Revira Salinas
a Camacho
Redacción|
El Universal
Jueves
13 de febrero de 2014
Carlos
Salinas envió una carta en la que asegura, entre otras cosas, que Manuel
Camacho Solís, siendo regente del Distrito Federal, ofreció "garantías a
la familia Salinas" a cambio de la candidatura presidencial
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En
los últimos días en EL UNIVERSAL se publicaron entrevistas al ex presidente
Carlos Salinas de Gortari y al ex comisionado para la Paz en Chiapas, Manuel
Camacho, como personajes clave en el marco de los 20 años del surgimiento del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y del asesinato de Luis Donaldo
Colosio. En ellas evidenciaron una confrontación que cruzó acusaciones de
autoritarismo, hasta ofrecimientos de protección política a cambio de una
candidatura presidencial.
Camacho
Solís narró que Salinas pretendía incrementar la fuerza militar en contra de
los zapatistas, detalló que el gabinete tenía posturas duras contra el
movimiento, y que el entonces Presidente estaba “cerrado” a cualquier opinión
conciliadora. Salinas respondió que el ex regente del DF hace “invenciones
fantasmagóricas” y lo calificó de “irrelevante” en la política nacional.
Salinas
habló de la muerte de Luis Donaldo Colosio y del proceso de elección al
sucesor, y a la pregunta de si Camacho era opción, celebró que el PRI no lo
hiciera candidato, “seis años después Camacho fue candidato (por el PCD) y no
sacó ni el 1% de votos”.
Camacho
Solís, en una entrevista de réplica a Salinas, acusó al ex presidente de tener
“amnesia” y olvidar asuntos delicados como el de la corrupción de su hermano
Raúl Salinas; “yo le alerté”, dijo.
Ayer,
Carlos Salinas envió una carta, que se presenta íntegra en esta edición, en la
que asegura, entre otras cosas, que Manuel Camacho Solís, siendo regente del
Distrito Federal, ofreció “garantías a la familia Salinas” a cambio de la
candidatura presidencial.
“Extraño
es que Manuel recurra a estereotipos para descalificarme, cuando él fue víctima
de éstos, cuando se habla en corridillos de la retribución en especie que
recibió del erario al concluir su desempeño en Chiapas o la forma como cortejó
entonces con el desarrollo de Santa Fe a los principales miembros de lo que hoy
se refiere como capitalismo oligárquico”, dice Salinas en su carta.
Señor
Director,
En
primer lugar, una vez más, aprecio la invitación que me formuló El
Universal, desde finales del año pasado, para comentar sobre acontecimientos
que ocurrieron en 1994, particularmente el TLCAN.
En
segundo, agradezco de antemano la publicación de estas líneas en atención
del derecho de réplica que me asiste, respecto de los dichos que mi antiguo
colaborador, Manuel Camacho, hace en la edición del día de hoy, y que
conviene precisar.
Que
yo recuerde (pero aquí sí la memoria me podría fallar) la última vez que
una entrevista de Manuel mereció una primera plana fue hace casi dos décadas,
cuando lo nombré –la última de las cinco responsabilidades que le encomendé
en su carrera política- Comisionado para Chiapas.
Hoy, otra vez por mi
conducto, lo logra, igual de fantasioso, pero con mucho menos imaginación,
talento y olfato político que los que lo caracterizaban en aquellos días de
hace 20 años.
Manuel
se retrata cuando habla de amnesia, aunque entiendo que, en su caso, hay muchos
acontecimientos que quisiera olvidar. Pero en el ejercicio de la
responsabilidad pública, la memoria está documentada en las hemerotecas y los
documentos oficiales.
Por
tocar sólo un tema de los que aborda mi ex colaborador, el de la elección de
1988, en la hemeroteca de El Universal se puede consultar la crónica del
entrañable Fidel Samaniego
en
la edición del 7 de septiembre de ese año. Ahí Camacho, entonces Secretario
General del PRI, declaró que había sido una de las elecciones “más vigiladas
de la historia, pues la oposición había tenido representantes en 72% de las
casillas”.
Contundente como solía ser, Camacho afirmó: “Con las actas
firmadas por representantes de la oposición. Salinas obtuvo el voto
mayoritario.” Y remató: “Aun aplicando los criterios políticos del FDN, no
existe fundamento para asegurar que Cuauhtémoc Cárdenas ganó la elección.
Defenderemos los resultados electorales que se derivan del cómputo de las 300
actas distritales, porque éste es el resultado legítimo.” Este resultado lo
ratificó el Colegio Electoral de la Cámara de Diputados, entre cuyos miembros
destacaban legisladores que votaron a favor como Jaime Sabines, Antonio Souza y
Andrés Henestrosa.
Este
tipo de declaraciones, así como otras mucho más elogiosas sobre mi
administración e incluso de mi persona, me prodigó Manuel durante casi una
década y están todas documentadas. Reproducirlas tomaría decenas de páginas
de este diario y muchos más. Hasta el último día de mi administración, no
obstante, no hay una sola que asome la crítica acre o alerta sobre los
problemas económicos o políticos que tuvimos que enfrentar en esa época.
No
hay una declaración documentada sobre lo que él llama la “responsabilidad
compartida” de la crisis de 1995 (para ilustrarse sobre este tema, el senador
Camacho podría consultar los documentos publicados en la Gaceta del Senado del
viernes 16 de abril de 2010). Mucho menos de las carencias que menciona en el
proceso de apertura democrática que impulsó mi gobierno y mucho menos aún
respecto de los actos de corrupción que dice haber detectado.
Extraño es, en su caso, que Manuel recurra a estereotipos para descalificarme,
cuando él mismo ha sido víctima de éstos, cuando se habla en corridillos de
la retribución en especie que recibió del Erario al concluir su desempeño en
Chiapas o la forma como supuestamente cortejó entonces con el desarrollo de
Santa Fe a los principales miembros de lo que hoy se refiere como “capitalismo
oligárquico”, entre otros expedientes.
De
mi hermano Raúl, lo único que recuerdo haber escuchado del entonces Jefe del
Departamento del Distrito, en acuerdo presidencial fechado en noviembre de 1993
y documentado en mis tarjetas, fue que, "de obtener la nominación del PRI
a la Presidencia, Camacho daría “garantías” para mi familia. Me pareció
entonces y lo sigo considerando ahora como un despropósito. Como es bien
sabido, Camacho no fue el candidato del PRI.
Pobre
Manuel. Como decía Donaldo, “no aprende”. Del mismo modo que creyó que podía
ser presidente de México, de una línea que me mereció en la amplia
entrevista que me hizo El Universal, deduce que “se la dedico” y él sí me
dedica toda su energía.
Me
apena un poco tener que expresarlo, pero reclamarle a un ex presidente lo que
nunca se le dijo al Presidente, es poco valiente, por decirlo de forma amable.
Manuel fue un colaborador leal y con entusiasmo aceptó ser empleado en tres
puestos del gobierno que hoy denuesta (además de haber sido por cuatro años
subsecretario en la Secretaría de Programación y Presupuesto que yo
encabecé). El prestigio que hoy puede tener, deviene de estas
responsabilidades y no
de los tumbos que ha dado por tres o cuatro partidos políticos (aquí también
me falla la memoria), más otros tantos “movimientos sociales” en estas dos
últimas décadas.
Hacen
falta hoy las reflexiones de quien fue un eficiente colaborador en un gobierno
reformador, y sobran las peroratas de un senador que le arrebató el fuero a un
joven a quien casi le dobla la edad, en las listas plurinominales de su partido
. Tal vez eso explique su queja ante el repudio cuando Camacho ha declarado:
“Me ha tocado estar en restaurantes donde la gente me dice de cosas, me grita.”
Una
última lección para Manuel, pues no pienso dedicar más energía a su
expediente: en las circunstancias actuales hay que ir en contra de los estereotipos.
Conviene recordar lo que afirmó el entonces Presidente Kennedy en la
Universidad de Yale: “El gran enemigo de la verdad generalmente no es la
mentira (deliberada, pensada, deshonesta), sino el estereotipo, el mito
(persistente, persuasivo y sin apego a la realidad)”. Son los estereotipos los
que tanto daño le han hecho a nuestro país. Hay que entender que el legado de
nuestra generación está en el pasado. En México, hoy, y para bien de la
nación, hay ya una nueva generación de jóvenes reformadores con sentido de
la historia y con visión de futuro.
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