No
entreguista ni patriotera la reforma energética/ DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS
Publicado en Milenio Diario, 2 de diciembre de 2013
- Es imprescindible que los involucrados en el tema realicen un esfuerzo extra para corregir, precisar y fortalecer contenido y alcance del proyecto, considera el panista y ex legislador.
Con
el propósito de contribuir de manera honesta en la discusión que se viene dando
respecto de la reforma energética y por la enorme trascendencia que tendrá para
México lo que próximamente se legislará sobre el particular, acepto la
invitación de Carlos Marín para exponer mi pensamiento en el contexto de lo que
considero relevante del momento que viven los tres partidos políticos más
influyentes, así como el gobierno y la nación, comenzando por expresar
públicamente, con franqueza y buena fe, que si en mí estuviera decidir sobre las
iniciativas dadas a conocer por el gobierno, por el PAN y por el PRD en materia
de política energética, lo haría contra las tres, por diversas razones y sin
negar lo mucho que de bueno en ellas se contiene. Esto es, considero
imprescindible que las partes directamente involucradas en el tema en comento
realicen un esfuerzo adicional para corregir, precisar y fortalecer el
contenido y alcance de la pretendida reforma.
Primero.-
El Partido Acción Nacional, a poco de haber perdido la Presidencia de la República
y pasar en esa contienda a un lamentable tercer lugar, se halla en un proceso
involuntario de autodestrucción, con resentimientos, vendetas y acusaciones en
donde lo que más parece interesar es el poder, por supuesto con el argumento de
“salvar al partido”. Junto a la pérdida de prestigio y credibilidad y a pesar
de la falta de liderazgos que puedan conducir a rectificaciones de fondo que le
regresen a la institución la justificación histórica que siempre le acompañó,
también se advierte el esfuerzo por lograr su limpieza y fortalecimiento, a
sabiendas de que no puede continuar simplemente anclado al Pacto, como
salvavidas de algunos, sin obtener los réditos políticos plenamente merecidos
por sus acuerdos con el gobierno y el PRD en beneficio del país.
La
propuesta de reforma energética presentada por el PAN es ciertamente valiosa,
de gran apertura y modernizadora, con buenos y claros propósitos, pero dejando
a la legislación secundaria decisiones que colocan a Pemex y a la CFE ante
graves riesgos y un futuro incierto, nada halagüeño para el país.
Segundo.-
El Partido de la Revolución Democrática, sin saber capitalizar un importante
segundo lugar en la última elección presidencial y con atavismos aún no
superados, sigue en la confrontación de tribus, líderes y antiguos aliados que
han migrado a otros partidos, quedándole como único referente real con
prestigio nacional el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. Un PRD disputándose el
control de la llamada “izquierda” o “fuerzas progresistas” frente a quienes buscan
desesperadamente asegurar como clientela a cuanto radical y violento se
encuentren en el camino. Un PRD sinceramente convencido de lo inadmisible que
le resultan ideológica y programáticamente las reformas que proponen el
Ejecutivo federal y el PAN; pero también con alguna posibilidad de reconocer lo
anacrónico de la normatividad jurídica vigente, coincidiendo con Acción
Nacional y con el gobierno en cuanto a las desviaciones gubernamentales que
durante décadas se han dado en materia energética, así como en la conducción y
operación de Pemex y de la Comisión Federal de Electricidad.
Lo veo frente a
una disyuntiva nada fácil: retomar simplemente las banderas de Lázaro Cárdenas
—tres cuartos de siglo después, contaminadas con posteriores agregados constitucionales—
y resultar derrotado en el proceso legislativo, pero siendo reconocido por
algún sector de la población como valeroso defensor de la soberanía nacional; o
bien, decidido a utilizar su capital político y exigir al gobierno, y lograr de
él, cambios y adecuaciones sustantivos que garanticen modernidad en la materia,
aseguren la rectoría del Estado y su verdadera soberanía en el tema que nos
ocupa. Lo veo capaz de tomar las banderas del ex presidente Cárdenas,
entendidas a valor presente y evitar así con eficacia y en favor de México los
riesgos evitables de una decisión equivocada por incompleta. No imagino al
ingeniero Cárdenas conformándose con dar al final de su vida una lucha
simplemente testimonial y anacrónica confundido involuntariamente con intereses
y conductas que no comparte.
Tercero.-
El gobierno ha planteado una propuesta energética política y económicamente más
moderada en sus alcances y consecuencias aperturistas que la del PAN, con
reiteradas referencias a Lázaro Cárdenas, que más allá del sustento lógico que
las explique, no esconden una cuestionable dosis de blindaje político ante la
esperada embestida de sus detractores. Da la impresión que el gobierno
privilegió envolverse a su modo en la bandera histórica de la expropiación
petrolera, de hace tres cuartos de siglo, para tratar de hacer creíble y
popular, racional y justificada su iniciativa de reformas.
En
un tema tan sensible para los mexicanos, así como complejo y trascendente,
considero que el gobierno ha fallado en su esfuerzo de información y
comunicación social, llevando a cabo una publicidad nada profesional que
posiblemente viene aumentando la desconfianza de sectores sociales, toda vez
que no se precisa el qué, el cómo y el para qué del cambio que propone pues no
ha sabido emplear mensajes breves, claros y precisos que generen tranquilidad y
confianza en la sociedad. A lo anterior debe agregarse el impacto de la
descalificación mediática, cargada de demagogia y falsedades, proveniente de
los detractores.
La
iniciativa gubernamental se halla pletórica, como la del PAN, de buenas
propuestas, frases y deseos, que al abrir más la participación privada en el
ámbito energético —lo cual considero que es perfectamente racional,
recomendable y absolutamente necesario— deja márgenes amplios e imprecisos para
la legislación secundaria, poniendo en grave riesgo la sobrevivencia económica
y funcional de Pemex y de la CFE, además de dejar en manos de una mayoría
simple del Congreso de la Unión cuestiones verdaderamente trascendentes, pudiendo
quedar en letra muerta el texto constitucional.
Cuarto.-
La nación. Hay en la población una idea bastante generalizada de que las
empresas en manos de los gobiernos suelen producir burocracias torpes, costosas
y corruptas y que las empresas en manos de los particulares por lo general son
mejor administradas, más eficientes y rentables, pero nada solidarias y con
frecuencia voraces y depredadoras,
Como
consecuencia de lo anterior y por la poca información y conocimiento de los
ciudadanos respecto de la industria energética, se advierte en ellos
sentimientos y percepciones encontrados: por una parte, el reconocimiento de la
urgencia y justificación de cambios legales, así como la necesidad de adoptar
nuevas estrategias y definiciones en la política energética y, por la otra,
gran desconfianza ante lo que puede llegar a ser la explotación irracional y
abusiva de recursos no renovables —como lo son el petróleo, sus derivados y el
gas— produciéndose una dependencia mucho mayor de México frente al exterior y quedando
a la deriva como país, con todas las consecuencias funestas que ello
implicaría.
Además,
vivimos un momento social caracterizado por la irrupción de grupos beligerantes
que, conformados por cientos y miles de activistas, han venido desafiando a las
autoridades con actos violentos que terminan en absoluta impunidad. Grupos
éstos preparados y decididos para continuar con su comportamiento punible a
sabiendas del miedo de algunos gobernantes a ser calificados como represores
por aplicar la ley y evitar la barbarie, seguros de que el Estado responderá a
sus atropellos con mesas de diálogo y dinero. Se trata de grupos generalmente
dirigidos por líderes sin escrúpulos que se aprovechan de la realidad social
injusta, caldo de cultivo para la desesperación y el resentimiento de millones
de seres humanos que han vivido un doloroso pasado y que han perdido el respeto
y la confianza a la ley y a las instituciones, precisamente porque se saben sin
futuro, apostando solamente a la impunidad o a la muerte. Se saben socialmente
muertos.
Esta
síntesis de la realidad anteriormente expuesta obliga al gobierno, partidos
políticos, dirigentes y sociedad a corregir, completar y mejorar las propuestas
de cambios constitucionales y legales en materia energética con la celeridad
que el tiempo impone, exigiéndonos ser capaces de escucharnos con respeto, con
apertura intelecto-volitiva y despejados de protagonismos, poniendo en lugar
relevante solamente a México. Ojalá podamos coincidir en que para lograr una
auténtica reforma energética se deberá partir de tres prioridades: la primera,
Pemex y la CFE; la segunda, Pemex y la CFE y la tercera, Pemex y la CFE; todo
lo demás vendrá por añadidura. Si garantizamos de manera efectiva la vida, la
salud, la fortaleza, la modernización y la competitividad de estas dos empresas
de gran esencia y estirpe nacionalista estaremos garantizando, como
consecuencia, la rectoría del Estado mexicano y su verdadera soberanía en
materia energética.
Quinto.-
¿Qué medidas concretas propongo, en borrador y para su discusión, con el
propósito de evitar la falsa disyuntiva de mantenernos en el pasado o abrirnos
de manera irresponsable a mayor participación del sector privado nacional y
extranjero? ¿Cómo decidir el camino que nos permita el mayor acercamiento y,
aún, en lo posible, el apoyo de personas con calidad moral, conocimientos y
buena fe que hasta hoy son opositores radicales a las iniciativas del gobierno
y del PAN?
De
manera simplemente enunciativa son:
1.
Para que Pemex pueda ser competitivo, como lo desean las iniciativas que se
discuten, como lo reclama la sociedad y como lo requiere México, lo primero que
debe hacer el gobierno es asumir como propia y exclusiva, sin dilación ni
plazos, la deuda que por concepto de pensiones tiene Pemex por un monto
aproximado de cuatrocientos mil millones de pesos. Se trata de una deuda
histórica acumulada y acrecentada como consecuencia de las políticas a las que
se ha sometido indebidamente a la institución. Si esa deuda sigue gravitando
como parte relevante de su pasivo, la empresa estará fuera de toda competencia
y terminará siendo solamente chatarra en venta. Lo mismo podrá suceder con la
Comisión Federal de Electricidad.
2.
Pemex y la CFE deberán tener libertad en la contratación de personal calificado
para evitar la fuga de talentos que se dará por la entrada de empresas
competidoras.
3.
Deberá haber transparencia total en la asignación de contratos a Pemex, a la
CFE y a los particulares.
4.
Deberá establecerse de manera inequívoca la verdadera autonomía administrativa,
de gestión, financiera y presupuestal de Pemex, sin dejar al arbitrio anual de
la Secretaría de Hacienda y de la Cámara de Diputados las asignaciones que se
han venido estableciendo en el Presupuesto, así como suprimir en favor de la
empresa el aberrante cobro anticipado de impuestos no causados.
5.
Deberá determinarse con toda exactitud su régimen fiscal sobre la base que todo
ingreso adicional del Estado por la llegada de capitales privados en el ámbito
energético deberá implicar su equivalente, o una proporción considerable, para
la reducción inmediata de la carga fiscal de Pemex hasta igualarla con la de
sus competidores. Lo mismo deberá hacerse, en lo conducente, con la CFE.
6.
Se deberá analizar la conveniencia y la posibilidad de incorporar, con las
adecuaciones que resulten procedentes, la cláusula Calvo en la contratación del
gobierno con extranjeros.
7.
Simultáneamente a la discusión de las posibles reformas constitucionales
deberán discutirse y concretarse los textos precisos de las legislaciones
secundarias para Pemex y la CFE, así como los modelos de contratos con los
particulares.
8.
Deberá especificarse que todo el petróleo y el gas antes y después de ser extraídos
del subsuelo serán propiedad exclusiva del Estado mexicano y solamente una vez
que se hallen en la superficie el propio Estado dispondrá de ellos, conforme a
la Constitución, a la ley reglamentaria y a los contratos celebrados, como
mejor considere en beneficio del país.
9.
Deberá especificarse en la reforma constitucional que Pemex y la CFE son y
seguirán siendo propiedad exclusiva de la nación y que el Estado y las leyes
protegerán su fortaleza, modernización y competitividad, para garantizar así la
más eficaz rectoría del Estado mexicano y la soberanía nacional.
10.
Deberá analizarse la posibilidad de que conforme al párrafo quinto del actual
artículo 28 constitucional, o en los términos que lo establezca la reforma, el
Estado mexicano, a través de Pemex y de la CFE o por medio de otros organismos
o empresas del Estado, pueda constituir sociedades anónimas promotoras de
inversión en las que se garantice al Estado su rectoría e ingresos por ventas,
impuestos, derechos, productos, aprovechamientos, regalías, dividendos, etc., y
a los inversionistas privados se garantice la dirección, administración y
operación de las empresas en que participen en términos de ley, así como las
contraprestaciones que contractualmente les corresponda por sus inversiones,
desempeño y resultados.
11.
Deberá analizarse la conveniencia de agregar un artículo transitorio a la
reforma constitucional para establecer que el Estado mexicano, en una primera
etapa claramente definida y a partir de la entrada en vigor de la reforma,
solamente podrá celebrar con terceros los contratos de exploración y extracción
de petróleo y sus derivados que permita la propia reforma y su ley
reglamentaria en una zona o superficie del territorio nacional expresamente
delimitada, a fin de que se comprometa solamente ese espacio como prueba
piloto, en el entendido de que cualquier ampliación de superficie, antes o
después de vencido el plazo y una vez ponderadas las consecuencias reales de la
apertura parcial que inicialmente se permita, requerirá del voto que para toda
la reforma constitucional se exige del Congreso de la Unión.
Este
precepto transitorio producirá dos efectos de la mayor importancia: primero, le
permitirá al país vivir la realidad de un cambio trascendente comprometiendo en
un primer momento solamente una parte reducida de sus riquezas y superficie;
segundo, dará cierta tranquilidad a los actuales detractores de la reforma al
reconocer que los impulsores de ella están decidiendo con prudencia,
responsabilidad y patriotismo, dándose la posibilidad de hacer en tiempo y
forma las rectificaciones que exijan la experiencia vivida y el bien de la
nación.
Para
los fines de este comunicado resulta innecesario describir todo aquello que con
acierto ya se contiene en las iniciativas y propuestas del gobierno federal,
del PAN y del PRD.
Adicionalmente,
he de señalar que además de las ventajas y seguridades que pueden resultar para
México de la incorporación de estos y otros cambios en la reforma energética
que se discute, el no hacerlos aumentará la crispación explicable en grupos que
genuinamente no consideran aceptables y sí peligrosas o dañinas las propuestas
del gobierno y los partidos en los términos que se han dado a conocer.
No
omito manifestar que la misma determinación con la que hasta aquí me he
pronunciado será la que me lleve a rectificar en todo aquello que a mi
conciencia le exija la razón.
No
olvidemos a docenas de millones de seres humanos brutalmente empobrecidos que
no pueden esperar más; hagamos bien la reforma, se puede y se debe hacer bien,
así lo merece México. Hacerla mal o no hacerla será trágico.
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