18 may 2014

La desaparición forzada, estrategia de terror


La desaparición forzada, estrategia de terror/FEDERICO MASTROGIOVANNI
Revistas Proceso # 1959, a 17 de mayo de 2014
Avecindado en México desde hace varios años, el periodista italiano Federico Mastrogiovanni ha recorrido el país para tomarle el pulso social. Ha dialogado con comunidades indígenas, activistas sociales, intelectuales y religiosos comprometidos, como el obispo de Saltillo, Raúl Vera López, para plasmar sus experiencias en artículos y libros. Es el caso de Ni vivos ni muertos. La desaparición forzada en México como estrategia de terror, puesto en circulación por editorial Grijalbo. “La tierra de Francisco I. Madero al día de hoy es un feudo de los Zetas y de sus referentes políticos e institucionales”; “ahí la desaparición forzada de personas es una de las tantas formas de control del territorio a través del terror”, escribe el autor en el capítulo IX, que Proceso reproduce con autorización del sello editor.
Llego a Saltillo, capital del estado de Coahuila, en un carro desde Monterrey. El trayecto es breve, menos de una hora por la autopista que atraviesa el desierto, pero me han aconsejado viajar de día, y rápido, porque en este tramo de la carretera México­Laredo se han dado muchos asaltos y secuestros.

 La niebla envuelve la ciudad en una atmósfera al mismo tiempo irreal y un poco siniestra. El silencio es lo más sorprendente. Todo parece estar rodeado de algodón. Saltillo es un espejismo con su belleza austera y la niebla que se adueña de las calles. Saltillo, además, es un territorio Zeta. A pesar de su belleza, de la armonía de sus líneas, de la imponente presencia de un desierto fascinante, es una extensión dominada por uno de los grupos criminales más poderosos y violentos del país. Es una ciudad que ya se ha acostumbrado al horror.

En pleno territorio Zeta estoy convencido de que voy a entender algo más sobre la estrategia que utiliza la desaparición forzada como instrumento de terror. Aquí las desapariciones forzadas aumentaron tanto en el sexenio de Felipe Calderón que se fundó la asociación Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila, con el apoyo del obispado, para dar ayuda a las tantas familias afectadas.

El obispo Raúl Vera me recibe en su casa; entre las fotos de las comunidades de Chiapas y las instantáneas que lo retratan con Juan Pablo II y Benedicto XVI, está colgada la imagen de una Virgen de Guadalupe, a cuyos pies hay esta leyenda: “Hasta la madre dice: ¡Ya basta!”

Cabello cano, mirada directa, sonrisa al mismo tiempo irónica y cariñosa, se acomoda en una silla para la entrevista. Con calma y precisión me ayuda a ubicar el fenómeno de las desapariciones en un contexto más amplio. Para don Raúl, la estrategia presidencial de Felipe Calderón no ha sido un “error”.

–A Calderón no se le fue la situación de las manos, es una estrategia que deliberadamente hicieron sin procuración de justicia, porque la procuración de justicia sí desbarata las mafias, la procuración de justicia sí podía haber llegado a descubrir esta estrategia contrainsurgente. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos ha hecho una crítica muy severa a la política de Calderón.

Lo que entiendo, hablando con el obispo de Saltillo, es que sembrar el terror en la población es parte de una estrategia que favorece los intereses de empresas trasnacionales. Y la estrategia pasa a través de una paramilitarización del país, el aumento de la represión por parte del Estado y el incremento de actividades de los grupos criminales contra la población civil.

Pero su razonamiento es más amplio, abarca décadas y gobiernos del pasado, considera un escenario continental, no se limita a la actualidad mexicana. Es un hombre que ha vivido en carne propia la dificultad de mirar al poder a los ojos.

–Cuando vemos tantos militares metidos en la violencia y tanto despliegue militar, y el narco creciendo, y el narco fortaleciéndose, y los asesinatos, y los asaltos, y los secuestros que no paran, nosotros creemos que también es un proceso; desde hace un rato, estamos viendo que es también un proceso contrainsurgente. La estrategia contrainsurgente, la paramilitarización fueron instrumentos del ejército, pero en ese tiempo, todavía estaban en el método de la guerra de baja intensidad, sin duda, que ahorita algunas variantes tiene. Ahora, tampoco podemos desligar esto de la desigualdad social que hay y que es espantosa en México; la pobreza ha sido incrementada deliberadamente, la riqueza se va acumulando en pocas manos y se crean millones de pobres. Al mismo tiempo se fortalece al ejército y las policías, porque saben que la reacción popular va a llegar en algún momento. Lo criminal del actual proceso económico es dejar a la gente sin posibilidad mínima de crecer, de desarrollarse. Las personas no solamente están marginadas, las personas son desechables. Por supuesto que la dignidad humana va a reaccionar.

En Coahuila son miles los casos de desaparición forzada de ciudadanos mexicanos, pero el estado es también lugar de tránsito de migrantes centroamericanos que pasan por aquí en su camino a Estados Unidos. En el trayecto son muchas las desapariciones de migrantes, y registrarlas es aún más complicado que monitorear las desapariciones de mexicanos, pues no hay un padrón ni mucho menos de todos los que transitan por México y faltan. Lo único que se sabe con plena certeza es que en Coahuila termina no sólo el viaje, sino también la vida de un gran número de migrantes.

Por eso los migrantes centroamericanos son uno de los temas más importantes para la labor pastoral del obispo Raúl Vera. Su experiencia en el campo lo ha transformado en una de las referencias más visibles, a nivel nacional, para todo movimiento que pida un trato más justo para los migrantes. El obispo, en la larga entrevista que parece no cansarlo, va directo al punto:

–Es negocio –afirma, categórico–, el asunto de los migrantes es un negocio, y muy jugoso. Hablando de desaparecidos, la mayoría son personas en edad de trabajo, y la mayoría varones. Sí hay mujeres, claro que sí, se llevan también a mujeres, pero la gran mayoría son varones. Y luego son trabajadores, y hasta parece ser que también necesitan ciertas especialidades. Ahorita –recuerda– acaban de capturar a un grupo de empleados de Nextel, pues yo no sé si los necesitan para sus propias redes de comunicación, o sea, como que están armando sus cuarteles, como que necesitan personal para sus cuarteles, necesitan personal para empacar la droga, necesitan personal para sembrar también, para cultivar, y personal también para transportar.

El obispo habla con pasión, tiene en las manos una taza de café de la que durante media hora no logrará tomar ni un trago. En cada momento el contenido de la taza está a punto de salirse por el ardor con el que mueve los brazos:

–A los migrantes los hemos visto asolados por los guardias privados del ferrocarril, luego, asolados por las maras salvatruchas, y ahora, asolados por el crimen organizado y sus secuestros, y todo eso lo han hecho en total impunidad. La lectura que hacemos nosotros es la descarada ayuda que a través de muerte le ofrece México a Estados Unidos para que no lleguen los migrantes a la frontera; ahora, incluso están los Zetas ayudando, porque ahora cobran. Ah, les dicen, ¿quieren pasar?, pues pagan peaje. ¿Por qué saco todo esto a colación? Porque el uso de la violencia también tiene finalidades políticas.

Paredes transparentes

Después de conversar con el obispo, y para obtener una visión más completa del panorama, voy a conocer la Casa del Migrante de Saltillo, apoyada por el mismo obispado. Me recibe su director, Alberto Xicoténcatl. Amigablemente me enseña el lugar donde muchos migrantes encuentran protección y un poco de calor humano en una tierra en la que se sienten constantemente amenazados. Se está jugando un partido de futbol en el patio y es casi hora de cenar. Mientras charlamos, tratamos de identificar la razón de tantas desapariciones.

–Una hipótesis muy cercana a la realidad –aventura Alberto– es el tema del reclutamiento forzado de los migrantes por parte de los grupos del crimen organizado; para tener más recursos económicos, con mano de obra barata de profesionistas o técnicos, lo más sencillo es la esclavitud. ¿Y cómo esclavizo a una persona? Privándola de su libertad; así que muchos migrantes, para ser esclavizados, se vuelven víctimas de desaparición forzada.

Para Xicoténcatl no hay motivos políticos, como en los regímenes autoritarios o militares. Se trata de explotar un recurso humano para trabajos relativos al crimen organizado. Y junto con el deseo de sacar una ganancia económica, al mismo tiempo se difunde el terror en la comunidad, el terror en la población. De esa forma los grupos criminales van controlando la vida social de las ciudades, de los pueblos; las familias y la gente tienen miedo de salir a la calle y de esa forma aumenta el control del territorio. Los Zetas, que dominan Coahuila mediante el terror, le proporcionan a la población conceptos muy simples: “Aquí el que manda soy yo, yo sé quién transita, yo digo a qué hora se transita y quién puede seguir estando presente y quién ya no”. Es una forma de control social a través del terror.

En el frío de la tarde, Xicoténcatl deja a un lado por un momento su tranquilidad externa y expresa con sus gestos, con su voz, el ardor que lo mueve:

–Es escalofriante –asegura– lo que está sucediendo con esta nueva esclavitud. Y las instituciones son parte del juego. La población ya asume la colusión entre autoridades y delincuencia organizada. Y los migrantes desaparecidos, a pesar de que están en espacios abiertos, saben que no hay escapatoria, que es como una cárcel… En este aire que parecería libre, al final de cuentas lo que hay son paredes transparentes, que a ellos les cuesta mucho trabajo cruzar, porque saben que una patrulla que pase por la carretera, que una persona que a lo mejor está despachando la gasolina, o la gente que está en la tienda son todos como una red, una red coludida que trabaja de forma voluntaria o forzada para estas bandas y que saben que en esta supuesta libertad se sienten observados y saben que van a ser acusados por cualquier persona, entonces, es una libertad que no existe. Seguramente alrededor de nosotros, alrededor de las pequeñas o grandes ciudades, hay gente que está trabajando en este tipo de situaciones, pero completamente temerosa a decir la verdad.

Al principio los comentarios que recolectaba sobre la colusión entre las policías y las instituciones me hacían pensar en la participación de los niveles más bajos en el crimen. Como días antes declaraba en una entrevista Juan de León Estrada, ex responsable de comunicación social del estado de Coahuila y actualmente subsecretario de Normatividad de Medios de la Secretaría de Gobierno del Estado:

Tú eres un elemento de la policía, viene alguien y te dice: “a ver, tienes dos opciones: ¿quieres trabajar con nosotros o te matamos?”, es plata o plomo. Y las corporaciones de las policías municipales son las más débiles ante esta infiltración. ¿Por qué? Porque el policía municipal todo el mundo sabemos quién es, todos sabemos dónde vive, es vecino de nosotros, sus hijos están en la escuela con los hijos de muchos de nosotros. Entonces, es un elemento muy fácil de ubicar. Por esto son las policías municipales las que más fácilmente son infiltradas por los grupos del crimen organizado, con dinero o con la amenaza de morir. Es muy difícil para un elemento de la policía municipal rehusarse.

A pesar de la opinión de Juan de León Estrada, resulta sin embargo que en Coahuila, en los últimos años, se han dado varios casos de colaboración entre los altos niveles de la administración pública y los Zetas. Uno de los casos más controvertidos y dolorosos ha sido el de la ex subdelegada de la Procuraduría General de la República (PGR) en Saltillo, Claudia González López, que el 15 de febrero de 2012 recibió auto de formal prisión por un juez federal con sede en Toluca, en el Estado de México, acusada de brindar protección a los Zetas.(*) Al respecto, Alberto Xicoténcatl es muy duro:

–Nosotros estamos muy conscientes de que aquí no únicamente personas de los niveles, digamos, bajos a nivel jerárquico, son las únicas que están coludidas. No –de repente sonríe–, aquí fluyen ganancias multimillonarias, que van desde los últimos eslabones de la cadena de mando hasta los más altos. Por ejemplo, en enero de 2012 se descubrió que el hermano del fiscal del estado estaba protegiendo a los Zetas. Y que la entonces subdelegada de la PGR también.

Ambos trabajaban en un equipo que dialogaba con las familias de las víctimas, manejando información sobre todos los casos de desaparición forzada.

–En el mismo equipo que trabajaba la Sedena –continúa Xicoténcatl– también trabajaban los policías municipales. Definitivamente, eran eslabones de la misma cadena, que estaban muy en contacto con la comunidad, desde los policías, pero también sus jefes, es decir, gente de alto nivel también estaba completamente coludida. En todos estos años íbamos constantemente a la procuraduría a levantar las denuncias, y ¡la delegada Claudia González López era nuestro interlocutor principal! Por ella pasaron todos los casos de secuestros y de desaparición de migrantes de parte del crimen organizado que sucedieron aquí en Coahuila. Ningún caso avanzaba, todos se detenían, todos continuaban en reserva, o si no simplemente nos comentaban: “Pues siguen las investigaciones”; de repente, todo se destapa, asumimos y descubrimos que la persona de la cual la autoridad nos dijo: “Ella es la persona con la cual van a ver todo”, también estaba coludida, y sin embargo las autoridades de mayor nivel nos la pusieron de interlocutora. Después dijeron: “Es que sí sabíamos, pero por eso empezamos las investigaciones”. Nosotros decimos: “Si tú sabías, ¿por qué nos la pones de interlocutora?, ¿por qué, si hay sospechas fundadas, es ella nuestra interlocutora?”. Entonces, definitivamente es que sí hay una cadena de complicidades, de silencios, que deja sin palabras. Si la persona de más alto nivel, que en este caso era la maestra Marisela Morales, que era la procuradora general de la República, tenía conocimiento de que su delegada en Coahuila estaba coludida, aunque la maestra Marisela no esté coludida, su silencio es cómplice. Entonces de forma directa ella es responsable de lo que pasó en Coahuila. Y eso es ser cómplice. Y eso es ser responsable de lo que está pasando. O sea, la autoridad más alta es responsable de lo que está sucediendo, porque su silencio la hace ya parte del delito, aunque no esté directamente relacionada con el crimen organizado, su silencio o su omisión a fin de evitar un escándalo político la hace ser parte de la misma cadena.

Impresionado, le pregunto cuál fue la reacción de las autoridades, cuál fue la respuesta.

–No hay respuesta –me dice Alberto–, sólo hay silencios; nosotros hemos dicho: “Si ustedes sabían, ¿por qué estaba sentada en la mesa de diálogo en el tema de desaparecidos?, ¿por qué estaba sentada en la mesa de diálogo en el tema de secuestros de migrantes? Y no hay respuesta, lo que hay es silencio. La autoridad no sabe qué decir, porque no tiene una respuesta congruente y, obviamente, no hay una respuesta legal. Entonces prefieren permanecer callados.

A un año de la detención de Claudia González fue nombrado un nuevo subdelegado, el abogado Jesús Vega Romero, funcionario de la PGR que estuvo encarcelado durante tres años en el Cefereso de Matamoros presuntamente por proteger a la delincuencia organizada y promover delitos contra la salud cuando ocupó el mismo cargo en el estado de Quintana Roo.(**)

Vega Romero estuvo recluido durante tres años, junto con el delegado de la PGR de Quintana Roo, Nicolás Hernández Mendoza, quien fue aprehendido dentro del mismo proceso penal –número 301/2009–. Hernández Mendoza fue sentenciado a 25 años de prisión y Jesús Vega Romero fue liberado a finales de 2012, porque no se pudieron encontrar pruebas que confirmaran su complicidad en la protección a grupos de la delincuencia organizada.

En Coahuila, como en otras entidades federativas, se dan a menudo casos de colaboración y protección de funcionarios públicos a grupos del crimen organizado.(***)

La tierra de Francisco I. Madero al día de hoy es un feudo de los Zetas y de sus referentes políticos e institucionales. La desaparición forzada de personas es una de las tantas formas de control del territorio a través del terror y el silencio que cubre la ciudad de Saltillo no de tranquilidad, sino, mucho me temo, de una especie de aniquilación.

En su plática conmigo, el obispo Raúl Vera, poco antes de irse al Distrito Federal para marchar junto con las madres de los desa­parecidos, declara su desconfianza hacia el futuro de México:

–Lo que se está asomando, como lo dibujó una vez el caricaturista de La Jornada, El Fisgón, es que no va a haber una policía política, sino una política policiaca. Es eso lo que va a haber. En el sexenio pasado el papel de Calderón fue terrible, terrible, lo que ha dejado detrás de él es una cosa espantosa, por eso yo dije que es el peor que hemos tenido, el más cruel, el más sanguinario, el más inmisericorde, y le deja abierta la puerta a los que vienen.

Salgo de Saltillo como llegué: en silencio y rápidamente. l

*http://www.animalpolitico.com/2012/02/dictan­formal­prision­a­ex­delegada­de­la­pgr­acusada­de­nexos­con­los­zetas/#axzz2rq3scZz5.

http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/formalprisionaexdelegadade coahuila.

http://www.vanguardia.com.mx/confirmaprocuraduradetenciondesub­ delegadadepgr­1219548.html.

**http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/saledelacarcelparadirigirpgrcoahuila­1361440458

http://www.am.com.mx/leon/local/explicarapgrnombramientodedelegado27458.html.

*** http://www.cronica.com.mx/notas/2012/644592.html.

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