Más libre pero más expuesto: cómo afectará la muerte de Benedicto al pontificado de Francisco
Después de una cohabitación forzada de casi diez años de dos papas, uno en funciones y el otro retirado, comienza una etapa muy distinta
En esta imagen publicada el lunes 2 de enero de 2023 por el servicio de noticias Vatican Media, el cardenal Mauro Gambetti inciensa el cuerpo del difunto papa emérito Benedicto XVI en el interior de la basílica de San Pedro en el Vaticano Vatican Media - Vatican MediaLA NACION, 3 de enero de 2023;
Elisabetta Piqué, CORRESPONSAL EN ITALIA..
ROMA.- “Es el comienzo de una nueva era”, comentó un cardenal de la curia, muy cercano a Francisco, al enterarse, el sábado pasado, de la muerte de su antecesor, el papa emérito Benedicto, a los 95 años.
Y resulta lógico. Después de una cohabitación forzada de casi diez años de dos papas, uno en funciones y el otro retirado, en el Vaticano –un hecho que no se daba desde hace al menos seis siglos-, todos coinciden en que se abre una nueva etapa. Un nuevo momento del actual pontificado, que el 13 de marzo cumplirá 10 años, en el que el papa del fin del mundo será más libre, pero, a la vez, estará más expuesto.
Aunque Francisco siempre fue visto como un papa muy libre, que no tuvo problemas en romper tradiciones -por ejemplo, decidió no vivir en el departamento pontificio del Palacio Apostólico y quedarse en Santa Marta-, por respeto a su predecesor, que renunció al trono de Pedro y se retiró a vivir a poca distancia, dejó de hacer otras cosas. Por ejemplo, nunca reemplazó al cardenal canadiense Marc Ouellet en su cargo de prefecto de la Congregación para los Obispos –hoy llamado, según la reforma de la Curia, Dicasterio para los Obispos-, que fue nombrado por Benedicto XVI el 30 de junio de 2010, de 78 años.
También por respeto a su predecesor, a quien siempre elogió y respetó por su humildad y valentía al dar un paso al costado por no sentirse ya más con fuerzas para estar al frente de la Iglesia, jamás cambió a su secretario privado, el arzobispo Georg Ganswein, de su papel de Prefecto de la Casa Pontificia. Poco antes de dimitir Benedicto, de hecho lo nombró en ese papel y arzobispo.
Después de la elección del papa Francisco, en marzo de 2013, Ganswein, de 66 años y apodado el “George Clooney del Vaticano” por su aspecto físico, fue durante siete años el “servidor de dos papas”. Tal como recordó KNA, la agencia católica de noticias alemana, aunque vivía junto al papa emérito en el monasterio Mater Ecclesiae, en los Jardines del Vaticano, al mismo tiempo, desde su rol de prefecto de la Casa Pontificia, era el responsable de las visitas de Estado de Francisco y de su agenda pública. Aunque todo terminó en 2020, cuando el papa Francisco le pidió que se tomara una licencia para poder ocuparse mejor de Benedicto, después de una serie de fricciones.
La tensión alcanzó su ápice cuando el cardenal ultraconservador africano, Robert Sarah, uno de los opositores más visible de Francisco, publicó un libro en teoría escrito a cuatro manos con Benedicto, en defensa del celibato. Pero Benedicto pidió que sacaran su firma de ese volumen después de gran controversia y de una operación mediática en la que quedó bajo sospecha justamente su secretario. Una de las grandes preguntas en estos días de exequias y pesar es qué hará Francisco ahora con Gaenswein, que con la muerte del papa emérito recuperó protagonismo y que ya escribió un libro Nada más que la verdad: mi vida al lado de papa Benedicto XVI, que saldrá a la venta este mes, editado por el coloso editorial italiano Mondadori.
Según KNA, el papa Francisco podría enviar Ganswein a su Alemania natal para dirigir alguna diócesis, algún santuario o podría nombrarlo en algún cargo académico.
“Con la muerte de Benedicto Francisco es más libre, pero en cierta forma también está más expuesto, más solo”, indicó Jacopo Scaramuzzi, vaticanista del diario La Repubblica, que consideró que la cohabitación de casi dos años entre los dos papas fue “ambivalente”.
“Benedicto fue visto por los conservadores como el baluarte en contra del viento de novedad que trajo el papa argentino y por los progresistas, como su freno”, subrayó. Explicó, en este sentido, que como una vez el mismo Francisco dijo públicamente, Benedicto, al margen de ser “el abuelo sabio en casa”, representaba para él el “hombre que me cuida las espaldas con su oración”. Es decir, que el papa emérito, que siempre rechazó cualquier intento de los sectores decepcionados de verse transformado en un anti-papa, podía funcionar como una suerte de escudo para protegerlo y para mantener bajo control esos sectores ultraconservadores que nunca digirieron su pontificado reformista.
En este sentido, hay quienes ven que ahora Francisco está más expuesto. De hecho, desde esos ambientes que querrían ver el fin de su pontificado, ya comenzaron a machacar con la idea de una renuncia de Francisco, ahora que ya no puede darse ese impensable escenario de dos papas eméritos. Pero, aunque el papa Francisco nunca descartó seguir los pasos de su antecesor, se trata de una hipótesis en este momento descabellada, según los más entendidos. El Papa dejó en claro que no ha llegado el momento y, como dijo recientemente en una entrevista con ABC, “se gobierna con la cabeza, no con la rodilla”.
Lo cierto es que con la muerte de Benedicto, que lo deja más libre, hay algunos, sobre todo en las Iglesias de Europa septentrional, que esperan que Francisco se mueva más audazmente en las reformas, que van desde las mujeres-diácono a las parejas gay. Mientras que otros, “en Estados Unidos y en los sacros palacios”, temen lo que vendrá, puntualizó Scaramuzzi, al subrayar que muchos ven que ahora, sin la sombra del otro papa, jubilado, “tiene más margen de maniobra”.
Coincidió el vaticanista del Corriere della Sera, Gian Guido Vecchi, que en un artículo advirtió que después de la muerte del papa emérito el ala conservadora “puede perder cualquier freno”.
Vecchi subrayó, en efecto, que en estos años Benedicto representó “un elemento decisivo de estabilización y distensión”, sobre todo en el seno del frente que, más o menos abusivamente, se inspiraba en él para oponerse a Francisco. En este sentido, al ya no existir el papa emérito, podría abrirse un período de fuerte “inestabilidad” tanto en el Vaticano como en la Iglesia universal.
Aunque quienes lo conocen al exarzobispo de Buenos Aires destacan que Francisco “está acostumbrado a las tormentas” y que no pierde el sueño antes tantas especulaciones.
Elisabetta Piqué
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