Revista
Proceso
# 2091, 27 de noviembre de 2016...
Bergoglio
rompe el eurocentrismo de la jerarquía/
LETITIA
I. OIVAS
Tradicionalmente
la elección de los papas recaía en el voto de los cardenales europeos, siempre
mayoría en los cónclaves. A partir del sábado 19, los purpurados con derecho a
elegir al próximo pontífice ya no son básicamente los del Viejo Continente; los
electores asiáticos, africanos y americanos son la nueva mayoría y reflejan el
ánimo de Francisco de abrirse a las “periferias del mundo”, los sitios donde
los representantes de la Iglesia católica lidian con guerras y graves
conflictos políticos.
CIUDAD
DEL VATICANO.- El próximo cónclave –el encuentro a puerta cerrada en el cual
son elegidos los papas– cuenta, desde el pasado sábado 19, con nuevos grandes
electores: los cardenales no europeos, que ya suman 67 votos.
En
el tercer consistorio –el sábado 19 y domingo 20–, desde que fue elegido
pontífice (2013), el argentino Jorge Mario Bergoglio rompió con el
eurocentrismo de la jerarquía católica y dio paso a las que él llama
“periferias del mundo”, en particular a África y Asia, que aumentan
sensiblemente en el tablero geoestratégico de los países representados por los
llamados príncipes de la Iglesia, un hecho inédito para el catolicismo
contemporáneo.
Maurice
Piat, obispo de Port-Louis, en la isla Mauricio; John Ribat, obispo de Port
Moresby, capital de Papúa Nueva Guinea; Patrick D’Rozario, obispo de Dacca, una
de las ciudades de Bangladesh más golpeadas por los últimos atentados
yihadistas; y el centroafricano Dieudonné Nzapalainga, arzobispo de Bangui,
quien negoció el proceso de paz iniciado en ese país a finales del año pasado,
son algunos de los 13 nuevos cardenales elegidos, cuyos nombramientos fueron
oficializados en un acto en la Basílica de San Pedro, y que provienen de
continentes hasta ahora subrepresentados y de países que no tenían presencia
entre los electores.
“Se
trata de un inusual club que, en primera instancia, responde a la voluntad del
Papa argentino de dar impulso a la Iglesia que trabaja en áreas de frontera,
zonas antaño abandonadas por el eurocentrismo eclesiástico, pero con potencial
para el catolicismo”, opina el vaticanista catalán Rossend Domènech, quien
desde hace 40 años sigue la información vaticana. “Aunque también destaca que
en esta horneada de cardenales, no hay prelados que se hayan hecho conocidos
por cruzadas sobre los llamados temas éticos, como las uniones de homosexuales,
el uso de anticonceptivos o nuevas formas de familias”, añade.
Es
evidente el apoyo de Francisco “a una Iglesia más global y menos eurocéntrica”,
reflexiona igualmente un analista más liberal, el estadunidense Philipp
Pulella.
Zonas
de conflicto
El
trabajo de campo, en particular en contextos de guerras y conflictos
sociopolíticos, está en la lista de las cualidades de los cardenales elegidos
por Francisco, en un evidente mensaje a las autoridades de las naciones
involucradas de que el Vaticano apoya las maniobras de los suyos.
Además
de Nzapalainga, es el caso del italiano Mario Zenari, nuncio en Siria desde
2008 y único embajador europeo que sigue en Damasco y mantiene comunicación con
el régimen del presidente sirio, Bashar al Assad. “La púrpura para Zenari es la
última dramática apelación para poner fin a las hostilidades”, opina el experto
Alberto Bobbio en las páginas de L’Eco di Bergamo.
“En
usted (…) vemos la incansable labor para el cese de la violencia y de las
guerras en varias partes en el mundo”, afirmó Zenari al recibir el capelo
cardenalicio. Su nombre figuró en primer lugar en todas las listas de nuevos
purpurados difundidas por la oficina de prensa del Vaticano, un simbolismo
nunca casual en el Vaticano.
De
igual modo entra en este grupo el mexicano Carlos Aguiar Retes, arzobispo de
Tlalnepantla, proveniente de un México golpeado por el narcotráfico y ahora
también amenazado por las consecuencias imprevisibles de los planes
antiinmigración del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.
Asimismo
está la nominación de Baltazar Enrique Porras Cardozo, obispo de Mérida,
Venezuela; a mediados de septiembre el Vaticano confirmó que aceptaba la oferta
de la Unión de Naciones Suramericanas de sumarse a las conversaciones como
mediador para zanjar la crisis venezolana.
Y,
siempre en esta lista, también despunta Sérgio da Rocha, presidente de los
obispos de Brasil, país donde campea la inestabilidad política desde que la
expresidenta Dilma Rousseff fue alejada forzosamente del poder, en diciembre de
2015.
El
grupo lo cierran dos nuevos cardenales europeos, el español Carlos Osoro Sierra
y el belga Jozef de Kesel; y tres estadunidenses: Blase J. Cupich, Joseph
William Tobin y Kevin Joseph Farrell.
A
los cardenales estadunidenses les espera una tarea complicada: mediar con la
administración de Trump, personaje por el cual el Papa parece no tener simpatía
alguna, como se vio durante su viaje de febrero pasado a México, cuando llegó a
cuestionar la fe cristiana del presidente electo; algo que, de manera más
suave, se repitió la pasada semana, cuando el pontífice argentino instó a
luchar contra ciertas políticas antiinmigración, en las que fueron sus primeras
palabras tras la victoria del republicano.
“Nuestro
gran desafío es crear una cultura del encuentro, que anime a abatir muros y a
construir puentes”, dijo Francisco, hablándole a los obispos de Estados Unidos
en una reunión que acabó con el nombramiento de un nuevo presidente y el
segundo de la conferencia episcopal del país: Daniel di Nardo y José Gómez,
respectivamente.
“Debemos
ser portadores de buenas noticias para una sociedad atenazada por
desconcertantes cambios sociales, culturales y espirituales y por una creciente
polarización”, continuó el Papa, haciendo particular hincapié en los migrantes
hispanos.
A
renglón seguido Francisco envío otro mensaje, esta vez sobre el Acuerdo
(climático) de París, que también Trump ve con malos ojos. “Hay que actuar sin
tardanza, de la manera más libre posible de presiones políticas y económicas”,
afirmó el antaño cardenal de Buenos Aires.
Europa,
de 61 a 54
Los
números evidencian las maniobras de Francisco. En 2013, cuando el argentino fue
elegido, 61 cardenales electores eran europeos y 56 de otros continentes.
Después del sábado 19, hay 54 europeos y 67 extraeuropeos, con un aumento
visible de los africanos, que pasan de 11 a 15, y de los asiáticos, de 11 a 14.
América se mantiene estable, pues pasó de 33 a 34, y Europa pierde siete,
dejando a los no europeos a poca distancia de los dos tercios de cardenales que
se necesitan para elegir a un nuevo pontífice en primeras votaciones.
“La
proveniencia de 11 naciones expresa la universalidad de la Iglesia (…) en cada
rincón de la Tierra”, afirmó el Papa en el Ángelus del pasado 9 de octubre,
cuando anunció que haría nuevos nombramientos.
Otro
elemento en esta línea es también el hecho de que con los últimos
nombramientos, el total de designados directamente por Francisco y que votarían
–si el cónclave se celebrara mañana– sube a 44. En cambio, el número de los
nominados por el hoy Papa emérito Benedicto XVI, se mantiene en 56 y los del
fallecido polaco Juan Pablo II resiste en 21, menos de un quinto del total.
Bergoglio
también añadió a la lista cuatro nuevos cardenales mayores de 80 años (y por
tanto, sin derecho a voto): Anthony Soter Fernandez, obispo emérito de Kuala
Lumpur, Malasia; Sebastian Koto Khoarai, de Mohale’s Hoek, Lesoto; el italiano
Renato Conti y el albanés Ernest Simoni, quien pasó 18 años encarcelado –12 de
ellos en trabajos forzados en una mina– por el régimen de Enver Hoxha. Hasta
ahora, Malasia, Lesoto y Albania no tenían cardenales.
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