La
venganza de Perla Gómez/Hermengildo Castro
Publicado en La Silla Rota, 8 de noviembre de 2013
Según
todos los indicios publicados en la prensa capitalina, el jefe de Gobierno,
Miguel Ángel Mancera, se anotó un triunfo rotundo al conseguir la designación
de Perla Gómez Gallardo como presidenta de la Comisión de los Derechos Humanos
del Distrito Federal. Quiere que su gobierno esté bajo la vigilancia de una
defensora del ex Procurador Jorge Carpizo, una doctora en derecho que armó las
acusaciones contra la reconocida periodista Anabel Hernández.
Todos
han loado que sea la primera mujer en presidir la CDHDF e incluso se han
enfrascado en una discusión bizantina sobre el nombre que debe llevar:
ombudswoman u ombudsperson. Lo que todavía pocos saben es que, por lo pronto,
se trata de una mujer en contra de tres mujeres periodistas. Ha estado en
contra de Anabel Hernández, al defender a Carpizo; y está en contra de Martha
Olivia López Medellín y Judith Calderón Gómez, directivas de la Casa de los
Derechos de los Periodistas.
El
primero de marzo 2012, la oficina de Carpizo emitió un boletín de prensa que
cualquiera puede encontrar en internet. En la parte que viene al caso, indica:
“Carpizo cuenta con la defensoría de la doctora Perla Gómez Gallardo,
coordinadora del proyecto académico Todos por el Derecho a la Información (TPDI),
auspiciado por la Universidad Autónoma Metropolitana”.
Por
defender a Carpizo, al resultar evidente el conflicto de intereses, Gómez tuvo
que renunciar a la Casa de los Derechos de los Periodistas, de la cual es
fundadora. Por eso, en la contienda camino a la presidencia de la CDHDF, no
tuvo el apoyo de esa organización gremial, actualmente dirigida por una
reportera desplazada de Tamaulipas por amenazas del crimen organizado: Martha
Olivia López Medellín, quien acaba de reunir, el fin de semana pasado, a casi
200 periodistas de todo el país, en un encuentro nacional denominado “El
compromiso social de los periodistas en un entorno de violencia”.
La
Casa de los Periodistas apoyó moralmente al candidato Manuel Fuentes, otro
de sus fundadores, lo cual constituyó
una afrenta para Gómez. El apoyo a Fuentes no
es ningún secreto, está publicado en los periódicos desde hace varias
semanas.
En
venganza por esa falta de apoyo por parte de los periodistas organizados en la
Casa, cuya presidencia está en manos de Judith Calderón Gómez, experimentada
reportera y líder sindical de La Jornada. Los operadores de Gómez emprendieron
una campaña contra esa agrupación. La campaña incluyó censura en redes sociales
y amenazas directas. Las amenazas, como ilustraremos más adelante, han empezado
a cumplirse.
La
gota que derramó la ira del equipo de Gómez fue un tuit de López, recordando
que la entonces candidata, defendió a Carpizo en contra de la periodista Anabel
Hernández, autora del libro “Los señores del narco”. La directora de la Casa, fue obligada a
eliminar sus mensajes bajo la advertencia de que irían en contra de la
organización. Sólo le faltó decir al mensajero y operador: “acuérdate que
estamos en la plenitud del pinche poder”.
La
Comisión de los Derechos Humanos del Distrito Federal, dispuso el año pasado de
286 millones, 364 mil, 357 pesos; de esa
cantidad, 228 millones, en números redondos, corresponden a la nómina de su
burocracia. Otros 43 millones se utilizan en los “servicios generales” como el
mantenimiento de vehículos y oficinas.
Y
de que traen poder, lo traen. No parece casualidad que Mancera la haya
felicitado antes de que ocurriera su nombramiento, según publicó El Universal.
No parece casualidad que las críticas contra la Casa de los Periodistas se
hayan empezado a publicarse al unísono, el mismo día, martes 5 de noviembre,
con el mismo argumento, en las columnas: “Teléfono Rojo”, de José Ureña, en el
diario 24Horas; “Vanguardia Política”, de Adriana Moreno, en El Sol de México;
y “Capital Político”, de Adrián Rueda, en Excélsior. ¿O sí?
Aunque
salió de la Casa de los Periodistas, la actual presidenta de la CDHDF ha
mantenido una relación curiosa con esa organización. Hay anécdotas que provocan
sonrisas y otras que revelan un carácter que está lejos de los derechos
humanos. Pero, como diría La Nana, “esa…, esa es otra historia”.
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