La
cuenta de noviembre/Javier Solana was EU High Representative for Foreign and Security Policy, Secretary-General of NATO, and Foreign Minister of Spain. He is currently President of the ESADE Center for Global Economy and Geopolitics and Distinguished Fellow at the Brookings Institution
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Syndicate | 30–11–14
Todavía
no hay acuerdo sobre Irán. Obama ha sufrido una severa derrota en las
elecciones para renovar parte del Senado y del Congreso. Si a ello sumamos el
pobre crecimiento económico en la eurozona, la emergencia del yihadismo
islámico o la tensión con Rusia, podría deducirse que el mundo vive en una
espiral de pesimismo e inestabilidad. Noviembre deja, sin embargo, algunos
puntos positivos, y es necesario reconocerlo para no dejarse llevar por el
desánimo imperante.
Irán
se mantiene en la cuenta del ‘debe’ global. La negociación iraní ha llegado a
la fecha límite sin acuerdo, pero con buenas vibraciones: Irán ha cumplido con
el acuerdo interino y el E3+3 ha manifestado su voluntad de acabar con las
sanciones. El plazo se ha prolongado hasta junio del año que viene, con la
esperanza de lograr un acuerdo fundamental para la estabilidad regional y
global. Irán requiere visión estratégica: la oportunidad es única. Pocas cosas
hay más necesarias en este momento histórico. Un nuevo conflicto en Oriente
Medio sería catastrófico. La negociación y la diplomacia son la única manera
segura de resolver la cuestión nuclear iraní a largo plazo, que conllevaría la
normalización del importante papel que Irán debe jugar en la estabilidad
regional. Confío en que el acuerdo será finalmente posible.
Hay
otros elementos en la cuenta del ‘haber’. La última reunión del G20 celebrada
en Brisbane, Australia, a mediados de noviembre, aprobó un conjunto de medidas
económicas que prevén un incremento del crecimiento global del 2,1% para 2018.
El G20 apoyó también la Iniciativa Global de Infraestructuras mediante la
creación de un Hub Global de Infraestructuras, que servirá como plataforma de
encuentro para gobiernos, sector privado, bancos de desarrollo y otras
organizaciones internacionales. La nueva Comisión Europea, por su parte, tomó
posesión el 1 de noviembre, y se estrena con el anuncio de un plan para añadir
315.000 millones durante tres años a inversión pública y privada en Europa.
La
cumbre para la cooperación económica en Asia-Pacífico, APEC, de principios de
noviembre en Beijing, China, deja algunos resultados positivos. El primero es
el acuerdo bilateral entre China y Estados Unidos sobre cambio climático. El
acuerdo allana el camino para la Cumbre del Clima de París de 2015, donde se
espera un acuerdo global sobre el clima más inclusivo que el Protocolo de
Kioto. Sería deseable que India avanzara también en esta dirección.
El
avance dentro del marco del Green Climate Fund, fondo establecido por el Marco
para la Convención del Cambio Climático de Naciones Unidas (UNFCCC, por sus
siglas en inglés) es otra buena noticia de cara a la Cumbre de París. Este
fondo pretende redistribuir dinero de los países desarrollados hacia los países
en vías de desarrollo para que hagan frente al coste que supone poner en marcha
acciones para mitigar el cambio climático. Estados Unidos ha prometido 3.000
millones de euros, Japón 1.500 y Francia y Alemania ya manifestaron previamente
su voluntad de contribuir. Estos fondos son un prerrequisito para que los
países en vías de desarrollo participen en las negociaciones sobre cambio
climático.
Europa
también presenta buenas noticias de cara a París. El Consejo Europeo de octubre
aprobó el Marco 2030 para el Clima y la Energía, propuesto por la Comisión
Europea, con objetivos concretos para 2030 en materia de gases de efecto
invernadero, uso de renovables, aumento de la eficiencia energética e
interconexión entre Estados Miembros.
China
y Estados Unidos alcanzaron otro gran acuerdo bilateral en la Cumbre de la APEC
que desbloquea el Information Technology Agreement de la Organización Mundial
de Comercio, que China mantenía parado desde hacía un año para proteger su
industria nacional. La Casa Blanca estima que la eliminación de casi un billón
de dólares anuales en tarifas para las tecnologías de la comunicación y la
información y un incremento del PIB global cada año de 190.000 millones de
dólares.
Xi
Jinping, el líder chino, aprovechó la cumbre de la APEC en la capital china
para demostrar su protagonismo con la propuesta de una gran área de libre
comercio en Asia-Pacífico (FTAAP por sus siglas en inglés). El acuerdo sumaría
a 17 países. Podría suponer un gran avance en materia de cooperación comercial
en una zona con alto riesgo geopolítico. El acuerdo transpacífico de libre
comercio (TPP), promovido por Estados Unidos, también logró avances. Ambas
iniciativas podrían llegar a ser complementarias, pese a que muchos las ven
como rivales, ya que el TPP deja fuera a China. El triunfo de la visión
estratégica, que aunaría ambas iniciativas, podría suponer un magnífico paso
adelante para la estabilidad de Asia.
En
Oriente Medio se ha producido alguna buena e inesperada noticia. El Consejo de
Cooperación del Golfo logró que, tras ocho meses, Arabia Saudí, Bahréin y
Emiratos Árabes Unidos vuelvan a enviar embajadores a Catar. Túnez celebró sus
elecciones parlamentarias a finales de octubre tras unos meses de gobierno de
concentración. El partido secular Nidaa Tounes derrotó a los islamistas de
Ennahda. Un mes después, hace muy pocos días, los tunecinos celebraron las primeras
elecciones presidenciales libres desde el derrocamiento de Ben Alí. Túnez sigue
siendo un faro de esperanza para la región. Su gobierno de coalición demuestra
que se puede romper la vieja y dañina dinámica de Oriente Medio que asume que
el ganador se lleva todo. Túnez enseña que se puede compartir el poder, una
lección que debiera ser aprendida en el mundo árabe.
Las
tensiones tras los atentados en Jerusalén demuestran lo difícil que es avanzar
en el proceso de paz entre Israel y Palestina. Conforme la violencia se acerca
a Jerusalén, lugar sagrado por excelencia para las partes, el conflicto podría
tomar un cariz más religioso y, por lo tanto, más difícil de gestionar. La
iniciativa del gobierno israelí de hacer del país el Estado nacional del pueblo
judío en nada ayuda, ya que antepone el carácter judío del Estado incluso a su
naturaleza democrática. Podría socavar los derechos de las minorías. Hoy, más
que nunca, pienso que podrá lograrse una nueva dinámica en el proceso de paz
mediante el reconocimiento del Estado palestino desde Europa. Una Europa que,
no olvidemos, ha sostenido y sostiene económicamente a las instituciones
provisionales palestinas.
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