17 mar 2014

Oceánica corrupción panista/Héctor Tajonar


Oceánica corrupción panista/Héctor Tajonar
Revista Proceso # 1950, 16 de marzo de 2014;
Tal como lo adelantó Proceso hace cuatro meses en sus ediciones 1933 y 1934, el gobierno de Enrique Peña Nieto está decidido a investigar y  sancionar la desmesurada corrupción panista en Petróleos Mexicanos,  principalmente a través de la empresa Oceanografía, S.A. de C.V., proveedora consentida de Pemex durante las administraciones de Vicente Fox y Felipe Calderón y oscuramente vinculada a los hijos de Marta Sahagún, así como a Mario Alberto Ávila Lizárraga, alfil de Calderón en la paraestatal.
En su comparecencia ante la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados, el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, expresó que se actuará con prudencia y responsabilidad en busca de evidencias claras, precisas y contundentes para evitar que los acusados como culpables salgan en libertad. “No habrá impunidad”, aseguró el procurador. Veremos.

El primer inculpado es Mario Alberto Ávila Lizárraga, exsubdirector de Mantenimiento y Logística en la Coordinación de Servicios Marinos de Pemex Exploración y Producción (PEP), contra quien se ha impuesto un procedimiento administrativo por haber firmado una adenda para favorecer a Oceanografía cinco días después de haber abandonado su cargo en la paraestatal. Ávila Lizárraga, uno de los colaboradores más cercanos a Calderón dentro de Pemex, dejó su cargo el 30 de noviembre de 2012 para contender como candidato del PAN a la gubernatura de Campeche, en unos comicios que perdió. Igualmente, es conocida la cercanía de Ávila con Juan Camilo Mouriño y su familia. El expediente confidencial sobre el caso, obtenido por el reportero J. Jesús Esquivel (Proceso 1933), identifica a Ávila como “MAL”, y da cuenta detallada de su “inexplicable” fortuna.
La investigación en torno a Oceanografía implica también a Juan Alberto y Manuel Bribiesca Sahagún, hijos de la esposa de Vicente Fox, y a Guillermo Sahagún Jiménez, hermano de la señora Marta, quienes cabildeaban en Pemex con el fin de conseguir contratos para dicha empresa, como lo declaró el propio Manuel Bribiesca a la revista Contralínea. ¿Se procederá contra ellos?
El siguiente ejemplo ilustra los excesos cometidos en Pemex con el propósito de favorecer a Oceanografía: en 2010 se asignó a esta empresa un contrato inicial por 250 millones de pesos, el cual se cuadruplicó, “por la asignación de tres convenios adicionales”, para sumar mil 326 millones de pesos. Este tipo de excesos fueron asimismo cometidos con otras firmas y se tradujeron siempre en aumentos importantes de los ingresos personales de los funcionarios firmantes de Pemex, lo cual revela actos de corrupción que habrán de ser comprobados y castigados. ¿Cómo operaban?
“La señora (Marta Sahagún) es la que manda en Pemex”, declaró Luis Ramírez Corzo, quien fungía como director de Pemex Exploración y Producción (PEP), a Ana Lilia Pérez, el 7 de octubre de 2004, un mes antes de que el primero sustituyera a Raúl Muñoz Leos en la dirección general de la paraestatal. En dicha entrevista, Ramírez Corzo dijo a la reportera que la señora Sahagún los presionaba a él y a Muñoz Leos para dar contratos a Oceanografía porque dos de los hijos y un hermano de la esposa del presidente Fox los conseguían a cambio de una comisión.
En esas fechas, PEP debía adjudicar un contrato por 154 millones de dólares, mediante licitación, para la contratación de un barco grúa que daría servicio a las plataformas petroleras en la Sonda de Campeche. Según el director de PEP, Marta Sahagún ordenó que fuese otorgado a Oceanografía, a pesar de que no cumplía con las especificaciones técnicas y cotizaba a un precio superior en 6% al del resto de las navieras. El contrato fue otorgado a Oceanografía por un monto de 168 millones de dólares, 14 millones de dólares más que lo presupuestado. (Ana Lilia Pérez, Camisas azules, manos negras. El saqueo de Pemex desde Los Pinos, pp. 135-141.) ¿Existirán pruebas “claras, precisas y contundentes” para inculpar a la señora Sahagún de estos abusos, así como a Vicente Fox por su pasiva complicidad ante los excesos de su esposa, hijastros y cuñado?
El caso de Oceanografía es paradigmático e ilustra claramente la forma de operar de empresas proveedoras de Pemex para obtener contratos mediante licitaciones manipuladas o asignaciones directas injustificadas, a cambio de relojes Audermars Piguet de más de 40 mil dólares y otras compensaciones millonarias para funcionarios corruptos e intermediarios con alto poder de convencimiento. Todos los responsables directos e indirectos en esa oceánica corrupción debieran ser procesados y sancionados como medio ejemplar para eliminar la podredumbre que en buena medida explica los rezagos y la falta de competitividad de Pemex.
El PAN pretende condicionar la discusión y aprobación de la legislación secundaria de la reforma energética con el caso Oceanografía, a fin de deslindar a Calderón y a otros destacados panistas de su presunta responsabilidad en actos u omisiones contrarios a lo establecido en el artículo 47 de la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos. ¿Lo lograrán? ¿Será castigada la permisividad o el encubrimiento de los altos funcionarios relacionados con la comisión del delito de peculado por parte de sus subordinados?
¿Sigue siendo negociable la justicia por consideraciones de orden político, como lo ha sido hasta ahora? Durante la hegemonía priista sólo se condenó por corrupción a los enemigos del presidente en turno. En contraste, los presidentes panistas no tuvieron el poder ni la voluntad para procesar a  ninguna “tepocata” porque necesitaban al PRI para gobernar y para mantener la estabilidad. Fox y Calderón no sólo pactaron y se sometieron al  poder del PRI, sino que hicieron algo peor: se volvieron como ellos.
Es claro que la corrupción en Pemex no empezó ni terminó con los gobiernos panistas. Aún más claro es el imperativo de prevenir, combatir y sancionar la corrupción dentro de Pemex como condición ineludible del éxito de la reforma energética, y de que sus beneficios lleguen a todos los mexicanos en lugar de quedarse en los bolsillos de unos cuantos truhanes que han lucrado cínica e impunemente con la riqueza petrolera de la nación.
El presidente Peña Nieto no puede olvidar que la corrupción fue una de las causas fundamentales de la derrota de su partido en 2000, así como de la debacle del PAN a partir de 2012. No hay duda: La corrupción ha dejado de ser el aceite de la maquinaria gubernamental para convertirse en el principal obstáculo de la gobernanza democrática eficaz. A combatirla sin doblez.

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