Cien años de
Paz/Fa
“...amar es combatir, si dos se besan
el
mundo cambia, encarnan los deseos,
el
pensamiento encarna, brotan las alas
en
las espaldas del esclavo, el mundo
es
real y tangible, el vino es vino,
el
pan vuelve a saber, el agua es agua..” Octavio Paz, a cien años de su natalicio.
En
2008 el Conaculta mandó imprimir un cartel de Octavio Paz con una buena
fotografía, pero le adjudicó la frase:
“No
olvides nunca
que
el primer beso
no
se da con la boca,
sino con los
ojos"
Y
como era de esperarse Conaculta distribuyó y colocó el cartel en diversos
espacios públicos; lo vi en las instalaciones del Metro de la Ciudad de México
y aproveché para tomar una foto. Me llamó la atención la frase poética y de
inmediato quise conseguir ese cartel; hable con amigos de Conaculta sin éxito.
Es más no sólo estaban agotados sino que fueron retirados de la circulación. Regresé
a la estación del Metro donde lo había visto apenas un día antes y en efecto, el
cartel había sido retirado. ¡Fueron destruidos!.
Y
es que la frase poética no era de Paz; la dirección de Comunicación Social del
Conaculta reconoció la confusión y ofreció una disculpa por el error al
público.
Pesó
mucho la opinión de especialistas, por ejemplo la del escritor José de la Colina, uno de los lectores
más versados en la prosa y poesía del Premio Nobel de Literatura, quien dijo entonces
en una entrevista con Milenio que ese
verso no era de Octavio Paz: “es muy
cursi” y “no tiene ritmo”, aunque afirma que tendría que conocerse el
contexto de donde se obtuvo. Agregó “No creo que Octavio Paz usara una frase
tan expositiva”, y afirmó que el poeta nunca hubiera iniciado un poema con un
‘no olvides nunca’: “tal vez Paz hubiera escrito algo más sencillo como ‘el
primer beso es una mirada”.
Con
todo respeto al maestro de La Colina pero la poesía amorosa es cursi. Bsta leer
el fragmento poético del poeta portugués Fernando
Pessoa (1888- 1935) que dice:
“...Las cartas de amor, si hay amor,
tienen
que ser
ridículas.”
Leamos
un fragmento de Piedra de Sol:
“...una
mirada que sostiene en vilo
al
mundo con sus mares y sus montes,
cuerpo
de luz filtrado por un ágata,
piernas
de luz, vientre de luz, bahías,
roca
solar, cuerpo color de nube,
color
de día rápido que salta...
el mundo cambia
si dos se miran
y se reconocen..”
El
amor está en la mirada, le dijo una vez Paz a su amigo Enrique Krauze “Me dijo
alguna vez, haciendo la señal de ese vaivén con su dedo índice e intermedio. Un
hechizo mutuo que penetra por los ojos y desciende hasta el pozo profundo del
alma, de las almas. Esa frase, eco de "Piedra de Sol" ("El mundo
cambia cuando dos se miran y se reconocen") contiene la pregunta central
que se hizo Paz sobre el amor, similar a la que se hizo sobre la Revolución,
los regímenes totalitarios, el destino de México.” (Reforma 16 de marzo, fragmento del prólogo a
la reedición de La llama doble, que publicará Planeta próximamente).”
No
sabemos cuanto tiempo le llevo a Paz escribir Piedra de Sol, quizá fueron años de trabajo; además nunca quiso hablar
del gran poema. La primera edición del poema es de 1957. Se imprimieron apenas 300
ejemplares en la colección Tezontle del Fondo de Cultura Económica.
Dijo
una vez Ali Chumacero, quien estuvo
al cuidado de la edición que lo leyó “a fuerzas”. “Yo le hice casi todos los
libros –a Paz- y platicaba mucho con él. Es un poeta sensacional, lentamente
cayendo en el olvido. Piedra de sol,
¿quién lo ha leído? Yo tuve que leerlo a fuerzas” (risas). (Proceso, # 1651, 22
de junio de 2008).
Escribe Javier Aranda Luna (La Jornada, 31 de marzo de 2014) que en ese gran poema está “la voz del poeta que se transforma en la voz de los lectores y la voz de la mujer que es Eloísa, Perséfona, Melusina que son todas las mujeres y ninguna. También están las paredes de tezontle, los cerdos vestidos de policía, los jefes tiburón, los burros pedagogos y la democracia, la falsa aspiración de algunos y la desilusión de muchos.”
Agrega que en una carta de Paz al poeta Tomás Segovia -fechada el 6 de septiembre de 1965- le confiesa que Piedra de sol “es ‘lo que está después’ de mis experiencias surrealistas y simultáneamente ‘lo que va al encuentro del surrealismo’”. Y añade un dato que refrenda su dicho: “los seis o siete primeros versos los ‘oí’ dentro de mí, precisamente en endecasílabos, un mediodía cuando iba en un taxi por la avenida Insurgentes. Estos versos querían ser…”
Después de esos primeros versos, escribió su poema en cuatro o cinco sentadas, cada una de ocho o diez días, separadas por meses de silencio.”
Subraya Aranda que Octavio Paz con Elena Poniatowska fue más explícito: empezó el poema como un automatismo y después intentó “utilizar la imagen verbal y orientarla un poco… Fue un caso de colaboración entre lo que llamamos el inconsciente, y que para mí es la verdadera inspiración, y la conciencia crítica y racional”. Otra potencia que intervino en la escritura del poema fue la memoria. “La memoria es el origen de la poesía. Por ser obra de la memoria Piedra de sol es una larga frase circular. Empieza donde termina”.
Y ahora sabemos que un año antes de su publicación -el 16 de enero de 1956-, un grupo de amigos se reunieron con Octavio Paz en la galería de Excélsior para escuchar el poema. Allí estuvieron León Felipe, Luis Cernuda, Juan Rulfo, Edmundo O’Gorman, Juan Soriano y Maka Strauss.”
¿Se animan a
leerlo?
Es un gran
poema
–como diría José Emilio Pacheco- de 584 versos que corresponden a los 584 días
de la conjunción de Venus con el Sol y con sus 33 estrofas, Piedra de Sol niega
la idea de Edgar Allan Poe según la cual no hay poemas extensos sino
conjunciones de poemas breves..
¡Ahi va!.
“un
sauce de cristal, un chopo de agua,
un
alto surtidor que el viento arquea,
un
árbol bien plantado mas danzante,
un
caminar de río que se curva,
avanza,
retrocede, da un rodeo
y
llega siempre:
un
caminar tranquilo
de
estrella o primavera sin premura,
agua
que con los párpados cerrados
mana
toda la noche profecías,
unánime
presencia en oleaje,
ola
tras ola hasta cubrirlo todo,
verde
soberanía sin ocaso
como
el deslumbramiento de las alas
cuando
se abren en mitad del cielo,
un
caminar entre las espesuras
de
los días futuros y el aciago
fulgor
de la desdicha como un ave
petrificando
el bosque con su canto
y
las felicidades inminentes
entre
las ramas que se desvanecen,
horas
de luz que pican ya los pájaros,
presagios
que se escapan de la mano,
una
presencia como un canto súbito,
como
el viento cantando en el incendio,
una
mirada que sostiene en vilo
al
mundo con sus mares y sus montes,
cuerpo
de luz filtrado por un ágata,
piernas
de luz, vientre de luz, bahías,
roca
solar, cuerpo color de nube,
color
de día rápido que salta,
la
hora centellea y tiene cuerpo,
el
mundo ya es visible por tu cuerpo,
es
transparente por tu transparencia,
voy
entre galerías de sonidos,
fluyo
entre las presencias resonantes,
voy
por las transparencias como un ciego,
un
reflejo me borra, nazco en otro,
oh
bosque de pilares encantados,
bajo
los arcos de la luz penetro
los
corredores de un otoño diáfano,
voy
por tu cuerpo como por el mundo,
tu
vientre es una plaza soleada,
tus
pechos dos iglesias donde oficia
la
sangre sus misterios paralelos,
mis
miradas te cubren como yedra,
eres
una ciudad que el mar asedia,
una
muralla que la luz divide
en
dos mitades de color durazno,
un
paraje de sal, rocas y pájaros
bajo
la ley del mediodía absorto,
vestida
del color de mis deseos
como
mi pensamiento vas desnuda,
voy
por tus ojos como por el agua,
los
tigres beben sueño de esos ojos,
el
colibrí se quema en esas llamas,
voy
por tu frente como por la luna,
como
la nube por tu pensamiento,
voy
por tu vientre como por tus sueños,
tu
falda de maíz ondula y canta,
tu
falda de cristal, tu falda de agua,
tus
labios, tus cabellos, tus miradas,
toda
la noche llueves, todo el día
abres
mi pecho con tus dedos de agua,
cierras
mis ojos con tu boca de agua,
sobre
mis huesos llueves, en mi pecho
hunde
raíces de agua un árbol líquido,
voy
por tu talle como por un río,
voy
por tu cuerpo como por un bosque,
como
por un sendero en la montaña
que
en un abismo brusco se termina
voy
por tus pensamientos afilados
y
a la salida de tu blanca frente
mi
sombra despeñada se destroza,
recojo
mis fragmentos uno a uno
y
prosigo sin cuerpo, busco a tientas,
corredores
sin fin de la memoria,
puertas
abiertas a un salón vacío
donde
se pudren todos lo veranos,
las
joyas de la sed arden al fondo,
rostro
desvanecido al recordarlo,
mano
que se deshace si la toco,
cabelleras
de arañas en tumulto
sobre
sonrisas de hace muchos años,
a
la salida de mi frente busco,
busco
sin encontrar, busco un instante,
un
rostro de relámpago y tormenta
corriendo
entre los árboles nocturnos,
rostro
de lluvia en un jardín a obscuras,
agua
tenaz que fluye a mi costado,
busco
sin encontrar, escribo a solas,
no
hay nadie, cae el día, cae el año,
caigo
en el instante, caigo al fondo,
invisible
camino sobre espejos
que
repiten mi imagen destrozada,
piso
días, instantes caminados,
piso
los pensamientos de mi sombra,
piso
mi sombra en busca de un instante,
busco
una fecha viva como un pájaro,
busco
el sol de las cinco de la tarde
templado
por los muros de tezontle:
la
hora maduraba sus racimos
y
al abrirse salían las muchachas
de
su entraña rosada y se esparcían
por
los patios de piedra del colegio,
alta
como el otoño caminaba
envuelta
por la luz bajo la arcada
y
el espacio al ceñirla la vestía
de
un piel más dorada y transparente,
tigre
color de luz, pardo venado
por
los alrededores de la noche,
entrevista
muchacha reclinada
en
los balcones verdes de la lluvia,
adolescente
rostro innumerable,
he
olvidado tu nombre, Melusina,
Laura,
Isabel, Perséfona, María,
tienes
todos los rostros y ninguno,
eres
todas las horas y ninguna,
te
pareces al árbol y a la nube,
eres
todos los pájaros y un astro,
te
pareces al filo de la espada
y
a la copa de sangre del verdugo,
yedra
que avanza, envuelve y desarraiga
al
alma y la divide de sí misma,
escritura
de fuego sobre el jade,
grieta
en la roca, reina de serpientes,
columna
de vapor, fuente en la peña,
circo
lunar, peñasco de las águilas,
grano
de anís, espina diminuta
y
mortal que da penas inmortales,
pastora
de los valles submarinos
y
guardiana del valle de los muertos,
liana
que cuelga del cantil del vértigo,
enredadera,
planta venenosa,
flor
de resurrección, uva de vida,
señora
de la flauta y del relámpago,
terraza
del jazmín, sal en la herida,
ramo
de rosas para el fusilado,
nieve
en agosto, luna del patíbulo,
escritura
del mar sobre el basalto,
escritura
del viento en el desierto,
testamento
del sol, granada, espiga,
rostro
de llamas, rostro devorado,
adolescente
rostro perseguido
años
fantasmas, días circulares
que
dan al mismo patio, al mismo muro,
arde
el instante y son un solo rostro
los
sucesivos rostros de la llama,
todos
los nombres son un solo nombre
todos
los rostros son un solo rostro,
todos
los siglos son un solo instante
y
por todos los siglos de los siglos
cierra
el paso al futuro un par de ojos,
no
hay nada frente a mí, sólo un instante
rescatado
esta noche, contra un sueño
de
ayuntadas imágenes soñado,
duramente
esculpido contra el sueño,
arrancado
a la nada de esta noche,
a
pulso levantado letra a letra,
mientras
afuera el tiempo se desboca
y
golpea las puertas de mi alma
el
mundo con su horario carnicero,
sólo
un instante mientras las ciudades,
los
nombres, lo sabores, lo vivido,
se
desmoronan en mi frente ciega,
mientras
la pesadumbre de la noche
mi
pensamiento humilla y mi esqueleto,
y
mi sangre camina más despacio
y
mis dientes se aflojan y mis ojos
se
nublan y los días y los años
sus
horrores vacíos acumulan,
mientras
el tiempo cierra su abanico
y
no hay nada detrás de sus imágenes
el
instante se abisma y sobrenada
rodeado
de muerte, amenazado
por
la noche y su lúgubre bostezo,
amenazado
por la algarabía
de
la muerte vivaz y enmascarada
el
instante se abisma y se penetra,
como
un puño se cierra, como un fruto
que
madura hacia dentro de sí mismo
y
a sí mismo se bebe y se derrama
el
instante translúcido se cierra
y
madura hacia dentro, echa raíces,
crece
dentro de mí, me ocupa todo,
me
expulsa su follaje delirante,
mis
pensamientos sólo son su pájaros,
su
mercurio circula por mis venas,
árbol
mental, frutos sabor de tiempo,
oh
vida por vivir y ya vivida,
tiempo
que vuelve en una marejada
y
se retira sin volver el rostro,
lo
que pasó no fue pero está siendo
y
silenciosamente desemboca
en
otro instante que se desvanece:
frente
a la tarde de salitre y piedra
armada
de navajas invisibles
una
roja escritura indescifrable
escribes
en mi piel y esas heridas
como
un traje de llamas me recubren,
ardo
sin consumirme, busco el agua
y
en tus ojos no hay agua, son de piedra,
y
tus pechos, tu vientre, tus caderas
son
de piedra, tu boca sabe a polvo,
tu
boca sabe a tiempo emponzoñado,
tu
cuerpo sabe a pozo sin salida,
pasadizo
de espejos que repiten
los
ojos del sediento, pasadizo
que
vuelve siempre al punto de partida,
y
tú me llevas ciego de la mano
por
esas galerías obstinadas
hacia
el centro del círculo y te yergues
como
un fulgor que se congela en hacha,
como
luz que desuella, fascinante
como
el cadalso para el condenado,
flexible
como el látigo y esbelta
como
un arma gemela de la luna,
y
tus palabras afiladas cavan
mi
pecho y me despueblan y vacían,
uno
a uno me arrancas los recuerdos,
he
olvidado mi nombre, mis amigos
gruñen
entre los cerdos o se pudren
comidos
por el sol en un barranco,
çno
hay nada en mí sino una larga herida,
una
oquedad que ya nadie recorre,
presente
sin ventanas, pensamiento
que
vuelve, se repite, se refleja
y
se pierde en su misma transparencia,
conciencia
traspasada por un ojo
que
se mira mirarse hasta anegarse
de
claridad:
yo
vi tu atroz escama,
Melusina,
brillar verdosa al alba,
dormías
enroscada entre las sábanas
y
al despertar gritaste como un pájaro
y
caíste sin fin, quebrada y blanca,
nada
quedó de ti sino tu grito,
y
al cabo de los siglos me descubro
con
tos y mala vista, barajando
viejas
fotos:
no
hay nadie, no eres nadie,
un
montón de ceniza y una escoba,
un
cuchillo mellado y un plumero,
un
pellejo colgado de unos huesos,
un
racimo ya seco, un hoyo negro
y
en el fondo del hoyo los dos ojos
de
una niña ahogada hace mil años,
miradas
enterradas en un pozo,
miradas
que nos ven desde el principio,
mirada
niña de la madre vieja
que
ve en el hijo grande un padre joven,
mirada
madre de la niña sola
que
ve en el padre grande un hijo niño,
miradas
que nos miran desde el fondo
de
la vida y son trampas de la muerte
¿o
es al revés: caer en esos ojos
es
volver a la vida verdadera?,
¡caer,
volver, soñarme y que me sueñen
otros
ojos futuros, otra vida,
otras
nubes, morirme de otra muerte!
esta
noche me basta, y este instante
que
no acaba de abrirse y revelarme
dónde
estuve, quién fui, cómo te llamas,
cómo
me llamo yo:
¿hacía
planes
para
el verano? -y todos los veranos-
en
Christopher Street, hace diez años,
con
Filis que tenía dos hoyuelos
donde
bebían luz los gorriones?,
¿por
la Reforma Carmen me decía
«no
pesa el aire, aquí siempre es octubre»,
o
se lo dijo a otro que he perdido
o
yo lo invento y nadie me lo ha dicho?,
¿caminé
por la noche de Oaxaca,
inmensa
y verdinegra como un árbol,
hablando
solo como el viento loco
y
al llegar a mi cuarto ?siempre un cuarto?
no
me reconocieron los espejos?,
¿desde
el hotel Vernet vimos al alba
bailar
con los castaños ? "ya es muy tarde"
decías
al peinarte y yo veía
manchas
en la pared, sin decir nada?,
¿subimos
juntos a la torre, vimos
caer
la tarde desde el arrecife?
¿comimos
uvas en Bidart?, ¿compramos
gardenias
en Perote?,
nombres,
sitios,
calles
y calles, rostros, plazas, calles,
estaciones,
un parque, cuartos solos,
manchas
en la pared, alguien se peina,
alguien
canta a mi lado, alguien se viste,
cuartos,
lugares, calles, nombres, cuartos,
Madrid,
1937,
en
la Plaza del Ángel las mujeres
cosían
y cantaban con sus hijos,
después
sonó la alarma y hubo gritos,
casas
arrodilladas en el polvo,
torres
hendidas, frentes esculpidas
y
el huracán de los motores, fijo:
los
dos se desnudaron y se amaron
por
defender nuestra porción eterna,
nuestra
ración de tiempo y paraíso,
tocar
nuestra raíz y recobrarnos,
recobrar
nuestra herencia arrebatada
por
ladrones de vida hace mil siglos,
los
dos se desnudaron y besaron
porque
las desnudeces enlazadas
saltan
el tiempo y son invulnerables,
nada
las toca, vuelven al principio,
no
hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres,
verdad
de dos en sólo un cuerpo y alma,
oh
ser total...
cuartos
a la deriva
entre
ciudades que se van a pique,
cuartos
y calles, nombres como heridas,
el
cuarto con ventanas a otros cuartos
con
el mismo papel descolorido
donde
un hombre en camisa lee el periódico
o
plancha una mujer; el cuarto claro
que
visitan las ramas de un durazno;
el
otro cuarto: afuera siempre llueve
y
hay un patio y tres niños oxidados;
cuartos
que son navíos que se mecen
en
un golfo de luz; o submarinos:
el
silencio se esparce en olas verdes,
todo
lo que tocamos fosforece;
mausoleos
de lujo, ya roídos
los
retratos, raídos los tapetes;
trampas,
celdas, cavernas encantadas,
pajareras
y cuartos numerados,
todos
se transfiguran, todos vuelan,
cada
moldura es nube, cada puerta
da
al mar, al campo, al aire, cada mesa
es
un festín; cerrados como conchas
el
tiempo inútilmente los asedia,
no
hay tiempo ya, ni muro: ¡espacio, espacio,
abre
la mano, coge esta riqueza,
corta
los frutos, come de la vida,
tiéndete
al pie del árbol, bebe el agua!,
todo
se transfigura y es sagrado,
es
el centro del mundo cada cuarto,
es
la primera noche, el primer día,
el
mundo nace cuando dos se besan,
gota
de luz de entrañas transparentes
el
cuarto como un fruto se entreabre
o
estalla como un astro taciturno
y
las leyes comidas de ratones,
las
rejas de los bancos y las cárceles,
las
rejas de papel, las alambradas,
los
timbres y las púas y los pinchos,
el
sermón monocorde de las armas,
el
escorpión meloso y con bonete,
el
tigre con chistera, presidente
del
Club Vegetariano y la Cruz Roja,
el
burro pedagogo, el cocodrilo
metido
a redentor, padre de pueblos,
el
Jefe, el tiburón, el arquitecto
del
porvenir, el cerdo uniformado,
el
hijo predilecto de la Iglesia
que
se lava la negra dentadura
con
el agua bendita y toma clases
de
inglés y democracia, las paredes
invisibles,
las máscaras podridas
que
dividen al hombre de los hombres,
al
hombre de sí mismo,
se
derrumban
por
un instante inmenso y vislumbramos
nuestra
unidad perdida, el desamparo
que
es ser hombres, la gloria que es ser hombres
y
compartir el pan, el sol, la muerte,
el
olvidado asombro de estar vivos;
amar es
combatir, si dos se besan
el mundo
cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento
encarna, brotan las alas
en las espaldas
del esclavo, el mundo
es real y
tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a
saber, el agua es agua,
amar
es combatir, es abrir puertas,
dejar
de ser fantasma con un número
a
perpetua cadena condenado
por
un amo sin rostro;
el
mundo cambia
si
dos se miran y se reconocen,
amar
es desnudarse de los nombres:
"déjame
ser tu puta", son palabras
de
Eloísa, mas él cedió a las leyes,
la
tomó por esposa y como premio
lo
castraron después;
mejor
el crimen,
los
amantes suicidas, el incesto
de
los hermanos como dos espejos
enamorados
de su semejanza,
mejor
comer el pan envenenado,
el
adulterio en lechos de ceniza,
los
amores feroces, el delirio,
su
yedra ponzoñosa, el sodomita
que
lleva por clavel en la solapa
un
gargajo, mejor ser lapidado
en
las plazas que dar vuelta a la noria
que
exprime la substancia de la vida,
cambia
la eternidad en horas huecas,
los
minutos en cárceles, el tiempo
en
monedas de cobre y mierda abstracta;
mejor
la castidad, flor invisible
que
se mece en los tallos del silencio,
el
difícil diamante de los santos
que
filtra los deseos, sacia al tiempo,
nupcias
de la quietud y el movimiento,
canta
la soledad en su corola,
pétalo
de cristal en cada hora,
el
mundo se despoja de sus máscaras
y
en su centro, vibrante transparencia,
lo
que llamamos Dios, el ser sin nombre,
se
contempla en la nada, el ser sin rostro
emerge
de sí mismo, sol de soles,
plenitud
de presencias y de nombres;
sigo
mi desvarío, cuartos, calles,
camino
a tientas por los corredores
del
tiempo y subo y bajo sus peldaños
y
sus paredes palpo y no me muevo,
vuelvo
donde empecé, busco tu rostro,
camino
por las calles de mí mismo
bajo
un sol sin edad, y tú a mi lado
caminas
como un árbol, como un río
caminas
y me hablas como un río,
creces
como una espiga entre mis manos,
lates
como una ardilla entre mis manos,
vuelas
como mil pájaros, tu risa
me
ha cubierto de espumas, tu cabeza
es
un astro pequeño entre mis manos,
el
mundo reverdece si sonríes
comiendo
una naranja,
el
mundo cambia
si
dos, vertiginosos y enlazados,
caen
sobre las yerba: el cielo baja,
los
árboles ascienden, el espacio
sólo
es luz y silencio, sólo espacio
abierto
para el águila del ojo,
pasa
la blanca tribu de las nubes,
rompe
amarras el cuerpo, zarpa el alma,
perdemos
nuestros nombres y flotamos
a
la deriva entre el azul y el verde,
tiempo
total donde no pasa nada
sino
su propio transcurrir dichoso,
no
pasa nada, callas, parpadeas
(silencio:
cruzó un ángel este instante
grande
como la vida de cien soles),
¿no
pasa nada, sólo un parpadeo?
y
el festín, el destierro, el primer crimen,
la
quijada del asno, el ruido opaco
y
la mirada incrédula del muerto
al
caer en el llano ceniciento,
Agamenón
y su mugido inmenso
y
el repetido grito de Casandra
más
fuerte que los gritos de las olas,
Sócrates
en cadenas" (el sol nace,
morir
es despertar: "Critón, un gallo
a
Esculapio, ya sano de la vida"),
el
chacal que diserta entre las ruinas
de
Nínive, la sombra que vio Bruto
antes
de la batalla, Moctezuma
en
el lecho de espinas de su insomnio,
el
viaje en la carretera hacia la muerte
?el
viaje interminable mas contado
por
Robespierre minuto tras minuto,
la
mandíbula rota entre las manos?,
Churruca
en su barrica como un trono
escarlata,
los pasos ya contados
de
Lincoln al salir hacia el teatro,
el
estertor de Trotsky y sus quejidos
de
jabalí, Madero y su mirada
que
nadie contestó: ¿por qué me matan?,
los
carajos, los ayes, los silencios
del
criminal, el santo, el pobre diablo,
cementerio
de frases y de anécdotas
que
los perros retóricos escarban,
el
delirio, el relincho, el ruido obscuro
que
hacemos al morir y ese jadeo
que
la vida que nace y el sonido
de
huesos machacados en la riña
y
la boca de espuma del profeta
y
su grito y el grito del verdugo
y
el grito de la víctima...
son
llamas
los
ojos y son llamas lo que miran,
llama
la oreja y el sonido llama,
brasa
los labios y tizón la lengua,
el
tacto y lo que toca, el pensamiento
y
lo pensado, llama el que lo piensa,
todo
se quema, el universo es llama,
arde
la misma nada que no es nada
sino
un pensar en llamas, al fin humo:
no
hay verdugo ni víctima...
¿y
el grito
en
la tarde del viernes?, y el silencio
que
se cubre de signos, el silencio
que
dice sin decir, ¿no dice nada?,
¿no
son nada los gritos de los hombres?,
¿no
pasa nada cuando pasa el tiempo?
no
pasa nada, sólo un parpadeo
del
sol, un movimiento apenas, nada,
no
hay redención, no vuelve atrás el tiempo,
los
muerto están fijos en su muerte
y
no pueden morirse de otra muerte,
intocables,
clavados en su gesto,
desde
su soledad, desde su muerte
sin
remedio nos miran sin mirarnos,
su
muerte ya es la estatua de su vida,
un
siempre estar ya nada para siempre,
cada
minuto es nada para siempre,
un
rey fantasma rige sus latidos
y
tu gesto final, tu dura máscara
labra
sobre tu rostro cambiante:
el
monumento somos de una vida
ajena
y no vivida, apenas nuestra,
-¿la
vida, cuándo fue de veras nuestra?,
¿cuando
somos de veras lo que somos?,
bien
mirado no somos, nunca somos
a
solas sino vértigo y vacío,
muecas
en el espejo, horror y vómito,
nunca
la vida es nuestra, es de los otros,
la
vida no es de nadie, todos somos
la
vida ?pan de sol para los otros,
los
otros todos que nosotros somos?,
soy
otro cuando soy, los actos míos
son
más míos si son también de todos,
para
que pueda ser he de ser otro,
salir
de mí, buscarme entre los otros,
los
otros que no son si yo no existo,
los
otros que me dan plena existencia,
no
soy, no hay yo, siempre somos nosotros,
la
vida es otra, siempre allá, más lejos,
fuera
de ti, de mí, siempre horizonte,
vida
que nos desvive y enajena,
que
nos inventa un rostro y lo desgasta,
hambre
de ser, oh muerte, pan de todos,
Eloísa,
Perséfona, María,
muestra
tu rostro al fin para que vea
mi
cara verdadera, la del otro,
mi
cara de nosotros siempre todos,
cara
de árbol y de panadero,
de
chofer y de nube y de marino,
cara
de sol y arroyo y Pedro y Pablo,
cara
de solitario colectivo,
despiértame,
ya nazco:
vida
y muerte
pactan
en ti, señora de la noche,
torre
de claridad, reina del alba,
virgen
lunar, madre del agua madre,
cuerpo
del mundo, casa de la muerte,
caigo
sin fin desde mi nacimiento,
caigo
en mí mismo sin tocar mi fondo,
recógeme
en tus ojos, junta el polvo
disperso
y reconcilia mis cenizas,
ata
mis huesos divididos, sopla
sobre
mi ser, entiérrame en tu tierra,
tu
silencio dé paz al pensamiento
contra
sí mismo airado;
abre
la mano,
señora
de semillas que son días,
el
día es inmortal, asciende, crece,
acaba
de nacer y nunca acaba,
cada
día es nacer, un nacimiento
es
cada amanecer y yo amanezco,
amanecemos
todos, amanece
el
sol cara de sol, Juan amanece
con
su cara de Juan cara de todos,
puerta
del ser, despiértame, amanece,
déjame
ver el rostro de este día,
déjame
ver el rostro de esta noche,
todo
se comunica y transfigura,
arco
de sangre, puente de latidos,
llévame
al otro lado de esta noche,
adonde
yo soy tú somos nosotros,
al
reino de pronombres enlazados,
puerta
del ser: abre tu ser, despierta,
aprende
a ser también, labra tu cara,
trabaja
tus facciones, ten un rostro
para
mirar mi rostro y que te mire,
para
mirar la vida hasta la muerte,
rostro
de mar, de pan, de roca y fuente,
manantial
que disuelve nuestros rostros
en
el rostro sin nombre, el ser sin rostro,
indecible
presencia de presencias...
quiero
seguir, ir más allá, y no puedo:
se
despeñó el instante en otro y otro,
dormí
sueños de piedra que no sueña
y
al cabo de los años como piedras
oí
cantar mi sangre encarcelada,
con
un rumor de luz el mar cantaba,
una
a una cedían las murallas,
todas
las puertas se desmoronaban
y
el sol entraba a saco por mi frente,
despegaba
mis párpados cerrados,
desprendía
mi ser de su envoltura,
me
arrancaba de mí, me separaba
de
mi bruto dormir siglos de piedra
y
su magia de espejos revivía
un
sauce de cristal, un chopo de agua,
un
alto surtidor que el viento arquea,
un
árbol bien plantado mas danzante,
un
caminar de río que se curva,
avanza,
retrocede, da un rodeo
y
llega siempre:
México,
1957
La foto es del archivo Tomás Montero DR.
La foto es del archivo Tomás Montero DR.
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