Renato Leduc, ¿el último bohemio?/ Fred Álvarez
“Yo no soy de bohemia
sino de barril ...“ Renato Leduc
Poeta, escritor, bohemio
y sobretodo periodista (Tlalpan, DF el 16 de noviembre de 1895, difunto en
Tepepan, Xochimilco, el 2 de agosto de 1986.
Hijo del periodista Alberto Leduc y de Amalia López, mestiza de
Calpulalpan, Tlaxcala.
Se caso tres veces; la primera vez en los años veinte con Altagracia Gómez y con ella tuvo tres descendientes: Renato, Alicia y Héctor; después concretó un matrimonio “convenido” con la pintora Leonora Carrington en 1943, sólo duro unos meses; en 1948 se matrimonio con Amalia Romero, de esa relación nació Patricia. Hay muchos Renatos y Renatas descendientes de Leduc; también Tuvo otros amores como cualquier poeta y periodista, no se sabe su hubo descendientes.
Se caso tres veces; la primera vez en los años veinte con Altagracia Gómez y con ella tuvo tres descendientes: Renato, Alicia y Héctor; después concretó un matrimonio “convenido” con la pintora Leonora Carrington en 1943, sólo duro unos meses; en 1948 se matrimonio con Amalia Romero, de esa relación nació Patricia. Hay muchos Renatos y Renatas descendientes de Leduc; también Tuvo otros amores como cualquier poeta y periodista, no se sabe su hubo descendientes.
Leduc se dio el lujo de
desdeñar a la mismísima María Félix, de la que fue su gran amigo, además de
padrino o testigo en dos de sus matrimonios, “Oye, carajo, por docena te voy a
cobrar más barato”, le dijo alguna vez. Se ha dicho, medio en serio y medio en
broma, que la misma doña le propuso matrimonio, y él le contestó: “No María, yo
no seré tu padrote”. Además- agregó- “si
ya le diste en la madre a varios…e incluso a mi cuate Agustín Lara, ¿no crees
que yo seguiría el mismo camino?” “Sin
embargo –agregó-, conozco a un hombre con el que te podrías casar sin menoscabo
de tu propia personalidad, que te administraría perfectamente tus bienes y que,
además, te metería en cintura”.
María Félix, entre risa
y risa preguntó:
-¿Y quién es ese fulano?
Renato Leduc, dijo:
-El mariscal José
Stalin, fuera de ese cabrón, a todos los que se metan contigo te los chingas.
Nuestro personaje, vivió
prácticamente todos los grandes cambios del siglo XX; por principio algunos
episodios de la Revolución Mexicana, durante la cual trabajó como telegrafista
-oficio que aprendió de chamaco en la Escuela Nacional de Telegrafistas - de la
División del Norte comandada por el general Doroteo Arango, más conocido como
Pancho Villa. Conoció y trató en aquel tiempo –sin saberlo sino hasta años
después-, -al periodista, activista y poeta
comunista, John Reed célebre por su
testimonio de la Revolución Rusa Diez días que estremecieron el mundo, y autor
de México Insurgente. Reed era
entonces el corresponsal del Metropolitan Magazine
Gracias al oficio de
telegrafista le permitió estudiar la preparatoria e inscribirse en la carrera
de leyes en la antigua Escuela Nacional de Jurisprudencia de la Universidad
Nacional Autónoma de México; la escuela estaba justamente en el centro de la ciudad
rodeada de “lugares sagrados” –léase cantinas- donde aprendió el oficio de la
bebida como Dios mandata. En ese lugar tuvo de compañeros a personas que más
delante tendría grandes puestos públicos, entre ellos dos sería presidente de
México: Miguel Alemán Valdez y Adolfo López mateos.
Con el tiempo tuvo la
fortuna de que uno de sus amigos, le consiguieran una beca para irse a Europa,
concretamente a parís. “Mi condición de exvillista me dio prestigio y me abrió
algunas puertas”, dijo. Tanto que un día en los años treinta un alto
funcionario de las Secretaría de Hacienda, “don Roberto López me envió a una
comisión a París –le dijo-; “Se que usted le tiene sin cuidado la carrera de
abogado. Pero usted es un bohemio y le servirá mucho un viejecito a París”. La
“beca” era por seis meses, y gracias a su fortuna se quedó por allá durante
ocho largos años..
Ese viaje le cambio la
vida. Vivió en París por casi dos lustros; aprovechó el tiempo –¡sabia virtud!-
y se dedicó a perfeccionar su estilo literario entablando amistad con varios
escritores y pintores surrealistas como Benjamín Péret, André Bretón, Paul
Éluard, Joan Miró, Pablo Picasso, Salvador Dalí y Marcel Duchamp, entre otros.
Allá lo sorprende la Segunda Guerra Mundial: Hitler invade París. Unas prostitutas
parisienses lo ayudan a escapar.
En Lisboa, Portugal,
conoce a la pintora Leonora Carrington –se la presenta Picasso-, quien también
huye de la guerra y se refugia en el consulado mexicano; después viene el
matrimonio. Juntos viajan a Nueva York y de ahí a la ciudad de México de los
años cuarenta.
Esa relación le cambió
la vida a la pintora; no podía conocer más país surrealista que el México de
los años 40. Por cierto, antes de morir la pintora dijo, quizás en broma, en
una entrevista con la revista Proceso (29 de mayo de 2009) que el gran amor de
su vida había sido Renato Leduc. “No tuve ningún amor más que él”, dijo.
Empero, como sabemos fue
un matrimonio convenido y sólo para ayudarla a salir de Europa.
Además de su estancia en
Europa Leduc, también trabajó como supervisor cinematográfico en la Secretaría
de Gobernación; y llegó a ser -en 1964- candidato al Senado de la República,
junto a David Alfaro Siqueiros, por el Frente Electoral del Pueblo.
¡Sin embargo, su
principal oficio fue el de poeta y periodista!
Uno de sus sonetos Aquí
se habla del tiempo perdido que, como dice el dicho, los santos lo lloran se
hizo popular; fue musicalizado por Rubén Fuentes, con un arreglo de Eduardo
Magallanes y grabado a dúo con las voces únicas de Marco Antonio Muñiz y José
José.
El soneto se popularizó
incluso al mismo nivel que El brindis del bohemio del potosino Guillermo
Aguirre Fierro y se recitaba principalmente en Navidad y Año Nuevo, cuando a
los borrachos les da por declamar.
Sus obras
Entre ellas tenemos: El
aula, etc. (1929) -dice el narrador Enrique Serna que a juzgar por el título y
el contenido de su primer poemario Leduc, quizás, empezó a escribir poesía en
el salón de clases, en un acto de rebeldía contra la rutina escolar-; Unos
cuantos sonetos(1932); Los banquetes (1932); Algunos poemas deliberadamente
románticos y un prólogo en cierto modo innecesario (1933);Poemas de Mar Caribe
(1933); Prometeo (1933); Prometeo mal encadenado (1934); Breve glosa del Libro
de Buen Amor (1939);Versos y poemas -están todos los libros anteriores más unos
14 poemas inéditos- (1940); El corsario beige (novela de 1940); Poemas de París
(1942); Fabulillas de animales, niños y espantos (1957); Banqueta (1961);
Catorce poemas burocráticos y un corrido reaccionario, para solaz y
esparcimiento de las clases económicamente débiles (1962 ó 63): obra satírica
en la que Leduc se mofa de conocidos políticos; Prometeo sifilítico, la Odisea
Euclidiana (de 1934, 1940 y 1968, respectivamente).
El famoso Prometeo
sifilítico se copió a máquina y en
mimeógrafo por décadas. Leduc llegó a contar un centenar de ediciones
clandestinas y sólo hasta 1979 conoció una edición “normal” que le hizo
justicia y actualmente se incluye en la Obra Literaria, colección Letras
Mexicanas, publicada el año 2000 por el Fondo de Cultura Económica. El volumen
del Fondo se trata de una investigación de Edith Negrín (autora de la
compilación e introducción), quien advierte que este tomo incluye, sobre todo,
las obras literarias que el escritor publicó en libro y que por lo que hace al
material hemerográfico se incluyen los poemas aparecidos en los años finales
del escritor, o después de su muerte, así como algunos artículos. El prólogo de
la edición está a cargo de su amigo Carlos Monsiváis.
El periodista Leduc
El oficio de periodista
fue su actividad fundamental desde su regreso de París. Así, colaboró en
diversas publicaciones con muy variadas columnas, entre las que destacan: Tics,
en Excélsior (1943-1945); En cinco minutos, en el diario Esto (1946-1960); la
columna Banqueta, primero en el vespertino Últimas Noticias (1955 –1965) y
después en Excélsior (1981-1984); Semana inglesa, en la revista Siempre!
(1951-1985); Capicúa, en Ovaciones (1980-1986). También escribió crónicas
taurinas: En los toros, Toros ayer y hoy, Sustos y revolcones, Dominguitos
cornudos, Puntadas taurinas y El redondel, éstas últimas en El Sol de México.
Tan amplia fue la labor periodística de Renato Leduc que inclusive colaboró
en Oposición, órgano del Partido Comunista
Mexicano.
Leduc fue presidente de
la Asociación –después Unión- de Periodistas Democráticos (1975- 1977), la cual
le otorgó el premio Francisco Martínez de la Vega en el año 1976. Fue designado
el Mejor Periodista Político por el Colegio de Ciencia Política y
Administración Pública; asimismo recibió el Premio Nacional de Periodismo en
1977.
Renato Leduc, además de
poeta, periodista y taurófilo, gran conversador fue, sobre todo, el gran
bohemio de México –el último, a pesar suyo, dijo Monsiváis-. Aunque a Renato
Leduc al parecer le incomodaba – ¡aunque estoy convencido que le gustaba!- que
le dijeran “el último bohemio; ”yo nos soy bohemio sino de barril”, precisaba.
Comenta él en un texto
(Renato por Leduc, Ed Océano) “desde que .tengo uso de razón, siempre ha habido
en México un “ultimo bohemio”. Por eso no es extraño que a mi me hayan achacado
eso de ser él último bohemio. Sin embargo, como una de las características de
todos aquellos a quienes les han adjudicado ese pinche titulito ha sido la de
no trabajar, y (yo) por mi parte toda mi vida he trabajado en cosas muy pesadas
y por regla general mal pagadas, de manera es que bajo ningún concepto acepto
ese calificativo de bohemio”
Eso decía. Pero también
decía que no aceptaba que le hicieran un busto porque no quería que lo cagaran
los pájaros y lo orinarán los perros; recordemos que feliz a develar el propio
busto en el pueblo de Tlalpan. También se le puso su nombre a la calle
Ferrocarril.
Así era Renato Leduc.
En lo personal me
hubiera gustado conocerlo personalmente
¿A quien no? Pero llegue
a destiempo.
Comentario final
Un día el coronel García
Valseca, entonces dueño de la cadena de los soles, le pidió ideas para mejorar
su cadena, Renato Leduc le dijo que no tenía ninguna qué aportar. El coronel le
disparó a bocajarro:
-¿No que usted es muy
chingón?
-Pues sí soy muy
chingón, coronel, pero de un día para otro porque en el mismo día soy muy
pendejo.
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