hermano, el senador David Monreal, el otro
objetivo del grupo de sicarios, según la PGR, instancia que junto con los equipos de
inteligencia de la Secretaría
de Gobernación descubrió el presunto plan para
ejecutar a los dos legisladores, a quienes alertó del riesgo la noche del martes 2.
En
un país como México, donde el sexenio
pasado dejó unas 100 mil personas
asesinadas o desaparecidas por el crimen organizado y un nuevo gobierno que
arroja en sus cuatro primeros meses una cuenta aproximada de 4 mil muertes,
Ricardo Monreal insiste en lo errático de la política anticrimen que se sigue y en la aplastante
forma de ejercer el poder, imponiendo cambios al Legislativo. Cambios que,
dice, ya generan enojo social.
Ricardo
Monreal, quien acusó al PRI de recurrir al
dinero negro para encumbrar a Enrique Peña Nieto en la Presidencia, es uno de los
responsables de que el Instituto Federal Electoral mantenga abierto el
expediente de los gastos de campaña del actual presidente.
En
entrevista con Proceso el diputado federal cuestiona no sólo la errática estrategia contra el
crimen organizado sino también
la forma de gobernar del priismo, que desde el Ejecutivo le ha impuesto al
Legislativo reformas constitucionales. Algo que, dice, puede desembocar en una
crisis de gobierno, en un enojo social que ya se siente y puede llevar a
inevitables conflictos, como ya se ve en la ira del magisterio y sus tomas de
carreteras.
Es
un momento difícil “porque los gobiernos
dictatoriales lo primero que hacen es desprestigiar al Congreso. Lo deterioran
porque es el único que puede ser
contrapeso y equilibrio. Cuando no hay contrapesos, hay un solo poder”.
“Ser
oposición en un país como México te hace vulnerable”,
sostiene. Pero descarta que el presunto intento de asesinato en contra suya y
de su hermano sea un amago del gobierno para alinear y atemorizar a quienes lo
cuestionan. “Fue real”, dice aliviado por saberse vivo. Reconoce también la labor de inteligencia
de la administración federal.
Opositores
en riesgo
A
finales de los noventa Ricardo Monreal abandonó las filas del PRI y se cobijó en el PRD, partido que lo
llevó a la gubernatura de
Zacatecas. Como gobernador de un partido distinto al que ostentaba el gobierno
federal, Monreal adquirió mayor presencia y se
convirtió en un polémico opositor que
aglutinaba a otros mandatarios. Pero también se hizo de enemigos políticos en el sol azteca; la
principal: Amalia García, quien lo sucedió en el Ejecutivo estatal.
Para
la elección de 2010, cuando García iba a dejar el cargo,
Ricardo apoyó la candidatura de su
hermano David.
Pero
el gobierno federal panista filtró al diario Reforma la incautación de 14.5 toneladas de
mariguana en una bodega propiedad de Cándido y de David Monreal, que no logró llegar al gobierno
zacatecano.
Hoy
se le pregunta si el frustrado atentado tendría que ver con el crimen organizado o incluso con
las diferencias políticas que tuvo con Amalia
García.
“Se
demostró jurídicamente que no existió ningún vínculo con el crimen
organizado; pero como dice el dicho, calumnia que algo queda… hace inevitable
que gente de mala fe refiera este asunto.
“Lo
ocurrido en la bodega de mis hermanos Cándido y David fue una embestida del gobierno
federal, no sólo de la PGR sino también de Gobernación… fuimos sometidos a una
presión del gobierno federal y
finalmente se demostró que no se tenía ningún vínculo con el narcotráfico.”
Durante
la campaña presidencial de 2006 y
en los siguientes seis años, como senador, Ricardo
Monreal se destacó por su cada vez mayor
cercanía con Andrés Manuel López Obrador y por ser un
severo crítico del gobierno de
Felipe Calderón.
En
la campaña de 2012 fue el operador
político de López Obrador y figura
principal en las indagaciones y denuncias públicas –sostenidas con pruebas documentales– de la
presunta presencia de dinero ilegal en la campaña de Peña Nieto. Fue él quien destapó la triangulación financiera ilícita del llamado Monexgate. Una vez que Peña Nieto asumió el poder, el IFE aceptó que sí hubo “movimientos
irregulares” de dinero en su campaña, aunque no los calificó de ilegales.
Hoy
Monreal prefiere no especular con este tema como posible detonante del
frustrado atentando. En la Cámara
de Diputados destaca ahora por ser un acérrimo crítico de las acciones del gobierno federal y de la
falta de análisis y discusión de las reformas
constitucionales, contra las cuales ha votado.
–Ante
la violenta situación que se vive en México y con un Congreso afín a las propuestas del
gobierno, ¿ser político de oposición es un riesgo? –se le
pregunta.
–En
general los políticos de oposición somos vulnerables, pero
sí creo que en la última década, en la que el país ha sufrido una
descomposición, en la que hay una
decadencia política, los que nos
dedicamos a la actividad pública
somos más vulnerables.
Cuenta
que cuando el secretario de Gobernación le reveló el plan y se comprobó su veracidad, “en ese
momento vi lo vulnerable que es un político”.
“Aquí en México te pueden matar en
cualquier momento, en la mañana,
en la tarde y quizá la nota del siguiente día, ya asesinados (David y él), hubiera sido: ‘Andaban
en el narco’. En el pasado cuánta
gente inocente ha caído y la familia no sólo sufre la pérdida sino también el desprestigio
permanente de que estaba vinculado con actividades ilícitas.”
Hacer
esos señalamientos, sostiene, es
muy irresponsable.
Acepta
que ver la información fue un shock para él, pues los elementos
mostrados eran confiables, no había lugar a dudas de que se les pretendió ejecutar. “¡Lo que viví fue real!”
Aún con muestras de
cansancio y tensión, Ricardo Monreal acepta
que “le duele” que miles de personas no hayan tenido su misma suerte, la de
salir con vida, “de que se haya detectado oportunamente el operativo criminal
en nuestra contra”.
–¿Es
fácil que cualquier político incómodo al gobierno sea
atacado?
–Puede
ser, pero no quisiera especular. Es un tema que tiene que investigarse a fondo.
–¿Sospecha
de dónde vino el intento de
asesinato?
–No,
porque yo tengo muchos adversarios políticos por mis posiciones, pero trato de no tener
enemigos… ¡a ese grado, de matar!
–¿Enemigos
por la gubernatura?
–Pero
si fuera así, ¿por qué esperar 10 años?
–¿Como
una medida de presión por ser opositor político?
–No
quisiera especular sobre eso. Vamos a esperar. Lo que sí digo es que eso no va a
atenuar ni disminuir mi posición
política, porque creo que el
país necesita un cambio
verdadero.
–Este
tipo de hechos lo remite a uno inevitablemente a Colombia –se le comenta.
–¡Sí! (Asesinatos) de políticos. Porque ya estamos a
ese nivel. Y yo insisto, estoy convencido de que la estrategia contra la
delincuencia organizada no fue la adecuada y son las consecuencias de una
estrategia errática, ausente de
coordinación.
–El
nuevo gobierno parece no haber cambiado tal estrategia –se le comenta.
–Así es. Creo que sigue y ese
es el giro que se tiene que dar, aunque hoy le puedo decir con gran honestidad
que al mostrarme el secretario de Gobernación lo que tenían, vi que sí había labor de inteligencia.
–¿Qué implicaciones tiene para
la vida de este país el que se haya
pretendido ejecutar a dos miembros del Poder Legislativo?
–Esto
es la continuidad de un proceso de degradación y descomposición política. Nosotros nos salvamos hoy. Ésta la pasamos. Pero es un
problema social el que está
ocurriendo en el país. Cualquiera puede
contratar sicarios de 5 mil pesos y, lo que antes no sucedía, por una cantidad mínima te acaban, te matan.
–¿Qué alcances tiene esto para
el país?
–Mucho
riesgo de descomposición social.
Estrategia
equivocada
Ricardo
Monreal insiste en que para evitar estos hechos, donde el grado de violencia
sigue, se debe cambiar la estrategia para abatir la inseguridad; pero además, dice, eso no resolverá nada si no hay empleo,
mayor educación, alternativas de
trabajo, posibilidad de satisfacciones sociales. “Si no ocurre esto se van a
reproducir este tipo de esquemas y no importa si hoy soy yo u otro político u otro ciudadano”.
–Ha
habido cambios constitucionales, reformas que pasaron por el Poder del que
usted forma parte y para los que no se consultó a los directamente involucrados, ¿esta forma de
gobernar puede enrarecer más
el ambiente?
–Cada
vez crece más el abismo entre la
representación formal y la población real. No hay esa
vinculación; se puede generar enojo.
Ahí está la ley laboral, la
educativa, porque hay grandes sectores que se sienten afectados pues no fueron
consultados. Pero además las grandes reformas de
las que hablan son reformas para un sector privilegiado de la economía, no para toda la gente.
“Ese
es el problema y el riesgo de una ausencia de representación popular y auténtica.”
–¿Puede
llevar a un desgobierno?
–¡Puede
llevar a una crisis de gobierno! Ese enojo de la gente no les interesa. En la
sierra mazateca hay malos caminos, malas comunicaciones, no hay alternativas,
lo que hay es un enojo social. Y no hay que ir tan lejos, también lo hay en las colonias
cercanas, las del Estado de México.
Y esta representación formal, entre comillas,
que no representa el sentimiento de la gente, sí provoca enojo social.
–¿Hasta
exacerbar los ánimos?
–Sí. Es un momento difícil porque luego los
gobiernos dictatoriales lo primero que hacen es desprestigiar al Congreso para
quitarle el contrapeso. Deterioran al Poder Legislativo porque es el único que da equilibrio. Y
cuando no hay contrapeso, hay un solo poder.
–¿Lo
que ocurrió con ustedes, dos miembros
del Poder Legislativo, puede ser un llamado a que rectifiquen la forma de
procesar las reformas, de quienes gobiernan?
–No
lo sé. Pero es un asunto
totalmente ajeno porque yo ato esto a un problema de inseguridad, no lo
desvinculo del entorno social y político, simplemente no especulo. Pero nuestro papel
en el Legislativo debería estar encaminado a
ponderar, a atemperar estos probables conflictos sociales que se están avecinando.
“Es
más, el Congreso debiera hoy
encabezar la mesa de diálogo con los maestros, por
ejemplo. Cómo quieren que no se
manifiesten en las carreteras si no fueron escuchados en las Cámaras. Ahora les extraña que estén en las calles
protestando cuando debimos escucharlos. Todavía se
–¿Puede
generarse violencia si no se rectifica el camino en el Legislativo?
–¿Percibe
un ambiente de desasosiego, de preocupación?
–Lo
que vi fue un ambiente de crispación social por falta de empleo, de alternativas, por
la impunidad, por la inseguridad pública en todo el país, por los niveles de corrupción.
–¿Hay
temor?
–¡No!
Hay enojo social.
Se
le pregunta qué sensación tiene hoy y responde:
“Tengo esa sensación ahora de que algo grave
está por ocurrir… y no porque
me haya pasado esto a mí; yo soy uno más de los que estuvo en
vulnerabilidad de una acción
criminal. Pero desde hace tiempo percibo que si no hay un cambio en la política económica, social, que si no
hay un cambio en el ejercicio de gobierno, sí se está cocinando algo grave”.
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