Durante ocho años María José Cuevas siguió, filmó y entrevistó a cinco de las vedettes más famosas de las décadas de los setenta y ochenta.
Revista
Proceso
# 2091, 27 de noviembre de 2016...
“Bellas
de noche”, homenaje a las vedettes de los setenta y ochenta/
COLUMBA
VÉRTIZ DE LA FUENTE
Las
vedettes Olga Breeskin, Lyn May, Rossy Mendoza, Wanda Seux y Princesa Yamal,
quienes en la época de los setenta y ochenta transformaron el espectáculo en
México, son las protagonistas del nuevo documental Bellas de noche, dirigido
por María José Cuevas.
El
título recuerda la película de ficción que el cineasta Miguel M. Delgado rodó
en 1975, considerada como la iniciadora de la saga del llamado “cine de
ficheras” de la cinematografía nacional.
La
realizadora, la más pequeña de las tres hijas del pintor José Luis Cuevas,
espera que el documental “quite tantos prejuicios que existen alrededor de
estas mujeres”. Recapitula en entrevista:
“Carlos
Monsiváis escribió de la importancia de las rumberas, las vedettes y la vida
nocturna de México, le da un valor cultural, pero de pronto nació la prensa
amarillista que aplastó justamente ese valor porque se enfocan en los tabúes de
envejecer, las cirugías y los amantes, en fin…”
La
cinta de 91 minutos presenta a la Breeskin, quien hizo del violín un
instrumento de la sensualidad, para describir el camino que la llevó de los
excesos a la fe. Lyn May, la bailarina exótica por excelencia, desgrana el
sexo, el amor y el concepto de juventud. Princesa Yamal repasa los sinsabores de
la carrera truncada por la nota roja y su encarcelamiento. Wanda Seux, hoy
obstinada defensora de los animales, describe el poder de las vedettes sobre el
público. Rossy Mendoza, la cantante, se empeña en escribir un libro de
metafísica.
La
edición de Bellas de noche (que forma parte de la cartelera cinematográfica
mexicana desde el 25 de noviembre) estuvo a cargo de Ximena Cuevas (hermana de
la directora), con una trayectoria reconocida como videoasta y artista del
performance.
María
José recuerda que empezó a filmar a Princesa Yamal cuando la conoció, hace una
década, con una camarita de video que portaba en su bolsa.
“Nunca
me imaginé hacer una película y que iba a crecer como creció. El termómetro fue
cuando la presenté por primera vez al público en Ambulante, y se agotaron las
funciones. Me di cuenta que como que estamos arraigados a ciertas épocas o
personajes o iconos, porque en Ambulante se agotaron las funciones no por la
película, sino por el tema. Estas mujeres cuentan con una fortaleza y una independencia
increíble, por lo cual Bellas de noche es un homenaje y un tributo desde un
lado muy amoroso y de respeto.”
–¿Qué
cree que aportaron estos personajes a la cultura popular?
–Las
vedettes siempre han existido, en las carpas de revista en los años treinta,
después las rumberas, y las protagonistas de Bellas de noche en los setenta y
ochenta. Además son la última generación de vedettes, ya después de ellas no
existen. Estas últimas forman parte de un momento muy importante, es la época
del destape, es la época del show, también abarcaron un público de todas las
clases sociales, podían ir a un teatro de revista a precios populares o a un
cabaret de lujo en donde sí tenías que contar con dinero para entrar y
consumir.
“Surgió
con ellas el cine de ficheras y además abarcaron la televisión, en fin. Es
también un parteaguas social, por eso es tan importante esta generación de
vedettes que, además de ser las últimas, empiezan a abarcar todos los medios y
todas las clases sociales. Vedette en francés quiere decir ‘estrellas del
espectáculo’, por lo que trabajaban con mucha disciplina y profesión en sus
shows, con una gran escenografía, luces, un sinnúmero de bailarines y
bailarinas, y no sólo dominaban el baile llamativo, combinado obviamente con la
belleza de las mujeres, sino que cantaban o tocaban instrumentos. En fin, era
un espectáculo muy complicado. Duraba horas, invitaban a cómicos, magos,
etcétera, y pues todo eso lo perdimos con el temblor de 1985 que sufrió la
capital mexicana, desaparecieron lugares que formaban parte de la vida
nocturna, y luego la violencia que sufre México acabó con todo.”
–Ha
contado que de pequeña tuvo relación con las vedettes, ¿cómo fue eso?
–A
mi papá siempre le interesó la cultura popular. Cuando yo era niña él era muy
amigo de las rumberas. Para mí era muy normal llegar a la casa y estar ahí con
Rosa Carmina o Ninón Sevilla. Y estas vedettes, cuando estaban en pleno apogeo,
invitaban a mi papá a ver sus shows e iba con él, llegué a asistir al teatro
Blanquita a ver a Lyn May. Entonces, formaron parte de mi infancia, siempre las
tomé como algo muy familiar, por eso nació este documental, de lo contrario
jamás hubiera dedicado 10 años de mi vida a elaborarlo.
Bellas
de noche obtuvo el premio a Mejor Documental en la 14 edición del Festival
Internacional de Cine de Morelia, realizado del 21 al 30 de octubre pasado, y
el del Público Cinemex a Mejor Película Mexicana en la 5 edición del Festival Internacional
de Cine de Los Cabos. Ya se proyectó en el Telluride Film Festival 2016, el
Toronto Film Festival (TIFF) 2016 y el International Documentary Film Festival
Amsterdam (IDFA) 2016.
#
“Bellas
de noche”/JAVIER
BETANCOURT
“Piensas
que la juventud va a ser para siempre pero no te das cuenta que es la época más
corta de tu vida”, sentencia Olga Breeskin con la sabiduría del Eclesiastés
adquirida a través de una larga e intensa vida de éxitos en el espectáculo,
admiradores, riqueza, adicciones, colapso económico y reinvención de sí misma
en la fe cristiana.
Durante
ocho años María José Cuevas siguió, filmó y entrevistó a cinco de las vedettes
más famosas de las décadas de los setenta y ochenta. El resultado es el
documental Bellas de noche (México, 2016), que se estrena esta semana en
cartelera (se exhibió ya en Ambulante); el título hace referencia a la película
de Miguel Delgado de 1975 que prácticamente inauguró el llamado género de
ficheras.
Lyn
May, Olga Breeskin, Princesa Yamal, Rosy Mendoza y Wanda Seux añoran su época
dorada de aplausos en los escenarios, con plumas y destellos de lentejuelas
bajo los reflectores, cuando lo hombres eran espléndidos y regalaban flores y
rubíes; a la vez que comentan abiertamente acerca de su deterioro, se
vanaglorian de mantenerse activas y luchando por sobrevivir. La realizadora
combina material de archivo, posters, fragmentos de películas en las que
figuraron, más entrevistas y videos de algunos de sus shows, con momentos de
intimidad cotidiana en la actualidad donde una se pone a bailar y cantar
mientras tiende la cama, otra se hace arrumacos frente al espejo, y ésta se
transforma con maquillaje y un exótico tocado.
Si
el tema de la decadencia al grado del patetismo –producto tanto del tiempo como
de la increíble capacidad de estas diosas caídas para exhibirse y lacerarse
frente a la cámara– se presta por momentos al humor involuntario, la dignidad,
y hasta una cierta grandeza en la fidelidad a sí mismas, prohíbe la burla o el
humor negro. Así, María José Cuevas le deja la responsabilidad al espectador de
reír o llorar cuando una de las veteranas inyectando botox a otra de ellas
pierde la cuenta y ubicación de los piquetes; o de otra que comenta que dejó de
sentirse culpable con los pavo-reales cuando se enteró de que éstos tiran sus
plumas y nadie se las arranca.
El
valor del documental estriba en el ambiente de intimidad que consigue con las
vedettes, la manera de estas mujeres fascinantes de seguir de pie, de animarse
y complacerse recordando glorias pasadas. Pero Bellas de noche falla totalmente
al omitir el contexto tanto del momento del apogeo de estas divas como del
valor actual de la construcción y explotación de iconos sexuales; la axiología,
la valoración de la actitud social se cuelga de comentarios superficiales de
las vedettes, como el de que en ese tiempo gustaban las mujeres exuberantes.
Fuera de contexto y sin confrontación ninguna de los códigos, ¿qué puede
decirle a los jóvenes de hoy la vida de estas mujeres que orquestaban fantasías
sexuales de generaciones remotas para ellos?
El
cine de ficheras y su celebridad pasajera no puede separarse de la nostalgia y
la estrategia comercial en los años setenta y ochenta –con una industria
cinematográfica ahogada por el oficialismo–, de revivir el cine de rumberas.
Bellas de noche apenas menciona el escándalo de Princesa Yamal implicada,
injustamente según afirma, en el aberrante hurto al Museo Nacional de Antropología en 1985; falta aún el
documental sobre el despotismo político y la obvia implicación de los
prohombres con las divas de aquella época.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario