VENEZUELA
SE DESMORONA
Este
miércoles, una manifestación convocada por la oposición al gobierno de Nicolás
Maduro culminó –según el Ministerio Público venezolano–, con la muerte de tres
personas, además de 66 heridos y 69 detenidos.
Entre
los fallecidos se encuentra Bassil da Costa de 24 años, estudiante de la
Universidad Alejandro de Humboldt y Juan Montoya, coordinador de los llamados
colectivos, que son bandas parapoliciales armadas por el gobierno.
En
entrevista para La Otra Opinión, Gustavo Tovar Arroyo, líder de la disidencia
venezolana en el exilio, lamentó que mientras las juventudes venezolanas eran
reprimidas y perseguidas por el régimen de Maduro, los medios transmitían
música y caricaturas para niños.
Tovar
Arroyo encuentra perturbador el silencio infligido por el gobierno. Él asegura
que cualquier medio que se salga del molde establecido por el gobierno central,
pierde la licencia, la frecuencia o el instrumento que utilice para difundir
información.
Ejemplo
de lo anterior es el de la cadena internacional NTN24 que, al ser la única en
transmitir en directo los disturbios en Venezuela, fue retirada de la
programación de las empresas de televisión por cable y satelital.
En
medio de la oscuridad informativa, Tovar Arroyo reconoció que es difícil
conocer el número real de heridos y desaparecidos. Sin embargo, él asegura que
las ausencias superan la centena.
Finalmente,
el líder de la disidencia negó las acusaciones del Ministerio de Relaciones Interiores
–el equivalente a nuestra secretaría de Gobernación–, quien lo señaló de haber
conspirado –junto con los jóvenes– para derribar el gobierno de Maduro.
Cabe
mencionar que luego de la violencia, el canciller venezolano, Elías Jagua
declaró: “Cuando tomemos las medidas que vamos a tomar seguramente nos acusarán
de antidemocráticos” y fue el mismo Jagua, quien acusó al líder de la
oposición, Leopoldo López, de ser el “responsable intelectual de la muerte y de
los heridos en caracas”.
“El
estado no tiene más excusas para castigar a este asesino”, añadió Jagua. “El
fascismo se corta por la cabeza. Nuestra patria merece paz y vida”, comentó a
través de Twitter.
Y
al igual que el canciller Jagua, el resto de los ministros de Nicolás Maduro se
han pronunciado a favor de la represión y persecución sistemática.
A
los ojos de todos, el régimen de Nicolás Maduro se cae a pedazos. Lo lamentable
es que, junto con su dictador, Venezuela también se desmorona.
La
entrevista con Ricardo Alemán
**
Mi
respuesta a Rodriguez Torres
Publicado
el Jueves, 13 Febrero 2014 23:06
Escrito
por Gustavo Tovar Arroyo (@tovarr)
En
la tarde del día de hoy, el militar que representa la policía política y el
sistema opresor de inteligencia de la dictadura venezolana, Miguel Rodríguez
Torres, en una tendenciosa y pervertida rueda de prensa me acusa −por enésima vez− de ser el
iniciador de un gran plan conspirador llamado la “Fiesta Mexicana”.
No
es un chiste, lo anterior lo pueden confirmar a través de los medios de
comunicación de la dictadura y algunos otros replegados al autocrático régimen
venezolano.
Miguel
Rodríguez Torres, el mismo militar traidor que el 4 de febrero de 1992
participó en el golpe de estado liderado por Hugo Chávez Frías y que asesinó en
esa fecha y por la espalda a cientos de sus “hermanos del alma” militares; el
mismo que participó en un segundo golpe de estado que asesinó civiles y
militares el 27 de noviembre de 1992; el mismo que lideró la matanza del 11 de
abril de 2002 junto a sus esbirros disparando a mansalva contra la pacífica
marcha opositora; el mismo que ha perseguido de manera artera y despiadada a la
disidencia política, encarcelándola, torturándola o asesinándola durante estos
últimos 15 años; el mismo que ha pervertido el sistema judicial convirtiéndolo
en el lodazal de impunidad, corrupción, tortura y vejación humana, y ha
convertido nuestras cárceles en los campos de concentración chavista que hoy
padecemos; es el mismo que me acusa de planificar la “fiesta mexicana” y de
incentivar el inexplicable “golpe suave”.
En
un país donde a la oposición se le ha acusado de magnicida, corrupta, fascista,
imperialista, asesina, golpista, traidora y un largo etcétera, a mí se me acusa
de organizar una rebelde fiesta en México. Insisto, no es un chiste, son las
palabras textuales del verdugo militar.
No
por estrambótica y falaz la acusación deja de ser bochornosa: en un país donde
nuestros jóvenes cada día ofrecen con coraje y decisión su vida por la justicia
y la libertad, yo inmerecidamente me llevo los sublimes créditos de su
histórica gesta. No es justo ni es cierto. Colaboro con ellos, los ilustro, los
apoyo en la medida de mis posibilidades, soy otro más que late con su misma
rabia, pero es una aberración, una ignorancia cabal, una estupidez, considerar
posible que a esos jóvenes herederos de la fuerza independentista de Bolívar
los pueda controlar nadie. Menos yo cuyo difícil oficio es ser otro inconcluso
y romántico poeta latinoamericano.
Confieso
que no sé disparar y jamás he disparado ni dispararé contra venezolano alguno
(mucho menos cobardemente por la espalda como Rodríguez Torres lo hizo el 4 de
febrero).
Confieso
que creo entrañablemente en la vida y soy un enemigo reconocido y público de la
guerra.
Confieso
que mi misión después de que el militar Miguel Rodríguez Torres y sus esbirros
asesinaran con una certera bala en el centro de su frente a mi entrañable
amigo, Jesús Capote, el 11 de abril de 2002, ha sido formar jóvenes en el
conocimiento de sus derechos humanos y en el activismo noviolento, impulsado
por el Mahatma Gandhi. Soy otro humilde heredero de la más inspiradora pero
comprometedora tradición civilizadora del hombre: la noviolencia. Cristo es mi
guía.
Mientras
yo admiro a Cristo, Gandhi, Luther King, Havel, Walesa, Mandela y sigo sus
enseñanzas, mi acusador Rodríguez Torres forma parte de un núcleo que admira y
se asocia con Stalin, Mao, Hussein, Gadhafi, Mugabe, Al Bashir, Castro,
dictadores todos que han causado mucha muerte y dolor a la humanidad.
Sin
duda, Rodríguez Torres acierta en ubicarme como un disidente de cuidado de su
dictadura ilegítima y asesina, porque lo soy. Lucho incansable y decididamente
contra su dictadura, pero sólo a través de la lucha noviolenta de Gandhi.
Mi
recurso no son las mismas balas y chantajes que Rodríguez Torres y el régimen
han usado para regir en Venezuela, mi recurso es la palabra, las ideas, y sí,
la formación de la conciencia crítica y humanista de las nuevas generaciones.
La
estrambótica y ridícula acusación que levantó sobre mí el militar Miguel
Rodríguez Torres sólo muestra el espíritu fascista que ha distinguido a los de
su clase durante la accidentada historia de nuestra Latinoamérica desde la
Independencia.
No
miento, ser distinguido por este régimen como apóstata de su perversidad y
tiranía no sólo me enorgullece, me enaltece, frente a mis hijos, mi familia,
mis hermanos del movimiento estudiantil, mis compatriotas, frente a
Latinoamérica y su historia.
La
fuerza espiritual de nuestras convicciones nos hace imperecederos, podrán
encarcelar nuestros cuerpos, asesinarlos, pero nunca podrán apresar nuestras
ideas. La fuerza espiritual de nuestros sueños de libertan es imbatible,
perdura, no se doblega, inspira, ahora es cuando sobra espíritu de lucha. Y
seguiremos luchando.
La
aterradora muerte de Roberto José Redman y de Bassil Alejandro Dacosta en las
marchas pacífica del 12 de febrero, nuevo luto histórico creado por la
dictadura chavista, sumada a la de tantos otros jóvenes que han sido asesinados
desde el 4 de febrero de 1992 hasta la fecha, nos entristece, pero nos
compromete e impulsa.
Que
no crea el militar Miguel Rodríguez Torres que sus amenazas de muerte y sus
patéticas acusaciones nos atemorizan. Seguimos intactos, consternados, tristes,
pero intactos, inclusos fortalecidos en nuestra implacable lucha por salvar a
Venezuela de ellos y de los hermanos Castro.
Nuestro
último destino, no lo dudes, fascista militar Rodríguez Torres, es la libertad
y la alcanzaremos. Incluso a pesar de tus infamias y perversiones.
Esto
apenas comienza…
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