18 may 2014

Renato Leduc, ¿el último bohemio?/ Fred Álvarez


Renato Leduc, ¿el último bohemio?/ Fred Álvarez
“Yo no soy de bohemia sino de barril ...“ Renato Leduc
Poeta, escritor, bohemio y sobretodo periodista (Tlalpan, DF el 16 de noviembre de 1895, difunto en Tepepan, Xochimilco, el 2 de agosto de 1986.  Hijo del periodista Alberto Leduc y de Amalia López, mestiza de Calpulalpan, Tlaxcala.
Se caso tres veces; la primera vez en los años veinte con Altagracia Gómez y con ella tuvo tres descendientes: Renato, Alicia y Héctor; después concretó un matrimonio “convenido” con la pintora Leonora Carrington en 1943, sólo duro unos meses; en 1948 se matrimonio con Amalia Romero, de esa relación nació Patricia. Hay muchos Renatos y Renatas descendientes de Leduc; también Tuvo otros amores como cualquier poeta y periodista, no se sabe su hubo descendientes.
El matrimonio que no se dio
Leduc se dio el lujo de desdeñar a la mismísima María Félix, de la que fue su gran amigo, además de padrino o testigo en dos de sus matrimonios, “Oye, carajo, por docena te voy a cobrar más barato”, le dijo alguna vez. Se ha dicho, medio en serio y medio en broma, que la misma doña le propuso matrimonio, y él le contestó: “No María, yo no seré tu padrote”. Además- agregó-  “si ya le diste en la madre a varios…e incluso a mi cuate Agustín Lara, ¿no crees que yo seguiría el mismo camino?”  “Sin embargo –agregó-, conozco a un hombre con el que te podrías casar sin menoscabo de tu propia personalidad, que te administraría perfectamente tus bienes y que, además, te metería en cintura”.
María Félix, entre risa y risa preguntó:
-¿Y quién es ese fulano?
Renato Leduc, dijo:
-El mariscal José Stalin, fuera de ese cabrón, a todos los que se metan contigo te los chingas.
Nuestro personaje, vivió prácticamente todos los grandes cambios del siglo XX; por principio algunos episodios de la Revolución Mexicana, durante la cual trabajó como telegrafista -oficio que aprendió de chamaco en la Escuela Nacional de Telegrafistas - de la División del Norte comandada por el general Doroteo Arango, más conocido como Pancho Villa. Conoció y trató en aquel tiempo –sin saberlo sino hasta años después-, -al periodista, activista  y poeta comunista, John Reed célebre por su testimonio de la Revolución Rusa Diez días que estremecieron el mundo, y autor de México Insurgente. Reed era entonces el corresponsal del  Metropolitan Magazine
Gracias al oficio de telegrafista le permitió estudiar la preparatoria e inscribirse en la carrera de leyes en la antigua Escuela Nacional de Jurisprudencia de la Universidad Nacional Autónoma de México; la escuela estaba justamente en el centro de la ciudad rodeada de “lugares sagrados” –léase cantinas- donde aprendió el oficio de la bebida como Dios mandata. En ese lugar tuvo de compañeros a personas que más delante tendría grandes puestos públicos, entre ellos dos sería presidente de México: Miguel Alemán Valdez y Adolfo López mateos.
Con el tiempo tuvo la fortuna de que uno de sus amigos, le consiguieran una beca para irse a Europa, concretamente a parís. “Mi condición de exvillista me dio prestigio y me abrió algunas puertas”, dijo. Tanto que un día en los años treinta un alto funcionario de las Secretaría de Hacienda, “don Roberto López me envió a una comisión a París –le dijo-; “Se que usted le tiene sin cuidado la carrera de abogado. Pero usted es un bohemio y le servirá mucho un viejecito a París”. La “beca” era por seis meses, y gracias a su fortuna se quedó por allá durante ocho largos años..
Ese viaje le cambio la vida. Vivió en París por casi dos lustros; aprovechó el tiempo –¡sabia virtud!- y se dedicó a perfeccionar su estilo literario entablando amistad con varios escritores y pintores surrealistas como Benjamín Péret, André Bretón, Paul Éluard, Joan Miró, Pablo Picasso, Salvador Dalí y Marcel Duchamp, entre otros. Allá lo sorprende la Segunda Guerra Mundial: Hitler invade París. Unas prostitutas parisienses lo ayudan a escapar.
En Lisboa, Portugal, conoce a la pintora Leonora Carrington –se la presenta Picasso-, quien también huye de la guerra y se refugia en el consulado mexicano; después viene el matrimonio. Juntos viajan a Nueva York y de ahí a la ciudad de México de los años cuarenta.
Esa relación le cambió la vida a la pintora; no podía conocer más país surrealista que el México de los años 40. Por cierto, antes de morir la pintora dijo, quizás en broma, en una entrevista con la revista Proceso (29 de mayo de 2009) que el gran amor de su vida había sido Renato Leduc. “No tuve ningún amor más que él”, dijo.
Empero, como sabemos fue un matrimonio convenido y sólo para ayudarla a salir de Europa.
Además de su estancia en Europa Leduc, también trabajó como supervisor cinematográfico en la Secretaría de Gobernación; y llegó a ser -en 1964- candidato al Senado de la República, junto a David Alfaro Siqueiros, por el Frente Electoral del Pueblo.
¡Sin embargo, su principal oficio fue el de poeta y periodista!
Uno de sus sonetos Aquí se habla del tiempo perdido que, como dice el dicho, los santos lo lloran se hizo popular; fue musicalizado por Rubén Fuentes, con un arreglo de Eduardo Magallanes y grabado a dúo con las voces únicas de Marco Antonio Muñiz y José José.
El soneto se popularizó incluso al mismo nivel que El brindis del bohemio del potosino Guillermo Aguirre Fierro y se recitaba principalmente en Navidad y Año Nuevo, cuando a los borrachos les da por declamar.
Sus obras
Entre ellas tenemos: El aula, etc. (1929) -dice el narrador Enrique Serna que a juzgar por el título y el contenido de su primer poemario Leduc, quizás, empezó a escribir poesía en el salón de clases, en un acto de rebeldía contra la rutina escolar-; Unos cuantos sonetos(1932); Los banquetes (1932); Algunos poemas deliberadamente románticos y un prólogo en cierto modo innecesario (1933);Poemas de Mar Caribe (1933); Prometeo (1933); Prometeo mal encadenado (1934); Breve glosa del Libro de Buen Amor (1939);Versos y poemas -están todos los libros anteriores más unos 14 poemas inéditos- (1940); El corsario beige (novela de 1940); Poemas de París (1942); Fabulillas de animales, niños y espantos (1957); Banqueta (1961); Catorce poemas burocráticos y un corrido reaccionario, para solaz y esparcimiento de las clases económicamente débiles (1962 ó 63): obra satírica en la que Leduc se mofa de conocidos políticos; Prometeo sifilítico, la Odisea Euclidiana (de 1934, 1940 y 1968, respectivamente).
El famoso Prometeo sifilítico  se copió a máquina y en mimeógrafo por décadas. Leduc llegó a contar un centenar de ediciones clandestinas y sólo hasta 1979 conoció una edición “normal” que le hizo justicia y actualmente se incluye en la Obra Literaria, colección Letras Mexicanas, publicada el año 2000 por el Fondo de Cultura Económica. El volumen del Fondo se trata de una investigación de Edith Negrín (autora de la compilación e introducción), quien advierte que este tomo incluye, sobre todo, las obras literarias que el escritor publicó en libro y que por lo que hace al material hemerográfico se incluyen los poemas aparecidos en los años finales del escritor, o después de su muerte, así como algunos artículos. El prólogo de la edición está a cargo de su amigo Carlos Monsiváis.
El periodista Leduc
El oficio de periodista fue su actividad fundamental desde su regreso de París. Así, colaboró en diversas publicaciones con muy variadas columnas, entre las que destacan: Tics, en Excélsior (1943-1945); En cinco minutos, en el diario Esto (1946-1960); la columna Banqueta, primero en el vespertino Últimas Noticias (1955 –1965) y después en Excélsior (1981-1984); Semana inglesa, en la revista Siempre! (1951-1985); Capicúa, en Ovaciones (1980-1986). También escribió crónicas taurinas: En los toros, Toros ayer y hoy, Sustos y revolcones, Dominguitos cornudos, Puntadas taurinas y El redondel, éstas últimas en El Sol de México. Tan amplia fue la labor periodística de Renato Leduc que inclusive colaboró en  Oposición, órgano del Partido Comunista Mexicano.
Leduc fue presidente de la Asociación –después Unión- de Periodistas Democráticos (1975- 1977), la cual le otorgó el premio Francisco Martínez de la Vega en el año 1976. Fue designado el Mejor Periodista Político por el Colegio de Ciencia Política y Administración Pública; asimismo recibió el Premio Nacional de Periodismo en 1977.
Renato Leduc, además de poeta, periodista y taurófilo, gran conversador fue, sobre todo, el gran bohemio de México –el último, a pesar suyo, dijo Monsiváis-. Aunque a Renato Leduc al parecer le incomodaba – ¡aunque estoy convencido que le gustaba!- que le dijeran “el último bohemio; ”yo nos soy bohemio sino de barril”, precisaba.
Comenta él en un texto (Renato por Leduc, Ed Océano) “desde que .tengo uso de razón, siempre ha habido en México un “ultimo bohemio”. Por eso no es extraño que a mi me hayan achacado eso de ser él último bohemio. Sin embargo, como una de las características de todos aquellos a quienes les han adjudicado ese pinche titulito ha sido la de no trabajar, y (yo) por mi parte toda mi vida he trabajado en cosas muy pesadas y por regla general mal pagadas, de manera es que bajo ningún concepto acepto ese calificativo de bohemio”
Eso decía. Pero también decía que no aceptaba que le hicieran un busto porque no quería que lo cagaran los pájaros y lo orinarán los perros; recordemos que feliz a develar el propio busto en el pueblo de Tlalpan. También se le puso su nombre a la calle Ferrocarril.
Así era Renato Leduc.
En lo personal me hubiera gustado conocerlo personalmente
¿A quien no? Pero llegue a destiempo.
Comentario final
Un día el coronel García Valseca, entonces dueño de la cadena de los soles, le pidió ideas para mejorar su cadena, Renato Leduc le dijo que no tenía ninguna qué aportar. El coronel le disparó a bocajarro:
-¿No que usted es muy chingón?
-Pues sí soy muy chingón, coronel, pero de un día para otro porque en el mismo día soy muy pendejo.

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