Un inepto con miedo/Raymundo Riva Palacio,
Eje central, Noviembre 25, 2024;
Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa, enfrenta su inevitable caída política tras verse vinculado con el Cártel de Sinaloa. Su implicación en la captura de El Mayo Zambada y las traiciones políticas lo han dejado en una situación insostenible, perdiendo el respaldo tanto local como federal.
1ER. TIEMPO: Ya sólo sirve de pararrayos. El final de Rubén Rocha Moya como figura pública respetada tiene labrada en piedra la fecha del 10 de agosto, el sábado por la mañana cuando Ismael El Mayo Zambada, que fue capturado en Culiacán dos semanas antes, dio a conocer una carta a través de su abogado donde daba su versión sobre la forma como fue embaucado por su ahijado Joaquín Guzmán López, y entregado a las autoridades estadounidenses en El Paso. En el escrito lo colocaba en el centro de la trama, no como actor central, pero como un político confiable para los narcotraficantes, que tenía relación con los líderes del Cártel de Sinaloa. El bonachón gobernador entró en una barrena política. Durante 2022 y 2023 figuró entre los tres gobernadores mejor evaluados en el ranking mensual de Consulta Mitofsky, pero en junio tocó techo y comenzó a caer: 19 lugares en la medición de octubre, y sigue contando. Sólo le queda seguir bajando. Hace unos días entregó su tercer informe de gobierno, pero lo que más trascendió fueron las promociones videograbadas que lo pintan como un hombre de bien, ético y humanista. Si alguna vez lo fue, como lo recuerdan algunos culiches, ya no lo será. Quien antes fue bonachón, hoy es un hombre acobardado que teme por su vida, que sacó a toda su familia del país y que ya no duerme en su casa, sino en el Palacio de Gobierno, donde se siente menos inseguro. El señalamiento de Zambada fue como una orden para su ejecución, y la caída de quien capitaneó la organización criminal más importante del mundo en este siglo, lo arrastró a su propio infierno. Y todavía falta. En las calles de Culiacán corre la voz transmitida por sus leales que viene otra carta de El Mayo antes de que termine el año, donde terminará de darle el tiro de gracia político. Será como un pleonasmo. Es un fusible quemado. Vive las horas extras que le regala la presidenta Claudia Sheinbaum, porque promover que salga de la gubernatura no resuelve nada y le abriría un flanco político que no tiene necesidad de generarse en este momento. Todos saben en la Ciudad de México que Rocha Moya y la nada como gobernador es lo mismo. Su estado lo gobierna el Cártel de Sinaloa, con sus diferentes facciones, y la crisis la está administrando el secretario de Seguridad Pública federal, Omar García Harfuch, que tiene en Sinaloa el problema más grave y delicado que tiene el gobierno en este momento. Rocha Moya cumple solo una función de pararrayos, convertido en un político desechable para todos.
2DO. TIEMPO: El pretexto y el asesinato. La razón por la cual Ismael El Mayo Zambada bajó de la sierra que lo cuidó por más de cuatro décadas, fue para mediar entre dos amigos de él, Rubén Rocha Moya y el diputado federal Héctor Melesio Cuén, enfrentados por el control de la Universidad Autónoma de Sinaloa, de la que ambos fueron rectores. Rocha Moya y Cuén nacieron en Badiraguato, el municipio contiguo a Culiacán donde nacieron varios de los narcotraficantes más famosos de México, como Joaquín El Chapo Guzmán, pero no así Zambada, que nació en El Álamo, dentro del municipio de Culiacán, a 97 kilómetros de distancia. El problema entre ellos por la UAS, comenzó en la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador, antes de que Rocha Moya llegara a la gubernatura, cuando en un mitin en Culiacán recordó a Cuén como un cacique que había “puesto” a todos los rectores de la universidad, y que había repartido 200 mil despensas, sin decir de dónde había salido el dinero. Muy al estilo de López Obrador, acusó sin pruebas, y tiznó sin manchar completamente. Rocha Moya llegó al poder en septiembre de 2021 con el apoyo del Partido Sinaloense que controlaba Cuén, pero al asumir la gubernatura, en lugar de mantener la alianza lo empezó a relegar, incorporándolo al gabinete en una cartera menor y luego inventándole la presunta responsabilidad en el asesinato del periodista Luis Enrique Ramírez y lo cesó. El pleito estaba declarado y Rocha Moya lo escaló en el centro de poder de Cuén, quien había sido el que lo presentó al entonces presidente, la UAS. En febrero de 2023 el Congreso local, que tenía en sus manos, aprobó la Ley General de Educación Superior, que violaba la autonomía universitaria, lo que desencadenó una serie de persecuciones penales contra las autoridades de la UAS, a las que acusaron de malversación de fondos y corrupción, involucrando entre ellos al hijo de Cuén, que era miembro del Comité de Adquisiciones. En respuesta, trabajadores de la UAS sabotearon el segundo informe de gobierno de Rocha Moya. El choque llegó a Palacio Nacional y el 6 de julio pasado, López Obrador le pidió en la mañanera que resolviera el conflicto. Rocha Moya no hizo mucho para ello, mientras Cuén ya preparaba su instalación en la Ciudad de México para trabajar en San Lázaro. Regresó a Culiacán para el encuentro con Zambada y ahí mismo fue asesinado. El problema que le pidió el presidente resolver a Rocha Moya, fue solucionado. El costo de que se hiciera de esa manera, ya lo está pagando el gobernador.
3ER. TIEMPO: La protección federal tiene límite. El gobernador Rubén Rocha Moya puso en un avión prestado a 15 miembros de su familia de México y a su secretaria, que se llevó su celular para aparentar que también había viajado, desde hace más de dos meses. Están viviendo en unas casas sin lujos en el este de Los Ángeles, para protegerlos y evitar que sean víctimas de una venganza de Ismael El Mayo Zambada. Él no puede irse y desaparecer, aunque sabe que su vida está en peligro. Zambada y sus leales están seguros de que Rocha Moya lo traicionó y jugó un papel central en su captura. A decir por un informe que le entregaron al entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, es cierto. Dice el reporte confidencial que para evitar que la DEA lo atrapara a él y sobre todo a su hijo por presuntos vínculos con el narcotráfico, pactó directamente en Estados Unidos con una agencia que no es la DEA, entregarles al Mayo Zambada a cambio de inmunidad. El gobernador era el enlace de Palacio Nacional con el jefe del Cártel de Sinaloa para acordar quiénes y en qué cargos, serían postulados por Morena para puestos de elección popular. Lo venían haciendo desde las elecciones nacionales en 2021, y lo repitieron para las de 2024. Sin embargo, su relación se deterioró porque contra lo que habían acordado, Rocha Moya impulsó a Enrique Insunza, que había sido su secretario general de Gobierno, a la senaduría. No era a quién Zambada había dicho, pero no hubo manera de revertirlo. Para efectos prácticos, era una traición; la primera. Insunza mantuvo el control de la Fiscalía General de Sinaloa a cargo de Sara Bruna Quiñones, que jugó un papel importante en el encubrimiento del asesinato de Cuén, alterando las pruebas y mintiendo en las investigaciones. Quiñones fue obligada a renunciar y está siendo investigada por la Fiscalía General de la República, que ha llamado a declarar a Rocha Moya y a Insunza, pero no los ha imputado. Debió de haberlo hecho, casi por oficio, pero el presidente López Obrador lo impidió y la presidenta Claudia Sheinbaum no ha tomado la decisión de actuar contra ellos. El fiscal Alejandro Gertz Manero le dijo varias veces a López Obrador que Rocha Moya estaba mintiendo, pero aun así le pidió el entonces presidente que lo respaldara. Muchas cosas sabían los dos de los contactos con Zambada, inconfesables todavía para conocerse a detalle.
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