Los
migrantes centroamericanos, abandonados por la CNDH/Jenaro Villamil
Revista Proceso # 1950, 16 de marzo de 2014
Las
desapariciones, torturas, cremaciones indebidas y ausencia de derechos humanos
y de justicia a las que son sometidos los migrantes centroamericanos se
documentan en un informe que elaboraron nueve organizaciones civiles, sobre
todo en torno a los casi 200 cuerpos hallados en las fosas clandestinas de San
Fernando, Tamaulipas, en 2011. Este 18 de marzo, el documento será entregado al
Senado de la República con el objetivo de que haga comparecer al titular de la
CNDH, Raúl Plascencia, para que explique los abusos y la indefensión en que se
encuentran en México los centroamericanos que cruzan el país en su afán de
llegar a Estados Unidos.
La
segunda matanza de San Fernando, Tamaulipas, perpetrada en marzo de 2011 con un
saldo de casi 200 víctimas, puede volver a producirse ante la ausencia de
investigación y sanción de los responsables de desapariciones forzadas, la
falta de una base de datos confiable sobre personas desaparecidas y migrantes,
el escaso interés de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) por
estos problemas y la descoordinación de las procuradurías estatales y General
de la República.
Así
lo destaca un detallado informe de seguimiento de los abusos contra migrantes,
elaborado por nueve organizaciones civiles, que se entregará a las comisiones
dictaminadoras del Senado el 18 de marzo, con el objetivo de citar a comparecer
al titular de la CNDH, Raúl Plascencia.
Por
lo que se refiere a Coahuila y Tamaulipas, las agrupaciones documentan casos de
tortura y maltrato. En lo que atañe a la investigación de 192 cuerpos hallados
en San Fernando, señalan que no se explican por qué 120 restos se encuentran a
disposición de la PGR y 72 en manos de la procuraduría de Tamaulipas.
El
documento, cuya copia obtuvo Proceso, detalla las irregularidades cometidas en
las indagaciones sobre la segunda masacre de San Fernando –considerada como uno
de los episodios más violentos de la guerra entre los cárteles del
narcotráfico–, denuncia la tortura en la estación migratoria de Saltillo y
resalta que tan sólo entre julio de 2012 y agosto de 2013 se registraron 36
eventos de desaparición de viajeros con al menos 69 víctimas reportadas, sin
que se sepa nada de ellas.
Tan
sólo en Coahuila, el Centro Diocesano de Derechos Humanos Fray Juan de Larios
tiene documentados 143 casos con 327 personas desaparecidas en esta entidad,
más otros 44 eventos con 96 desaparecidos en otros estados de la República,
entre 2007 y julio de 2013.
La
Red Regional Verdad y Justicia, otra de las organizaciones no gubernamentales
que elaboraron el informe, ha dado cuenta de 344 migrantes víctimas de
violaciones a sus derechos humanos en México, a partir de expedientes
registrados, que constituyen menos de 1% de los casos que se calculan.
Según
la base de datos de la Red Regional Verdad y Justicia, 41% de los casos son de
ciudadanos de Honduras; 30.8%, de El Salvador; 20.35%, de Guatemala, y 0.29%,
de Brasil. En 2011 fue registrado “el mayor número de personas migrantes
desaparecidas, con un total de 46, lo que equivale a 13.37% de los casos
registrados”, calcula el informe.
La
dificultad para tener una base de datos confiable y oficial radica en varios
factores, especialmente en que la Unidad Especializada de Búsqueda de Personas
Desaparecidas de la Subprocuraduría de Derechos Humanos de la PGR “no cuenta
con un mecanismo de búsqueda urgente y más bien atiende de manera
individualizada los casos que van llegando a sus oficinas en el Distrito
Federal, sin una estrategia unificada y sin un enfoque que tome en cuenta la
naturaleza específica del fenómeno de la desaparición forzada en el país”,
advierte el documento.
Las
asociaciones de familiares de personas desaparecidas también refieren que,
hasta ahora, “no se ha tomado en cuenta la necesidad de orientar los mecanismos
existentes hacia la búsqueda de personas con vida”.
Las
nueve organizaciones que redactaron conjuntamente el informe critican el hecho
de que la PGR decretara como “información reservada” el protocolo para la
búsqueda de personas desaparecidas o no localizadas que anunció en abril de
2013 la titular de Províctima, Patricia Bugarín.
La
ineficacia de las investigaciones es enorme: entre enero de 2006 y agosto de
2013 se han iniciado 144 averiguaciones previas por el delito de desaparición
forzada, pero sólo seis se han consignado y 138 continúan abiertas. Únicamente
dos personas han sido sentenciadas por el delito de privación ilegal de la
libertad y secuestro contra migrantes.
“A
la luz de lo anterior –asientan en su documento– no queda claro cuántos de los
más de 20 mil casos de secuestro/desaparición reportados entre septiembre de
2008 y febrero de 2009, y entre abril y septiembre de 2010, fueron
efectivamente procesados por la PGR.”
La
PGR y la CNDH “tienen conocimiento de muy pocos casos con respecto a las cifras
manejadas por diferentes organizaciones de la sociedad civil”, afirman.
San
Fernando y Cadereyta
Tras
el hallazgo de 192 cuerpos de migrantes asesinados en fosas comunes en San
Fernando en marzo de 2011 y de 49 torsos encontrados en la carretera de
Cadereyta, Nuevo León, se firmó un convenio de colaboración para la
identificación de los restos con organismos civiles (agosto de 2013), y éste
llevó a la formación de una Comisión Forense. El convenio permitiría acceder a
la información genética almacenada en bancos forenses, entre otras medidas.
El
informe detalla así algunas de las “prácticas por parte del gobierno mexicano”
ante los restos localizados en San Fernando:
“a)
No existe un criterio claro para definir la competencia federal o local con
respecto a los hechos, en el sentido de que 120 restos se encuentran a
disposición de la PGR y 72 se encuentran a disposición de la PGJ de Tamaulipas
y por ello la investigación y el tratamiento de dichos restos no han sido
uniformes.
“b)
No se ha reconocido la calidad de víctimas de las familias centroamericanas
dentro de las investigaciones ministeriales.
“c)
No hay claridad sobre las identificaciones y no se ha proporcionado información
ni documentación a los familiares que acrediten la identificación.
“d)
Se han cremado-incinerado algunos de los restos de personas migrantes
centroamericanas supuestamente identificadas en las fosas de San Fernando.
“e)
Falta de coordinación entre las autoridades mexicanas y centroamericanas
respecto a la búsqueda de personas migrantes desaparecidas.”
Como
ejemplo, mencionan que, en un hecho que documentó la Fundación para Justicia y
el Estado Democrático, por error del gobierno mexicano se entregaron los restos
de una persona brasileña exhumados en San Fernando a una familia hondureña.
Algo
más grave ocurrió con los cuerpos de siete guatemaltecos supuestamente
localizados en las fosas clandestinas de San Fernando. Las familias fueron
notificadas por teléfono de que los restos serían cremados. Los parientes se
opusieron por la falta de certeza sobre la identificación y solicitaron medidas
cautelares urgentes a la CNDH para prevenir la cremación. “La CNDH no realizó
ninguna actuación para impedir dicha cremación”, aseguran las organizaciones
civiles.
Ante
la falta de actuación de la CNDH, los familiares solicitaron el 30 de noviembre
de 2012 a la PGR que detuviera la cremación. La Subprocuraduría de Derechos
Humanos les informó que el 1 de diciembre de 2012, en pleno cambio de gobierno
federal, los restos habían sido cremados a las 15:40 horas, “y que por lo mismo
era imposible atender dicha solicitud”.
“De
lo anterior se desprende que las familias guatemaltecas involucradas se vieron
fuertemente perjudicadas y fueron expuestas a revictimización y a un profundo
sufrimiento”, sentencia el informe.
El
19 de febrero de 2013, la cancillería de El Salvador se comunicó con la madre
de uno de dos salvadoreños identificados en San Fernando para que autorizara la
cremación de los restos que supuestamente pertenecían a su hijo como condición
para que pudieran ser repatriados a la nación centroamericana. La madre se negó
a firmar dicha conformidad.
Con
el fin de evitar casos similares, organizaciones como el Centro de Familiares
de Migrantes Fallecidos y Desaparecidos, y la Fundación para la Justicia y el
Estado Democrático de Derecho han solicitado la intervención de la CNDH para
que dicte medidas cautelares ante la procuraduría estatal de Tamaulipas. A raíz
de la ineficacia de la acción de la CNDH, se acudió a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Hasta la fecha, este organismo sigue
estudiando las peticiones.
“Es
evidente que en el caso de las averiguaciones en México se niega a las familias
de las personas migrantes desaparecidas contar con representación jurídica
dentro del proceso de identificación y repatriación de los restos mortales, así
como tampoco se les proporciona ayuda para el traslado local, es decir, del
aeropuerto de su país al lugar donde serán trasladados los restos”, abundan.
El
informe plantea que estas prácticas violan lo establecido en el artículo 21 de
la Ley General de Víctimas e ilustran “la evidente descoordinación entre las
mismas instituciones de procuración de justicia en México”.
La
división entre la PGR y la PGJ de Tamaulipas, que investigan 120 y 72 cuerpos
de los hallados en San Fernando, “ha tenido consecuencias negativas en el
suministro de información a las familias y, obviamente, para la misma
investigación penal”.
Recuerdan
que en mayo de 2012 presentaron un informe alternativo donde relataron varios
episodios de amenazas y hostigamientos a familiares y representantes de
víctimas de desaparición forzada, así como numerosas falencias del Estado mexicano. A pesar de la
adopción de una ley para la protección de personas defensoras de los derechos
humanos y del establecimiento de un mecanismo de protección, “la situación no
ha mejorado de manera significativa en este lapso”, exponen las organizaciones.
Abusos
en estación de Saltillo
La
Casa del Migrante de Saltillo, una de las organizaciones que prepararon el
informe, reportó abusos constantes y secuestros en la estación migratoria de
esa ciudad.
No
se avisa a los familiares de los detenidos; no se facilita a éstos ninguna
comunicación; permanecen retenidos más de 36 horas; se les medica con
analgésicos, sin importar la gravedad de sus padecimientos; no se les dan a
conocer sus derechos, y varios migrantes han sido torturados y abusados
sexualmente, como ocurrió con dos mujeres transexuales hondureñas que arribaron
a la estación de Saltillo.
Ellas
llegaron allí tras ser detenidas en Monterrey, Nuevo León. Huían de Nuevo
Laredo, Tamaulipas, donde una persona las vendió al dueño de un bar y fueron
explotadas sexualmente, además de estar a disposición de “un peligroso grupo de
delincuencia organizada, quienes abusaban de ellas físicamente (golpes,
violaciones, consumo obligado de cocaína)”.
Cuando
se hallaban en la estación tenían sus partes íntimas destrozadas por las
violaciones que sufrieron, sin ánimo de comer y con mucho miedo. Nadie las
reportó ni permitieron que se comunicaran con sus familiares.
Tan
sólo el pasado 8 de febrero, el subprocurador para la Investigación y Búsqueda
de Personas no Localizadas de Coahuila, José Yáñez Arreola, anunció que se
hallaron narcofosas con restos humanos calcinados. Originalmente se reportaron
“500 restos óseos humanos”, y luego 300, sin que hasta ahora exista una cifra
oficial. Se presume que la mayoría de los huesos pertenecen a migrantes centroamericanos.
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