28 oct 2023

Las columnas hoy, sábado 28 de octubre de 2023

Habitantes organizan grupos de vigilancia para evitar saqueos.

En el barrio de la Candelaria y de la Pinzona, ubicados a 200 metros del Zócalo, el señor Enrique Hernandez Antonio, se organizó con su esposa y amigos, para cuidar su casa y negocios, con machete en la mano.

Para la vigilancia se turnan en la noche y prenden una fogata para allegarse de luz.  (EL UNIVERSAL | )

Pobladores de Acapulco claman desesperados por agua, comida y gasolina, pero la ayuda llega muy lentamente tras la devastación de 'Otis'. Crédito: Especial

Ninguna autoridad, ni militar ni federal, actúa frente a saqueos: Concanaco

El presidente de la Concanaco, Héctor Tejada Shaar, afirmó “la falta de seguridad ha llevado a una escalada incontrolable de actos delictivos y saqueos sufridos por negocios de cualquier tamaño -también micros y pequeños-, que solo agrava la difícil situación que ya enfrenta la población después del huracán”.

“La situación en Acapulco exige medidas inmediatas para proteger a los residentes y comerciantes... 

"Salvo la luz de los autos y de la televisión, la oscuridad es absoluta" escribe León Krauze a dos días del paso del huracán "Otis" .

"¿Cuántos días más de esta situación moral y humanamente inadmisible en un país como el nuestro? ¿ Cuántos días más para Acapulco y su gente?" se cuestionó el periodista en su reflexión que publicó en sus redes sociales.

Escasean en Acapulco agua y alimentos; ordeñan gasolina

Hay gente que pasa hasta cuatro horas formada para extraer de forma ilegal gasolina de las estaciones de servicio y poder llenar un garrafón de 10 litros.

En un recorrido realizado por El Universal  se constató que centenares de personas se aglomeran en las gasolinerías inoperantes para extraer el combustible, como si fueran huachicoleros.

A pesar del riesgo, hacen largas filas por unos litros de combustible sin importar que pueda ocurrir una tragedia.

En tanto, muchas personas caminan sobre la costera buscando comida en los establecimientos saqueados y, algunos, a sus familiares. Tal es el caso de la señora Martha Ovando, quien llorando deambula por el puerto pidiendo ayuda para poder localizar a su hija y  a su nieto ..

A más de 48 horas del paso de Otis comienza la escasez de alimentos y, con ella, la desesperación. Todos los supermercados, Oxxos, farmacias y tiendas de conveniencia están vacías. Ninguna autoridad ha impedido los saqueos, incluso algunos se han dado a la vista de policías y soldados.

Hasta ayer no se han habilitado comedores comunitarios, tampoco se ha informado sobre el reparto de ayuda humanitaria.

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¿Algo que recuperar? Los recuerdos

Nota de Rolando Herrera/ Reforma, (28 octubre 2023) .

La Zona Diamante, donde está el edificio, parece un set de película apocalíptica: una tras otra las torres de departamentos están descarapeladas, con los vidrios reventados y los recubrimientos repartidos por todos lados.

Jorge sube por las escaleras de su edificio sorteando pedazos de estructuras metálicas, plafones, recubrimientos, cables y uno que otro mueble que fue expulsado de los departamentos de sus vecinos.

Cuando entra a su departamento constata que todo está roto, reventado, colgando, doblado, rasgado, sepultado. "No se salvó nada", le dice a su acompañante.

Entre un montón de escombros reconoce el cenicero de los puros de sus suegros, remueve un poco y descubre una figurilla tipo hindú de un hombre rezando, bromea con la serenidad expresada en la estatuilla.

El departamento era una casa de descanso para la familia y en ella acostumbraba a pasar los fines de año.

- ¿Hay algo que puedas recuperar?, se le pregunta.

"Los recuerdos nada más", dice.

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Desespera lentitud en llegada de ayuda a Acapulco

Bota de Benito Jiménez y Claudia Guerrero/ Reforma, 

 Los pobladores y turistas que se quieren ir no pueden salir por la falta de transporte, el bloqueo de arterias y la escasez de gasolina.

Los que se quedan claman por agua y comida y anhelan tener luz, teléfono e internet.

La ayuda humanitaria para una ciudad con un millón de habitantes, la mayoría con graves daños por el huracán "Otis", llega a cuentagotas.

La titular de Segob, Luisa María Alcalde, informó ayer que han sido repartidas apenas 7 mil 500 despensas y 7 mil litros de agua. La luz se ha restablecido para la mitad de los usuarios afectados (calculados en medio millón de personas). La telefonía llega a un 60 por ciento. No hay gasolina disponible y los comercios que aún tenían víveres fueron saqueados.

Unos 3 mil vehículos permanecen varados por la falta de combustible.

"Estamos aislados, sin comida, sin luz ni agua", gritó desde su azotea el señor Alonso, en la Colonia Postal.

En la conferencia mañanera el General Cresencio Sandoval anunció que el Ejército tomaría el control sobre la ayuda, pública y privada, enviada a Acapulco que sólo podría entrar a la zona en vehículos militares.

La escasez de alimentos, agua y gasolina que dejó el huracán puede llevar a la hambruna, advirtió ayer el senador y ex Alcalde de Acapulco, Manuel Añorve, quien apremió a AMLO a trasladarse de forma inmediata a Acapulco a encabezar acciones.

Ayer, el Mandatario defendió la actuación del Gobierno federal y estatal ante la tragedia y aseveró que sí se avisó a tiempo sobre el impacto del huracán. Y admitió que el gabinete tiene limitaciones para enfrentar la tragedia, por lo que el Ejército debe tomar el control.

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Declaración de anoche del Presidente Joe Biden...

Anoche: dio instrucciones a su gobierno para trabajar de cerca con el gobierno de México para ofrecer apoyo, trabajan para garantizar la seguridad de estadunidenses en  Acapulco. "EU apoya a México, nuestro vecino y amigo, en este difícil momento".

Dice "THE WHITE HOUSE WASHINGTON FOR IMMEDIATE RELEASE October 27, 2023 Statement from President Joe Biden on Hurricane Otis I am deeply saddened by the loss of life and devastation caused by Hurricane Otis this week in Mexico. Our hearts are with all those impacted by this terrible storm. have directed my Administration work closely with our partners in the Government of Mexico offer our full support. We also working to ensure the safety of American citizens and around Acapulco. The United States stands by Mexico our neighbor and our friend -- this difficult time. #

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El papa Francisco ha expresado su “profunda pena” por las víctimas y damnificados del huracán Otis...

“Su Santidad Francisco, profundamente apenado al tener noticia del desastre natural que está afectando a esas costas de Guerrero, ocasionando víctimas, heridos y numerosos daños materiales, ofrece fervientes sufragios por el eterno descanso de los fallecidos”, señala un telegrama enviado en su nombre al arzobispo de Acapulco, Leopoldo González, por su secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin.

Y agrega: “A la vez que pide al señor conceda su consuelo a quienes sufren los devastantes efectos del huracán y ruega que incremente en la comunidad cristiana sentimientos de ardiente caridad para colaborar en la reconstrucción de las zonas afectadas”.

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El Acapulco arrasado después del huracán ‘Otis’

Una de las joyas turísticas de México lleva más de tres días sin electricidad, red de telefonía ni gasolina. El Gobierno despliega al Ejército para contener el caos. El huracán ha dejado a la ciudad, de casi un millón de personas, sin suministro de agua

Beatriz Guillén

El País,  Acapulco (México) - 28 OCT 2023 - 01:59 CST

Dicen que al principio sonaba como un chillido de gato, a otros les parecía una carrera de motos, también que se sentía como un zumbido taponado. Era un rugido. Un silbido feroz. Otis llegó el miércoles a las 00.25 horas con vientos de más de 250 kilómetros por hora y tocó Acapulco como un huracán de categoría cinco. Lo arrasó. Una de las joyas turísticas de México lleva ahora tres días sin electricidad ni suministro de agua, no hay internet, tampoco gasolina. Ya escasea la comida. En uno de los paraísos costeros del país no sirve el dinero, no hay dónde comprar. Todos los supermercados y centros de abastecimiento han sido saqueados. Mientras la emergencia amenaza con hundir Acapulco, el Gobierno ha desplegado al Ejército para tratar de contener el caos.

Los ricos condominios de la Costera Miguel Alemán están pelados y los grandes hoteles parecen cascarón. El famoso destino de playa y sol ya no existe más. Esta vía, una de las principales de Acapulco, que discurre paralela al mar, es ahora el rastro de palmeras tiradas, vidrios reventados, edificios sin cristales ni paredes, es una ruta de escombros. Donde estuvieron las terrazas con música y los restaurantes de mariscos, hoy se alinean los logos de decenas de vehículos oficiales: la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la Marina, el Ejército y la Guardia Nacional.

En total, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha enviado a 13.500 miembros de seguridad y a más de 1.300 electricistas con el mandato de evitar el colapso. Pero es tarde y los trabajos apenas comienzan. Las cifras oficiales refieren 27 muertos y cuatro desaparecidos, un número que no se actualiza desde el miércoles en la mañana, y que tapa los vacíos de información de la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, quien no ha aparecido desde la catástrofe. Las dudas sobre la exactitud de las cifras crecen conforme las patrullas marítimas encuentran cuerpos ahogados y por las 72 horas que muchas colonias y municipios llevan sin acceso ni asistencia.

Ciudad de errantes

Camina esquivando los postes eléctricos y las señales derribadas de la Costera. Lleva dos garrafas vacías y una botella con agua a la mitad. Jaime Garzón está desesperado: ayer hizo una fila de 12 horas para tratar de conseguir algo de combustible que le permita regresar a Ciudad de México con sus padres, ya mayores. Fue imposible. “Ayer tampoco comimos”, dice casi resignado este cocinero de Pereira (Colombia) que había venido a pasar las vacaciones. Sobrevivieron al huracán en la zona de las escaleras del hotel Mar Azul, ahora devastado, como el 80% de los alojamientos de Acapulco. Mientras él busca cómo salir, dejó a sus padres acompañados de otra botella de agua. Y eso es todo.

El huracán ha convertido Acapulco en una ciudad de errantes. Cientos de personas caminan bajo el sol para buscar agua o algo de comer, para llegar a la terminal de autobuses o para comprobar si su familia sigue viva, porque no funcionan las llamadas. Tampoco hay transporte público y la mayoría de las calles siguen obstaculizadas. Así que en una ciudad de casi un millón de personas, del tamaño de Valencia, en España, o de Austin, en EE UU, la gente solo puede ir caminando. O pidiendo aventón.

Eloína Sevilla es maestra, ella y su esposo se abastecieron bien antes del huracán, pero lleva desde el martes en la noche sin saber de su hermana. Ha salido a las 6 de la mañana para buscarla y ya lleva dos horas con los zapatos embarrados. Le queda todavía la mitad del camino para llegar al otro lado de la bahía. Va a atravesar el parque Papagayo, un emblema natural de la ciudad, que parece que ha sido talado, pasará al lado de filas de dos horas para cargar el celular en los camiones satelitales de las televisoras, verá los trozos que sobresalen de las barcas hundidas en la Marina y a los yates destrozados, a los coches que tratan de escapar de Acapulco sin vidrios, con las ruedas ponchadas.

Este escenario de catástrofe ocurre en la zona de prioridad para el Gobierno. Lo que cuentan los que salen de otros puntos más humildes o de municipios aledaños, como Coyuca de Benítez, es la devastación total. Diane —nombre ficticio— durmió el martes abrazada a su madre en su vivienda con techo de lámina y suelo de madera en Pie de la Cuesta: “Pensábamos que ya nos íbamos a morir”. No pasó y ella sigue llegando a su trabajo, tras una caminata de tres horas, como guardia de la Secretaría de Seguridad Pública a vigilar los centros comerciales. No va armada porque forma parte de la llamada guardia blanca y no hay manera de frenar a las hordas de gente que están saqueando los establecimientos. Ni siquiera lo intenta. En cambio pregunta: “¿Si no hay luz, cómo me van a pagar mi quincena?”.

Los militares patrullan, quitan ramas y desechos, preparan una carpa para repartir mantas y víveres. Pero no hacen nada ante los robos. Tampoco la Guardia Nacional, que ve como salen del Liverpool con refrigerados nuevos al hombro. Mientras la desesperación crece, son otras las preguntas que apremian: ¿fueron cuatro horas suficientes para dar el aviso de desalojo en una ciudad de casi un millón de habitantes ante un huracán de categoría cinco? ¿Cuánto puede aguantar una urbe sin electricidad? ¿Y sin suministro corriente de agua? ¿Ha tomado el Estado el control de Acapulco? ¿Dónde está la gobernadora?

Cae la noche en Guerrero y como un telón la película empeora. La ciudad está colapsada entre los miles que buscan salir, la ayuda que trata de ingresar y los que regresan de Chilpancingo con gasolina y repuestos. Solo hay un camino para todos. Nadie promete seguridad. Se levanta el polvo entre los grandes camiones y el lodo arulla el éxodo. Resuena la frase de Carlos, apoyado en el marco de su casa, abajo el mar y los destrozos: “Hemos vivido el fin del mundo y todavía nos falta”.

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Las columnas políticas, hoy.

Acapulco en crisis… pero en Huehuetoca habrá farmaciota

Bajo Reserva/El Universal,

Mientras en Acapulco escasean los alimentos, el agua potable y el combustible, el presidente Andrés Manuel López Obrador delegó el control de la situación en el Ejército y se fue de gira a las tierras que comienza a gobernar Delfina Gómez, donde volvió a anunciar su “farmacia más grande del mundo”, que se establecerá en Huehuetoca. Nos hacen ver que las imágenes que llegan desde el puerto guerrerense muestran a pobladores ordeñando depósitos de las gasolineras, equipos municipales rescatando todavía cadáveres de las zonas afectadas y personas saqueando comercios. Nos cuentan que pese a la experiencia de los militares con el Plan DN-III, la situación en Acapulco está lejos de quedar controlada. Será hasta el lunes cuando se realice una reunión para el inicio de la reconstrucción y aun no se sabe si se planteará un programa de apoyo a comercios y pequeñas empresas. Pero el banderazo para la farmacia gigante, cuya utilidad es descartada de antemano por expertos en salud, fue la prioridad presidencial de ayer.

¿Nuevo espaldarazo presidencial a Samuel?

Por cierto que, en medio de la crisis política de Nuevo León, el presidente López Obrador realizará hoy una gira de trabajo para poner en marcha otra estación de bombeo que permita llevar mil litros de agua por segundo adicionales, a través del sistema El Cuchillo II, a la zona metropolitana de Monterrey. Hasta el momento no se ha confirmado la presencia del gobernador Samuel García, quien rinde su segundo informe de Gobierno, pero nos dicen que el equipo del mandatario estatal no descarta un nuevo espaldarazo de parte del titular del Ejecutivo federal. ¿Será que, de cara al proceso para definir la candidatura presidencial de Movimiento Ciudadano, el aval de Palacio Nacional tenga mucho peso?

Se le acaba el tiempo a Ebrard

El otro posible aspirante a la candidatura emecista, según lo anunció su líder nacional Dante Delgado, es Marcelo Ebrard, como externo al partido. Nos recuerdan que la Comisión de Honestidad y Justicia de Morena sigue postergando su fallo sobre la impugnación que presentó el excanciller contra el proceso interno que ganó la exjefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. A don Marcelo se le agota el tiempo antes del inicio de la precampaña federal, que arranca el 20 de noviembre, y ni su equipo más cercano tiene señales claras de cuál será la decisión, apechugar y quedarse en Morena en busca de posiciones legislativas, o lanzarse a la aventura con el partido naranja. Hagan sus apuestas.

Fideicomisos del Poder Judicial: ya hubo banderazo para amparos y controversias

La tarde de ayer se publicó en el Diario Oficial de la Federación la eliminación aprobada por el Congreso de 13 de los 14 fideicomisos del Poder Judicial de la Federación, por 15 mil millones de pesos. La publicación es el banderazo para que se presenten las controversias constitucionales por parte de la oposición, que necesita 33 por ciento de los votos de una de las dos cámaras legislativas, y para las solicitudes de amparo de los trabajadores del Poder Judicial que se movilizaron en varias ciudades del país. Y comenzará el proceso que deberá llegar hasta la Suprema Corte.

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Si en Acapulco tienen hambre, ¿que coman pasteles?/Amador Narcia

EL UNIVERSAL

La destrucción que causó “Otis” en Acapulco retrató a la actual administración como lo que también es: un gobierno ausente.

El huracán será tristemente recordado por la devastación, pero también por evidenciar al lopezobradorismo que, distraído en la politiquería electoral se pasmó, se quedó impávido ante las heridas que sufrió el puerto.

Qué hueco, qué distante, qué anodino se escuchó el discurso oficial y que insuficientes las acciones inmediatas para enfrentar la tragedia.

El presidente López Obrador ha dicho muchas veces que sus antecesores solo iban después de esos desastres naturales, para tomarse la foto. Quizás por eso, en su afán de no parecerse a ellos, decidió no mostrarse en público.

Creer que si fue a Acapulco resulta casi un acto de Fe pues las imágenes que trascendieron solamente lo mostraron a bordo de un vehículo militar atascado en el lodo, saliendo del jeep con apuros y caminando en una solitaria carretera acompañado de algunos de sus colaboradores.

Por razones poco comprensibles no utilizó la llamada Autopista del Sol que sí, tenía derrumbes, pero los heroicos soldados trabajaron duro para despejarla.

A un genio de la logística presidencial se le ocurrió mandar a su jefe por la vieja autopista federal. De llegar en helicóptero, ni hablar.

La noche del miércoles la gobernadora, totalmente invisible en este drama humano, publicó en redes que se había reunido con el presidente. Mostró imágenes nocturnas que lo mismo hubieran sido grabadas en Coyoacán.

El rechazo del Presidente a aparecer junto al destrozo material y el dolor humano, lo mostró como quizás también es en realidad: lejano a la miseria, perdido en la insensible retórica y las sordas paredes de su Palacio.

La caída y decapitación en París de María Antonieta, Reina consorte de Francia, quien evadida de la realidad de su pueblo recomendó que si tenían hambre comieran pasteles, debe ser una inolvidable lección. Las facturas las veremos pronto.

Si el pueblo acapulqueño se siente desatendido y olvidado, solo alimentado por la palabrería política y las fantasías palaciegas, nos puede dar una sorpresa a todos.

En Acapulco hay enojo y frustración. La rapiña que vimos después de lo ocurrido nos muestra el hartazgo y la falta de una autoridad genuina que realmente gobierne. Se entiende, pero es imperdonable, de Evelyn Salgado, quien llegó al cargo por mero accidente. Pero de un líder social como antes fue Andrés Manuel López Obrador, resulta difícil de creer. Ya veremos como le va a Morena en Guerrero, el próximo junio.

El equipo de Sheinbaum la “cruzazuleó”

“Otis” no trajo desgracia para todos. A la doctora Sheinbaum, pero sobre todo a su equipo de “apoyo”, les cayó como anillo al dedo. Tapó el fiasco, el desastre del supuesto no evento de campaña que le organizaron imbécilmente el martes pasado en el Estadio Azul de futbol, de la Ciudad de México. ¡En martes! Una estupidez total.

¿A que genio de la mercadotecnia política se le ocurrió que llenarían este estadio que sin ocupar la cancha tiene una capacidad de casi 37 mil personas, en un día laborable? ¿Quién iba a faltar a su trabajo o pedir el día sin goce sueldo para ir a aplaudirle a la doctora?

Flaco favor le hizo a su jefa y a las corcholatas capitalinas, Batman incluido, organizando un evento al que no asistió ni la tercera parte del lugar.

Dicen que enterada la doctora se negó a bajar de su auto y convalidar el fracaso. A ver como le va el domingo 12 de noviembre, día en que se reprogramó el evento en el corazón de la muy panista alcadía Benito Juárez. ¿Comenzará a desinflarse?

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Acapulco, tantos años de gozo (y devastación)/Juan Pablo Becerra-Acosta M.

EL UNIVERSAL

Acapulco tiene veinte años (2003-2023) padeciendo a los señores del crimen organizado, esas temibles bandas sicarias locales que son sumamente perversas y dañinas en todas sus modalidades: narco, extorsión, secuestro, explotación sexual de menores. Ya habrá visto usted a varios de sus distinguidos miembros en días recientes, embozados en sus motos, armando las rapiñas, fomentándolas, escudándolas. Y a pesar de todos esos flagelos sociales y económicos (los que genera el crimen organizado), el puerto ha resistido. Acapulco es tan fuerte y su gente buena es tan emprendedora y chingona, que se pondrá de pie a pesar de la devastación que provocó Otis.

En la Bahía de Santa Lucía y sus alrededores era tal la potencia del turismo y los servicios que, al terminar el siglo pasado, ahí se generaba entre el 75% y el 80% del PIB de Guerrero, de acuerdo a la fuente que usted consultara. Imagine: ¡75-80%! Una mina de oro. Sus hoteles y playas se llenaban de turistas mexicanos (sobre todo chilangos de fin de semana) y estadounidenses -los famosos spring breakers- y gracias a ello la derrama económica era muy cuantiosa varias veces al año.

Súbitamente los narcos enloquecieron y diferentes grupos criminales se empezaron a pelear la plaza de la manera más torpe y brutal que encontraron: regaron cabezas y cuerpos por todos lados, armaron constantes balaceras, desaparecieron gente, extorsionaron a medio mundo (comerciantes, restauranteros, hoteleros, taxistas, discotequeros); vaya, le cobraban piso hasta a los vendedores ambulantes y prestadores de servicios en las playas (al de las motos acuáticas, al de la banana, al del paracaídas, al vende cocos), y con ello afectaron gravemente la economía local y la del estado completo.

A todo lo anterior agréguele la incompetencia de la mayoría de los gobernantes estatales y municipales que han pasado por ahí, la corrupción de no pocos de ellos, la complicidad con criminales de unos más (caso Ayotzinapa), y entenderá que Guerrero es un sobreviviente y que Acapulco es una ciudad heroica por el simple hecho de permanecer en el corazón de millones de mexicanos.

Muchos turistas buscaron otras alternativas: los teenagers no volvieron por legiones como hacían cada primavera, los chilangos de clase media para arriba se refugiaron en sus casas y condominios, y Acapulco ahora genera poco más del 50% del PIB del estado, 25-30 puntos porcentuales menos de lo que producía.

Los criminales, en su calidad de empresarios suicidas, casi extinguen su propio mercado. Lo sé porque ahí viví cinco años (2000-2005) y presencié el derrumbamiento de la ciudad producto de la locura sicaria. Un fin de año mi hijo mayor (que era un niño) y yo fuimos a Pie de la Cuesta para ver la puesta del sol en el restaurante de playa que tenía una entrañable persona. ¡Cómo gozamos estar vivos aquella tarde, pintado de colores fosforescentes todo el cielo! Unas horas más tarde me llamaron: poco después de nuestra partida, habían asesinado al amigo, al dueño del lugar. Así, por el arrebato macho de un hitman. Otro día un sicario casi me mete un tiro en la cabeza frente a mi hijo sólo porque quería comprar primero que nadie en un Oxxo. Nos fuimos del puerto pero una y otra vez regresé al estado a reportear las guerras narcas que se dan en todas las regiones de Guerrero, para narrar la degradación social que ocasionan.

Hoy veo las imágenes de desolación en las calles y las avenidas que tantas veces recorrí y entonces toma sentido la alerta que surgió desde Estados Unidos: "Se está desarrollando un escenario de pesadilla para el sur de México con Otis intensificándose rápidamente al acercarse a la costa", previno el Centro Nacional de Huracanes (CNH) en un despacho hecho público a las 21:00 horas del martes pasado, cuando el huracán estaba por vapulear al puerto. Too late. Los acapulqueños estaban por padecer su peor noche, justamente un escenario delirante… y la mayoría de ellos ni siquiera lo sabía. Nunca se dieron por alertados. "Esta es una situación extremadamente grave para el área metropolitana de Acapulco, ya que es probable que el núcleo del destructivo huracán se acerque o pase sobre el lugar a primera hora del miércoles", completaba el documento.

En una nota previa, a las 18:00 horas, había advertido que ya todo pintaba mal para ese momento: "No hay señales de que esta intensificación explosiva vaya a detenerse (aludía a la insólita velocidad con que Otis pasaba de tormenta tropical a huracán). Esto es una situación extremadamente peligrosa y todos los preparativos para Otis deben acelerarse”. Intensificación explosiva extremadamente peligrosa. No exageraban esas palabras, aunque prácticamente nadie aceleró los preparativos de protección civil, a pesar de que las autoridades contaron con cinco o seis horas para alertar. ¿Hubo negligencia e ineficacia de los gobiernos federal, estatal y municipal? Así parece. Y eso costó: hasta ahora hay 27 muertos y 4 desaparecidos.

Acapulco luce irreconocible. La Costera es un depósito de desechos. Observo las palmeras destrozadas, las playas anegadas de basura (hasta un coche vi volcado por ahí), las embarcaciones de pescadores y turisteros encalladas, deshilachadas, inservibles, igual que la mayoría de los yates; mis amistades no responden llamadas y mensajes y se me estruja el corazón. Veo hoteles azotados (8 de cada 10 tienen daños), departamentos latigueados por las rachas huracanadas, negocios derrumbados (hay 80 mil afectados en el estado) y entonces entiendo que va a ser muy duro, pero sé que Acapulco renacerá.

Ayudemos todos, por favor: además de la ayuda que podamos enviar ahora, vayamos a pasear allá cada vez que podamos y seamos generosos con nuestros gastos, que en realidad no serán tales sino una inversión que pasa por la permanencia de nuestros recuerdos de la infancia, la adolescencia, la juventud, y la madurez, pero sobre todo, por la memoria afectiva que Acapulco y nosotros todavía tenemos por escribir.

TRASFONDO

Desde pequeño Acapulco ha estado en mi vida. Dos primas-hermanas y un primo-hermano vivían ahí cuando yo era niño. Ir a visitarlos era una verbena. De adolescente la Bahía de Santa Lucía era destino frecuente y fui al puerto con mis dos primeros amores antes de ser adulto. Imagine usted la belleza de eso. Mis amigotes burgueses de la época y yo sólo teníamos una palabra en la cabeza cuando llegaba la noche: Baby’O, que era sinónimo de desenfreno juvenil. Nos tirábamos a todos los excesos de teenagers y al amanecer comíamos almejas vivas con limón y chile en la playa, moluscos que les comprábamos directamente a los pescadores, para luego ir a dormir un rato antes de asolearnos como cuijas cubiertas con aceite de coco. Y lo que dije más arriba: solos los dos, al inicio del siglo mi hijo y yo vivimos allá y nos convertimos en coleccionistas de colores de puestas de sol. Era una maravilla hacer ejercicio juntos (yo corría y él andaba en patín del diablo), tirarnos a surfear en tablas de pecho en el Revolcadero, esquiar en la Laguna de Coyuca con todo y el miedo de que nos tragara un cocodrilo; hacer hata yoga (yo, él imitándome) en la azotea de nuestro edificio viendo los portentosos atardeceres; meditar en la arena al lado del mar, dormir siestas en las hamacas, comer y comer deliciosuras y reír y reír como sibaritas locos los domingos luego de un ceviche y una paella o un pescado a la talla. Casi toda la gente que más he querido y amado en mi vida (familia, amistades, parejas) ha vagabundeado conmigo en Acapulco a lo largo de toda mi vida. Estoy seguro que la bahía, una de las más bellas del mundo por la noche, recuperará todo su esplendor, pero insisto: ayudémosla, y con eso contribuyamos para mejorar la sufrida existencia de todos los acapulqueños.

jp.becerra.acosta.m@gmail.com

Twitter: @jpbecerraacosta

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Los radares de Acapulco

LINOTIPIA / Peniley Ramírez 

EN REFORMA

El resto del día pasó sin mayores alertas, mientras las autoridades locales en Guerrero prevenían sobre la lluvia. Miami alertaba, y la responsabilidad de México era confirmar con datos locales, evacuar y salvar. Para hacerlo, el país necesitaría aviones caza huracanes y radares cerca de allí. No los tiene.

En agosto de 2012, el Banco Mundial le dio un crédito a México de 105 millones de dólares para renovar su sistema meteorológico y adaptarse al cambio climático. El proyecto incluía 32 millones para aumentar de 13 radares -que funcionaban entonces- a 21. Poco después, un estudio mostró que en realidad se necesitaban unos 30. También se instalarían sistemas de alarma y se construirían observatorios.

En 2016, el proyecto se paró y sigue inactivo. Con el sexenio obradorista, los gastos se recortaron aún más. Ahora, hay solo cinco radares en funcionamiento: Altamira, Guasave, Los Cabos, Ciudad de México y Campeche. Uno más, en Playa del Carmen, está en reparación.

Con esta escasez de recursos, llegó el martes 24 de octubre. A las 7am, el reporte del CNH informaba sobre la tormenta. México monitoreaba otra, Norma, más al norte. A las 10, el CNH dijo que Otis se acercaba a la intensidad de un huracán. Se confirmó a la una. Un avión caza huracanes, de EU, que casi nunca vuelan en México, inspeccionó. A las 2 confirmaron: era un huracán con intensificación rápida.

Entre los meteorólogos, esto significa que el huracán puede aumentar de categoría en poco tiempo, si las condiciones lo permiten. Y las condiciones lo permitían, algo que también sabían los meteorólogos: había fenómeno de El Niño en el Pacífico, la temperatura del agua era unos tres grados arriba de lo normal y los patrones de vientos de otoño podrían hacer que el huracán entrara a tierra.

A las tres, el avión hizo otro reconocimiento. Descubrió que la intensificación era "muy rápida" (o sea, que seguiría intensificándose), con vientos de 205 km/hora. "Se espera que Otis sea un huracán extremadamente peligroso cuando alcance la costa. Deben acelerarse los preparativos para proteger vidas y propiedades, habrá marejadas ciclónicas y potencialmente mortales, olas destructivas, tormentas urbanas, inundaciones y deslizamientos de tierras", decía el reporte. Faltaban ocho horas para que tocara tierra.

A las siete, el Centro anunció que Otis tocaría tierra como un huracán "catastrófico". En México. Una hora después, el Presidente puso un tuit con un tono mucho menos grave o urgente. Dijo a la gente que estuviera "alerta, sin confiarse" y que aceptaran ir a refugios.

Esa mañana, en su conferencia, AMLO no había mencionado a Otis. Al día siguiente, dijo que le reportaron "como a las ocho o nueve de la noche, de que iba a intensificarse muy pronto (sic)". Si eso es cierto, el Presidente supo de la intensficación muy rápida más de seis horas después de que el CNH lo avisó.

A las 10 de la noche, el Centro repitió el potencial "daño catastrófico". La noticia no era protagonista aún en los titulares de prensa en México. A las 12, la CNH confirmó que seguía intensificándose y tocaría tierra en Acapulco. México hablaba de "lluvias extraordinarias". Una media hora más tarde, tocó tierra. El Meteorológico publicó un video sobre la trayectoria, con los comentarios desactivados.

"La población nunca percibió la amenaza", me dijo un exfuncionario federal que conoce bien la prevención de desastres. "Las medidas de alerta brillaron por su ausencia", me dijo otro. Para la investigadora Suzana Camargo, de la Universidad de Columbia, "el cambio climático está haciendo que los huracanes de intensificación rápida sean más comunes". O sea que podemos esperar que este no sea el último.

No hay registros de que, el 24 de octubre, se haya hecho una reunión del Comité técnico de ciclones tropicales, el organismo que valora la evolución de la emergencia, y se asegura de que haya prevención. Los sistemas de alerta no mostraron la intensidad del peligro, me dicen otras fuentes. En Acapulco, viene ahora una larga y dolorosa recuperación. Mientras, seguimos en un país sin radares, con océanos calientes y batallas políticas, aun en la emergencia.

@penileyramirez

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