Después
de Iguala, nada será igual/JENARO
VILLAMIL
Revista Proceso No. 1995, 24 de enero de 2015
Alejandro
Encinas, militante izquierdista desde los tiempos del Partido Comunista,
renunció al PRD, del cual es fundador. En entrevista el aún senador y exjefe de
gobierno capitalino hace un retrato certero del sol azteca, a su juicio
completamente corrompido, y augura un panorama muy negro después del proceso
electoral de este año, donde el castigo ciudadano –traducido en votos nulos y
abstencionismo– puede abrirle el camino a la ultraderecha. No deja de tocar el
tema Ayotzinapa –nada será igual después de eso, afirma– que implicó a cuadros
de la izquierda partidista.
“En
el país estamos en una encrucijada a raíz de Iguala: la división de las
izquierdas allana el camino para una salida autoritaria, conservadora, pero
también obliga a replantear una salida más allá de los partidos. El PRD pasó de
ser víctima a victimario, por su involucramiento con el crimen organizado”,
sentencia Alejandro Encinas, senador por el Estado de México, dos veces
candidato a gobernador por esta entidad, exjefe del gobierno capitalino en
2006, aspirante a la dirigencia nacional en 2008 del partido al cual ayudó a
fundar, pero del que ahora se retira, ante “la imposibilidad de confrontar a
las corrientes políticas que se convirtieron en grupos de interés”.
No
hay optimismo en el semblante de Encinas, quien tiene esperanzas de involucrarse
“en el espectro de esa izquierda desencantada con los partidos, incluso con
sectores que antes estuvieron cerca del PAN”.
En
un año perdió más de 20 kilos, se ganó el respeto de todas las bancadas del
Senado que lo perfilaron incluso como posible presidente de la Mesa Directiva,
pero los acontecimientos de Iguala del 26 y 27 de septiembre pasados le pesan.
Lo cimbraron. Y lo llevaron a acelerar una decisión que meditó con sus
colaboradores en los últimos cuatro meses.
“El
país es otro después de Iguala. Los hechos demuestran el nivel de penetración
de la delincuencia organizada en los tres niveles de gobierno y en los tres
poderes de la Unión… Este nivel de penetración ya alcanzó al PRD. Después de
Iguala nada puede ser igual y esto implica hacer un replanteamiento más allá de
las izquierdas, del conjunto del Estado y, al mismo tiempo, del reforzamiento
de los mecanismos de participación de los ciudadanos”, reflexiona a lo largo de
la entrevista con Proceso el jueves 22, un día después de anunciar su retiro
del PRD.
–Del
PRD se han ido sus dos candidatos presidenciales, sus cinco exjefes de
Gobierno, ¿qué significa eso?
–El
agotamiento de un modelo partidario que disolvió cualquier posibilidad de
democracia interna y que fue cooptado por las corrientes políticas que se
convirtieron en grupos de interés. Hoy el PRD está conducido por una coalición
de corrientes y de grupos de interés, cuya identidad es el control del aparato,
de las candidaturas y de los cargos de gobierno. Se reparten proporcionalmente
hasta los metros cuadrados de las oficinas del partido y eso ha ido exacerbando
las diferencias políticas internas, minando la autonomía del partido, su
credibilidad ante la sociedad y llegando al extremo con Iguala, donde el
proceso de degradación de las instituciones públicas lo alcanzó.
“Creo
que hay un agotamiento del PRD y del conjunto del sistema de partidos. No
representan los intereses de la sociedad sino de una partidocracia que se ha
articulado en torno a la órbita del Ejecutivo federal, tanto en el PAN como en
el PRD, absolutamente ajenos a la realidad.
“Es
una crisis sistémica: de los partidos, de las instancias de representación
popular y de los poderes del Estado. Hay que hacer un replanteamiento total que
no admite medias tintas. Lamentablemente el principal partido que habían
construido las izquierdas ha sido alcanzado por este proceso de descrédito y
descomposición.”
–¿Qué
papel juega el crimen organizado en este proceso?
–Los
hechos de Iguala demuestran el nivel de penetración de la delincuencia
organizada en los tres niveles de gobierno y en los tres poderes. Todo mundo
omite hablar del Poder Judicial, pero es el instrumento fundamental de la
impunidad hoy. El dato del subprocurador Renato Sales de que ninguno de los
detenidos por secuestro ha sido sentenciado por los jueces, es alarmante.
“Este
nivel de penetración ya alcanzó al PRD. El partido que surgió de la lucha por
la democracia, pasó a ser de víctima a victimario. Hay un país distinto después
de Iguala. Después de Iguala nada puede seguir igual y esto implica hacer un
replanteamiento más allá de las izquierdas, del conjunto del Estado y, al mismo
tiempo, de reforzamiento de los mecanismos de participación de los ciudadanos.
“O
rompemos esa inercia o la degradación política del Estado no sólo profundizará
la crisis, sino alentará la mano dura. El uso de la fuerza es la única manera
de mantener a un Estado débil. No caben los contrapesos, la disidencia y es la
única manera de mantener el control político y el poder.”
–¿Su
salida entonces es un síntoma de esta descomposición?
–Por
eso no se trata de si me voy del PRD o si me voy a Morena, con quien,
indudablemente, tengo mayor identidad política. Es el momento de hacer un alto
en el camino para replantear las cosas.
“Veo
tres momentos importantes que definirán esta crisis: a) el desenlace de las
investigaciones de Iguala y si hay en verdad decisión de fincar
responsabilidades; b) conocer el nivel de penetración del crimen organizado en
los partidos, no sólo en Guerrero sino en todo el país. Tiene que haber una
salida a fondo. El fracaso del comisionado Castillo en Michoacán deja una ‘papa
caliente’ en medio del proceso electoral. Ahí se rompió la mediación entre la
sociedad y las autoridades; y c) en el caso de la izquierda, también el
resultado de las elecciones.
Las
perspectivas de Morena
–¿Qué
escenario electoral pronostica para 2015?
–Veo
un alto nivel de abstencionismo, un voto de castigo en muchos ciudadanos que
van a ir a votar y a anular su voto; y de nueva cuenta una participación de la
estructura de los partidos, del gobierno y del dinero tomando las decisiones.
“En
el caso de la izquierda, va fragmentada a competir por el mismo electorado que,
en el mejor caso, difícilmente alcanza 20% de la votación. Ese porcentaje se va
a dividir entre cuatro. Suponiendo que el PT y MC tendrán 3% cada uno para
tener su registro, el otro 14% se va a dividir entre el PRD y Morena. Morena va
a tener un resultado exitoso: va a obtener su registro, va a tener triunfos
municipales, va a tener un grupo parlamentario y quizás en alguna delegación
política del Distrito Federal, pero eso, a mi juicio, no alcanza para ganar la
Presidencia de la República.
“Si
alguno de los aliados alcanza para ganar el registro habrá que pensar alguna
forma de recuperar un proyecto que le debió dar continuidad al Movimiento
Progresista. Por eso yo me opuse a la formación de un nuevo partido en Morena y
estuve a favor de mantener el frente de los partidos que integraban la
coalición de 2012.
“Y
si el PRD no hubiera querido, nos hubiéramos quedado con el PT, MC y Morena.
Este se hubiera quedado como un gran paraguas que rebasaba con mucho las filas
de los partidos políticos y le abría un espacio de participación de los
ciudadanos que no quieren o no creen en los partidos. Ese escenario se va a
abrir en junio de 2015.”
–¿Finalmente
tenía razón en su tesis de que era mejor un frente que un partido político
nuevo, en el caso de Morena?
–Sigo
convencido de esa situación. Sé que es imposible llegar a una alianza con el
núcleo dirigente del PRD, pero la base militante del partido, más allá de los
grupos y las corrientes, existe, y ha tenido distintos comportamientos: unos,
mantenerse en una actividad, marginados de la toma de decisiones; otros han
emigrado a Morena y a otros partidos. Algunos se han retirado de la actividad
política, aunque simpatizan con las causas de la izquierda. Unos más se han ido
a las ONG.
“Tiene
que haber una unidad desde las bases. Morena debió haber convocado a las bases
perredistas, desde el principio, y no alentar una actitud anti-PRD que
involucró a todos, y no todos los perredistas son iguales. Hay que reconocer a
esa base militante a la que le costó muchas vidas.
“Por
otra parte, en la dirigencia se llegó al extremo de postular a gente como José
Luis Abarca, un delincuente acusado de matar a militantes perredistas –por lo
menos a cuatro que se han acreditado– y se quiso promover como diputado
federal; y su mujer fue electa para formar la dirigencia del PRD en Guerrero.
Pone en evidencia el nivel de descomposición política.”
Navarrete
e Iguala
Antes
de su renuncia al PRD, siguiendo la decisión que antes tomó Cuauhtémoc
Cárdenas, Encinas tuvo varios debates públicos con la nueva dirigencia
encabezada por Carlos Navarrete, de la corriente Nueva Izquierda, cuyo ascenso
coincidió con la crisis de Iguala.
“Hablé
con Carlos Navarrete de enfrentar esta situación con energía, que no podía
mantenerse Ángel Aguirre al frente del estado, como tampoco los presidentes
municipales que han sido señalados por sus vínculos con el crimen organizado,
que había que aclarar cuáles fueron los mecanismos que permitieron que Abarca
fuera candidato y por qué no se aplicó ninguna sanción penal por sus presuntos
homicidios de compañeros de partido; aunque en la plática tuvimos
coincidencias, en el Consejo Nacional, Navarrete no sólo no los acompañó sino
que defendió que Aguirre se mantuviera en la gubernatura para no perder su
primera votación como presidente nacional del PRD, lo cual le hubiera dado
legitimidad y no descrédito”, recuerda Encinas.
–¿Ese
Consejo Nacional fue lo definitivo para decidir su separación?
–Iguala
fue lo definitivo, todo lo que ha estado girando en torno a Iguala. Ahora que
tengo información por la parte de la Comisión Bicamaral de Seguridad Nacional,
que conozco, a través de las pláticas con muchos interlocutores, el nivel de
descomposición que existe.
–¿También
Morena falló en Iguala?
–Ahí
faltó una decisión más puntual. Lázaro Mazón en el momento que se nombra a José
Luis Abarca como candidato a presidente municipal era miembro de Nueva
Izquierda, su hermano fue el presidente municipal suplente, el mismo presidente
de seguridad municipal de Abarca lo fue de Mazón. Todo eso debió haberlo
aclarado Morena y no solamente retirarlo de su precandidatura a gobernador de
Guerrero.
–¿Tiene
contactos con Morena?
–He
tenido contacto, siempre he sido muy respetuoso con ellos, de atender los
asuntos muy puntuales. Ellos tienen una visión totalmente distinta del trabajo
legislativo, del trabajo partidista. Ellos están en la lógica de la
instauración de un poder popular, de un proyecto más surgido desde las
comunidades.
–¿Esta
posición que ha adoptado ahora, podría facilitar la interlocución con ellos?
–No
necesariamente, porque ellos tienen su dinámica propia, sus propias instancias
de organización. Ahí más bien tenemos que ser muy respetuosos.
“Me
veo más bien involucrado con esa izquierda desencantada con el espectro
partidista, incluso con ciertos sectores que estuvieron cercanos al PAN. Creo
que opciones ciudadanas como las de Enrique Alfaro en Guadalajara, son muy
representativas de cómo debe abordarse esta crisis.
Crisis
global
–¿Su
decisión forma parte también de un diagnóstico, de una tendencia nacional?
–Es
local e internacional. El agotamiento de los partidos es internacional. El
descrédito de los políticos es global. Los fenómenos en Europa hay que
observarlos. Tienen, por un lado, nuevas expresiones, como la plataforma
española Podemos, pero también un resurgimiento de la ultraderecha, porque no
es la única opción la salida democrática. La otra opción es la conservadora y
en México no estamos muy lejos de que ello suceda. El debilitamiento del
Estado, del mayor debilitamiento de la figura presidencial, puede conducir a
una salida autoritaria o a un reposicionamiento de los grupos más
conservadores.
La
alianza que llevó a la reforma energética y a las reformas constitucionales fue
una alianza de la derecha y de la más conservadora. No hay que creer que esta
crisis nos va a conducir a un avance democrático. Al contrario, nos puede
llevar a una mayor regresión del país. Hay que repensar todo.
–¿Se
ve como candidato de algo?
–No,
absolutamente de nada. Quiero ser un puente intergeneracional. Ha llegado el
momento de un movimiento generacional. En el PRI y en el PAN ha habido más
apertura hacia los jóvenes…
–¡Pero
qué jóvenes han llegado! ¡Como dinosaurios!
–Claro,
jóvenes muy envejecidos en su pensamiento, en la tercera edad del pensamiento
político, porque son jóvenes que se formaron en los grupos de interés y en la
partidocracia. No se formaron en la lucha social. Se formaron en función de la
subordinación a un dirigente o a un grupo, por eso piensan como ancianos. Es un
interés conservador. Eso también pasa en el PRD. Hay jóvenes a quienes sólo les
interesa mantener su ingreso salarial.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario