Revista
Proceso
# 2091, 27 de noviembre de 2016...
Cuarto año, un presidente
derrotado/ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA
Tradicionalmente
el cuarto año de gobierno de los presidentes de México era el mejor, pues ya se
había sacudido los lastres de administraciones anteriores y aún no se
disparaban las carreras por la sucesión. Para Enrique Peña Nieto no fue así: su
cuarto año muestra fehacientemente su fracaso en todos los ámbitos. Las
reformas estructurales con las que pretendió “Mover a México” caen
estrepitosamente, al tiempo que los problemas de corrupción e inseguridad
nacionales se ventilan en todo el mundo. Pese a los enormes gastos en
publicidad oficial, sus niveles de rechazo aumentan y según las encuestas, ni
en su partido, el PRI, es bien visto.
El
presidente Enrique Peña Nieto no tiene muchos motivos para festejar. Al
cumplirse cuatro años de que asumió el cargo ofreciendo “Mover a México”, hoy
enfrenta la desaprobación ciudadana y múltiples señalamientos internos y
externos a los resultados de su gobierno.
En
el antiguo régimen priista solía decirse que el cuarto año de gobierno era el
de mayor fuerza de un presidente, pues había desterrado a la clase política de
su antecesor, consiguiendo apoyo en el Congreso y las gubernaturas, sin
campañas sucesorias anticipadas, ya consolidado en su ejercicio personal de
gobernar.
En
el caso de Peña Nieto, el cuarto año es la materialización de su fracaso en
todos los frentes, desde hace meses hay campañas inclusive dentro de su partido
de cara a las elecciones de 2018, y no hay perspectiva de que algo pueda
mejorar.
Se
trata del presidente que más ha erogado en publicidad desde que ese gasto es
transparente, pero el que más desaprobación tiene entre la población.
La
organización civil Fundar, Centro de Análisis e Investigación, integrante de la
iniciativa Publicidad Oficial, que integra a otras instancias, ha concluido que
cuando menos, en los primeros tres años de gobierno, ese gasto asciende a 24
mil millones de pesos.
Paulina
Castaño Acosta, investigadora de Fundar, considera que la cifra de gasto
publicitario en realidad supera en mucho lo que se ha transparentado.
El
domingo 20, El Universal publicó la encuesta que realiza con la agencia Buendía
y Laredo. Los resultados muestran que Peña Nieto sigue con aprobación baja, la
más baja del sexenio y también la más baja respecto a los periodos de Vicente
Fox y Felipe Calderón.
De
acuerdo con dicho estudio, sólo 25% de la población aprueba el trabajo
presidencial y 66% lo desaprueba. Inclusive entre priistas el desacuerdo con su
gobierno es de 52%; esto significa que, por primera vez en su administración,
en las filas de su partido no tiene respaldo mayoritario.
Cabe
destacar que, conforme a dicho estudio, los principales motivos de
desaprobación son, en primer lugar, las reformas estructurales; le sigue la
inseguridad y, finalmente, la reunión con Donald Trump.
Los
ejes del rezago
El
1 de diciembre de 2012, cuando Peña Nieto asumió la Presidencia, comprometió
numerosas acciones, a partir de lo que denominó cinco grandes ejes de gobierno.
Se trataba de las políticas de seguridad, desarrollo social, gobernabilidad,
economía y desempeño en el exterior. El cumplimiento de ese plan se supeditó en
buena medida al arreglo entre las tres fuerzas políticas de mayor
representación electoral que adoptó por nombre Pacto por México.
Por
ejemplo, el primer eje de gobierno, lograr un México en Paz, es catastrófico.
Hasta ahora prácticamente no hay organismo internacional que apruebe la
situación de los derechos humanos en México y, el jueves 24, hasta el
representante en México de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el
Delito, Antonio Luigi Mazzitelli, consideró que debe plantearse el retiro de
las Fuerzas Armadas de las tareas de seguridad pública.
A
la insuperada desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa se suma, entre
otras, la matanza de civiles en Nochixtlán, Oaxaca, el 19 de junio. Esos
episodios de violencia, notorios por la participación de agentes del Estado que
permanecen impunes, son evidencia de la precariedad de la política de seguridad
que en el entorno internacional se está señalando.
Hasta
julio pasado la información oficial arrojaba 78 mil 100 asesinatos violentos
(Proceso 2079). La cifra es notable dentro y fuera del país.
El
Índice de Paz Global es un indicador que mide el nivel de paz y la ausencia de
violencia de un país o región. Lo elaboran y publican el Institute for
Economics and Peace junto a varios expertos de institutos para la paz y think
tanks y el Centre for Peace and Conflict Studies, de la Universidad de Sídney,
con datos procesados por la Unidad de Inteligencia del semanario británico The
Economist. El estudio incluye variables internas, como violencia y
criminalidad; y externas, como gasto militar y las guerras en las que participa
el país. México se ubica en el lugar 140 de 162 países.
Un
segundo eje de gobierno fue el denominado “México Incluyente”, mediante el cual
Peña Nieto propuso erradicar la pobreza. El resultado: México es uno de los
tres países, junto con Guatemala y Venezuela, donde más ha crecido la pobreza,
de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal),
que en marzo pasado detalló que la pobreza en México avanzó de 51.6% de la
población del país en 2012 a 53.2% en 2014.
El
mismo informe de la Cepal indicó que había erosión de los salarios mínimos como
factor de empobrecimiento. De hecho, la medición de la Organización
Internacional del Trabajo dio a conocer en julio que México ocupa el tercer
lugar con salario mínimo más bajo de América Latina y el Caribe.
Peña
Nieto promovió un mejoramiento de la educación con su eje “México con Educación
de Calidad” y, para cumplir ese planteamiento, apuntaló la reforma educativa:
Sin embargo, la educación no mejora y, por el contrario, está en retroceso.
De
acuerdo con el Índice de Competitividad Global, que emite el Foro Económico
Mundial, publicado a finales de septiembre pasado, México se mantuvo en el
puesto número 57 respecto al periodo anterior. Sin embargo, de los cuatro
indicadores medidos como requerimientos básicos, retrocedió dos puntos en
Educación (ya con reforma educativa) y cuatro en Instituciones, que incluye
aquellas relacionadas con seguridad y justicia.
Otro
eje de gobierno fue “México Próspero”, que se basaba en la política económica.
Si bien en ese caso hay factores externos, lo cierto es que su objetivo tiene
también causas internas que ni siquiera con las reformas energética,
hacendaria, financiera y de telecomunicaciones se pudo alcanzar; el compromiso
de Peña Nieto era un crecimiento de 5% y hasta 6% anual.
Peña
fue quien prometió “Mover a México” con las reformas estructurales en materia
económica que promovieron infructuosamente sus antecesores, pero al
conseguirlas, la economía mexicana decayó.
Los
hechos son que el mejor indicador de crecimiento fue el de 2015, cuando se
registró 2.5%. Para 2016 la perspectiva del Banco de México es que se alcance
entre 1.7% y 2.3%. Por lo pronto, las calificadoras internacionales Standard
& Poors y Fitch Ratings actualizaron en días pasados su pronóstico de
crecimiento para el país a 1.9% para 2017.
Esos
dos años han sido también de recortes presupuestales, y para el Presupuesto de
Egresos de la Federación 2017, numerosos programas, indispensables para el
cumplimiento de los otros ejes de gobierno, padecerán recortes o de plano
desaparecerán.
El
quinto eje fue “México, Actor con Responsabilidad Global”, que implicaba un
relanzamiento de la política exterior. Los resultados en esta materia han sido
también de dudosa efectividad.
Peña
Nieto es el presidente que más ha viajado al extranjero durante su período. Lleva
57 giras internacionales y una cantidad superior de países visitados.
Sin
embargo, la proyección internacional ha sido desastrosa, como ocurrió con su
gira por Alemania y Dinamarca a principios de este año, pues en ambos países,
con el lenguaje de la diplomacia internacional, se le restregó la precariedad
de los derechos humanos en el país.
Esa
misma semana de la gira por Europa, la segunda de marzo, fue cuando se emitió
el informe de la Cepal que el entonces secretario de Desarrollo Social refutó;
un informe de derechos humanos en Estados Unidos, que refutó la cancillería, y
el diferendo entre el gobierno de Peña Nieto y la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, por el retiro del Grupo Interdisciplinario de Expertos
Independientes que llegó a México para coadyuvar en el Caso Ayotzinapa.
Corrupción
e impunidad
Los
escándalos de corrupción son frecuentes en la historia política de México, pero
en este sexenio deterioraron la imagen presidencial con las revelaciones
periodísticas que se iniciaron con el reportaje del equipo de Carmen Aristegui,
La Casa Blanca de Peña Nieto, seguido por distintas publicaciones sobre las
residencias de su círculo cercano, que implican al contratista Juan Armando
Hinojosa Cantú.
La
presión ciudadana por ese asunto, así como otros escándalos de contratismo de
la élite mexiquense, motivaron una intensa presión de organizaciones
ciudadanas, grupos de investigadores, e inclusive, las altas esferas del
empresariado mexicano propiciaron una reforma constitucional y la creación del
Sistema Nacional Anticorrupción (SNA).
La
oportunidad estaba dada para que Peña Nieto superara los episodios de
corrupción que marcan su sexenio; todos los actores celebraron, pues el nuevo
marco legal fue reconocido en el ámbito internacional como uno de los más
vanguardistas. Pero pronto las acciones presidenciales motivaron la
desconfianza y hasta una nueva estrategia de presión.
“Peña
Nieto empujó la reforma, pero esa conducta contrasta con los hechos porque los
actos de corrupción no fueron atendidos y, en cuanto a la implementación del
SNA, lo que vemos es que las designaciones no se están dando con la calidad,
transparencia y objetividad necesarias”, observa Justine Dupuy.
Al
designar secretaria de la Función Pública a Arely Gómez, quien era titular de
la PGR, y nombrar en su lugar a Raúl Cervantes, ambos incondicionales del
mandatario, surgió la desconfianza por la forma en que podría integrarse el SNA
y a quién se podría impulsar en la nueva Fiscalía Anticorrupción.
Un
ejemplo es la iniciativa de Ley de Archivos que empieza a discutirse y que, por
lo pronto, ya generó el reclamo de la academia por considerarla regresiva.
Lourdes
Morales considera, además, que uno de los aspectos más relevantes de estos años
tiene que ver con el estado de deterioro de la libertad de expresión, dada la
cantidad de periodistas muertos, pero también por el cierre de espacios
plurales, pues uno de los riesgos en cualquier democracia es que no se cuente
con una prensa libre. En particular, se refiere a los asesinatos y agresiones
contra periodistas; Artículo 19 remarca el asesinato de un periodistas en
México cada 16 días y una agresión cada 22 horas, la mayoría perpetrada por
algún servidor público.
En
general, concluye:
“Hay
una situación de hartazgo que va más allá del mal humor, por las experiencias
personales cotidianas y una clase política indiferente, insensible a lo que
estamos viviendo los mexicanos.”
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