- El “mea culpa” de los religiosos de todo el mundo: nunca más abusos de poder
Vatican Insider, 19/02/2019;
IACOPO SCARAMUZZI
CIUDAD DEL VATICANO
Piden «perdón» a las víctimas por los propios «fracasos», expresan el deseo de «inclinar la cabeza» por la «vergüenza» de los abusos que han sido cometidos dentro de sus congregaciones, reconocen «lealtades fuera de lugar, errores de juicio, lentitud en la acción, negación y, a veces, encubrimiento», y se comprometen a una rigurosa selección de los candidatos a la vida religiosa, a la tutela de los menores en los ámbitos en los que desde siempre han estado en primera línea (asistencia sanitaria, educación, espiritualidad), a hacer «todo lo posible para escuchar mejor a los supervivientes, reconociendo humildemente que no siempre ha sido así», y a «denunciar todo abuso de poder».
Los superiores de las órdenes masculinas y femeninas publican una declaración conjunta en vísperas del encuentro al que convocó en Roma el Papa sobre los abusos sexuales (del próximo jueves al domingo), en la que expresan agradecimiento al Papa por su liderazgo y se dicen convencidos de que, «con los vientos de cambio que soplan en nuestra Iglesia y con la buena voluntad de parte de todos» en la cumbre vaticana, en la que participarán sus representantes, «es posible imaginar nuevos pasos hacia adelante y tomar decisiones para que la implementación pueda ser rápida y universal, con el debido respeto a las diversas culturas».
En vísperas del encuentro «sobre la tutela y la protección de los menores, nosotros, Superiores Mayores de las órdenes y de las Congregaciones religiosas de todo el mundo, nos unimos para apoyar esta iniciativa del Papa Francisco», comienza la nota de la Unión Internacional de las Superioras Generales (UISG) y de la Unión de Superiores Generales (USG), titulada “El abuso de niños es un mal en cualquier tiempo y lugar: este punto no es negociable”.
«Inclinamos nuestras cabezas con vergüenza al darnos cuenta de que este abuso ha tenido lugar en nuestras Congregaciones y Órdenes, y en nuestra Iglesia», escriben los superiores religiosos. «Nuestra vergüenza aumenta –continúa la nota– al constatar que no nos hemos dado cuenta de lo que estaba ocurriendo. Al mirar las Provincias y Regiones de nuestras Órdenes y Congregaciones en el mundo entero, nos damos cuenta de que la respuesta de las personas en autoridad no ha sido la que debía haber sido. No han sabido ver las señales de alarma o no se las tomaron en serio».
Después de recordar las diferentes formas de abuso de los niños que se verifican en todo el mundo, los superiores religiosos reflexionan sobre el encuentro que comenzará el próximo jueves en el Vaticano, expresando la esperanza de que, «con los vientos de cambio que soplan en nuestra Iglesia y con la buena voluntad por parte de todos, se puedan poner en marcha procesos y estructuras de “accountability”, mientras los ya existentes sean reforzados. Es posible imaginar pasos hacia adelante y tomar decisiones, para que la implementación pueda ser rápida y universal, con el debido respeto a las diversas culturas. El abuso de niños es un mal en cualquier tiempo y lugar: este punto no es negociable».
Los religiosos subrayan también que «la guía del Santo Padre es fundamental. Él nos ha mostrado la vía que hay que seguir en muchas de estas áreas; ha reconocido el dolor y la culpa; se ha encontrado con los supervivientes; ha reconocido los propios errores y la necesidad de aprender de ellos. Nos unimos a él en su misión de reconocer humildemente y confesar los errores cometidos; apoyar a los supervivientes; aprender de ellos la manera para acompañar a aquellos que han sufrido abusos y cómo desean que escuchemos sus historias. Por nuestra parte, nos comprometemos a hacer todo lo posible para escuchar mejor a los supervivientes, reconociendo humildemente que no siempre ha sido así».
La Unión internacional de Superioras Generales (UISG) y la Unión de Superiores Generales (USG) se comprometen en «una cultura en la que los niños sean apreciados y en donde se promueva su tutela», en particular en los ámbitos en los cuales los religiosos siempre han contribuido en todo el mundo, como la educación y la asistencia sanitaria, la formación y la espiritualidad.
El Papa Francisco, prosiguen los religiosos, «ataca, justamente, la cultura del clericalismo, que ha obstaculizado nuestra lucha contra los abusos y que, de hecho, es una de los motivos en la raíz. Además, el fuerte sentimiento de familia en nuestras Órdenes y Congregaciones –que generalmente es positivo– puede hacer más difícil que se condenen y denuncien los abusos. Resultan de ello una realidad fuera de lugar, errores de juicio, lentitud en la acción, negación y, a veces, encubrimiento. Todavía necesitamos conversión y queremos cambiar. Queremos actuar con humildad. Queremos ver nuestros puntos ciegos. Queremos denunciar –escriben los religiosos– todo abuso de poder. Nos comprometemos en emprender un recorrido con aquellos a quienes servimos, avanzando con transparencia y confianza, honestidad y sincero arrepentimiento».
Las dos formaciones de superiores religiosos aseguran que trabajarán «para garantizar que las Congregaciones trabajen juntas para acompañar de la manera más eficaz posible a los supervivientes en su camino de curación. La formación inicial y la formación permanente pueden ser las mejores áreas en las que podemos trabajar junto. La selección de los candidatos que entran a formar parte de la vida religiosa también es un área en la que podemos colaborar, identificando las mejores prácticas». Además, proponen pedir «la ayuda de los padres en nuestra lucha contra los abusos» y subrayan, en particular, el papel de las madres: «Es justo afirmar que si a las mujeres se les pidiera una opinión y una ayuda en la evaluación de los casos, se emprendería una acción más fuerte, más rápida y más eficaz», escriben la UISG y la USG. «El modo con el que hemos tratado las acusaciones habría sido muy diferente y mucho sufrimiento se habría evitado a las víctimas y a sus familias».
En cuanto a las víctimas, «queremos enviar un mensaje directamente a los supervivientes y a sus familias: reconocemos que hubo maneras inadecuadas de tratar este tema y una vergonzosa incapacidad de comprender vuestro dolor. Ofrecemos nuestras más sinceras disculpas y nuestro pesar. Les pedimos que crean en nuestra buena voluntad y sinceridad. Y los invitamos a trabajar con nosotros para crear nuevas estructuras que aseguren la minimización de los riesgos». «Comprendemos también que aquellos que han sufrido abusos de sacerdotes o religiosos podrían querer estar a mucha distancia de la Iglesia y de aquellos que representan a la Iglesia. Sabemos que hay algunos supervivientes que quieren emprender este recorrido de curación y trataremos humildemente caminar con ellos», escriben los religiosos.
Si un encuentro en el Vaticano reflexiona y se concentra sobre los menores, «la reciente atención de los medios de comunicación se ha concentrado sobre el abuso y la explotación de monjas, seminaristas y candidatos en las casas de formación. Es una cuestión que provoca gran y profunda preocupación», notan los religiosos. «Queremos asegurar que quienes piden generosamente unirse a las órdenes religiosas o que son formados en los seminarios vivan en lugares seguros, donde se alimenta su vocación y donde reciban ayuda para crecer en madurez en su deseo de amar a Dios y al prójimo», escriben los superiores, que también se comprometen para trabajar con el Papa para que la Iglesia pueda avanzar con coherencia y unida hacia una verdadera curación, «con nuevos ojos para ver y nuevas orejas para escuchar».
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