Violentos
reacomodos en Guerrero/EZEQUIEL FLORES CONTRERAS
Revistas
Proceso
# 1959, a 17 de mayo de 2014
En
las últimas semanas, los encuentros entre las bandas que buscan el control del
corredor Acapulco-Cuernavaca se intensificaron. Pero fue “la privación ilegal”
de la libertad del diputado priista Olaguer Hernández Flores lo que revivió las
acusaciones sobre los presuntos nexos de la clase política con los grupos que
se disputan la hegemonía en Guerrero, Morelos y Michoacán. El salpicadero
implica al propio Hernández y al perredista Bernardo Ortega Jiménez, presidente
del Congreso guerrerense. Fuentes oficiales señalan que la agresión al
legislador puede ser consecuencia del reacomodo de la estructura delincuencial
en Chilpancingo y la Sierra.
CHILPANCINGO,
GRO.– La brutal confrontación entre las organizaciones criminales que se
disputan los principales corredores de drogas del Pacífico y el centro del país
–los remanentes del Cártel de los Beltrán Leyva, La Familia Michoacana, el
Cártel de Sinaloa y Los Caballeros Templarios– potencia la inseguridad en esta
entidad, así como en Morelos y Michoacán.
Los
secuestros del sacerdote ugandés John Ssenyondo en Chilapa de Álvarez a finales
de abril y del diputado local del PRI Olaguer Hernández Flores el martes 6,
exhiben de nueva cuenta los presuntos nexos de políticos con la delincuencia
organizada.
Entre
los señalados destaca el diputado perredista Bernardo Ortega Jiménez,
presidente del Congreso local. Es hijo del extinto narcotraficante Celso Ortega
Rosas, La Ardilla, fundador del grupo delictivo denominado Los Ardillos,
quienes operan en la parte baja de la Montaña y la región Centro.
Según
las autoridades federales, ese grupo controla el trasiego de droga y
procesamiento de heroína en narcolaboratorios que el Ejército ha desmantelado
en Tlanicuilulco, municipio de Quechultenango.
También
está su correligionario Roger Arellano Sotelo, quien tiene vínculos con el
empresario melonero Santana Ríos Bahena, presunto narcotraficante que es mentor
de Eleuterio Aranda Salgado, El Solitario del Sur, alcalde de General Canuto A.
Neri (Acapetlahuaya). Aranda es cantante de narcocorridos, en los que con
frecuencia exalta al grupo delictivo de La Familia Michoacana en la zona norte
de la entidad.
Otro
legislador perredista señalado es Elí Camacho Huicochea. Él mismo admitió que
durante su gestión en el ayuntamiento de Coyuca de Catalán tuvo que pactar con
los grupos delincuenciales de Tierra Caliente para poder trabajar.
En
el caso de Hernández hay versiones contradictorias dentro del PRI. Mientras el
dirigente estatal del partido, Cuauhtémoc Salgado Romero, aseguró que el
legislador fue secuestrado, su par Rubén Figueroa Smutny comentó que fue
liberado gracias a gestiones de su padre, el exgobernador Rubén Figueroa
Alcocer.
Él
fue quien solicitó al gobernador Ángel Aguirre Rivero intensificar los
operativos hasta que Hernández fue localizado dos días después en esta capital,
dijo Figueroa Smutny. Según él, no se pagó ningún rescate, sino que se logró su
liberación por la presión de las corporaciones policiacas.
Reportes
oficiales consultados por Proceso vinculan a Hernández Flores con Raúl Barrera
Martínez, El Pato, quien fue director de la Policía Municipal cuando el
legislador encabezó el ayuntamiento de Tlacotepec.
El
Pato fue ejecutado en octubre de 2013 en las inmediaciones de Tierras Prietas,
en el norte de esta capital. Durante algún tiempo estuvo al servicio de Los
Rojos.
Durante
años, el jefe de la plaza de ese grupo en ese lugar enclavado en la Sierra
Madre del Sur –considerada zona emblemática del narco en la entidad– era
Antonio Reyna Castillo, La Borrega, detenido el pasado 12 de abril en Apango,
municipio de Mártir de Cuilapan, en la región Centro, indican los informes
consultados por el reportero.
El
corredor Acapulco-Cuernavaca
Los
presuntos nexos del diputado priista con la banda de Los Rojos, liderados por
Jesús Nava Romero, El Rojo, lugarteniente del capo Arturo Beltrán Leyva
–ejecutado por marinos en 2009 en Cuernavaca, Morelos–, datan de hace cuatro
años.
En
su edición 1759 Proceso publicó el reportaje La sanguinaria guerra por el sur,
en el que informó que Jesús Basilio Araujo, La Piyeya –jefe de sicarios del
Rojo–, fue capturado el 18 de diciembre de 2009 en Jiutepec, Morelos.
En
sus declaraciones ante el Ministerio Público federal, La Piyeya –quien
presuntamente participó en más de un centenar de asesinatos– mencionó a los
alcaldes Carlos Bello Gómez (PRD), de Atoyac; Nadín Torralba Mejía (PRI), de
Tecpan, y su correligionario Hernández Flores, de Heliodoro Castillo, así como
varios oficiales de las policías Ministerial y Municipal. Todos ellos, dijo,
daban protección a los Beltrán Leyva.
Según
el sicario, los funcionarios admitieron que el brazo armado del Cártel de los
Beltrán Leyva, Los Pelones, operaba en sus municipios:
“El
Rojo (me) manda a hablar con los alcaldes de Atoyac de Juárez (sic), Carlos
Armando Bello Gómez; de Tecpan de Galeana, Nadín Torralba Mejía, y del
municipio de Heliodoro Castillo, conocido como Tlacotepec, Olaguer Hernández
Flores, El Ciudadano o El Presi, a quienes fui a comentar que gente de Jesús
Nava Romero, El Rojo, iba a andar en esos municipios, para que no se fueran a
espantar, quienes los iban a ayudar a detener a los secuestradores, ladrones y
otros tipos de delincuentes, pero como no sé qué arreglos tenía El Rojo con
ellos, dijeron que no había ningún problema.”
Los
entonces alcaldes de Atoyac y Tecpan negaron haberse reunido con La Piyeya:
Hernández declaró que el pistolero es originario de Tlacotepec, cabecera de su
municipio, y que lo había conocido cuando fue precandidato a alcalde por el PRD
en 2005. Luego lo vio como promotor de campañas del PAN y después como padrino
de la feria regional en la zona de la Sierra, pero negó tener vínculos con el
grupo de Los Rojos.
No
obstante, fuentes oficiales consultadas por Proceso señalan que la agresión a
Hernández es consecuencia del reacomodo de la estructura delincuencial en
Chilpancingo y la Sierra, donde grupos antagónicos y la Policía Federal declararon
la guerra a Los Rojos
Estos
movimientos son similares a los de hace cuatro años, cuando Édgar Valdez
Villarreal, La Barbie, y Héctor Beltrán Leyva, El H, se disputaron a sangre y
fuego el corredor Acapulco-Cuernavaca, feudo del extinto capo conocido en
Guerrero como El Botas Blancas.
El
ambiente se calienta ante la cercanía de las elecciones concurrentes porque la
violencia se desborda en Guerrero y Morelos, donde la delincuencia controla
territorios completos en ambas entidades, incluso alcanzó ya al gobierno de
Graco Ramírez y a empresarios guerrerenses.
Ola
expansiva
El
lunes 5 aparecieron dos narcomantas en un puente peatonal sobre la autopista
México-Cuernavaca, a la altura del centro comercial Plaza Galerías, en las que
ligan a Federico Figueroa, hermano del cantautor Joan Sebastian, y a Noé
Reynoso Nava, alcalde de Amacuzac, Morelos, con el grupo delictivo Guerreros
Unidos:
“Así
como le hicieron al licenciado que apareció decapitado. También para ti Noé
Reynoso te la pasas engañando al Gobierno federal y estatal para su beneficio
de todos ustedes putos, haciéndoles creer que no tienen que ver. Tú Federico
Figueroa y Mario Casarrubias quieren pelear hijos de su puta madre, vamos a
pelear putos y a la familia se le respeta perros, ojo por ojo y diente por
diente, con todo respeto Gobierno Federal Estatal y municipal y Sr. Gobernador
del estado de Morelos no se metan por estas basuras.”
Cuatro
días antes fue localizado en Cuernavaca el cuerpo descuartizado del abogado
Alejandro Exiquio Rodas Maldonado, con un mensaje dirigido al diputado local
del PT Alfonso Miranda Gallegos y a su sobrino Santiago Mazari, El Carrete,
líder de Los Rojos en el sur de Morelos.
Las
autoridades advierten un recrudecimiento de la violencia en Morelos y Guerrero
ante la confrontación que mantienen los tres grupos criminales considerados
remanentes del extinto Cártel de los Beltrán Leyva por el control de esta zona
estratégica en la geografía del narco en el país.
Reportes
oficiales señalan que la banda Guerreros Unidos está afincada en Iguala y que
su líder, Mario Casarrubias, fue detenido recientemente en Toluca. El 30 de
abril el comisionado nacional de seguridad, Monte Alejandro Rubido, calificó al
capo, originario del municipio de Teloloapan, como uno de los principales
traficantes de droga a Estados Unidos.
Casarrubias
formaba parte del cuerpo de seguridad de Arturo Beltrán Leyva. Tras la muerte
de su jefe emprendió una guerra contra los remanentes del cártel para
posicionarse en Morelos, Guerrero y el Estado de México. La batalla se
recrudeció en los últimos días.
Su
onda expansiva envuelve incluso al clero, como se vio el 30 de abril, cuando un
comando levantó al sacerdote John Ssenyondo, de la congregación Misioneros
Combonianos Corazón de Jesús, quien aún está desaparecido.
El
jueves 15 Proceso informó en su portal que el religioso se encontraba en el
poblado de Santa Cruz, Chilapa, donde había oficiado una boda. Según el vicario
general de la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, Víctor Aguilar, a la fecha ha habido
tres agresiones contra sacerdotes católicos en la entidad.
El
obispo Alejo Zavala comenta: “Les pedimos que nos lo regresen (a Ssenyondo)”.
Pero declina opinar sobre la actuación de las autoridades estatales.
Aguilar
relata que hace un año y medio el religioso ugandés fue atacado en la iglesia
de Nejapa por delincuentes que controlan Chilapa, donde opera una célula del
grupo de Los Rojos, según las autoridades federales. Sus agresores lo dejaron
amarraron y se llevaron su auto, dinero y enseres domésticos.
Dice
que la vicaría decidió no presentar la denuncia porque la jerarquía católica en
la entidad pensó que se trataba de “algo sencillo”. Sin embargo, ahora los
sacerdotes de Chilapa están convocando a los feligreses a participar en una
campaña de oración por Ssenyondo para el jueves 22.
En
los últimos dos años, comenta Aguilar, se han registrado dos agresiones contra
los sacerdotes Óscar Prudencio, de Apaxtla de Castrejón, y Rafael Ramírez, de
Cuetzala del Progreso. Ambos tuvieron que ser removidos de sus parroquias.
En
el primer caso, Prudencio quedó en medio de un enfrentamiento entre dos grupos
que se disputaban ese corredor de droga que conecta el norte de Guerrero con el
sur del Estado de México; en el segundo, Ramírez y su chofer fueron levantados
por un grupo armado en Cuetzala a mediados del año pasado.
Tras
ser torturado, Ramírez fue liberado. Contó que fue agredido para que en sus
homilías dejara de pedir a los delincuentes que frenaran sus acciones.
En
Chilapa, indican los documentos consultados, opera una célula al servicio de
Los Rojos dirigida por Zenén El Chaparro, quien presuntamente controla a las
autoridades y los medios de la localidad. De ahí que el 13 de marzo agentes
federales se lanzaran contra el capo.
Y
aunque El Chaparro rompió el cerco, una de sus operadoras –Lizbeth Cantorán
Guerrero, La Güera Sicaria, encargada del cobro de cuotas, secuestros, robos y
extorsiones en Chilapa– fue capturada. Los federales aseguran que ella es
sobrina del diputado local perredista Miguel Cantorán Gática.
El
operativo se realizó dos días después de que Abel Barrera Hernández, director
del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, fue interceptado por
sujetos armados en las inmediaciones de Chilapa. Barrera lamentó que las autoridades
de los tres niveles no actúen, aun cuando saben dónde y cómo opera esa banda
delincuencial.
Los
grupos criminales de Chilapa intentan dominar las rutas de trasiego de drogas y
hacerse del control político de la zona que conecta la región Centro y la
Montaña de Guerrero.
Los
protagonistas son Los Rojos, cuyo bastión se encuentra en la cabecera
municipal, y Los Ardillos, afincados en Tlanicuilulco, municipio de
Quechultenango, y presuntamente dirigidos por familiares del presidente del
Congreso estatal, el perredista Bernardo Ortega Jiménez.
Esta
pugna, refieren reportes oficiales consultados, exhibe los vínculos entre
delincuencia y políticos de esta emblemática zona del narcotráfico en la
entidad.
El
7 de enero último Proceso informó que el oficial mayor del ayuntamiento de
Chilapa, Vicente Jiménez Aranda, fue detenido por autoridades ministeriales por
sus presuntos nexos con la delincuencia organizada. Actualmente está preso en
Chilpancingo, acusado del secuestro de un empresario dedicado a impartir cursos
de motivación personal.
Jiménez
Aranda es un operador político del PRI en la zona de la Montaña baja y se le
considera el brazo derecho del alcalde priista de Chilapa, Francisco García
González, El Tepache, señalado constantemente por sus presuntos nexos con el
narco.
Cleto
Mendoza, regidor del PT en el mismo municipio, fue levantado el 30 de diciembre
pasado. Han pasado más de cuatro meses y nadie sabe de él.
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