GENERAL
DAWE: “SE TRATÓ DE DENOSTAR AL EJÉRCITO…” /Jorge Alejandro Medellin
Publicado en SinEmbargo.MX, 10 de julio
Roberto Dawe González, General Brigadier en el activo, acusado
falsamente junto con otros militares de tener nexos con cárteles de la droga,
está “sorprendido por la saña” con la que la Procuraduría General de la
República (PGR) se les fue encima y los llevó a prisión con expedientes armados
al vapor, construidos a partir de testimonios a modo de narcotraficantes
seleccionados para hundir a civiles y militares en decenas de casos. Pero la
saña de la PGR que encabezó Marisela Morales en el sexenio de Felipe Calderón
Hinojosa no paró ahí, dice Dawe: también fue injusta y bochornosa “toda la
cuestión mediática; lo que hicieron para intimidarnos y exhibirnos más que
nada”.
–¿Usted qué cree que pasó? ¿Por qué contra ustedes?
–Yo siento que esta
infamia, que esta agresión no fue contra Roberto Dawe o Ricardo Escorcia o
Rubén Pérez. No, no: fue una agresión contra la institución e
independientemente de que uno esté indignado, quien debe estar más preocupada
es la gente por la facilidad con la que se trató de denostar a una institución
como el Ejército, que sirve a la sociedad y viene de ella.
–¿Quedó muy dañado
el Ejército?
–Se trató de dañarlo, se intentó.
Roberto Dawe fue detenido el 15
de mayo de 2012. Era jefe del Estado Mayor de la 20 Zona Militar en Colima,
Colima. Se dice entero, de una pieza, tras su reclusión durante casi un año en
una cárcel de máxima seguridad. Está listo para regresar al servicio cuando se
lo ordene el alto mando, el Secretario de la Defensa Nacional (Sedena),
Salvador Cienfuegos Zepeda, a quien le pidió recibirlo cuando termine de
hacerse una revisión médica en el Hospital Central Militar (HCM), al que
ingresó el domingo 7 de julio, dos días después de su liberación. Otro de los
detenidos y liberados es el General Rubén Pérez Ramírez. En sus primeras
declaraciones al salir de El Altiplano dijo que lo que les había sucedido a él
y a los coacusados era “una villanía”. Tomás Ángeles señaló en abril de este
año, también al quedar en libertad, que quienes lo ligaron con el narco eran
personas “ruines”, gente “infame y cobarde”.
–¿Hay algún resentimiento contra
el sistema de Justicia Militar?
–No, en lo absoluto. La verdad es que, con toda
honestidad, se manejan tantas cosas como pleitos entre grupos de poder, pugnas
por asumir tal o cual cargo y no, no hay nada de eso. “Yo siento que a la
institución, vamos a decirlo de esa manera, se le ordenó tomar fotografías de
nosotros, el expediente de nosotros, en fin, ese tipo de cosas que son
normales, ¿no? Pero si realmente la institución hubiera querido afectarnos lo
hubiera hecho (con) la Policía Judicial Federal Militar (PJFM), que realmente
ellos hacen investigaciones muy a fondo, muy precisas y cuando las tienen de
veras, se actúa conforme a derecho y estrictamente”.
Dawe está seguro de que si
la Sedena hubiera llevado la indagatoria se habrían realizado investigaciones reales
y no lo que se le pedía al ejército y que era solo recopilar datos de archivo,
hojas, cosas para ir armando algo. Yo en ningún momento me siento agredido por
la institución o por la Procuraduría de Justicia Militar o por personal
militar, en lo absoluto, añade. “Todo esto se manejó en la Procuraduría y de
ahí se da el problema…”
–¿La PGR es la fuente de todo esto?
–Yo lo siento así y
creo que la nueva administración va a llevar a cabo alguna investigación al
respecto, y en su momento se va a saber de dónde nace esto y el por qué o se va
a actuar en contra de quien resulte responsable. Para eso está la Contraloría
de la propia PGR. Pienso que ya están actuando en ese sentido.
TRISTEZAS
Su voz
suena amable y recia al mismo tiempo. Tiene ese tono grueso del militar
veterano, mandón, que no se amilana con los golpes de la vida, incluyendo
aquellos que le tocan a uno cuando y en donde menos lo espera. Esta canoso y
sonriente. Luce delgado, muy delgado comparado con la foto en la que aparece
uniformado y que fue difundida por la PGR en las primeras horas que siguieron a
su detención y a la de Dauahare. “No, no hay rencor ni odio, sólo una profunda
tristeza”, me dice mientras se dispone a almorzar con su familia en un hotel de
Toluca, horas después de abandonar la prisión de máxima seguridad de El
Altiplano, en el Estado de México, la “madre de todas las cárceles”, añade, en
donde permaneció durante once meses acusado falsamente de nexos con el
narcotráfico. Dawe recobró la libertad a la una y media de la madrugada del
viernes cinco de julio. Con él salieron también los generales Ricardo Escorcia
Vargas, Rubén Pérez Ramírez y el Teniente Coronel Silvio Isidro de Jesús
Hernández, coacusados del General Tomás Ángeles Dauahare por supuestos vínculos
con carteles de la droga. Dauahare, ex Subsecretario de la Defensa Nacional
(Sedena) salió de El Altiplano el 17 de abril porque en la revisión de su caso,
ya con la administración priista en funciones, los nuevos encargados de la
Procuraduría General de la República (PGR) encontraron todas las fallas,
maquinaciones y excesos posibles para sustentar acusaciones sin fundamento
hechas por testigos protegidos seleccionados para la ocasión. El General Dawe
no durmió nada. Su familia, sus hijos y hermanas lo esperaban en la reja del
primer perímetro de la antigua prisión en donde amigos, familia y reporteros
aguantaron toda la tarde y noche del jueves, cuando se supo que el Ministerio
Público se había desistido de emitir conclusiones acusatorias en contra de los
militares y que el titular de la PGR, Jesús Murillo Karam ratificaba la postura
del MP federal. Sólo faltaba que el juez Tercero de Distrito en Materia de
Procesos Penales Federales, Raúl Valerio Ramírez, firmara el papeleo para
ordenar la libertad inmediata de los militares, que estaba a unas horas de
distancia. Los recuerdos y la tristeza también. Pero al General Roberto Dawe
González el dolor le llegó estando todavía en la cárcel, acusado de delitos que
no cometió; señalado por pasarle información a Los Zetas y al cártel de los
Beltrán Leyva. El General Dawe se enteró del agravamiento en la salud de su
hija Karla, quien luchaba contra el cáncer de hígado que se trató en el
Hospital Central Militar (HCM) con pocas esperanzas de vida. Karla ingresó a
Oncología a mediados de mayo de 2012, casi en la misma fecha en que su padre y
los otros militares fueron arraigados mientras la PGR continuaba con la
supuesta investigación en su contra. Le pregunto si hay rencor o impotencia
hacia el sistema de justicia militar, porque estando preso le pidió a las
autoridades militares permiso en dos ocasiones para ver a su hija y la
respuesta fue negativa. Karla falleció el jueves 6 de septiembre de 2012 en el
HCM. Al General Dawe le ocultaron la noticia durante dos días, pero el domingo
9 de septiembre la llamada telefónica que recibía de sus familiares cada fin de
semana fue, inevitablemente, para decirle que Karla había fallecido. Después de
eso, fue más la tristeza por no poder despedirse de ella. Tristeza, más que
coraje, dice Jonathan, hijo del General.
FUEGO AMIGO
Desde su detención y
arraigo (tres meses aproximadamente) hasta su internamiento en el penal de El
Altiplano, el General Roberto Dawe estuvo la mayor parte del tiempo con el
General Tomás Ángeles Dauahare. Las horas de encierro eran de charla, de
reflexión y de darle vuelta a las ideas para ir desenredando la madeja y tratar
de vislumbrar quién o quiénes y por qué los acusaban, por qué el tinglado para
señalarlos por sus supuestos nexos con el narco y sobre todo, por qué utilizar
testigos protegidos dispuestos a declarar una y otra vez en su contra a
sabiendas de que todo lo dicho era mentira, era algo armado e iba a fracasar.
Se ejercitaban como podían. Abdominales, sentadillas, lagartijas. No había otra
cosa a qué dedicarse en el día. Dauahare estuvo con el General Dawe hasta el 17
de abril, cuando fue liberado por la falsedad de las acusaciones en su contra.
Dawe estuvo 15 días solo hasta que enviaron a su celda a un joven elemento de
un grupo de reacción de la Policía Municipal de Tepeji del Río, en el estado de
Hidalgo. Los meses de mayo y junio y los primeros cuatro días de julio, los
compartió con el policía hasta que sus abogados y su familia le confirmaron que
el Ministerio Público Federal se desistiría de emitir conclusiones acusatorias
en contra de él y de los otros coacusados. La PGR de Murillo Karam no objetaría
la decisión y se pronunciaría en el mismo sentido, lo que significaba que con
la aprobación de un juez federal sería solo cuestión de horas alcanzar la
libertad. Hubo de todo. Al vapor y con singular intensidad en las primeras dos
o tres semanas tras la detención de Dauahare y Dawe. Si algo faltaba para
amarrar mediáticamente el caso, la PGR, las fuentes militares, los inefables
reportes de inteligencia y hasta revelaciones de la DEA estaban ahí para surtir
de datos y versiones a los medios adecuados. La primera versión para consumo
mediático, indicaba que los generales Dauahare y Dawe estaban ligados a los
Beltrán Leyva, que había pruebas de varias reuniones de los miliares con
operadores del cártel, que se veían en el Distrito Federal y en Cuernavaca. El
24 de mayo, para amarrar más la historia, la PGR filtraba el dato de que en su
ampliación de declaraciones Sergio Villarreal Barragán, El Grande, reconocían haber tenido tratos con los dos
primeros generales y también con Ricardo Escorcia Vargas, quien fue comandante
de la 24 Zona Militar en Cuernavaca, Morelos, cuando una avioneta presuntamente
cargada con cocaína aterrizó en el aeropuerto Mariano Matamoros, en Xochitepec.
El aparato venía de Colombia y debía ser interceptado en México. La alerta fue
emitida por la DEA. La Sedena fue avisada y se ordenó que tropas de la 24 ZM detuvieran a los narcotraficantes
y aseguraran la carga, pero cuando los militares llegaron encontraron el Super
Air King 200 vacío. La historia extraoficial dice que por este hecho el General
Escorcia Vargas fue removido de la comandancia. Su lugar lo ocupó por poco tiempo
el General Leopoldo Díaz Pérez, removido también del cargo por la desaparición
y muerte del joven Jethro Ramsés Sánchez Santana, a manos de personal militar
bajo su mando. Al General Dawe lo ubicaban en una especie de papel de doble
agente que servía a los Beltrán Leyva y luego a Los Zetas. Las versiones
creadas en la PGR calderonista y filtradas a varios medios aseguraban que
cuando ambos cárteles se fusionaron para operar en Guerrero y Morelos, Dawe le
pasó por error muchos datos y reportes a Los Zetas, lo que provocó una especie
de mini guerra en varios frentes. Otras historias armadas en la PGR en algunas oficinas de la Sedena marcaban a
Dauahare como promotor de narcomenudeo al interior del Heroico Colegio Militar.
Esta fue la primera acusación en contra del divisionario que se le derrumbó a
la PGR aun con Marisela Morales al frente de la institución. Mientras la
procuraduría continuaba armando expedientes fantasma y filtrando datos e
informes especiales a la prensa mexicana, la procuradora aseguraba que las
detenciones no tenían ningún trasfondo político. En tanto, en la primera semana
de la detención de los generales, columnistas y articulistas y alguno que otro
especialista afirmaban que la caída de los generales encabezados por Dauahare
significaba el final de la era de dominio del grupo encabezado en la Sedena por
el ex Secretario Enrique Cervantes Aguirre. Para todo y para todos daba
historias la caída de los generales,
mientras la prensa española daba por ciertas todas y cada una de las historias
publicadas y difundidas acerca de las detenciones. Se hacía énfasis en la de
Dauahare por tratarse de un divisionario que había aspirado a la titularidad de
la Sedena y que había pasado a retiro cuando era Subsecretario de la Defensa,
el segundo cargo más importante en la institución. Las semanas y meses
siguientes fueron de nuevas filtraciones y revelaciones de fuentes anónimas que
hablan de fotos de los generales con capos de los Beltrán. Ninguna aportó
documento alguno para apuntalar sus dichos. Para completar el cuadro en torno a
la surrealista justicia militar mexicana y al bizarro manejo de las leyes no
escritas en la vida castrense del país, el miércoles 8 de agosto de 2012 un
diario revela que el general Roberto Dawe González fue considerado para
ascender de Brigadier a de Brigada en la Promoción 2012, decisión que le fue
notificada vía oficio por el General Secretario Guillermo Galván y por el
general Rubén Serrano Herrera, entonces Director General de Personal de la
Sedena. Los oficios estaban fechados el 1° de marzo (el de Galván) y el 13 del
mismo mes (el de Serrano). Dos meses más tarde el general Dawe cuya Hoja de
Servicios había sido evaluada minuciosamente por el Alto Mando, era detenido
por sus supuestos nexos con el narco.
SOY UN DRAGÓN
–¿Qué va a hacer ahora?
¿Cuáles son sus planes?
–Yo soy un soldado institucional. Pienso pedirle una
cita a mi General Secretario Cienfuegos para que me reciba y me indique a qué
unidad puedo presentarme a seguir prestando mis servicios, porque tengo 43 años
y medio en el activo. Me jubilo en año y medio más o menos, paso a retiro.
Todavía tengo fuerza para seguir trabajando. Tengo muchas ganas de trabajar,
sobre todo ahorita que se requiere que todos, que toda la sociedad trabajemos
para lograr la estabilidad en el país. El General Dawe está convencido de que
su libertad y la de sus compañeros de armas es el resultado de la decisión del
gobierno de aplicar el estado de derecho, “no como ocurrió antes, porque la
aplicación de la ley debe estar perfectamente cimentada en pruebas fehacientes,
en pruebas convictivas con las que se determine que hay una responsabilidad
real.
-¿Sigue creyendo en el Ejército?
-Por supuesto. Tengo 43 años de
servicio, soy soldado de tiempo completo, soy del arma de Caballería y créame,
no hay rencores.
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